domingo, 20 de julio de 2025

El Apocalipsis

 

Apocalipsis de Ivan Barchuk


Un resumen en formato más manejable de un libro muy necesario para estudios en las iglesias el mismo está a la venta en muchos lugares en  Internet.

Ivan Barchuk

Ucraniano emigrado a Estados Unidos. Colaboró activamente con la Iglesia Bautista Ucraniana de Chicago, predicando por radio a través de «La Voz Evangélica».

Comenzó a escribir su «Explicación del libro de Apocalipsis» cuando se creía que los ejércitos alemanes de Hitler en Africa del Norte alcanzarían en poco tiempo Palestina, como una réplica a las teorías lanzadas por los Testigos de Jehová afirmando de que Hitler era el verdadero Anticristo, que tomaría Palestina y dominaría el mundo.

1 «La Revelación de Jesucristo» (Apoc. 1:1, 2)

Todos los hombres se han acostumbrado a llamar este libro «Revelación de Juan el Teólogo», pero como vemos, se trata de la revelación de Jesucristo que le fue dada por Dios. ¿Acaso Jesucristo necesitaba alguna revelación? ¿Acaso El no conocía todas las cosas? No sabríamos cómo contestar a semejante pregunta, si el mismo Salvador no hubiera revelado que a El le era oculto el tiempo de su segunda venida (Marc. 13-32). Esto nos es difícil entender, pero así está escrito y los hijos de Dios deben creerlo. Por lo visto Cristo, recibiendo el cuerpo y la imagen humana, recibió también ciertas limita-ciones humanas. Cuando el Señor, habiendo acabado la obra redentora con su muerte, resucitó y ascendió al cielo a su glo-ria anterior, entonces el Padre quitó del Hijo la limitación tem-poral revelándole todos los misterios divinos. Y Cristo nue-vamente se tornó Omnisciente como el Padre. Revelación es un libro considerablemente grande en cuan-to a su contenido. Revela mayormente detalles concernientes u la segunda venida de Cristo, pero aparte de esto, revela también otros eventos «que deben suceder pronto»: 1) Por ejemplo, el libro revela lo relacionado con la historia de la iglesia aqui en la tierra y el juicio sobre ella. 2) Revela lo concerniente a la condición de la iglesia en el cielo. 3) Revela los acontecimientos que han de preceder la venida de Cristo y sobre los hechos que tendrán lugar durante el tiempo del señorío del anticristo en la tierra. 4) Revela la particular

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revelación de Cristo al mundo en su segunda venida, durante la guerra del armagedón, en el tiempo de la destrucción de los reinos del mundo y la instauración del reinado milenial de Cristo en la tierra. 5) Por último, es la revelación del juicio final, la destrucción de la muerte, la nueva tierra y cielo nuevo.

Todo esto el Dios Padre reveló al Hijo, y el Hijo, me-diante el ángel, a su siervo, mientras que Juan lo escribió para la iglesia (Apoc. 1:11, 19). En cuanto al autor, quien escribió la revelación que le fue dada, no cabe la menor duda. En primer lugar, su nom-bre se menciona, y en segundo lugar, el versículo dos con-firma claramente quién era Juan, al cual le fue dada esta revelación. La frase «quien ha dado testimonio de la pala-bra de Dios», nos recuerda su Evangelio (Jn. 1:14, 14; mien-tras que las palabras «y de todas las cosas que ha visto», nos recuerdan su epístola (1' Jn. 1:1-3). Toda la antigua iglesia, primitiva al igual que los padres de la iglesia, sostienen el hecho de que el autor de Revelación fue el apóstol Juan. En cuanto al ángel por medio del cual Juan obtuvo la Revelación, no se nos revela su nombre, pero sus palabras dirigidas a Juan, que dicen: «Porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las pa-labras de este libro» (Apoc. 22:7, 8), nos revelan cierto mis-terio. Hallamos que los siervos de Dios tienen ángeles, los cuales les ayudan y los asisten en la obra espiritual. Es una revelación muy alentadora, porque en tal caso los siervos de Dios no deben sentirse solitarios. Está escrito, además, que todo hijo de Dios tiene su ángel (Mat. 18:10), y aun a aquellos que deben salvarse, los ángeles les sirven anticipa-damente (Hebreos 1:13, 14). De esto vemos que es amplia la actividad angelical, de gran alcance en los asuntos espirituales, siendo probable de que este ángel haya sido el principal sobre todos aquellos ángeles, siervos de los santos, ya que el Señor precisa mente

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a él le encargó comunicar a Juan tan elevada reve-lación. El Señor reveló todo cuanto es necesario saber concer-niente a su segunda venida, por lo tanto cualquier añadidura a esa revelación es falsa profecía y prohibida por el Señor I Apoc. 22:18, 19). Los hechos están relacionados con la segunda venida de Cristo, y sucederán en breve, lo cual tan sólo en el libro (le Revelación, se declara hasta siete veces con las siguientes Palabras: 1) «Porque el tiempo está cerca» (Apoc. 1:3). 2) die aquí, yo vengo pronto» (Apoc. 3:11). 3) El mostró a sus «siervos las cosas que deben suce-der pronto» (Apoc. 22:6). 4) «¡He aquí, vengo pronto!» (Apoc. 22:7). 5) «Porque el tiempo está cerca» (Apoc. 22:10). 6) «He aquí yo vengo pronto» (Apoc. 22:12). 7) cCiertamento vengo en breve, (Anne. 22:2)). Este testimonio del mismo Cristo, de que el tiempo está cerca y su venida en breve, llena los corazones de los cre-yentes de gran gozo, sobre todo en la seguridad de que du-rante el tiempo de espera él no nos abandona, sino que nos envía a sus ángeles para que nos protejan y nos asistan. Debemos añadir aquí que «el tiempo está cerca» debe entenderse según Dios y no según los hombres. Para .nos-otros, «pronto) puede significar un día, pero para el Dios eterno ese «pronto» puede significar aun miles de años (2.• Pedro 3:8). Aún más: podemos decir que para el eterno Dios millones de años significan lo que para nosotros es un día. Sin embargo, las promesas del Señor de todos modos signi-fican aquello que en ellas se promete, o sea, que Dios no es-tará postergando sus juicios para la eternidad. El cumplirá lo prometido y vendrá pronto. Si ese <pronto» tuvo su signi-ficado en los días de revelación y sus hechos, hoy indiscuti-blemente estamos en el umbral del regreso del Señor.

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URGIMIENTO A LA LECTURA DE REVELACION (Apocalipsis 1:3) Con estas palabras el Señor invita a todos sus discípulos individualmente, al igual que a su Iglesia, como tal, prestar especial atención al libro de Revelación. Debe ser tan cono-cido, que aun los menos entendidos con el sólo hecho de oir su exposición, puedan entender y cumplir sus demandas. El Señor considera bienaventurados a aquellos que leen, oyen y asimilan en sus corazones este libro profético, que-riendo con ello invitar a nosotros a interesarnos en su con-tenido. En general, el libro de Revelación contiene más prome-sas, galardones y bienaventuranzas que cualquier otro libro de la Biblia. Tan sólo de las bienaventuranzas tenemos hasta siete. He aquí ellas: 1) «Bienaventurado el que lee, y los que oyen....> (Apo-calipsis 1:3). 2) «Bienaventurados.... los muertos que mueren en el Señor> (Apoc. 14:13). 3) «Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero> (Apoc. 19:9). 5) «Bienaventurados y santos los que tienen parte en la primera resurrección> (Apoc. 20:6). 6) «Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro> (Apoc. 22:7). 7) «Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida> (Apoc. 22:14). Este libro no sólo contiene eventos pasados, lo cual podría interesarnos muy poco, sino que contiene acontecimientos futuros que el mundo entero espera. Contiene también nues-tro propio futuro, y lo más importante es que contiene la se-gunda venida de Aquel, al cual decimos que lo amamos por sobre todas las cosas. Mientras tanto, este libro ha sido el más abandonado entre los cristianos. No cabe duda de que

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este abandono ha sido influenciado por el enemigo de las almas de los hombres, quien no desea que los creyentes sepan del pronto regreso del Señor, para poner fin con ello al señorío del enemigo. Otra razón del abandono de este libro es la falta de amor al Esposo de la iglesia que viene, falta de fe en su regreso. Influye en esto, además, la negligencia de los creyentes y el apego de éstos a este mundo. Ya que para entender el libro de Revelación es necesario un gran esfuerzo y dedicación personal, para poder al mismo tiempo entender correctamente todos los demás libros sagrados y captar el Espíritu de las Escrituras. Es necesario aprender a pensar espiritualmente para poder relacionar lo espiritual con lo espiritual (1.• Corintios 2:13). Los modernistas contemporáneos llaman «misterioso» este libro, para de esta manera, poder persuadir a sí mismos y a otros incrédulos, en el sentido de que en realidad no sucede-rán las cosas descritas en Revelación. Los mundanos y cre-yentes no regenerados, no pueden captar las profundidades de este libro, solamente entienden que en él se habla do los juicios de Dios sobre todos los pecadores y Satanás. Principalmente por eso, Satanás aborrece el libro de Reve-lación, y trata de impedir su lectura a quienquiera que fuese. El no desea que los pecadores sepan que, tanto ellos como Satanás, estarán en el lago de fuego.

EL SALUDO DE DIOS A LAS IGLESIAS (Apocalipsis 1:4-6) Este saludo y deseos son expresados a las iglesias que se encontraban en Asia; aunque de esto no debemos deducir que en el Asia Menor, no hubieron más iglesias, o que el Se-ñor no se interesaba en otras iglesias. Al contrario, en aque-llos días ya habían muchas iglesias, y por eso no era posible mencionarlas a todas, ya que ello demandaría mucho tiem-po. El Señor escogió a siete de tales iglesias que fueran tipos característicos, no tan sólo de todas las iglesias existentes entonces, sino de toda la iglesia cristiana. Estas siete igle-sias eran patentes <retratos proféticos» de la iglesia a través

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de la historia. Es por eso que, al dirigirse a las siete iglesias saludándolas, el Señor saludó en nombre de ellas a toda la iglesia de Cristo a través de los siglos. Con su saludo el Señor nos dio el ejemplo de amabilidad. Los cristianos no deben ser sin delicadeza, sin cuidado ni mu-cho menos groseros. El saludo fue expresado de parte de la Santa Trinidad: «Del que era, del que es y del que será» —es el Dios Padre—, «y de los siete Espíritus». es el símbolo del Espiritu Santo, y en las Sagradas Escrituras, según veremos más adelante, la cifra 7 significa la plenitud (Apoc. 3:1; 5:6); «y de Cristo Jesús.. Salta a la vista aqui el hecho de que sobre el Dios Padre se dice que él era, que él es y que «debe venir», cuando en realidad todos esperamos la venida de Cristo, no la venida de Dios el Padre. No es este un error de los cristianos, porque ciertamente Cristo debe venir, de lo cual dan testimonio todas las Escri-turas. El, por ejemplo, ha sido señalado por Dios como Juez de vivos y muertos (Hechos 10:42; 17:31). No sólo él debe juzgar a todos, sino que debe señorear sobre todos (Roma-nos 14:9, 2 Tim. 4:1). Humanamente hablando, Cristo será la figura principal en el tiempo de los hechos relacionados con su venida. Por eso, generalmente, hablamos tan sólo de «la segunda venida de Cristo>. Pero leemos que «El Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre> (Mat. 16:27), además dice que «veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo> (Mat. 26:64). En cuanto a esa gloria en ella debemos ver al Dios Padre, a cuya diestra está sen-tado Cristo (Marc. 16:19, Hech. 7:56). Esto nos muestra que Cristo no vendrá sólo, sino que con él vendrá el Dios Padre y todos los santos ángeles (Mat. 25:31). al igual que todos los hombres santos (1.• Tes. 3:13, Jud. 14). Hay otro pensamiento más aquí, el cual demanda una explicación. Es la frase de que «Cristo es el primogénito de los muertos» (Apoc. 1:5). Estas palabras significan que Cristo

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fue el primero que resucitó en cuerpo incorruptible de entre los muertos (1.• Cor. 15:20-23). El primogénito de la nada fue Adán, pero el (primogénito de entre los muertos> es Cristo. La tumba que guardaba el cuerpo de Cristo tuve que devol-verlo nuevamente, es decir, como <dar a luz,. Por eso él es el <Primogénito de entre los muertos». Veamos ahora algunos de los detalles del saludo. Por ejemplo, hallamos la referencia de que «El nos amó» (Apoc. 1:5). Generalmente, estamos acostumbrados a ver la expre-sión máxima de su amor, cuando Cristo se dio a si mismo en rescate por nosotros. Sin embargo, no es así. El amor de Dios no ha menguado, sino que, por el contrario, va en aumento. Por cuanto en el sacrificio de Cristo se manifestó el amor de Dios hacia Sus enemigos (Rom. 5:8-10), ¿cuál seria el amor de Dios hacia sus amigos? Aquel amor fue expresado a quie-nes estaban lejos de Dios, viviendo en el pecado, mientras que el actual amor es para aquellos cuyos pecados han sido lavados por la sangre del Salvador. Merece nuestra atención el hecho de que el Señor pone en alto ou iglesia, yo que co uno gloria ein igual tanto que el Señor considere a sus miembros, «reyes y sacerdote». Con esto Dios no se rebaja a nuestra estatura, sino que nos eleva a la suya. Ya que los reyes en el mundo ocupan el más alto sitial político. como los sacerdotes en lo espiritual. Esto sig-nifica que el Señor eleva a sus hijos al más alto nivel mun-dial. Los hombres del mundo pueden burlarse de esto, pero quien de entre las creyentes pierde el sentido de su llama-miento eterno, real y sacerdotal, el tal no se interesa en las realidades de Revelación concernientes a la segunda venida de nuestro Amigo y Salvador, quien es el Rey de reyes y Sumo Pontífice sobre los sacerdotes. Quien asimila y se apro-pia de esto, se interesa en el Reino de Dios como del suyo propio, y de la vida espiritual como el mejor sacerdote. «HE AQUI VIENE CON LAS NUBES. (Apocalipsis 1:7, 8) Es una expresión simbólica y significa que Cristo vendrá del cielo. Juan fue testigo de la ascensión de Cristo, y vio

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cómo la nube lo cubrió de sus ojos, y oyó de los mismos án-geles. que Cristo vendrá exactamente igual como ascendió (Hechos 1:911). Además, el mismo Señor enseñó que él ven-drá <en las nubes. (Mal. 24:30; 26:64). Por eso el apóstol usó las mismas palabras. La esperanza en la venida de Cristo constituye la fuerza vital de la iglesia de Cristo, de modo que si alguna iglesia dejara de creer en la segunda venida de Cristo, desde ese momento, la tal iglesia dejarla de ser de Cristo. Igualmente, los miembros de la iglesia, como individuos, si ellos no creta en la segunda venida de Cristo, no son cristianos. Ignorar el retorno de Cristo, es ignorar gran parte de la fe en las enseñanzas de Cristo. Pero por más que los hombres com-batan las enseñanzas de la segunda venida de Cristo por más que la rechacen y se burlen de tal enseñanza, perma-nece ante ellos en pie la afirmación que el Evangelio registra diciendo que aquel Jesús, el cual ascendió al cielo, se sentó a la diestra del Padre, vendrá de alli nuevamente para juz-gar a vivos y muertos. <Y todo ojo le verás Esto debemos recalcar, ya que hay quienes enseñan que Cristo no vendrá en forma visible, sano que su venida será invisible y por lo tanto nadie le verá. Por este texto vemos que todo ojo le verá, aun aquellos que le traspasaron. Es cierto que tomando esto literalmente, tan sólo un sol-dado romano le traspasó: sin embargo. el texto muestra a muchos, <y los que le traspasaron,. Por eso queda claro que el Señor tiene en mente. no al soldado corno ejecutor de este acto, sino a todos aquellos que le juzgaron y le entregaron a la muerte. Será el pueblo hebreo (Zac. 12:10). Este pueblo mi-rará a Cristo con arrepentimiento, mientras que todas las tribus de la tierra llorará de terror y espanto, ya que con frecuencia <de nuevo crucifican a Cristo menospreciándolos con su conducta anticristiana, la desobediencia. la negligen-cia, mezquindad y el liberalismo. Sin embargo, no será este un llanto de arrepentimiento, sino que será el comienzo de los sufrimientos eternos en el infierno.

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«El Alfa y la Omega», son la primera y última letras del abecedario griego, significando en el presente caso que el Se-ñor debe ser el primero y último en todos los asuntos. Tam-bién en la salvación, él mismo la inició y él personalmente la concluirá. Con este nombre el Señor desea dar prueba en el sentido de que, habiendo logrado un buen comienzo, él mismo llevará la obra a buen fin. Debe señalarse, además, que este nombre se refiere a Cristo, lo que se ve de muchos textos (Apoc. 1:17; 2:8; 21:6; 22:13). ¡Esa «Alfa y Omega», o sea, el «Primero y el Ultimo», dice de sí mismo que es el Señor Dios Todopoderoso! Significa que Cristo es el Dios Todopoderoso. Este es uno de los mu-chos textos que confirman esta verdad, de que Cristo es Dios, y Dios Todopoderoso, al igual que el Dios Padre. Hacemos resaltar esto debido a Que hay enseñanzas de propagares que se consideran cristianos, pero no creen en Cristo como Dios Todopoderoso.

►.44 ialu dr Piamos (Apocalipsi» 1.9)

Es una isla rocosa y desértica a sólo 35 kilómetros del puerto de Efeso. Aún se encuentra esta isla en su lugar, pero la ciudad de Efeso no existe más. En dicha isla no hay arro-yos ni árboles ni tierra fértil, excepto algunas parcelas de tierras trabajadas entre las rocas. Hasta la fecha se con-serva allí una cueva obscura como indicando, y así se afir-ma, que vivió en ella el anciano apóstol. En los días de la persecución de los cristianos por el emperador Domiciano (los años 9S-96 d. de Cristo), el apóstol Juan fue enviado a esa isla. Era una dificil experiencia para el apóstol, pero mediante su exilio en esa isla, el Salvador llevó a cabo aquello que había dicho a Pedro acerca de Juan: «Si quiero que él Quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?» (Juan 21:22). Y en efecto, Juan vio detalladamente la venida de Cristo en visión como si ésta fuera real. Por entonces, Juan ya era muy anciano, probablemente el

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El apóstol Juan, en la isla de Paf mos (Apocalipsis 1:9)

único sobreviviente de entre los testigos oculares del Señor, y sobre eso recibió aun tan grande revelación. No obstante, Juan no se enorgullece por esto ni se considera superior a tos demás. A semejanza de un alma genuinamente humilde, dice: «Yo Juan, vuestro hermano y coparticipe....» ¿En qué coparticipe?

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¿Tal vez en algún heroísmo, o en ciertos grados superiores, o cuando menos en algún esfuerzo sobrenatural? No: «Copartícipe en las tribulaciones». He aquí una persona que a la par de otros experimentó tribulaciones y sufrimientos a causa de Cristo. Pero él no se queja, porque después de las tribulaciones él dice que es también «copartícipe del Reino». Al comienzo tribulación, pero luego el Reino. En tales circunstancias aun la tribulación deja de serlo y resulta fácil sobrellevarla.

El Día del Sellar (Apocalipsis 1:10)

Es dificil explicar con certeza cuál ha sido ese día. Al-gunos piensan que era el día domingo, mientras que otros el sábado. Pero lo más cierto es que era ese un tal «día del Señor» en el cual el Señor quiso revelar a Juan el «día del Se-ñor venidero». LOS profeta* y el Nuevo Testamento llaman «el día da Se ñor» a su segunda venida. (Isaías 2:12; Joel 1:15; 2.• Corintios 1:14; 1.• Tea. 5:2). Pero podría ser domingo ese día, por eso Juan estuvo <en Espíritu», esto es, en una inspiración especial. Probablemente, él meditaba en los tiempos pasados, cruzaban por su mente las variadas circunstancias de la vida de Cristo, y en relación con el domingo, recordaba la resurrección de Cristo, su as-censión y la promesa de su regreso. Estos recuerdos podían haber dado a Juan esa inspiración. La frase «en espíritu», debe entenderse. «en inspiración, arrebatamiento, iluminación del espiritu de Juan» (Apoc. 4:2: 17:3: 21:10). A esto debemos añadir que después de escrito el libro de Revelación, todos los padres de la iglesia comenzaron a de-signar el domingo como «día del Señor». Esto nos da una muestra inequívoca de que el apóstol se refería al domingo como «el día del Señor».

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Nota del traductor: No sólo resucitó el Señor el día do-mingo (primer día de la semana), sino que ese fue el dia que aparecía a sus discípulos. (Juan 20:19, 26.) sF.:I día del Señor» difícilmente pueda significar otra cosa que el sprimer día de la semana». Era el día en el cual los cristianos se reunían para conmemorar la resurrección del Señor (Hechos 20:7; I.• Corintias 16:2). Día santificado para siempre por el evento más trascendental de toda la historia. Así como se ha-bía guardado el día séptimo en conmemoración de la Creación. el día primero celebra la Resurrección.

SIETE CANDELEROS (Apocalipsis 1:12-20)

Juan vio siete candeleros de oro. En la tierra con el oro se evalúa todo. Esos candeleros significan siete iglesias, las que simbólicamente significan toda la iglesia. En los ojos de Dios, dicha iglesia es más cara que todo el oro. Pero la iglesia no ea compara aova ron nieto fragmentos de oro, sino con siete candeleros de oro, por cuanto la iglesia debe estar pletórica de la luz de la verdad, ardiendo y alumbrando en las tinieblas de este mundo para iluminarlo. (Mal. 5:14-16.) Nos vemos obligados a destacar que cuando nos referi-mos a la iglesia de Cristo, no tenemos en mente las actual-mente numerosas así llamadas iglesias, las cuales hace ya mucho han dejado de ser iglesias de Cristo. Primeramente tenemos en mente a los cristianos de los primeros siglos, como así también a todos aquellos que hoy retienen las enseñanzas evangélicas y realmente aman al Señor de todo corazón. Es claro que tampoco ellos son ángeles y tienen sus insu-ficiencias corno humanos, y son débiles. Por lo tanto, la iglesia que se compone de esta clase de gente. es verdadera iglesia de Cristo. Por eso el Señor la compara con los candeleros de Oro. Una sola iglesia no está en la capacidad de pintar un cuadro como para transmitir aunque fuera a grandes rasgos la vida espiritual de la iglesia Universal en la diversidad de

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raquetas en su desarrollo. Desde el principio, el Señor es-cogió y señaló para esto a siete iglesias. Esos siete candeleros lllll • unidos alrededor del Señor, hacen de si un maravilloso ejemplo de las pruebas espirituales y las principales expe-riencias de la Iglesia Universal a través de los siglos. Porque para el Señor la cifra de siete significa plenitud, como vere-iiios más adelante. Juan vio a Cristo en medio de esos siete candeleros, es de-cir, en la iglesia. Esto es maravilloso, el Señor no abandona a su iglesia sino que permanece con ella y en ella. Aunque Cristo abandonó la tierra, sin embargo no abandonó a la igle-sia. En su ascensión al cielo él claramente prometió que no abandonaría a los suyos. He aquí sus palabras: «Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.» (Mat. 28:20.) Además, el Señor prometió que él estaría en to-das, aun en las congregaciones más pequeñas que en su nom-bre se congreguen. «Porque donde están dos o tres congrega-dos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (114at. 18: 30). Es por eso que la iglesia de Cristo no necesita de otro Intermediario alguno, o representante de Cristo aqui en la tie-rra, siendo que él mismo habita en ella Los ancianos u obis-pos no son representantes de Cristo, sino siervos de él y pas-tores de la iglesia, de ese rebaño de Cristo, (Hechos 20:28: I.• Pedro. 5:1-4).

LA CIFRA SIETE (Apocalipsis 1:11, 12, 20) Aun en el Antiguo Testamento la cifra siete jugó un papel muy importante, significando plenitud o conclusión de algo. Se entiende que no se trata de una plenitud aritmética, sino que es la plenitud «divino-profética». El inundo fue creado en siete épocas, así también el castigo del mundo en el juicio final se llevará a cabo bajo la ley de la cifra siete. La causa del significado particular de la cifra siete radica en los siete Espíritus de Dios. Son estas siete raíces o siete fuentes que originan todos los fenómenos mundiales. Veamos algunos ejemplos:

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1) Siete días de Dios en la creación del mundo (Génesis 2:2). Aquí vemos la plenitud y la terminación en la creación. 2) Dios encomendó a Noé llevar en el arca siete pares de cada especie animal (Génesis 7:2, 3). Se manifiesta aquí la plenitud de la salvación de la creación viva. 3) Faraón vio en sueños a siete vacas, al comienzo gordas y luego flacas. Siete espigas, al comienzo lle-nas y luego vacías (Génesis 40:17-30). José interpretó ese sueño como plenitud de abundancia, seguida de completa escasez y hambre. 4) Siete veces se rociaba con sangre el sacrificio ofre-cido por el pecado (Levítico 4:6), significando la ple-nitud de limpieza. 5) Siete veces tuvieron que recorrer los hebreos la ciu-dad de Jericó (Josué 6:1-5). Aquí se reflejó la plenitud de la victoria por la fe del pueblo de Dios, sobre sus enemigos. 61 Naaman el sino tuvo que zambullirse siete veces en el río Jordán (2.* Reyes 5:14) para obtener la plenitud de la sanidad. 7) Se dice acerca del justo que aunque siete veces caye-re, volverá a levantarse. (Proverbios 24:16). Esta es la plenitud de la gracia que levanta al justo. Teniendo ahora por delante estos ejemplos, pasemos al libro de Revelación y veremos que allí también la cifra siete significa una plenitud simbólica. 1) Siete iglesias (Apoc. 1:4). La iglesia es la plenitud de Cristo (Efesios 1:22, 23). 2) Siete espíritus (Apoc. 1:4). Es el símbolo de la ple-nitud del Espíritu de Dios que todo lo llena. (Salmos 139:7; Hechos 2:4; 1.• Corintios 2:10). 3) Siete candeleros (Apoc. 1:12). Es el símbolo de la plenitud de luz de la iglesia en este mundo. (Mat. 5: 14-16; Filip. 2:15).

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4) Siete estrellas. (Apoc. 1:16). Las estrellas simbolizan a los oficiales de la iglesia. (Apoc. 1:20; Dan. 12:3). En el caso presente significa la plenitud del servicio de ellos en la iglesia .(Efesios 4:11-13). 5) Siete sellos (Apoc. 5:1), es la plenitud del misterio divino. (Dan. 12:9). 6) Siete cuernos de un cordero (Apoc. 5:6), es la pleni-tud del poder de Cristo. (Salmo. 09:18: Miqueas 4:13). 7) Siete ojos (Apoc. 5:6). la plenitud del que <todo lo ves (Juan 2:24, 25). El) Siete trompetas (Apoc. 8:2). Es la plenitud del castigo del mundo. (Levítico 26:28). 9) Siete truenos (Apocalipsis 10:3). es la plenitud de ac-ción (Exodo 19:16; 20:18, 19: 1.• Samuel 7:10). 10) Siete copas llenas de la ira de Dios (Apoc. 15:7). Es la plenitud de la ira de Dios (Zacarías 7:12: Apoca. lipsis 14:19). lo Siete *gibosas del dragón (Aperealpiaia 13:3), co la pie nitud de la sabiduría satánica. (Ezequiel 28:13). De todas estas cifras podemos ver que la cifra siete, en lis Biblia, significa realmente plenitud de aquel evento en relación al cual está. Por lo tanto, las siete iglesias también ilustran la historia plena del cristianismo, de todos los tiem-pos y en todos los lugares.

EL HIJO DEL HOMBRE (Apocalipsis 1:11-18)

Se entiende que este era Cristo; pero él no era semejante a Aquel Cristo que vivió en la tierra. Pues en la tierra Cristo era como un hombre manso y tranquilo. Pero aqui, de pronto, aparece una imagen terrible en grandeza real y gran poder. Por cierto, que aunque esta visión es verídica, el personaje no deja de ser simbólico. De ello nos persuadiremos a medida que vayamos examinando el símbolo de esta gran visión.

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1) Ropa larga (1:13), semejante a las usada por los mos sacerdotes y reyes. Simbólicamente nos enseña que to es nuestro sumo Sacerdote y Rey (Hebreos 9:19. 15. 19:16). 2) Ceñido por el pecho (Apoc. 1:13) que significa dignidad; los hombre laboriosos se ciñen por la cin (Luc. 12:35). significando la Inteligencia y el conecta! (Job. 12:12). En primer lugar la belleza. corona de Id (Prov. 16:31), símbolo de la eternidad —antiguo (Dan. 7:9). 3) El cabello blanco (1:19). Tiene muchos significad Aunque Cristo físicamente no era anciano, en cierto do lo es espiritualmente. porque es eterno. El pudo esa belleza de anciano por su conducta; El fue coronado gloria, estuvo a la par con el anciano de diosa, lleno de bullaría e inteligencia. Todas estas cualidades simbólicamen eran mostradas a través de sus cabellos blancos. 9) Sus ojos corno llamas de fuego (1:14). Es el simba de la stodoviderucias, la compenetración y también del furor Para muchos esto es incompatible. que en los ojos del Sal vador arria la Ira. Nos hemos habituado a ~ganar los o de Cristo llenos de amor, de ternura. de tristeza y no de ira Pero vendrá el tiempo cuando en ellos arderá la ira, y será «corno llama de fuegos (Anee- 6:16. 17). para aquellos q hayan rechazado su amor. 5) Sus pies semejantes a bronce bruñido (Apoc. 1:1 Esto indica que esos pies pisarán el lagar del furor de ira del Dios Todopoderoso (Apoc. 19:15). Por otra Parte, esos pies habrá una extraña fuerza de fuego *como oro bruñidos. Con ellos él hollará a los impíos y ateos enemigos suyos. 6) Voz como de trompeta. corno estruendo de muchas aguas (salto de agua o estruendo de una tempestad marfil (Apocalipsis 1:10. 15). Estos símbolos nos dan a entender extraño poder de la voz del Señor, con la cual despee aun a los muertos <Juan 5:28, 29), la misma voz que pron entrá el veredicto del juicio cuyo mandato se. ejecutará c premura. (Mateo 25:41, 46.)

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71 Siete estrellas en su mano son ángeles (representan-lis) dc la iglesia (Apocalipsis 1:16, 20). A estas «estrellas» •mennaa un gran peligro de parte de las fuerzas tenebrosas, piar C110 el Señor las sostiene en lugar seguro, en su mano. llagamos referencia también al hecho de que Cristo anda Mi medio de los siste candeleros, es decir, que el está presente en la iglesia, pero a los oficiales de la iglesia los tiene en su mano. Esto indica que la posición en la iglesia de los an-•ianos (pastores) difiere un tanto de la de los demás de la • ongregación. Ellos mantienen su dominio y autoridad sin Intermediarios mediante Cristo, y son responsables ante él- El loa sostiene en su diestra, de modo que nadie, ni hombres ni Angeles, los pueden arrebatar de su mano. Si permanecen fieles y verdaderos siervos a él, nadie podrá jamás apagar sus tandeleros_ Si por lo contrario, no permanecieren fieles, nadie podrá salvarlos del castigo. Quienes los desobedecen, desobe-decen a Cristo, y quienes los desechan, también al Señor de ellos desechan (Luc. 10:18). 8) Espada de dos filos (Apee. 1:16), es el emblema de la autoridad ejecutada (Rom. 13:4). El hecho de que salta de la bora queda claro por cuanto la espada espiritual es la Palabra de Dios (Hebreos 4:12), la cual juzgará y castigará los in-orédults (Juan 12:48). 9) Su rostro era como el sol cuando resplandece en su tuerza (1, 16), es el símbolo de la gran gloria y referencia al hecho de que Cristo es el «Sol de Justicia» (litalaquias 4:2). El es la fuente de toda luz. Lo que significa el sol para la naturaleza, así es Cristo para la vida espiritual. Como In naturaleza no podria existir sin el sol, ni tendria vida al-guna, asi tampoco hay vida espiritual alguna en aquellas al roan donde Cristo no vive.

Nota del traductor: La cita de Lucas 12:35 parece discre-par ligeramente entre las distintas versiones. En unas se habla de ceñir los lomos y en otras cintura o muslos. Esta es la única descripción de Cristo que nos dan las Sagradas Escrituras. Evidentemente, hay otros enigmas de

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ciertos rasgos de Cristo. pero una imagen tan completa como la que se pinta aquí, no la encontramos en ninguna otra parte. Por lo tanto, no debe extrañarnos el que ningún artista haya jamás pintado el retrato de Cristo a base de esta descripción. Esto seria imposible. ¿Podría, por ejemplo, pintar alguien un rostro que brille como el sol en su fuerza, u ojos que fueran como llamas de fuego? Además, sería difícil esta combina-ción de cabellos blancos, pies resplandecientes como bronce, y en cuanto a la espada de dos filos que saliera de su boca, sería completamente imposible. Es cierto, por lo tanto, que una imagen verdadera de Cris-to es imposible pintar. Todas las que se han hecho hasta ahora no responden a la descripción que dan los Evangelios acerca de Cristo. Esta imagen era tan admirable y severa que aun aquel discípulo que en su oportunidad se recostara sobre el pecho de Jesús, ahora cae como muerto al verlo. (1:17). Este senti-miento de temor ante los espiritas humanos, confirma la realidad de aquel mundo, con el cual estamos en contacto sin verlo. Pero también confirma que la cortina que nos separa de él es muy débil. En su debido tiempo dicha cortina será levantada, y entonces la humanidad verá aquello, de lo cual al verlo, la generación rebelde y pecadora quedará como muerta de terror. Si hombres santos de Dios como el profeta Daniel (Dan. 10:5-11) y el apóstol Juan, al ver esas visiones caían presos de un temor mortal, ¿qué impacto harán estas vi-siones sobre los ateos? Los ateos toda su vida tratan de en-gañarse de que Dios no existe, y que la vida más allá de la tumba no es real. Repentinamente, verán con sus propios ojos que sí: existe todo según está escrito en la palabra de Dios. Fácil es suponer cuán inimagible será el terror que hará presa de todos aquellos que sin Cristo se sienten seguros cuando vean viniendo en las nubes al mismo Cristo, con gran poder y gloria, acompañado de millones de sus ángeles y santos. A Juan le fue suficiente un ligero contacto de la amorosa mano del Salvador y algunas palabras de ternura para llegar a ser consciente de todo esto, pero los ateos tendrán que per-suadirse recién en el infierno.

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LAS LLAVES (Apocalipsis 1:18) En las Sagradas Escrituras se hace mención de unas cuantas llaves. Por ejemplo: 1) «La llave de la ciencia», dada a las personas espiri-tuales (Lucas 11:52). 2) «Llaves del Reino., dadas a la Iglesia (Mat. 18:19; 18:17, 18). 3) «Llaves de la muerte y el infierno». Cristo las tiene en su poder. ¿Por qué? Es porque abrir el «conocimiento» (cien-cia), en cualquier momento y para todos es permitido. No hay peligro de que los espirituales estén adquiriendo o recabando demasiado «conocimientos». Por eso Dios confió esta llave a personas espirituales, siervos suyos. Bajo la palabra «espi-rituales» no debemos entender por el clero o sus sacerdotes únicamente. Ya que el mismo Señor dijo que en su tiempo aquellas «llaves de la ciencia» las tenían los escribas y los fariseos (Met_ 23:13) y los intérpretes de la ley (Luc. 11:52). No eran todos ellos sacerdotes, pero eran guías espiritua-les. AM también en la religión cristiana, todo gula espiritual tiene derecho de hacer uso de esas «llaves de la ciencia», pero no para cerrar el Reino de Dios delante de los hombres, sino para abrirlo. En cualquier momento se puede abrir el Reino de Dios para todos aquellos que genuinamente se arrepienten y desean morar en él. Pero el abrir para alguien la muerte y el infierno solamente Dios lo puede hacer. Única-mente él sabe quién y cuándo debe morir, como así también quién debe y quién no debe Ir al Infierno. Por eso el Señor a nadie dio estas llaves. El las retuvo consigo. Matar a una persona es contrario a los preceptos de Cristo, a la vez que condenar a alguien como digno del infierno es pecado. Es de vital Importancia destacar que, teniendo las llaves de la muerte y del infierno, Cristo en absoluto no hizo men-ción del purgatorio, donde dicen hallarse los católicos. purificándose antes de entrar ál cielo. Cristo jamás hizo men-ción de esto. Por lo tanto, es claro que es im invento de la iglesia Católica, no teniendo ninguna base escritural.

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ESCR1BE (Apocalipsis 1:19)

Algunas personas. basándose en Apocalipsis 1:1, dicen que en Apocalipsis están escritos los hechos que debitan suceder en el futuro. Pero nuestro texto dice que Juan debla escribir también aquello que él vio en el pasado; aquello que hubo en ese tiempo cuando Juan obtuvo la revelación. y lo que de-bía suceder en el futuro. Por eso el libro de Revelación es amplio, contiene elementos del pasado, presente y futuro, si lo miramos desde el punto de vista del apóstol Juan. Con esta palabra escribes, el Señor nos da entender que él reconoce y aprueba el contenido de la Escritura. El mismo escribió diez mandamientos. encomendó a Moisés y a los profetas a que escribieran. Por lo tanto es claro que nosotros hoy debe-mos servir al Señor, no sólo con nuestros labios, sino me-diante las Escrituras.

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Segunda Parte

 

11 La Epístola a la Iglesia de Efeso (2:1-7)

LA CIUDAD DE EFESO

El significado de la palabra «Efes°, equivale a «deseo ardientes. No se sabe por qué se le ha dado este nombre, pero es probable que el mismo responda al carácter de sus habitan-tes. Evidentemente ellos eran ardientes, es decir, fervorosos (Hechos 19:34). 0 tal vez, el nombre de la ciudad deriva de su belleza. Habla allí un maravilloso puerto, centro comercial de una rica provincia junto al mar y a la vez centro cultural y popular. Por lo tanto, muchos con un deseo «ardientes tra-taban de establecerse allí. Era una ciudad rica y orgullosa de su maravillosa arquitectura mundial, su templo de Arte-misa (antigua divinidad griega de la caza y de la luz noc-turna). La que luego fue confundida con la diosa selenita. diosa de la luz lunar, la que tenía cincuenta hijas. Semejante concepto acerca de dicha diosa nos muestra el carácter del culto pagano que se rendía en honor a Artemisa. Probable-mente aun este culto deriva de su nombre: «deseo ardiente.. En esta ciudad, pues, mediante la obra del apóstol Pablo, (Hechos 18:18-21: 19:1-20) y de Apolos (Hechos 18:2326), sur-gió un grupo de creyentes, el cual también, «ardientes en amor hacia Cristo. resultó en la iglesia de Efeso. Dice la his-toria que allí se radicó el apóstol Juan después de su regreso de la isla de Patmos, donde también falleció. Existe una tra•

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dición en el sentido de que Maria, la madre de Jesús, fue sepultada allí. Un desierto cubierto de ruinas es todo lo que actualmente se encuentra en el sitio donde fue la ciudad de Efeso, con una extensión de unos seis kilómetros de diámetro. El silencio y un escalofrío palúdico imperan en el mismo sitio donde otrora hervía la vida. Este hecho testifica de que la iglesia de Efeso no fue obediente a la advertencia del Señor, no se arrepintió, y su «ardiente deseo» del primer amor no la dirigió hacia el Señor. Por eso él «quitó su candelero de su lugar».

EL ANGEL DE LA IGLESIA (Apocalipsis 2:1)

No cabe duda que este ángel significa el que dirige la iglesia, es decir, el anciano de la iglesia. Pues de lo contra-rio, si el Señor tuviera en mente a los ángeles celestiales, no habría necesidad de escribirles, el mismo Cristo podría comu-nicarlo< tndn sin intermediarios. Pero dirá alguien: ¿Por qué. pues, él los llama ángeles y no ancianos? Por cuanto, para la iglesia ellos eran pastores, pero para el Señor eran án-geles. Porque la palabra «ángel» significa «enviado» o «men-sajero». Cristo los escogió y los envió: por eso ellos son sus enviados. Juan el Bautista y aun el mismo Señor, se llaman ángeles. Evidentemente así es por cuanto ellos eran los mensa-jeros de Dios. (Malaq. 3: 1. Mat. 11: 10, 11), la palabra «en-viado del Señor» en Ageo 1: 13, significa en el original y en la traducción alemana: «Angel del Señor». También la expresión «Mensajero del Señor». He aquí, porque los ancianos de la iglesia son tam-bién mensajeros de Dios, pastores de la grey de Cristo, obis-pos, que significa «el que vigilas, «protector», por eso ellos se llaman ángeles hasta el grado que cumplen con su obliga-ción de mensajeros. Hay también espíritus que no se llaman ángeles, sino querubines, serafines y sencillamente, espíritus. Por eso el anciano, si es realmente un enviado por Dios a la iglesia, es un ángel, es decir, mensajero.

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EL AUTOR DE LA EPISTOLA (Apocalipsis 2:1) «El que tiene las siete estrellas en su diestra.» Es el mis-mo Cristo el Salvador. Las siete estrellas son los ángeles, esto es: ancianos de siete iglesias. Conviene notar que estos ángeles aqui tienen el nombre de estrellas, o sea, que son comparados con las estrellas. ¿Por qué? Es evidente que Dios no hace comparaciones imprecisas. Las estrellas brillan, disipan las tinieblas (Génesis 1:16; Salmo 136:9), también proclaman la gloria de Dios (Salinos 8:4; 19:2). Traen a los hombres a Cristo (Mateo 2:9). Todos los ancianos tienen es-tas mismas obligaciones, por eso llevan el nombre de estre-llas. Aun en el Antiguo Testamento, el Señor compara a todo obrero de Dios prudente, a los que «enseñan justicia a la multitud», con las estrellas (Dan. 12:3). Motivo de gozo es imaginar que los ángeles de las igle-sias se hallan en un lugar tan seguro, como es en la diestra de Cristo. Por lo tanto, es obvio que a ninguno de los miem-bros de la iglesia el enemigo ataca tanto como a los ancianos. Muchas veces Satanás tiene a sus agentes en la misma igle-sia, quienes se ocupan exclusivamente en maldecir y ennegre-cer la vida de los ancianos, esforzándose por provocarlos a que obren inconsecuentemente. El Señor sabe del peligro en el que se encuentran y por eso les ofrece un cuidado adecua-do, teniéndolos en su diestra. El autor de la carta a la Iglesia de Efeso es «Aquel que anda en medio de los siete candeleros». Nuevamente es el mismo Señor nuestro que sustenta su promesa; «porque donde hay dos o tres congregados en mi nombre, alli estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20). Además: «he aquí yo estoy con vosotros todos los días» (Mateo 28:20). Es un hecho muy alentador el saber que Cristo está siem-pre presente en la iglesia. Lamentablemente, muchas iglesias ignoran Su presencia, manifestándole indiferencia y frialdad, o cuando menos, han perdido su primer amor. No obstante, él no abandona a su bienamada iglesia, aún anda en medio de los siete candeleros.

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«ESCRIBE AL ANGEL» (Apocalipsis 2:1) Debe destacarse además que estas siete cartas no fueron dirigidas a la congregación, ni al comité de la iglesia, sino a los ancianos. Esto muestra que el anciano en la iglesia ocupa tal cargo con el cual tiene que ver el mismo Señor. Por eso está claro que nadie en el mundo tiene derecho de impedir al anciano en el cumplimiento de sus deberes, para no entor-pecer los negocios de Dios. El que ignora al anciano, ignora la institución de Dios. Desafortunadamente hoy abundan estos miembros que deshonran a los ancianos de las iglesias, consi-derándose, sin embargo, creyentes, seguidores de Cristo. No cabe duda de que tales creyentes están todavía lejos del cono-cimiento de la verdad. Pero debemos aún destacar lo siguiente: Que una inco-rrecta interpretación de esta enseñanza por los ancianos, los condujo a complicados malos usos, engendrando castas espi-rituales, creando patriarcas y papas, metropolitanos, carde nales, etc.... Esto ha llevado a muchos creyentes a subestimar a los arsciaszeuva constituido, por Dion. La posición del anciano no tiene en si ningún elemento ni poder de gobierno ni señorío sobre los demás miembros de la congregación. El anciano tiene la obligación de servir a la iglesia, obligación que no le fue impuesta por los hom-bres, sino por Dios. El «Siervo-Sacerdotes es el dirigente, pas-tor y guarda de Su rebaño. Pero el anciano debe primera-mente recibir en su corazón la palabra del Señor. Luego trans-mitirla concienzudamente a la congregación, velando que la misma sea observada. He aquí la causa por qué el Señor se dirige mediante estas cartas a las congregaciones cristianas posteriores. LAS CARACTF-RISTICAS DE LA IGLESIA DE EFESO (Apocalipsis 2:2-3. 6) De las palabras del Señor, «Yo conozco tus obras», hay que deducir que el Señor tuvo en mente las buenas obras. Aun-que indiscutiblemente el Señor conoce las malas obras tam-bién, pero al dirigirse a la iglesia de Efeso no las menciona.

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Al contrario, el Señor, en efecto, hace resaltar toda una linea de virtudes extraordinarias, tales como el trabajo, pa-ciencia y otras. Todo esto pertenece a las buenas cualidades de esa iglesia. De ahi la mención de sus obras, aunque no tene-mos delante nuestro el calificativo de «buenas obras», debe-mos entenderlas como tales, es decir, obras que fueron hechas en el nombre del Señor y para Su gloria. De modo que esas buenas obras atestiguan de que la igle-sia de Efeso no hacia alarde de sus obras, sino que las tenia. Practicaba aquellas obras que normalmente se requieren de la iglesia. En otras palabras, era una iglesia activa. La primera «buena obra« que el Señor mencionó fue su trabajo. Es obvio que no se trata de un trabajo físico o inte-lectual, de la ganancia del sustento diario, sino del trabajo espiritual. Y el trabajo espiritual ante todo, ensalza la causa misionera, la predicación del Evangelio y la conquista de al-mas para Cristo. Luego viene el trabajo de conservación, es decir, la ayuda a los nuevos convertidos en su crecimiento espiritual. Luego el trabajo del maestro, que permite conocer las profundidades de Dios, su sabiduría y su acuita vulunLad. Y por último, el trabajo caritativo u obras buenas, que se hacen con el fin de aliviar la situación unos de otros, ayu-dando materialmente a los necesitados, a los enfermos y dé-biles, etc...- La palabra «obras» revela una belleza extraordi-naria de la iglesia de Efeso. No era una iglesia compuesta de zánganos, sino de múltiples actividades en bien del Evangelio. Luego se cita la «paciencia». Otra virtud extraordina-ria. Ayuda a sobrellevar las persecuciones, deshonras, injusti-cias, pruebas, debilidades de otros y toda clase de sufrimien-tos. Aún más, la paciencia es necesaria para llevar a cabo las actividades ya mencionadas. Ayuda a vencer el cansancio y la negligencia. La paciencia puede conquistar muchas cosas. Aun en cualquier esfera, la paciencia es muy necesaria. Corno ve-mos de las palabras del mismo Señor, esta virtud distinguía a la iglesia de Efeso. Pero la siguiente virtud parece contradecir las anteriores: «Y que no puedes soportar a los malos.» Corno diciendo que

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esa iglesia paciente, carecía de la misma paciencia. Pero la verdad es que la iglesia tenía la necesaria paciencia cuando le era necesaria a causa de las adversidades que le venían de afuera. Pero no soportaba, o mejor, no toleraba un mal dentro de si. Cuando se filtraban astutamente hombres per-versos que trataban de aparecer como apóstoles, la iglesia entonces, al descubrir sus falsedades, los expulsaba de su medio. Al igual que en la vida física aun la persona de mayor paciencia trata por todos los medios de deshacerse de una llaga maligna, de la misma manera una iglesia distinguida por su paciencia, no podía tolerar en su medio a los «malos», porque ellos deshonran a la iglesia de Cristo que debe ser limpia y sin mancha. El versículo 3 apoya nuestro pensamiento de que la iglesia de Efeso realmente trabajaba para el Señor. Pero aquí debe destacarse un hecho, y es que esa iglesia «no desmayó». Era una iglesia extraordinariamente perseverante en el trabajo. No cabe duda de que su gran ayuda en ese trabajo fue su paciencia. Hay mucha gente en el mundo con un «ardiente deseos, pero quienes ni aún así consignen slgn porque carecen de perseverancia. En ellos arde un «fuego de paja>, que re-pentinamente aparece, pero pronto vuelve a apagarse. En cambio, la iglesia de Efeso no era así, sino que trabajaba ar-duamente para el Señor y «no desmayaba». Por último, una virtud más que tenía esa iglesia. «Aborre-cía las obras de los nicolaitas> (2:6). ¿Es acaso el odio una virtud? Indiscutiblemente todos los sentimientos del hombre son de Dios. Pero todo depende de la dirección que se da a los sentimientos. Por ejemplo, está escrito: «Los que amáis a Je-vohá, aborreced el mal.» (Salmo 97:10). Esto es, odio hacia el mal, odio hacia el pecado es virtud. Por el contrario, está es-crito además: «Amaste el mal más que el bien, la mentira más que la verdad. Has amado toda suerte de palabras per-niciosas.» (Salmo 52:3, 4). Se ha generalizado el considerar al amor como virtud, pero el amor al mal y al pecado no es virtud alguna sino mancha de perdición.

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De manera que la iglesia de Efeso no toleraba el mal, Ne había comprometido con el mal, lo aborrecía y esa era lin virtud. Esa actitud descomprometida de la iglesia con el mol, era del agrado del Señor. Digo «al mal», porque está ncrito que la iglesia, en la persona de su ángel, «aborrecía las ...ras de los nicolaitass, no a ellos. Con frecuencia, la gente no distingue los hechos de las personas y se ofende contra los creyentes fieles por aborrecer éstos sus hechos; como ni les aborrecieran a ellos. Pero no es así, ya que los buenos rreyentes aman a los demás y les desean lo mejor de todo, especialmente la salvación de sus almas. Pero con sus he-chos los creyentes permanecerán en desacuerdo, aborreciendo los malos actos. Y en cuanto a los nicolaltas veremos más adelante ilustrada esta verdad. He aquí, el Señor conocía todas esas virtudes de la igle-sia de Efeso, conocía cada detalle, cada experiencia. Es algo que todos debemos captar bien, el Señor todo lo ve, conoce todo y ayudará en el bien, pero castigará por el mal. Por un lado, esto causa gran alegría, tan grande conocimiento, que «4 Señor todo lo sabe. Cuando la gente no nos conoce, o no nos quiere conocer, no valora en su justo precio nuestros deseos para ellos, por eso nos consuela el que Dios conozca lo más secreto de nuestro corazón. El sabrá valorarnos y correspon-dernos con justa paga. Pero por otro lado, este mismo cono-cimiento nos llena de temor. Porque esto indica que a Dios no se puede engañar ni con la más persistente exteriorización. Aun esta tan hermosa iglesia de Efeso, de virtudes genuina-mente cristianas, no logró alcanzar la estatura necesaria delante de Dios, aunque la falta de esa iglesia ningún hombre podría descubrir. Es probable que aun la misma iglesia no haya logrado distinguir su propia condición. Pero el Señor co-nocía y veía todo y rigurosamente reprochó a esa iglesia. CAIDA DE LA IGLESIA (Apocalipsis 2:4. 5) ¿En qué consistía esa caida? ¿Cuál era el pecado grande de esa iglesia por el cual Dios demandaba arrepentimiento? lie aquí el pecado: «Has dejado tu primer amor.»

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Muchas personas asombradas pensarían que este no es un pecado tan grande. Pero el enfriamiento del amor significa traición. Cuando el amor va desapareciendo, todas las buenas obras, tales como el trabajo, la paciencia y la lucha contra el mal, podrían por algún tiempo ir llevándose a cabo aun como por inercia, o bien por hábito. Pero paulatinamente to-das ellas van desapareciendo por carecer de su poderoso móvil, el amor. Se puede distinguir claramente la verdad de la mentira. puede uno consagrarse al bien y practicar la justicia, distin-guir claramente y con rapidez a los falsos apóstoles y evitar la comunión con tos impíos y aun así carecer de ese limpio pri-mer amor que se manifestaba tan poderosamente en los cora-zones de los verdaderos novoconvertidos. Bien dijo el profesor B. Marsenkovsky: «El verdadero cristianismo no consiste en recordar el amor pasado, sino en mantener el mismo ar• diente amor a Cristo, esa actitud reverente hacia él. El pan puesto sobre la mesa de oro en el templo debía ser fresco. no pasado. Así debe ser el amor del cristiano, siempre nuevo, pinrcion el amor es el alma del cristianismo. Cuando el cristia-nismo carece de amor hacia Cristo se torna sin alma, muerto. Cuando el Señor no tiene un corazón, eso es. una persona como individuo, o una iglesia local, él nada aceptará en reem-plazo. «Supongamos que una mujer diga a su marido: Tú sabes que por ley estoy atada a ti, y por eso debo estar con-tigo. Por lo tanto, yo estaré cumpliendo todo cuanto me in-cumbe. Yo te prepararé la comida, lavaré la ropa. mantendré limpia tu casa, pero te advierto que mi corazón no está con-tigo: ¡yo amo a otro! ¿Estaría contento ese hombre con semejante esposa? ¡No! Cualquier hombre, al descubrir que el corazón de su esposa pertenece a otro, la abandonará. De la misma manera, el Señor, no sólo espera algo de lo nuestro, sino a nosotros mismos, todo nuestro ser, nues-tro corazón no dividido. Si de todo corazón nos hemos entre-gado al Señor y con toda nuestra alma lo amamos, entonces todo lo nuestro resulta agradable a El. Pero mientras tanto. la mayoría de los llamados cristianos y sus iglesias hacen el

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papel de aquella mujer para con su marido. Ellos dicen: Lo que pertenece a Dios debemos cumplir, pero no más. El do-mingo hay que asistir a la iglesia, orar y basta. Fuera de esto hay que vivir como viven todos. ¡Sólo los torpes piensan todo el tiempo en Dios y el cielo! ¿Puede Dios estar satisfecho de tales cristianos? Si el Señor rechazó a la iglesia de Efeso, con la cual no podríamos comparar iglesia actual alguna, por haber abandonado su pri-mer amor, ¿desearía tener algo en común con los menciona-dos incrédulos? Apenas los efesios abandonaron el primer amor, apare-cieron entre ellos los falsos apóstoles. Estos eran aquellos lobos advertidos por Pablo (Hech. 20: 17, 29, 30). Es cierto que el mal siempre aparecia en la iglesia, porque donde el Señor siembra la buena semilla, Satanás trata de sembrar la cizaña. Aun entre los mismos apóstoles estaba Judas, y entre los cris-tianos primitivos hubieron falsos hermanos. Incluso entre los primeros pastores se cuentan personas tales como Diótref es (3.• Juan 9, 10). A través de la historia de la iglesia de Cristo, al lado de El, trató siempre de hallar lugar el anticristo. Parece que los primeros grupos constituidos y enseña-dos por los mismos apóstoles, luego asistidos por otros de sus discípulos, tendrían que haber sido excluidos de toda here-jía y extravíos. Pero descubrimos que las enfermedades es-pirituales existentes en nuestros días en las iglesias, ya abundaban en los antiguos grupos cristianos. Así por ejemplo en la iglesia de Efeso aparecieron los ni-colaitass a los que el Señor aborrecía (Apoc. 2:6). ¿Quiénes son? Hoy resulta difícil identificarlos. Algunos piensan que los nicolattas vienen del diácono Nicolás (Hech. 6: 5) quien según suponen, cayó de la verdad y estableció luego una secta de disolutos. Pero el N. Testamento nada habla de la caída de Nicolás ni de haber él organizado tal secta. Grandes y destacados teólogos piensan que esta palabra. como proviene de dos palabras griegas tiene el siguiente sig-nificado. «Niko» significa dirigir, guiar. Y daos» gente, pue-blo. De modo que en el griego, Nilcolaoss significa ejercer

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autoridad sobre el pueblo. De ahí que nicolaitasa significa secta de superinteligentes, quienes pretendieron que ningún otro, sino unicamente ellos eran los llamados para ocupar el cargo de dirigir la iglesia, o sea, ser snicolaitan. En el período de Efeso este movimiento aún no era secta u organización. Era unicamente el esfuerzo de algunos indivi-duos, como por ejemplo Diótrefes (3.• Juan 9, 10), que preten-día autoridad sobre los hijos de Dios (1.• Ped. 5:2, 3), y dirigir al pueblo (Nicolaitass). El Dr. Scofield dice: «Este nombre viene de la palabra griega cNikaoss, conquistar, y daos>, pueblo o los laicos. No hay testimonio en la historia antigua tocante a la existen-cia de una secta llamada de los Nicolaítas. Si la palabra es simbólica, ella se refiere a la noción más antigua, de una orden sacerdotal o clero, la cual más tarde llegó a dividir en sacer-dotes y laicos a una hermandad en la que todos eran iguales (Mat. 23: 8)». De manera que mirando ellos a los religiosos hebreos y a los aprovechados gentiles cómo se enseñoreaban del pue-blo. en lo profundo del rnrar/in loa envidiaban, por eso desea-ban conducir al cristianismo bajo las mismas normas, es decir, mezclar el ceremonialismo judío con la filosofía griega. No teniendo ellos el Espíritu de Cristo. medían todo de acuer-do a las costumbres del templo y las divisiones del pueblo de Dios para el sacerdocio, queriendo ellos mismos pertenecer a él. Así ellos podrían gobernar al pueblo (cNicolaos»). En una palabra, ese era el comienzo de las actuales iglesias herejes llamadas cristianas. Los creyentes en Efeso presentían por intuición el esfuer-zo de ciertos individuos por la primacía y con toda decisión los combatían. El Señor aprobó esto, y por ello los alabó. Pero todo esto era poco. Una labor concluida sin el ferviente amor no satisface a Dios. Conviene recordar que el Señor, al reprochar a la iglesia de Efeso, primeramente enumeró todos sus aspectos buenos. Al principio la alabó, luego la reprochó. Es un ejemplo mara-villoso de acercarse con delicadeza a una situación dificil.

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PERIODO DE EFESO

Es el periodo apostolic° habiendo comenzado con el envio del Espiritu Santo sobre la iglesia y continue hasta el ano 64, esto es, hasta la primera gran persecuciem por el empera-dor Heron. Este es el periodo mos corto de la iglesia, ya que dun:, apenas 31 linos, pero por eso es el periodo mss maravilloso, ya que el Senor echaba los cimientos para su iglesia. En este periodo no solo el Espiritu Santo obraba poderosamente y por las mans de los apostoles, el Senor obraba grandes prodigios y milagros, sino que fue tambien escrito casi todo el Nuevo Testamento, que hasta la fecha es reconocido por los creyen-tes como Calico fundamento sobre el cual este basada nuestra fe, y (mica fuente de nuestro conocimiento de Dios y su ver-dad.

RECOMPENSA PARA LOS EFESIOS VENCEDORES (Apocalipsis 2:7) Existieron, existen y existinin vencedores. En Lodes las (Teens existieron vencidos al igual que vencedores. Para todos los vencedores y en todos los tiempos, el Senor promete galarden seguro. Es claro que no tenemos en mente disputas politicas o militares, sino espirituales. He aqui, en el primer periodo, al comenzar la era cristiana, Dios prometid dar a los vencedores derecho al beneficio del arbol de la vida. El arbol de la vida nos recuerda el principio del mundo, el paraiso en la tierra, sus primeros habitantes y la perdida por elks del derecho de corner de el. Pero el Salvador dio origen a la nueva creaciOn, a la iglesia, a la cual devolvio tambien el derecho de entrar at paraiso. Pero aun asi solo los vencedores de la iglesia comeran del arbol de la vida y (mica-mente cuando entren al paraiso, el cual ha sido trasladado de la tierra al cielo, a la nueva Jerusalen (Apoc. 22:2). Mientras tanto, los hijos de Dios solo pueden beneficiar-se del arbol de la vide espiritualmente, gustar por la fe, es

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decir, beneficiarse de las bendiciones y ayuda de Cristo, por-que en realidad él, Cristo. es el árbol de la vida. Pero la iglesia de Efeso, habiendo perdido el primer amor, evidentemente no triunfó sobre sí y no se arrepintió, por eso el Señor quitó su candelero de su lugar. Y ahora no puede hallarse ni siquiera el lugar donde se congregaba esa iglesia. Como las rocas lisas y los pastizales secos de la tierra prometida mostraron la caída y el corazón no arrepenti-do de Israel. así las vacías o completamente desaparecidas iglesias del Asia Menor, son muestra de su falta de arrepenti-miento. Pero el Señor entrega al mundo y bajo su autoridad aquello que al mundo pertenece. Y a aquellos que a El perte-necen, guarda como la niña del ojo. Y, naturalmente, aque-llos que se entregan a la voluntad de Dios, saldrán vence-dores y tendrán derecho al árbol de vida.

 

EPISTOLA A LA IGLESIA DE ESMIRNA (Apocalipsis 2:8-11) La ciudad de Esmirna La ciudad de Esmirna significa «amarga». Y efectiva-mente era amarga la suerte de la iglesia de Cristo que estaba en esa ciudad. Esta ciudad estaba situada a orillas del Mar Egeo, al norte de Efeso, pero Efeso desapareció de la faz de la tierra, y Esrmirna (en turco «Izrnir»), existe hasta la fecha y cuenta con unos 250.000 habitantes. Esta ciudad se destacó por su fuerte oposición a los cristianos. En sus alrededores murió mártir, por el año 160 d. de C., el anciano obispo de la iglesia, Policarpo. Cuando trataron de obligarle a que blasfemara el nombre de Cristo, él dijo: «Ochenta y cuatro años he servido a mi Señor y nunca él me ha faltado en algo. ¿Cómo puedo yo subestimarle?» De-cidieron entonces quemarlo vivo, pero cuando prendieron la hoguera, el viento llevó las llamas al lado opuesto, de ma-nera que la hoguera fue consumida y Policarpo quedó intacto. El verdugo lo mató entonces con un hacha. Más tarde, en ese lugar, fueron sacrificados 1.500 cristianos, y luego otros 800 fueron también muertos. Por eso Esmirna, en verdad, era amarga para la iglesia.

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Nota del autor: Si se tiene en cuenta que cada una de las siete iglesias con sus respectivos mensajes representan las distintas épocas de la iglesia cristiana, Esmirna representa el período de las grandes persecuciones.

EL AUTOR DE LA CARTA (Apocalipsis 2:8) Sabemos que ha sido el Señor Jesús el autor verdadero de las cartas a las siete iglesias, pero en la carta a cada iglesia El subraya ciertas características y aun experiencias distintas. He aquí a la iglesia de Esmirna, el Señor se autorre-comienda como «El primero y el postrero». ¿Por qué? ¿Qué significado tenía para la iglesia perseguida el hecho de que el Señor sea «el primero y el postrero»? Tiene gran importan-cia. Cristo fue el primero contra quien se levantó el enemigo de las almas humanas —el diablo—. Además de eso, leemos en la palabra de Dios (1.• Pedro 1:20; Apocalipsis 13:8), que Cristo fue «destinado desde antes de la fundación del mundo como sacrificio por nuestros pecados». Y desde entonces en cierto modo él fue sacrificado. De manera que Cristo fue el primer mártir en el mundo. Pero él también es el último, es decir, a él le pertenece la última palabra y la decisión de la suerte de cada persona en el mundo. Por eso, con estas pala-bras, el Señor dice a la iglesia: «No temáis ni caigáis en espí-ritu cuando os persiguen y físicamente os destruyen. Yo he sido el primer perseguido, pero he aquí vivo. Os juzgan y ma-tan, pero este juicio no es el último. Yo juzgaré finalmente, incluso a vuestros jueces, y daré a cada uno según sus obras.» Corroborando este pensamiento, el Señor dice luego de si mismo: «Estuvo muerto y vivió.» Con esto, el Señor hace una clara referencia a la iglesia perseguida, que vivirá aunque la estén matando.

CARACTERISTICAS DE LA IGLESIA DE ESMIRNA (Apocalipsis 2:9) Dirigiéndose a esta iglesia, el Señor no hizo mención de al-gún mérito de ella. Pero, evidentemente, lo que el Señor men-cionó habla claramente a favor de esa iglesia. Por ejemplo:

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«Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico)....» ¿No nos hablan estas palabras de su riqueza de espíritu, fe, fidelidad y paciencia? Esa iglesia era pobre, no porque sus miembros fueran perezosos o negligentes. Eran pobres porque durante las persecuciones fueron confiscados sus bienes, fueron despedidos de sus trabajos, fueron ignora-dos los derechos de las uniones y otras desgracias les fueron propinadas. Pero aun dentro de todo esto, tanta desgracia y y pobreza, esa iglesia permanecía fiel a Cristo y su Palabra, y aun practicaba las buenas obras. Porque servir a Dios cuando todo marcha normalmente, no significa un servicio particular, más bien cuando se sirve a Dios dentro de semejante des-gracia, significaba algo grande. Esta es una de las dos iglesias, entre las siete, a la cual el Señor no reprende. Esto nos muestra que a los pobres no hay necesidad de reprender. La misma desgracia y tribulación de ellos es dura palabra de Dios: de manera que no hay nece-sidad de acumularles más amonestaciones. Una iglesia pobre, sufrida, perseguida hasta la muerte, no podía exteriorizarse con algo extraordinario, pero por dentro caa iglesia era rica Durante sólo dos persecuciones esa iglesia perdió 2.300 almas. ¿Cómo, pues, podía continuar siendo activa después de eso? Por eso el Señor nada reclamaba de ella. Conocía su pobreza.

«SINAGOGA DE SATANAS» (Apocalipsis 2:9 b) ¿A quién calificó el Señor con estas palabras? Tal vez a los incrédulos, a los malhechores, o a los gentiles griegos? No, él calificó así a los judíos. Esto resulta extraño, ya que la palabra «judío» significa: «Aquel que glorifica a Dios»; se-mejante a la palabra «ortodoxo». En aquellos días el judaísmo estaba muy corrompido espiritualmente. La parte norte de Palestina, o sea, Galilea, se había corrompido en gran manera (Mat. 4:15). La parte central, Samaria, estaba completamente corrompida (Juan 4: 9; 2.• Reyes 17:24). Pareciera haber quedado como fiel úni-camente Judea. Por eso los hebreos de Judea enfatizaban su

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procedencia, «¡Somos de Judea!» Y esto significaría que ellos eran fieles, que únicamente ellos glorifican a Dios, mientras que todos los demás son abominables, herejes, apóstatas de la fe de los padres. Los judíos entendían que únicamente ellos tenían completo derecho derecho a la vida, mientras que a los samaritanos y cristianos debe exterminárseles. Especialmente aborrecían a los cristianos, considerándolos como sus concurrentes religio-sos.

Los judíos de Esmirna eran ricos, y por eso en todas partes tenían gran influencia. Bajo la influencia de ellos fue enjuicia-do Policarpo, y ellos mismos le prepararon la hoguera, cons-tituyéndose así en general los promotores de las persecucio-nes. No es extraño, pues, que el Señor les haya dado seme-jante calificativo: «Sinagoga de Satanás.» Aun en los ellas de la vida corporal del Salvador en la tierra, los llamó a los judíos con epítetos semejantes. Por ejemplo, El los llamó «hijos del Diablo» (Juan 8:44), mientras ellos de sí mismos pensaban lo contrario: que eran hijos de Dios (Juan 8:41). Este hecho nos muestra hasta qué grado los hombres pue-den equivocarse cuando pierden la verdad acerca de Dios. Tratan de demostrar que, si la religión que ostentan tiene su origen histórico verdadero, consecuentemente Dios debe re-cibir en el cielo a todos aquellos que están dentro de esa línea directa. Así pensaban los judíos, que si ellos descendían de Abraham, poseían la ley de Dios dada por Moisés, sin importarles el mal que practicaban, no obstante siendo judíos eran ortodoxos. Pero el Señor responde: No, ellos sí, «hablan de sí mismos como si fueran judíos, pero no lo son, sino «sina-gogas de Satanás». Sirva esto de advertencia para nuestros ortodoxos del si-glo xx, que no se comportan mejor que aquellos hebreos. En-cuentra, por ejemplo, hoy un «judío» a un creyente evangélico, y pregunta: «¿Cuántas años hace que existe su religión?» ci,Y la suya cuánto?» —pregunta el creyente—. «¡Ah, la nuestra continúa desde el mismo Cristo, y nosotros nunca hemos cam-biado ni cambiaremos nuestra religión!»

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E I explicacion-del-libro-del-apocalips „L: Página: 1 /1 101

En una palabra, somos «judíos», es decir, ortodoxos, somos los que alaban a Dios. Y a la vez esos «ortodoxos» o «verda-deros cristianos», aborrecen a los demás. Llenos de toda mal-dad, odio, perversión, incredulidad y borrachera. Ellos, no sólo dejaron de alabar debidamente a Dios, sino que de nin-guna manera lo están haciendo. Sirven de oprobio y se ayer-guenzan de Dios. ¿No serán acaso ellos los calificados de «si-nagoga de Satanás»? En efecto, verdaderamente alabamos a Dios cuando nos ajustarnos a las enseñanzas de Cristo, no tan sólo en palabras sino con hechos y con todo nuestro ser alabamos a Dios según enseña el Evangelio. En caso contra-rio, a cualquier religión a que uno pertenezca, mientras prac-tique las obras del diablo, todos cuantos lo hagan son «sinago-gas de Satanás».

LA TRIBULACION DE DIEZ DIAS (Apocalipsis 2:10) Ya hemos mencionado que la iglesia de Esmirna sufrió dos veces grandes tragedias. Muchas veces fue perseguida y cada vez perecían creyentes en menor o mayor número. Pero una sola vez perecieron 1.500 personas y en otra oportunidad otras 800. Es muy probable de que una de esas persecuciones haya durado diez días. El prendimiento y aniquilación de tantas personas pudo haber requerido diez días. El Señor previó todo esto y anticipó a su iglesia de la gran tribulación que vendría. Quizá por esta advertencia la iglesia de Esmirna pudo sobrellevar valerosamente tantos sufrimien-tos indescriptibles, la iglesia ya estaba preparada.

EL PERIODO DE ESMIRNA Las experiencias de esta iglesia corresponden a las tribu-laciones de toda la iglesia a través de la historia, desde Nerón hasta Constantino, entre los años 64 a 313 d. de JS. En este período los historiadores cuentan diez grandes per-secuciones, la última de ellos duró diez años, partiendo desde el decreto de Diocleciano, el año 303, hasta el edicto de Cons-

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tantino, el año 313. Se destacó este período por su crueldad. Es obvio que entre las diez persecuciones, hubieron otras de menor intensidad. Al igual que en la iglesia de Esmirna, hubieron muchas persecuciones, pero la más severa fue aquella de los diez días. Al leer sobre semejantes sucesos, muchos se plantean el siguiente interrogante: ¿Por qué Dios permitía tantos abu-sos de sus hijos? La respuesta no es difícil. Pues sabemos de la historia que, apenas cesaron las persecuciones, entonces la iglesia comenzó a caer espiritualmente. Evidentemente, la iglesia hubiera sufrido esta decadencia aun antes, de no haber Dios permitido tales experiencias. En los comienzos de la igle-sia, Dios usaba, como generalmente se dice, «la vara de la buena voluntad», pero cuando la iglesia comenzó a decaer, Dios usó «la vara del castigo». Y esto, en definitiva, resultó útil. No cabe duda de que si la iglesia primitiva no hubiera sufrido estas persecuciones, no se habría sostenido por tanto tiempo en un nivel espiritual tan elevado. La persecución era necesaria para que el cristianismo se arraigara en los co-razones de los hombres, se abriera camino, se hiciera sentir. en una palabra, para que el cristianismo encontrara su lugar. Cuando todo esto se cumplió, cuando el imperio romano supo de la fuerza real del cristianismo. Entonces Dios apartó por algún tiempo «la vara del castigo».

RECOMPENSA PARA LOS VICTORIOSOS DE ESMIRNA (Apocalipsis 2:10, 11) Corona —este es el pedestal más alto de la gloria de los hombres—. He aquí en el mayor peligro, sufrimiento y muerte, Dios contrapone la mayor recompensa: «la corona de vida.» No tan solamente la vida, aunque se tratara de vida eterna, sino «corona de vida»; eso es, vida en la aureola de la gloria eterna. La otra recompensa es: «No sufrirá daño de la muerte segunda.» Se puede soportar mucho una vez, pero si fuera ne-cesario volver a sufrir los mismos padecimientos, de seguro que se desanimaría aun el mejor y más fiel cristiano. Por eso el Señor señala una recompensa clara a todos aquellos que

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hayan sufrido por El, un sufrimiento que sería una sola vez. Cada mártir cristiano es un vencedor. Por eso, aunque la primera muerte acarree al cristiano cierto agravio, quitando la vida a veces en la juventud, la muerte segunda no tendrá sobre él ningún poder. Porque el cristiano vencedor, aunque perezca una vez físicamente, resucitará nuevamente para una vida gloriosa y eterna, completamente fuera de todo peligro de la muerte segunda, la que será eterno tormento para los infieles.

CARTA A LA IGLESIA DE PERGAMO (Apocalipsis 2:12-17) LA CIUDAD DE PERGAMO Pérgamo es el nombre de la ciudad que fue establecida por los griegos y estaba a 12 kilómetros al norte de Esmirna. Pero la palabra «Pérgamo» podría significar también «com-promiso matrimonial» y «alta cerradura». Si estos símbolos tenían algún significado espiritual en si, lo veremos más ade-lante. Por ahora recordemos que esta ciudad era rica y pinto-resca. Los cultos paganos en la ciudad se practicaban bajo toda clase de desenfrenos. En cuanto a la reacción de los pérgamos hacia otros cultos, eran tolerantes. Por eso no hubo allí persecución de los cristianos, al ser retirada la pena ca-pital por Antipas. Pero aparte de eso, leemos que en la ciudad estaba «el trono de Satanás». En la ciudad estaba el templo del dios de la medicina. Esculapio, al que presentaban como una persona con una ser-piente. Se atribuía a la serpiente poder curativo. La ado-ración a esa serpiente constituía la unión de brujerías y desen-frenos, era un símbolo visible del invisible reinado diabólico. La falsa gloria de Esculapio se extendió mucho y atraía multi-tudes de todas partes. Incluso algunos emperadores romanos fueron en su busca con motivos de sanidad. Antipas era un miembro de la iglesia muy renombrado, y según el testimonio de Tertuliano, fue el obispo de esa igle-sia. Sin hacer caso a los decretos del emperador, él no quiso tomar parte en la adoración y sacrificios a Esculapo. Por eso

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fue arrojado a un horno ardiente. Ocurrió esto bajo el im-perio de Domiciano, en el momento preciso cuando el apóstol Juan fue deportado a la isla de Patmos. Hoy, de esa divertida ciudad en otros tiempos, sólo que-dan ruinas en medio de las cuales sobresalen humildes cons-trucciones de los griegos y turcos.

EL AUTOR DE LA CARTA (Apocalipsis 2:12) «El que tiene la espada de dos filos.» Este es el Señor Jesucristo. Pero, ¿por qué al dirigirse a esta iglesia él se refiere a su espada? Es evidente que la espada sirve para el castigo (Rom. 13:4). Es claro que cuando alguien muestra el instrumento de castigo, significa amenaza. De esto se des-prende que el Señor no estaba conforme con esta iglesia y la amenazaba, aunque todavía la iglesia no había caído del todo.

LAS CARACTERTSTTCAS TIE LA TGLESIA DE PERGAMO (Apocalipsis 2:13) El Señor elogia a la iglesia de Pérgamo porque ella, sin tener en cuenta el asiento en la misma ciudad del «trono de Satanás», permanece aún acogida al nombre del Señor, lo que parece oponerse a la amenaza anterior. Pero en vista de las tentaciones que le sobrevenían a través del trono de Satanás, no era fácil mantenerse ligada al nombre del Señor. Un segundo elogio obtuvo esta iglesia, porque a pesar de lo difícil que le era dar fiel testimonio, habiendo perdido al fiel siervo de Dios, la iglesia no se apartó de la fe. No obs-tante, aparte de estos elogios, en esa iglesia habla problemas tales que merecían la amenaza de la espada.

LA ENSEÑANZA DE BALAAM (Apocalipsis 2:13) Balaam era un profeta de los gentiles, quien, a pesar de todo, conocía al verdadero Dios. Pero el significado de su

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nombre es muy malo. Siginifica adesviador del pueblo». Y, en efecto, este profeta, por amor al dinero y para congraciarse y a la vez por conveniencias materiales, se desvió del camino de la verdad (2.• Pedro 2:15: Judas 1:11). Efectivamente, él causó perdición a mucho pueblo, y ese pueblo era de Dios. Las enseñanzas de Balaam obedecían a los consejos de Balac, de desviar a los israelitas por medio de mujeres (Números 25:1-3: 31:15.16). Y esas mujeres paganas pronto condujeron a Israel al adulterio y adoración de imágenes, causa por la que perecieron 24.000 personas (Números 25:9). Los seguidores de las enseñenzas de Balaam en el cristia nismo proponían, en el nombre de enseñanzas terrenales, pre-paración intelectual y carreras que éstas proporcionan, no apartarse del mundo. Recibir siquiera algo del mundo y sus sistemas pomposos de religión, sin considerar el hecho, que precisamente del mundo los cristianos estaban sufriendo. Su santidad se iba opacando y menguando el testimonio fiel. Los seguidores de Balaam con frecuencia reprenden a los creyen-tes según el Evangelio, porque ellos (según sus acusadores) se alejan demasiado y se privan de lo mundano, no tornan parte activa, según dicen, en la vida nacional del pueblo. A la vez ellos mismos, cuantas veces pueden, boicotean a los cre-yentes y la influencia del Evangelio. Ellos desearían que los evangélicos, hijos de Dios, fueran y asistieran a todas sus empresas, contribuyeran monetariamente y participaran de sus abominables actos, mirando y escuchando todo cuanto les muestren y digan. Pero ellos nunca dirán algo sobre cosas santas ni mostrarán nada limpio ni inspirado por Dios. Aun cuando hablan de su patria, lo hacen desde el punto de vista de la orientación partidaria. Con frecuencia, apenas sobrelle-van a sus concurrentes partidarios. Luego vienen las char-las, con frecuencia abundando el alcohol, el cigarrillo, las (lanzas y conversaciones cuyo contenido para un cristiano resulta muy despectivo. Y según ellos, en todo esto los cre-yentes deberían de tomar parte. Pero a la vez no permitirían a un creyente que hablara, porque temen a la verdad evangélica para que no los reprenda. En una palabra, los

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seguidores de Balaam desearían arrastrar a los creyentes al mundo y al pecado.

LA ENSEÑANZA DE LOS NICOLAITAS (Apocalipsis 2:15) En el período de los nicolaítas, hubo solamente las «obras de los nicolaítas», esto es: personas que obraban según sus antojos sin explicación alguna. Pero en el período de Pér-gamo, ésta era ya una enseñanza, que más tarde obtuvo su clasificación, el símbolo de la fe, y era aceptado por la igle-sia como algo legal. Hemos dicho ya que la palabra «nicolaíta» proviene de dos palabras griegas: «Nico» —guiar—; «Laos» —al pueblo—: «Nicolaos»: guiar al pueblo.» Al principio, hubo un esfuerzo para obtener dominio de parte de miembros individuales, como, por ejemplo, el caso de Diótrefes (3.• Juan 1:9, 10), luego surgió la teoría que justificaba este esfuerzo, posterior-mente la teoría se convirtió en enseñanza y la enseñanza en dogma, la que la iglesia aceptó sin previa revisión ni crítica. A la postre de todo eso, la curia gobierna al 'pueblo según su propio antojo. La curia contemporánea es en gran parte «nicolaíta», que señorea sobre la heredad de Dios (1.' Pedro 5:2, 3).

EL PERIODO DE PERGAMO La iglesia de Pérgamo abarca el período del 313 al 606 des-pués de C.; esto es: desde el edicto de Constantino hasta el establecimiento papal. Dijimos ya que el significado de «Pérgamo» equivale a «Compromiso matrimonial». Y, en efecto, en este período se llevó a cabo el acuerdo matrimonial entre la iglesia, el mundo y el paganismo. En ese período se efectuó la traición de la igle-sia del verdadero Esposo-Jesucristo; produciéndose el adul-terio espiritual. Y esto sucedió a consecuencia de las enseñan-zas de Balaam. La palabra Pérgamo» significa además «Cerradura alta». Se verificó este símbolo también. Los obispos, obteniendo de-rechos, autoridad, privilegios y riquezas, dejaron de ser sen-

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cilios y accesibles para cada hermano en Cristo. Se convirtie-ron en grandes señores, y, en efecto, comenzaron a vivir entre «altas cerraduras». Aun los templos de oración, llamados hoy iglesias y monasterios, comenzaron a edificar en forma de «altas cerraduras». Esto debido a las enseñanzas de los nico-laítas. Sucedió así porque el emperador Constantino igualó los derechos de la iglesia y el paganismo. Unió la iglesia con el Estado, dando privilegios a los pastores y obispos, dividiendo así a la iglesia e introduciendo la jerarquía y un continuo «nicolaismo». Desde entnnces, los reyes y poderosos encabe-zaban los concilios de la iglesia, cuyas decisiones confirma-ban. De esta manera, el emperador Constantino proporcionó a la iglesia exactamente el mismo servicio que Balac, el rey de Moab, a Israel. Es decir: condujo a la iglesia al adulterio espiritual y a la idolatría. Pero Balac indujo a proceder de esta manera a Balaam. Quién era Balaam para Constantino. No se sabe. Desgraciadamente la iglesia fue tentada por con-veniencias y adquisiciones en el mundo y entró al camino de Balaam. De ahí comenzó la iglesia a enriquecerse material-mente, pero a empobrecerse espiritualmente, decayendo. Co-menzaron a recibir en la iglesia a inconversos, gente munda-na. Introdujeron el bautismo infantil, lo que dio a la iglesia un ingreso constante de miembros, pero no convertidos. Existen iglesias hoy que llaman al emperador Constantino «apostólico». Pero los hechos muestran que él no ha sido ver-dadero cristiano. Hasta el fin de sus días adoraba a los dioses paganos y a la vez llevaba el título de «Pontífice Maximus», que significa «Sacerdote de lo alto» del culto babi-lónico. En sus monedas, a un lado aparecía la imagen cris-tiana, y al dorso la imagen del paganismo. Estas monedas pue-den ser vista hasta hoy en algunos museos. Es por eso que Constantino, uniendo a la iglesia con el pa-ganismo, tal vez, mundanamente no pensó mal. Indiscutible-mente, sus aspiraciones eran políticas y no espirituales. Hoy, a la luz de la historia, vemos que aquel «apóstol» emperador,

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espiritualmente mató a la iglesia, la contaminó y la convirtió en la «gran ramera». Pero Dios es misericordioso y convierte el mal del hombre en bien. La autoridad y el gobierno imperiales, quienes con palabra autoritativa reunían concilios mundiales para la con-firmación de los derechos fundamentales de la iglesia, y obli-gaban a los obispos rebeldes a someterse a esas verdades, protegió a la iglesia de una ruina total. Siendo obligados por esa autoridad a mantenerse fuertemente sujetos a la letra de la enseñanza de su iglesia, guardados de herejías y enseñan-zas torcidas. Aunque los historiadores de la iglesia contradigan esto, porque evidentemente en la iglesia entraron muchas herejías y enseñanzas torcidas, sin embargo, otros errores no entraron de golpe, sino paulatinamente a través de los siglos. Por ejem-plo, el bautismo infantil fue motivo de discusión durante 250 años, el reconocimiento de ídolos se introducía paulatinamente durante 300 años y el endiosamiento de la madre de Jesús tomó hasta 900 años. Apariciones como estas y otras podrían haber dividido la iglesia en partes fragmentarias y es imposible calcular a qué clase de sectas los grupos se habrían convertido, de no haber la autoridad imperial mantenido a la iglesia unida. En efecto, la mayor parte de las herejías se anidaron de-finitivamente en la iglesia luego en el período subsiguiente. Pero ahora estamos considerando el período mientras aquellas herejías estaban en sus comienzos no habiéndose enraizado aún. Aparte de esta gracia de Dios, él demandaba el arrepen-timiento de la iglesia, y en caso opuesto, amenazaba con el castigo.

RECOMPENSA PARA LOS VENCEDORES DE PERGAMO (Apocalipsis 2:17)

A ellos se les ofrece «del maná escondido». Significa el pan celestial, la comida angelical. Simbólicamente significa la par-ticipación en la mesa celestial, la comunión con Dios.

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He aquí que los que permanecen en el Pérgamo sin Dios, próximos al trono de Satanás (en el tiempo de la fornicación, cuando la iglesia se unía con el mundo, en inmunda mesa), pero guardarán su fidelidad a Dios, vencerán las tentaciones y no se contaminarán con las ofertas mundanas, ellos se sen-tarán a la mesa celestial, ante comida angélica. La otra recompensa consiste en una «piedrecita blanca». Evidentemente, diamante. Semejante piedrecita hubo en Urim, que significa luz y Tumim, que significa perfección, en el cual aparecía un nuevo nombre en un recipiente de cristal (visión de cristal), el que podía ser visto únicamente por el Sumo sacerdote. Este nombre nuevo de Dios sobre la piedrecita blanca para el vencedor, será como una orden que llenará el cora-zón del vencedor de gozo y bendiciones. El verdadero signi-ficado de esa orden conocerá únicamente Dios y el vencedor. Espiritualmente, la piedra siempre significa seguridad, constancia y fidelidad. Cristo mismo es «la piedra angular». Por eso, esa «piedrecita blanca», con el nuevo nombre sobre ella, será como testimonio de firmeza y estabilidad en la fe fe de aquel que la posea.

CARTA A LA IGLESIA DE TIATIRA (Apocalipsis 2:18-29) La ciudad de Tiatira

La ciudad de Tiatira fue fundada por Celeuco Nicanor, uno de los cuatro generales de Alejandro Magno, que divi-dieron entre si su imperio. La ciudad fue habitada por colonos macedonios. Actualmente en ese lugar se encuentra la ciudad de nombre Akhissar, con aproximadamente 35.000 habitantes. La palabra «Tiatira» significa «actividad en el ofrecimien-to de víctimas», que demuestra el símbolo de ese período de Tiatira del cual hablaremos más adelante.

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El autor de la Carta (Apocalipsis 2:18)

Es el mismo Señor Jesús quien es el autor de las cartas a todas las siete iglesias. Pero en la carta a esta iglesia El se presenta en términos singularmente severos. «El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido» (ver. 18). Al comienzo mismo hemos de-clarado que la visión de Cristo para Juan tenia significado simbólico, por lo tanto debemos interpretar y entender estas palabras a la luz de esta verdad. He aquí los ojos como llama de fuego, es el símbolo de la «Omnivisibilidad» de Cristo, pero tambi4n es símbolo de ira. También su ira apuntada hacia el poder de abajo, eso lo de-muestran los pies «semejantes a bronce bruñido». Todo esto demuestra que Cristo estaba airado grandemente contra aque-lla iglesia, y recordándole sus ojos, le hacía ver que nada se le ocultaba. Y al hablarle sobre sus pies, le recordaba y le daba a entender que el juicio se avecinaba.

LA CARACTERISTICA DE LA IGLESIA DE TIATIRA (Apocalipsis 2:19)

Es tan extraña la característica de esta iglesia que fran-camente de ninguna manera coincide con la anterior posición enérgica de Cristo. Aquí hallamos obras, amor, fe, servicio, paciencia y aun vemos la conducta en las obras. Todo esto representa tan grandes honores que pareciera que a una iglesia semejante sólo se debe alabar. ¿Por qué en los ojos de Jesús esa llama de fuego? Veremos esto en los próximos versículos de esta carta.

LA ENSEÑANZA DE JEZABEL (Apocalipsis 2:20, 21) De estas palabras vemos que en la iglesia de Tiatira hubo una mujer de gran influencia de nombre Jezabel. Si era éste su nombre verdadero, o si tal vez el Señor la llamó

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simbólicamente con el nombre de la Jezabel del Antiguo Testamento, no se puede esto establecer con exactitud. Personalmente me inclino a pensar que en esta mujer se concentraron y se unieron, tanto el hecho como el símbolo. O sea, que esta mujer realmente se llamaba Jezabel, y que desempeñaba en la iglesia exactamente igual papel como el que desempeñó la Jezabel del Antiguo Testamento en Israel. ¿Quién fue la Jezabel del Antiguo Testamento? 1) En primer lugar, ella era hija del pagano rey de Sidón, pero casada con el rey de Israel, Acab (1.' Reyes 16:31). De modo que ella era la reina, y por eso es que tenía oportunidades y derecho para influir en el gobierno según sus antojos. 2) En segundo lugar, ella era una prostituta y hechi-cera, según está escrito de ella que comete «fornicaciones y muchas hechicerías». (2.• Reyes 9:22.) Es notable que aun su nombre mismo significa «deshonesta, perjura». 3) Además, ella instruía, es decir, inducía al mal, tanto a su esposo como a los demás del círculo mas próximo. (1.• Reyes 21:25.) 4) Ella instruía a los profetas del Señor (1.' Reyes 18:4, 13.) 5) Por eso mantenía a los profetas paganos. (1.' Reyes 18:19.) La influencia de Jezabel sobre Israel ha sido mucho más grave que la de Balaam. Porque Balaam podía sola-mente aconsejar, mientras que ésta podía ordenar también, como quien tiene autoridad. Esta es la fisonomía de la Jezabel del Antiguo Testa-mento. Una mujer semejante se halló también en la iglesia de Tiatira. Ella se consideraba profetisa, y evidentemente muchos otros creían en esto. Ella instruía y apartaba del camino de verdad inclusive a los siervos del Señor, y esto indica que ella tenía gran influencia. Enseñaba a practicar obras abominables y a comer de lo sacrificado a ídolos y tenía éxito. ¿Por qué? Existe la posibilidad de que ella era

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culta y rica, de ascendencia dignataria. Por eso, al comienzo la iglesia no se animaba y temía reprender a un miembro tan renombrado. Más tarde, cuando ella tenía ya no pocos sim-patizantes, era difícil hacer cualquier cosa. De esta manera, a semejanza de la Jezabel del Antiguo Testamento, ella es-parecida la iglesia de Tiatira cada vez más. La iglesia resultó ser descuidada por haber permitido el mal desde el comienzo. Este era el pecado de la iglesia, pecado de permisión. El Señor reprendió a esta Jezabel novotestamentaria, pero ella no se arrepintió. Por lo visto, el Señor la reprendía por medio de su conciencia, y tal vez aun por medio de los fieles; le dio no poco tiempo para que se arrepintiera, pero ella no aprovechó de la gracia divina. Como puede verse, aquella Jezabel de Tiatira era demasiado orgullosa para arrepentirse, por eso ella rechazó este único camino como medio para su propia salvación, al igual que la salvación de sus simpatizantes.

EL CASTIGO DE DIOS (Apocalipsis 2.92, 23) Esta Jezabel fue castigada con alguna enfermedad te-rrible, y sus hijos muertos. Era un doble castigo para ella. Desgracia terrible hallarían sus seguidores también. ¿De qué carácter sería en desgracia?, no sabemos; pero todas las iglesias debían comprender que ese era el castigo de Dios. Un castigo semejante encontró también la Jezabel del Antiguo Testamento. Fue arrojada desde la ventana del pala-cio y así murió (2.' Reyes 9:30-37). Igualmente murieron todos sus hijos (2." Reyes 10:7. 11) y todos sus seguidores (2.' Reyes 10:11-17). El Señor tiene mucha paciencia, da tiempo para el arrepentimiento, pero también castiga severamente.

ADVERTENCIA PARA LOS FIELES (Apocalipsis 2:24, 25) El Señor prometió a los fieles no imponerles otra carga. Esto significa que la iglesia cristiana primitiva entendía que las enseñanzas evangélicas eran totalmente suficientes para

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la salvación. «Otra carga.» no era necesaria. Muchas otras iglesias cargaron e impusieron muchas «otras cargas» sobre sus miembros. ¿Y qué sucedió al final? Esos miembros, ha-biendo recibido las cargas de sus respectivas iglesias, dejaron la carga de Dios. Pero no por ello se sintieron más libres, pues perdieron la paz de Dios (Mateo 11:29, 30). Por eso esta promesa divina debe servir de advertencia para aquellos que, en el nombre de Dios, imponen «otras cargas». Todo aquello que el Evangelio no enseña representa «otras cargas». Y todas aquellas «otras cargas» no provienen de Dios, pues él mismo dijo: «No os impondré otra carga.» Todas esas otras «cargas» el Señor las llama «profundi-dades de Satanás». Pero los hombres pensaron que eran pro-fundidades de santidad. Debe concebirse claramente, que aunque fueran los más profundos misterios, aunque se llamen «secretos de Dios» o aunque fueran los más sacrosantos servi-cios al Señor, aunque sea ésta la más prestigiosa práctica ceremonial y ritual, aunque aun dicha iglesia se jacte con milagros, pero si todo este cúmulo de cosas no conduce a los hombres más cerca de Dios, no los persuade al arrepenti-miento y al nacimiento espiritual, sino todo lo contrario, per-mite a los hombres vivir tranquilos en sus pecados, entonces no son sino «profundidades de Satanás», por medio de las cuales él ciega los ojos de los hombres, para que no alcancen a ver la clara, sencilla y práctica verdad de Cristo. Más adelante dice el Señor: «Pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.» He aquí, aquello que poseía la iglesia de los apóstoles, era suficiente para los cristianos de todos los siglos, hasta la venida de Cristo. Todas las invenciones de Jezabel son dañinas y engañosas. Por lo tanto, los creyen-tes deben atenerse únicamente a aquello que poseía la igle-sia cristiana primitiva, y rechazar todo aquello que inven-taron los hombres con el correr de los siglos.

EL PERIODO DE TIATIRA Este período principió el año 606 hasta el año 1517, o sea, desde la instalación papal hasta la Reforma. De modo que

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este período podría llamarse el período del papado. Podría alguien objetar diciendo que este calificativo no es correcto, pues entonces existía paralelamente, la iglesia Ortodoxa Oriental, la que no reconocía el papado. Pero esto no es del todo exacto. Porque la iglesia se dividió en iglesia Oriental y Occidental, recién el año 1054. De manera que dentro de este período, por espacio de 448 años estas iglesias eran una. Después de la división durante algunos siglos se llevaban a cabo discusiones para volver a unirse, lo que daba opor-tunidades a los papas a inmiscuirse en los asuntos de la iglesia oriental. Cuando finalmente llegó a la división com-pleta, entonces los patriarcas de la iglesia oriental resulta-ron ser lo mismo que los papas. Lastimosamente ambas iglesias en ese período ya no eran de Cristo, tomándolas así en masa, sino que eran esa Jezabel que paulatinamente des-moralizaba a los siervos de Cristo. Y al igual que Jezabel y sus seguidores, no fue separada de la iglesia de Tiatira, así también en ese período los fieles al Señor oficialmente esta-ban junto con la prostituta Jezabel, con la iglesia papal. Sin embargo, hubo ya entonces muchos creyentes bajo distintos nombres, que estuvieron separados de la iglesia oficial. Especialmente estaba entonces en apogeo un fuerte movimiento llamado paulista, grupo al que la iglesia oficial perseguía rigurosamente logrando exterminar a centenas de miles. Pero hubieron muchas almas genuinamente entrega-das y consagradas a Dios dentro de la misma iglesia oficial. En efecto, no existe una ilustración más exacta de la iglesia papal que la sucia mujer Jezabel. Se ajusta a la se-paración del desentendimiento, y es que estamos uniendo las dos Jezabel; la del Antiguo y Nuevo Testamentos, por cuan-to ellas, como ya se ha dicho, desempeñan igual papel entre el pueblo de Dios. He aquí Jezabel era pagana, casada con un hebreo. Era un matrimonio ilegal y prohibido por Dios. Lo mismo sucedió entre la iglesia y el mundo. Es verdad que cuando entonces el mundo pagano, con Constantino, el emperador, al frente, se amistó con la iglesia, no era todavía esa Jezabel.

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Pero pronto descendió la iglesia al nivel de Jezabel, de modo que aun en el período de Tiatira estaba desempeñando su papel plenamente. Jezabel dominaba a su esposo. A eso mismo llegó la iglesia, tratando de dominar a los reyes, y mediante ellos al mundo entero. Especialmente la iglesia occidental obtuvo poderes reales y tal grandeza, que los reyes y emperadores le eran sujetos. Jezabel era adúltera. No era mejor en ese período la iglesia. Ella no obtuvo un divorcio oficial con Cristo, e hipó-critamente lo veneraba como marido suyo legal, pero con todo su corazón se unió al mundo y vivía con él. En lugar de servir a Dios, la iglesia papal se hundió en la política, sola-padamente arreglando documentos para el dominio de ciertos territorios, acordando con log gobernantes terrenales acuerdos y concordatos favorables para si misma. Ella trataba de do-minar al mundo hasta la venida de Cristo. Por eso, aquello que Cristo rechazó en el tiempo de la tentación en el desierto, los papas lo aceptaron de las manos sucias de este mundo sin titubeos. Jezabel se consideraba profetisa. Así también la iglesia papal, hasta la fecha se considera la única portadora de las verdades proféticas. Jezabel introdujo la idolatría. Lo mismo hicieron las dos iglesias (Occidental y Oriental), introduciendo la adora-ción a las imágenes, estatuas, reliquias y santos. Entre otras cosas es interesante notar que en este pe-riodo, efectivamente Jezabel desempeñó un gran papel en la introducción de las prostituciones, especialmente la ido-latría. En el Oriente, a semejanza de la reina del Antiguo Testamento, Jezabel, gobernaban emperatrices y en Occidente, en Roma, como la Jezabel del Nuevo Testamento, dirigían los ricos, sabios, cortesanos (corrompidos), quienes a los mis-mos papas instauraban. Y aun hubo ocasión cuando se tuvo a una papisa (papa mujer). En el occidente, las muje-res se inclinaron especialmente a la corrupción en la iglesia;

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y en el oriente se han inclinado especialmente a la introduc-ción de la idolatría. Así, Elena, la madre del emperador Constantino, colocó la base para la adoración de la cruz, lo que definitivamente fue realizado en este siglo. El año 759 una junta de trescientos obispos condenó la exaltación de las imágenes. Con esto estaban de acuerdo los emperadores griegos, León HI y Constantino V y toda la aristocracia. Pero en el año 787, o sea, después de 33 años, Irene, emperatriz griega, en el Concilio Niceno, introdujo nuevamente el culto a las imágenes. Después de 26 años, esto es, entre los años 813 al 842, los emperadores León V, Miguel II y Teófilo, nuevamente se levantaron en contra de las imágenes y el Concilio del año 815 confirmó la decisión del concilio del año 754, conde-nando la adoración de imágenes. Entonces la emperatriz Teodora, en el año 842, convocó nuevamente el concilio, al que obligó a que incluyera la adoración de imágenes. A la vez esta emperatriz, al igual que Jezabel, perseguía seve-ramente a quienes pensaban de otra manera. Bajo su im-perio fueron muertos alrededor de 100.000 creyentes, y en esta maldad, su consejero fue el papa Gregorio IV (la iglesia entonces todavía no estaba dividida). Jezabel destruía a los profetas de Dios. Lo mismo hacían las iglesias oriental y occidental, como vemos del ejemplo de Teodora. Pero sobre ese terreno destacóse especialmente la iglesia papal, persiguiendo a todos los santos mediante los horrores de la llamada «santa inquisición». La actual orga-nización soviética NKVD no es otra cosa que una copia fiel de la inquisición. Pero llegó el castigo y lo mejor de «sus hijos»: murieron en el tiempo de las cruzadas cuando centenas de miles de cadáveres se extendían por el camino hacia la tierra santa. Además, a causa de otras guerras con relación a la Reforma, la misma iglesia papal enfermó fuertemente y decayó en gran manera. Después de esa enfermedad esa iglesia nunca más volvió a su fuerza anterior.

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No obstante, en esos mismos tiempos y en esa misma iglesia de Jezabel, hubieron tales luces como los padres de la iglesia, especialmente en la primera mitad de ese período. Hubieron en aquellos días muchos bienhechores y hombres de proezas. Personas que se identificaron con tal fidelidad con las buenas obras, que entregaban todos sus bienes y eran tan fieles a Dios que estaban listos para sufrir o aun morir por El. En una palabra, en aquellos tiempos de Jezabel hubie-ron muchos que eran fieles a Dios, verdaderos hijos de Dios. Ellos eran esa iglesia de Cristo a la que él encomia por sus obras. Pero paulatinamente las enseñanzas de Jezabel y su conducta la superaron. Se presentaron tales condiciones que la verdadera iglesia, la que de ninguna manera cedía ante las tentaciones de Jezabel, tuvo que sucumbir hasta desapa-recer físicamente. Exteriormente señoreó totalmente Jezabel, o sea, la iglesia papal.

Recompensa para los vencedores de Tiatira (Apocalipsis 2:26-29) «Autoridad sobre las naciones», esta es la recompensa. En este período cuando hubo un énfasis general de la iglesia caída hacia el dominio, aquellos que sobrevivieron ese perio-do, sirviendo obedientemente a Cristo, justamente recibirán ese poder. Con otras palabras, aquel que durante el período cuando toda la iglesia paulatinamente se tornó mundana y pagana, venció y permaneció fiel a Cristo, recibirá el domi-nio sobre los infieles en el reinado del milenio. Los vencedores recibirán también la vara y la estrella, que simbolizan la autoridad del rey. (Núm. 24:17). Finalmente, no hay duda alguna que bajo esta «estrella de la mañana» hay que entender al mismo Cristo. De manera que la auto-ridad del rey de los vencedores sobre los infieles, tendrán aquellos que tengan a Cristo en su corazón. (2.• Pedro 1:19.)

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Epístola a la Iglesia de Sardís (Apocalipsis 3:1-6)

La ciudad de Sardis Sardis era una ciudad maravillosa al pie del monte Tmol, en la ribera del río portaoro, Pactol. Esta ciudad era antes la capital del país llamado Lidia que se extendía hacia el oeste del Asia Menor, y se gloriaba por sus cuantías de oro. Lidia era una nación fuerte, pero su bienestar fue su propia perdición. Su último rey, Creso, quien se con-sideraba entonces el gobernante más rico, fue castigado y llevado cautivo por el rey persa Ciro el año 546 a. de C. Más tarde, Sardis fue ocupada por los romanos, y en el siglo IV fue convertida en ruinas por Temur, guerrero asiático. Actualmente en el lugar de Sardis se halla un terreno desocupado cubierto de ruinas. Permanecen además algunas casas taperas cubiertas de ruinas. Esto es todo cuando ha quedado de Sardis. Pero esta palabra, traducido su contenido a nuestro len-guaje, tiene el siguiente significado: «Aquellos que salieron fuera.» No cabe duda de que este nombre tuvo su significado simbólico, el que correspondía al período que fue ilustrado por esta iglesia de Sarchs.

EL AUTOR DE LA CARTA (Apocalipsis 3:1) A esta iglesia Cristo se autorrecomiend a como aquel que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas».

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Las estrellas son representantes de la iglesia y están en las manos de Cristo. Con esto Cristo dio a entender a esta iglesia cómo reconocer a los verdaderos siervos de Dios. He aquí ellos deben ser estrellas, deben tener en sí mismos la luz de Dios. Quien no derrama la luz divina, la enseñanza de Cristo, no lleva hombres al Señor, no es estrella: esto es, no es siervo de Cristo (Dan. 12:3). Además, los que son estrellas genuinas, deben estar en las manos de Cristo. El debe gobernarlos y ellos deben cumplir su voluntad. Si algún individuo está en las manos de Satanás y hace su voluntad, entonces, aunque se cubra de la más alta diginidad espiritual, no es estrella de Cristo. Con el anuncio de que Cristo tiene los siete espíritus de Dios, el Salvador dio a entender a la iglesia muerta, dónde buscar la vida. Porque no 'puede haber vida espiritual sin el Espíritu de Dios. Aun cuando los hombres se llamen iglesia, y practiquen muchas cosas en el nombre de Dios, si carecen en sí mismas del Espíritu Santo, no pertenecen a Cristo y todas sus obras son muertas.

LAS CARACTERISTICAS DE LA IGLESIA DE SARDIS (Apocalipsis 3:1-3)

La iglesia de Sardis había recibido buena enseñanza, pero no de todo corazón, sino más bien teóricamente (Apocalipsis 3:3). Comenzó cierta innovación una resurrección de su caída en el paganismo, pero no le alcanzó la fuerza para cristalizar en su plenitud las nuevas formas de vida. «Los odres viejos no contuvieron el vino nuevo.» Y por eso el reavivamiento era tan sólo exteriormente (Apocalipsis 3:1). Muchas obras buenas fueron hechas, pero no fueron perpetuadas hasta el fin (Apocalipsis 3:2). El hecho de que los sardianos hayan aceptado las ense-ñanzas de Cristo, era sobremanera buena obra, pero no fue llevado hasta el fin por cuanto ellos aceptaron esa ense-ñanza tan sólo con la mente y no con el corazón. También el hecho de que ellos hayan cambiado su paga-

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na mirada al mundo a un punto de vista cristiano, era también una obra en gran manera buena, pero tampoco esto fue llevado hasta el fin, ya que al cambiar su punto de vista, no cambiaron sus corazones, no se produjo el nuevo naci-miento. Por eso la iglesia de Sardis, aunque exteriormente apa-rentaba piedad, pronto principió en ella el enfriamiento y decaimiento de la vida espiritual. La comprensión acerca de la verdad y su reconocimiento indiscutiblemente hubieron en esa iglesia, pero en la vida se revelaron señales claras de que en sus corazones no habla lo mismo que había en sus cabezas. Por eso es que esa iglesia, considerándose viva, en realidad estaba muerta. Algunos nombres (Apocalipsis 3:4) De toda la congregación, en los días del Apocalipsis, quedaron apenas cunas pocas personas», es decir, algunas personas fieles a Dios, y espiritualmente vivas. Es ese un hecho triste, pero gracias a Dios aun por esas pocas personas. De ellos el mismo Senor dio testimonio de que ano han manchado» sus vestiduras de fidelidad a El.

EL PERIODO DE SARDIS

El período ilustrado por la iglesia de Sardis abarca los tiempos de la Reforma, o sea, desde el momento cuando el 31 de octubre del año 1517 Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg hasta el año 1750. Como ya hemos dicho que la palabra cSardis» significa (:aquellos que salieron fuera». Y, en efecto, los protestantes romo si oyeran la invitación divina (Apocalipsis 18:4) y sa-lieron fuera de la tiranía y corrupción del catolicismo. Pero los reformadores aunque introdujeron la corriente viva en la corrompida iglesia, no llevaron la obra hasta el fin (Apocalipsis 3:2). 1) Ellos volvieron la Biblia al pueblo, aquella que los papas habían hecho el «Libro Sellado». Los reformadores

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invocaron la Biblia como única fuente que da dirección correcta a la fe o creencia. Pero ellos no pudieron prender en el pueblo el amor a la Biblia. Por eso, los protestantes aunque tienen la Biblia, no la leen. 2) Los reformadores insistieron en la justificación por la fe, pero no dieron de esa misma fe. Por eso algunos pro-testantes no son justificados ni por la fe ni por las obras. O sea, que ellos cayeron en la misma condición espiritual como los católicos y ortodoxos, quienes enseñan que el hom-bre es salvo por las obras y no por la fe sola. Pero care-ciendo de la fe, ellos no están en condiciones de hacer obras buenas. Por eso quedan sin justificación ni por obras ni por fe. 3) Los reformadores proclamaron al Cristo crucificado como único Salvador y Redentor de los creyentes: y al Cristo resucitado como única cabeza y Señor de la iglesia: y, por último, al Cristo sentado a la diestra del  Padre, pro-clamaron como único intermediario y abogado. Todas estas son grandes verdades de la que, apropiándo-se, fluyen fuentes de gracia para los creyentes. Pero no todos los protestantes aprovechan todas esas gracias. Por eso algunos protestantes son aún más pobres que los cató-licos. Porque los católicos, para engañar y tranquilizar su conciencia, cambiaron para sí al Salvador por las auto-salvadoras obras y el cumplimiento de los estatutos de la iglesia. La Cabeza de la iglesia la cambiaron por el papa, y al Intercesor, por María y los santos. Desafortunadamente, muchos protestantes ni siquiera tienen este autoengaño. 4) Los reformadores proclamaron la adoración a Dios fuera de todos los ritos y ceremonias, insistiendo en la adoración a Dios en espíritu y verdad (Juan 4:23, 24). Pero pocos protestantes, no habiendo captado esta idea, en ningima forma adoran a Dios, ni en espíritu ni en ritos.

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Todo el espíritu protestante de entonces, era más seme-jante a una lucha por la libertad política que a la regenera-ción. El amor a las discusiones y altercados interminables, muestra que los protestantes de aquellos días procuraban más la victoria con la Palabra de Dios en la mano, antes que la victoria por medio de la Palabra de Dios sola en los corazones. Ellos gustaban de escuchar una rica predicación tan sólo para recrear su oído y admirar la elocuencia del orador, pero no para conducirse de acuerdo a la predicación. Por eso, la reforma, en los ojos de Dios, fue considerada muerta, no fue llevada a su fin (Apocalipsis 3:1, 2). No obstante, la Reforma dio cierta cantidad de nombres no corrompidos y dignos (Apoc. 3:4). A ellos debe añadirse a los mismos reformadores. Nombres tales como Hus, Wiclief., Savanarola, Lutero Zwinglio, Melanchton, Knox, y otros que por los siglos brillarán como estrellas en el cielo de la Refor-ma. Porque ellos predicaban aquello que los hombres acepta-ron y que Dios recomendó digno de recordar y proteger (Apo-calipsis 3:3). También a esos «pocos hombres» pertenecen los mejores seguidores de los principios de la reforma.

RECOMPENSA PARA LOS VENCEDORES DE SARDIS (Apocalipsis 3:5, 6) El Señor promete hasta tres recompensas a los vence-dores de este período. 1) Vestiduras blancas. 2) No serán borrados sus nombres del libro de la vida. 3) Declaración de sus nombres delante del Padre ce-lestial y sus ángeles. Vestidura blanca es símbolo de la santidad y pureza. Aquel que no corrompe su vestidura aquí (Apocalipsis 3:4), ese obtendrá aún mayor vestidura en la eternidad.

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«No borraré su nombre del libro de la vida.> Esto es ab-solutamente claro. Porque se borra los nombres del libro de la vida únicamente de aquellos que mueren. Los nombres de los que viven no se borran. Con esta declaración, el Señor, una vez más, dio a en-tender que no basta considerarse uno vivo espiritualmente, sino que es necesario realmente vivir la vida espiritual. Hay que vencer la muerte espiritual (Efesios 2:1), y únicamente entonces los nombres de esos vencedores no serán borrados del libro de la vida. Pero aquellos que dirán: «Señor, Señor.... ¿no profetizamos en tu nombres? pero no hagan la voluntad de Dios, los nombres de los tales serán borrados del libro de la vida. (Mateo 7:21-23).

Con estas palabras el Señor revela que la enseñanza sobre la no caída no es correcta (! ) Porque está claro que si la persona permanece inscrita en el libro de la vida, es porque ha sido salva, espiritualmente revivida. Por lo con-trario, si es que Cristo tiene que borrar algunos nombres del libro de la vida, significa esto que aquellas personas murieron espiritualmente, cayeron. Esto significa que es po-sible ser inscrito en el libro de la vida y es también posible ser borrado de ella. Si se tiene en cuenta únicamente las citas bíblicas seña-ladas por el autor en cuanto a «ser borrado del libro de Dios», esto parece no tener otra salida que la de admitir la doctrina de la salvación que hoy se tiene y mañana puede perderse. Pero yo deseo que el lector coteje y examine los siguientes pasajes bíblicos: Hebreos 7:25; Juan 6:39; Juan 10:27, 28; Juan 3:16; 2.° Timoteo 1:12; 19 Pedro I: 3- 5: Juan 5:24. Los pasajes son innumerables, la salvación de Dios es ( segura y perfecta, quienes se han entregado a Cristo son de él para siempre. En el momento de creer fueron «sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nues-tra herencia hasta la redención de la posesión adquirida».

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(Efesios 1:13). Porque «todo aquel que permanece en él no peca» (1.° Juan 3:6), y «y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.... y la san-gre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado» (1.• Juan 1:7, 2:1). Ahora estamos en condiciones de entender lo (le Juan 6:39, «Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: que todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero». (Traductor.)

«Y confesaré su nombres.... A la gente le gusta ser nom-brados ante figuras de prestigio y altas personalidades. Espe-cialmente buscaban esto los reformadores y protestantes por-que a ellos les tocaba oponerse a la «todopoderosa» Iglesia católica, la que disponía de todos los medios para eliminarlos físicamente. Y, en efecto, gracias a poderosos príncipes ale-manes que se adhirieron al movimiento protestante, y en es-pedal, gracias al rey de Suecia, Gustavo Adolfo II, que el año 1630 tomó parte en la guerra de los 30 años al lado de los protestantes y denotó a los hasta entonces invencibles jefes católicos. Los protestantes obtuvieron la victoria, y física-mente conservaron la vida. Pero como ya hemos dicho, ellos no conservaron la vida espiritual. Por eso el Salvador dice que aquellos que vencieron espi-ritualmente conservaron su pureza y fidelidad al Señor. El los presentará delante del mismo Padre celestial y sus ánge-les, y confesará sus nombres delante de ellos. «He aquí mi valiente, dirá el Salvador: aquel que en el tiempo de la decadencia y muerte general, protegió su vida, y que en tiem-pos de abandono y corrupción conservó su pureza espiritual. ;Y en efecto será una grande y gloriosa recompensa!

EPISTOLA A LA IGLESIA DE FILADELFIA (Apocalipsis 3:7-13) La ciudad de Filadelfia. La ciudad de Filadelfia fue fundada por el rey persa Atalo Filadelfo II, alrededor del año 150 a. de C., quien llamó la ciudad con su propio nombre. La ciudad sufrió frecuentes movimientos sísmicos, pero

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permanece hasta hoy. Es una ciudad bastante grande actual-mente, y en la que existen unas doce iglesias, es decir, tem-plos, pero pocos cristianos. El nombre de la ciudad, al igual que las anteriores, tiene su significado, y al traducirlo a nuestro lenguaje significa: «Amor fraternal». Indiscutiblemente tiene gran significado simbólico.

EL AUTOR DE LA CARTA (Apocalipsis 3:7)

«El santo y el verdadero.» Con estas palabras, el Señor parece animar a la Iglesia que por sí misma trataba de san-tificarse con la verdad. En una palabra, su significado es más o menos el siguiente: «Vosotros que estáis en Filadelfia, esforzaos hacia la santidad y la verdad; vosotros obráis bien. Estáis en camino correcto hacia mí, porque Yo, soy en efecto "el Santo y Verdadero".» He aquí, según la meta, así serán también los caminos El Señor es Santo y Verdadero, de modo que los caminos hacia él deben ser iguales. No es posible alcanzar al Señor por caminos sucios y torcidos o falsos. Por eso ningún hipó-crita, por más que trate de aparentar santidad y rectitud, no tiene gracia de Dios y no entrará en el Reino de Dios; porque la hipocresía no es camino verdadero. «El que tiene la llave de David.» Evidentemente, esa iglesia tenía muchas dificultades en la vida espiritual y en el trabajo. Más de una vez se hallaba frente a esas difi-cultades como ante una puerta llaveada. Por eso el Señor le dijo que él poseía la llave, y que cuando él abría nadie cerraría. Esto significa que en todas las dificultades hay que dirigirse al Señor. ¿Y por qué es que aun esa llave se llama de David? Hay un pasaje en Isaías 22:12-22 que arroja luz sobre esto. Cuando Isaías pronunció estas palabras, el pueblo hebreo padecía una ruina hasta el extremo. (Isaías 22:12-14). Y he aquí que en semejante condición del pueblo de Dios, el ma-

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yordomo y tesorero de la casa de Dios, Sebna, que significa «vigor juvenil», excava para sí mismo en la roca un sepulcro en lugar visible próximo al templo, estando seguro que él sobrevivirá el siglo en el mismo lugar, morirá en paz y será sepultado en ese sepulcro. Con esto él mostró, que aunque él era un alto funcionario religioso, no creía en la Palabra de Dios que decía que serían deportados por su apostasía. Pero no sólo él no esperaba el castigo por el completo de-caimiento moral, sino que él mismo era la «vergüenza de la casa de su señor» (Isaías 22:18). De modo que sin pre-ocuparse por el nivel espiritual del pueblo, sin preocuparse por su propia vida espiritual, esta persona logró disfrutar de su gobierno y esperaba todavía morir en paz, como si el Señor Dios no hubiera visto todo aquello. A él le predijo Dios por baca del profeta que él, Sebna (vigor juvenil), pronto se mustiaría (su nombre también sig-nifica «florecimiento»), o sea, que su carrera terminaría y él moriría en el exilio, y Dios traspasaría su gobierno a Eliaquim, a quien Dios entregaría la llave de David, para que él fuese padre de la casa de Judá. Además, Eliaquim significa «Dios reedifica», que tiene también su significado simbólico. Todo esto da a entender que Dios levantó y bendijo la casa de David y él hizo además la cerradura y la llave de ella. Desde entonces, aquel que era el tesorero del templo, ob-tenía también la llave de David. Es completamente posible que con el correr del tiempo la caja del tesoro fue cambiada y la llave de David fue sólo un mero símbolo del gobierno del tesorero. En todos los casos, esa llave de David en las manos de Cristo no debe interpretarse literalmente. Porque, efectivamente, con el cristianismo sucedió la mis-ma cosa que con los hebreos, o sea, que el cristianismo se arruinó hasta la raíz, se tornó minuciosamente materialis-ta, preocupándose únicamente por ventajas terrenales, por todo aquello que significa «comida y bebida» (Isaías 22:13 y Lucas 21:34) y los «Sebna», llaneros y tesoreros espirituales, están conformes y no se preocupan por semejante situación. Aún más: ellos ni siquiera desean cambio alguno, con tal de

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no perder su posición. Ellos dicen: «Como nacimos, así tam-bién moriremos.» Definitivamente preparan para sí mismos su sepultura donde esperan colocar pacíficamente sus huesos. Pero Dios ahuyentará y castigará a esos «Sebnass deso-bedientes, y en su lugar colocará a los «Eliaquims» (Dios restaurará), a los verdaderos padres espirituales, y cual su-premo gobernante de todos los bienes del tiempo celestial les dará la llave de David y de sus riquezas, para que ellos los suministren a todos los necesitados.

LAS CARACTERISTICAS DE LA IGLESIA DE FILADELFIA (Apocalipsis 3:8, 10) Esta iglesia tenía buenas obras, practicaba la palabra de Dios, no se apartó del nombre de Dios y guardó la palabra paciencia. Aun las palabras «aunque tienes poca fuerza», no comprometen a esta iglesia. Porque se refieren, no a la falta de fuerza espiritual, sino a la fuerza física. Significa que había pocos creyentes en comparación con los incrédulos, y que ellos pertenecían no a %los fuertes de este mundos. Pero como a individuos de entre la masa del pueblo, se halla-ban enteramente entregados al Señor, y en este sentido ellos, sin lugar a dudas, eran fuertes. En la humana debili-dad de ellos, se manifestó el poder de Dios (2.• Corintios 12:9-10).

SINAGOGA DE SATANAS (Apocalipsis 3:9) La congregación de Filadelfia en su mayoría se compo-nía de judíos, y era muy perseguida por la sinagoga, la que calificaba a los cristianos de apóstatas, alejados de Dios y de la ley, traidores de su pueblo, poniendo como ejemplo su fi-delidad propia, especialmente recalcando que eran judíos, que significa: «aquellos que alaban a Dios.» Pero Cristo mismo reveló su falsedad y señaló que ellos, definitivamente, no eran judíos, los que alaban a Dios, sino «sinagoga de Satanás), irreverentes ante Dios. Cristo pre-

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<lijo que esos satanistas se acercarían a los creyentes, o sea, que verían y se persuadirían, y entonces adorarán, cambiarían sus sospechas en honra, y conocerían de qué lado está la verdad y a quién realmente Dios ama. Parece que historias semejantes se están repitiendo. En el caso presente se repite la historia de José, a quien sus hermanos aborrecieron, lo vendieron a Egipto, y luego le adoraron. Esta historia se repitió con la iglesia de Filadelfia, luego se repitió con la iglesia del período de Filadelfia. Los «hermanos mayores», es decir, las denominaciones cristianas, que llegaron a apartarse de Cristo, perseguían y aborrecían a la joven y débil iglesia de ese período, pero más tarde, cuando ya ésta alcanzó su gloria, ellos adoraban ante esa «gavilla» a José. Aun cuando adoraban ocultamente, en el alma debían tener estima y respeto a los hijos de Dios.

PROMESAS DE CRISTO (Apocalipsis 3:10)

«Te guardaré de la hora de la prueba.» Y el Señor, efectivamente, protegía a esta iglesia. En el tiempo de la persecución general de los cristianos bajo el imperio de Trajano en el siglo primero, todas las iglesias sufrieron fuertemente, excepto la iglesia de Filadelfia. Más tarde, cuando todas las iglesias del Asia Menor prác-ticamente fueron exterminadas por los mahometanos, enton-ces, para sorpresa de todos, la iglesia de Filadelfia quedó intacta y permaneció en adelante cual torre de guardia en el desierto. Cuando más tarde, pues en el siglo 14, Tamerlán o Timur Lenk (conquistador tártaro), borró totalmente de la faz de la tierra todas las iglesias del Asia Menor, en aquel tiempo la pe-queña iglesia de Filadelfia nuevamente fue protegida real-mente como un milagro. Aun los mismos mahometanos no po-dían compender esto, porque nadie molestó a la iglesia de Filadelfia y la llamaron «Alashin, es decir: «Ciudad de Dios.»

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Aun el incrédulo historiador inglés E. Hibbon, menciona en su historia esta tantas veces intacta Filadelfia entre el estrago general en el Asia Menor, y aun él conecta esta pro-tección con las promesas de Cristo. De manera que el Señor es fiel en sus promesas, por eso podemos plenamente confiar en ellas.

ADVERTENCIA (Apocalipsis 3:11)

«Yo vengo pronto».... Con estas palabras, el Señor des-pierta a la iglesia a estar alerta, a estar en vela y en espera. Y Cristo Jesús indiscutiblemente vendrá, y vendrá pronto. Por eso los creyentes deben saber lo que les corresponde hacer. «Retén lo que tienes.» No sabemos a ciencia cierta qué tenía esa iglesia. Pero aquellos tesoros que ella poseía repre-sentan una gran riqueza. De nuestro texto podemos deducir las siguientes riquezas: Obediencia, fidelidad y paciencia. Estos son honores tan grandes, y tantos otros esconden en sí que con ellos la iglesia puede vivir ampliamente. «Para que ninguno tome tu corona a La corona es el símbolo de la gloria. El enemigo nos quiere arrebatar los valores espirituales, despojarnos, deshonrarnos y exponer-nos a las burlas. ¿Permitiremos tal cosa? Triste es ver a al-gunos creyentes que han sido despojados y robados por el enemigo hasta el último hilo. Tiempos atrás ellos también poseían algo. Pero el enemigo les robó la protección y luego les empujó al pecado, y entonces les arrebató la justicia, quitó de ellos el gozo y la paz, y paulatinamente los despojó de todos los honores cristianos. Hoy esos desdichados se han constituido en burla, no sólo para ellos mismos, sino también para la iglesia. Les resulta difícil ir al mundo exponiéndose a burlas abiertas y a la con-denación, pero quedar en la iglesia en semejante situación, tampoco es posible. Por eso «Retengamos lo que tenemos, para que nadie nos quite la corona».

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EL PERIODO DE FILADELFIA

Este período abarca los años 1750 a 1900. O sea, desde el comienzo de los profundos avivamientos espirituales y obras misioneras, hasta el comienzo del enfriamiento. Es cierto que resulta más difícil definir los limites de este período que los anteriores, porque ni los avivamientos ni los enfria-mientos tuvieron su comienzo en todas partes a la vez de igual forma. Deben tenerse en cuenta señales claras de tales o cuales apariciones. Fue la era de la piedad. Tuvo lugar un movimiento en Alemania que salió en contra de la letra y el formalismo de la iglesia luterana, procurando la piedad interna, el amor práctico y la realidad moral más importante que las estrictas prácticas ceremoniales. Fue, además, la era del puritanismo, o sea, de estricta pureza y humildad. Era también un movimiento religioso, pero ya en Inglaterra y América. Los puritanos se esforzaban por guiar a la humanidad a la pureza y humildad de los cristianos primitivos. También fue la era del metodismo, el que proclamaba un estricto o rígido método de vida correcta, un <metódicos orden en las ocupaciones. Este movimiento religioso se di-vulgó grandemente en Inglaterra, Norteamérica, Francia y Suiza. Era también la época del bautismo y otros movimientos similares, los que procuraban introducir a la vida la letra y el espíritu de la palabra de Dios. Todos esos movimientos hicieron su obra: Ellos arran-caron la vida espiritual del mortal y endurecido formalismo ceremonial. Las discusiones se tornaron en testimonios rea-les. La enseñanza sobre la regeneración salió del dogmatis-mo, y entró en la vida y labios de aquellos que lo experi-mentaron. La predicación del Evangelio se salió de los púl-pitos en las iglesias, a reuniones en casas, por las calles y plataformas. También fue llevada la predicación del Evan-gelio a todos los rincones del mundo. Centenares y miles de

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misioneros se consagraron a evangelizar a las naciones pa-ganas. Se comenz6 la traduccion de la Biblia a todos los idiomas del mundo. Todo esto no lo hacian los teelogos ni el clero, sino indi-viduos consagrados a Dios, regenerados por el Espiritu Santo, como, por ejemplo: William Carey, primer misionero en la India; David Livingstone, Hudson Taylor, Patton, Zinzendorf, y muchos otros. Los primeros traductores de las Sagradas Escrituras fucron, humanamente, dEbiles, despreciados, fe-rozmente perseguidos. Pero el Senor les abri6 puertas a todo el mundo, y nadie pudo cerrar esas puertas. eSinagoga satanica* son aquellos que dicen ser cristianos, pero hablan mentira, porque no lo son. Estos se burlaron de aquellos siervos de Cristo, llamandolos apostates, herejes y sectaristas. Pero la verdad- prevalecie, y actualmente mu-chos de aquella esinagoga* yen donde esti la verdad y a quien ama y protege Dios. La palabra Filadelfia significa eAmor fraternal*. Y esto es exnrtamente lo que les fano a los creyentes anteriores del periodo de Sardis. En efecto, el amor fraternal caracte-rizaba el period() de Filadelfia y asi lo distinguia de los de-nt. Durante este periodo, la iglesia llev6 la antorcha de la palabra de Dios, y sali6 al encuentro del Esposo. Pero el Es-poso etard6i) (Mateo 25:5), y las consecuencias se manifes-taron en el periodo subsiguiente.

LA RECONIPENSA PARA LOS VENCEDORES DE FILADELFIA (Apocalipsis 3:12, 13)

Elks serail columnas en el templo. Columna en el templo es algo mucho mas grande que una simple piedra en la pared. Pues la columna es el adorno y el sosten del templo. El templo espiritual es simplemente inimaginable en su grandeza y be-lleza. Por eso podemos imaginar cull es la belleza y poder espirituales que se necesita, para ser digno de figurar como una columna en semejante templo.

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cY nunca mas saldra de allis Esto significa que ni el pe eado de dentro ni el enemigo de fuera, arrebataran at vence-dor del templo de Dios, esto es, a la iglesia de Cristo aqui, y no la privaran de su elevado sitial en la eternidad. Sobre el tal sera escrito el nombrc de Dios, el de Cristo y Ia nueva Jerusalen, que significa no solo la herencia eter-na perteneciente a Dios y al cielo, sino el eterno testi-rnonio de Dios y de Cristo y la nueva Jerusalen. Cualquiera que lo yea, sabra inmediatamente que la persona no es de este mundo. Esta recompensa extraordinaria sera dada a cambio del extraordinario esfuerzo por la verdad de Cristo, por el sin-gular servicio a Dios, por los sufrimientos horrendos, que siempre demandan gran fuerza y resistencia. De modo que todo aquel quo revela esta fuerza y resistencia y vence todo, sera aqui y en la eternidad una columna en el templo de Dios.

('.ARTA A LA IGLESIA DE LAODICEA (Apocalipsis 3:14-22)

LA CIUDAD DE LAODICEA

La ciudad de Laodicea fue construida por el rey sirio de la descendencia de Seleuco, Antioco II, airededor del afio 250 a. de C. El la llama Laodicea en honor de su esposa, del mismo nombre, la que mas tarde ese lo agradeci6 enve-nenandole. La ciudad era muy comercial y profesional. En los dins de Cristo y sus ap6stoles, cuando Siria fue ocupada por los romanos, Laodicea era la residencia del proconsul romano. Comenzando en el siglo rv, cuando los obispos se aduefiaron de los mils altos derechos eclesiesticos, Laodicca era una de las residencias de los obispos. Alli se celebraban tambien concilios de Ia iglesia, aunque no mundiales. Pero esta eiu-dad fue tambien destruida por completo por el guerrero asiatico llamado Temur en el afio 1042.

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Las ruinas de los templos, los teatros y otros edificios testifican de las grandezas pasadas de la ciudad. Pero actual-mente todo se reduce a un monten de ruinas. No obstante, el nombre de esta ciudad, como el de las demits, tiene su significado simbolico, o sea: cLaocliceab sig-nifica cjuicio de las nacioness. Este significado, como pode-mos ver, muestra claramente este period() laodiccano. Deci-mos que se revela porque este es nuestro periodo: pero no todo se ha revelado aim.

EL AUTOR DE LA CARTA (Apocalipsis 3:14)

Las ruinas de los templos, los teatros y otros edificios testifican de las grandezas pasadas de la ciudad. Pero actual-mente todo se reduce a un montón de ruinas. No obstante, el nombre de esta ciudad, como el de las demás, tiene su significado simbólico, o sea: «Laodicea» sig-nifica «juicio de las naciones>. Este significado, como pode-mos ver, muestra claramente este período laodiceano. Deci-mos que se revela porque este es nuestro período: pero no todo se ha revelado aún.

EL AUTOR DE LA CARTA (Apocalipsis 3:14)

A esta iglesia el Señor se recomienda a sí mismo con estas palabras: «Amén, el testigo fiel y verdadero, el princi-pio de la creación de Dios.» Con estas palabras, el Señor da a entender que en la iglesia de Laodicea había dudas acerca de las promesas divinas, y en cuanto a la palabra de Dios, dudas que acarrearon el enfriamiento general. Pero las prome-sas de Dios siempre han sido «así» y «amén» (2.• Cor. 1: 19, 20). A la par la palabra de Dios, que es el testimonio acerca de Cristo, es tan fiel y verdadera como su Autor (Apo-calipsis 19:11, 13). Aun Balaam, el profeta pagano, se expresó así: «Dios no es hombre para que mienta» (Números 23:19.) Lastimosamente el Señor contestó a la iglesia que en El no hay «sí» y «no», porque él es «amén», como quien diría: «verdaderamente sí». Recordó además que él es testigo fiel y verdadero, y esto da la garantía de que en sus testimonios se puede confiar plenamente. Entre otras cosas es interesante notar que en las cartas anteriores el Señor hacía mención de falsos apóstoles, maes-tros, Judíos, y en esta última carta el Señor mencionó a la falsa iglesia. Ciertamente en la tierra se puede hacer cual-quier acomodo, pero el Señor y su palabra permanecerán siempre fieles. Con las palabras, «el principio de la creación de Dios». el Señor dio a entender a la iglesia que él dio origen a toda

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creatura, visible e invisible, física y espiritual. Además él es el principio de las revelaciones divinas a la humanidad, la salvación de Dios y el principio de toda acción espiritual. Es por eso que cuando se hace algo aún para Dios, pero sin Cris-to, tal obra deja de ser obra de Dios. Con estas palabaras el Señor claramente insinúa que la iglesia en Laoclicea, aban-donó aquello que era desde el principio, se alejó de la línea del comienzo. Por eso esa iglesia, al igual que toda iglesia, si desea contar con las bericiones del Señor, debe volver al «Principio» de todos los principios, y comenzar su obra desde Cristo y con Cristo. De paso debernos recordar que los antiguos herejes arrianos, y sus actuales seguidores, los Testigos de Jehová, aprovechan esta expresión del «principio de la creación de Dios», para cimentar su herejía diciendo que el mismo Cristo fue creado« Pero, dicen ellos, él fue creado el primero, por eso él es «el principio». Pero estas palabras no significan que él mismo era el principio de lo creado, sino que él dio origen a toda creación (Juan 1:1-3; Colosenses 1:16). El es la causa de todas las cosas y el Principio de todos los princi-pios. El es el Creador de todo cuanto existe. El sólo comenzó a crear, pero él mismo no fue creado, sino nacido del Padre desde los siglos (Juan 1:1-3).

LAS CARACTERISTICAS DE LA IGLESIA DE LAODICEA (Apocalipsis 3:15-17)

Corno podemos ver del texto, esta iglesia también tenia buenas obras, pero ¿cómo se hacían ellas? «Que ni eres frío ni caliente.... eres tibio.» Este testimonio proviene del mismo Señor. A estas personas nosotros llamamos hoy, indiferentes, negligentes, perezosos, etc., etc. Por eso esas obras buenas de ellos eran hechas a la fuerza. Exactamente como dice un proverbio antiguo: «Cuanto castigues tanto viajarás», o «No hay rendimiento alguno de quien carece de voluntad». Esta iglesia no tenía ardor, fuego, o sea, voluntad hacia el amor. Era tibia, poco viva.

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¿Por qué el Señor prometió vomitar de su boca a tal igle-sia? Porque todo lo que es así tibio, resulta desagradable al paladar. Por ejemplo, el agua fría es gustosa, igualmente el agua caliente, pero el agua tibia se vomita porque carece de sabor. Asi ocurre con el género humano. Es mucho más agradable un pecador sincero que un cristiano hipócrita. Se dice que en las proximidades de Laodicea habían dos fuentes de agua. De una de ellas corría agua fria y de la otra ca-liente. Una y otra eran agradables y saludables en su compo-sición natural. Pero cuando el agua fria se calentaba, o la caliente se enfriaba, o bien se mezclaban la una con la otra de modo que resultaba tibia, nadie entonces podía beber esa agua. Todo el que la bebía volvía a vomitarla inmediatamente. Piensan por lo tanto que el Señor hacia referencia a esas fuentes, para subrayar la temperatura espiritual de la iglesia de Laodicea. Y, en efecto, si la iglesia había abandonado tan-to su vida espiritual era descuidada hacia el mismo Señor, y perezosa en cuanto a la obra de Dios se refiere. Una iglesia que puede conformarse solamente con lo exterior, podemos imaginar cuán despectiva debe ser para su Esposo celestial Por eso dijo él: «Te vomitaré de mi boca.» Deberían de meditar sobre estas palabras los cristianos de nuestros días, porque estas palabras del Señor corres-ponden a nuestro periodo. Pensáis de vosotros mismos que no sois ateos, pero es que resulta dificil también llamaros hijos de Dios. Parecéis como no estar en el mundo, pero miráis siempre al mundo al igual que la mujer de Lot. Vuestras al-mas están como divididas en dos; en el templo, sois santos, pero fuera de él mundanos. Debido a que no se puede servir a Dios y a Mamón, las almas así divididas se han enfriado para Dios, mientras que se inclinan cada vez más hacia Mamón. Tales creyentes no pueden ser agradables a Dios. De las palabras «Yo soy rico», vemos que esa iglesia estaba completamente enceguecida con la autosuficiencia. Hay personas en las iglesias que suelen estar completamente satisfechas de si mismas, por eso nunca están satisfechas

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de los demás. Este es el peor elemento entre la humanidad. Ellos mismos con frecuencia sorprendidos se preguntan: ¿Por qué es que todos se alejan de ellos y no quieren tener con ellos nada en común? Y esto sucede porque estos suficientes de si mismos, pero desconformes de los demás, son amado-res de si mismos, y fuera de si ni aun distinguen el mundo de Dios. Ellos, o bien se alaban a sí mismos, o bien deshonran a los demás. Por eso resultan despectivos a todos. Las palabras «y de ninguna cosa tengo necesidad» re-velan asimismo un extremado descuido, tranquilidad y pere-za. En general, prácticamente no existen en el mundo perso-nas que de nada tengan necesidad. En realidad son bien muertos, todos aquellos que espiritualmente nada necesitan. Y de éstos, lastimosamente, los hay mayoría en el mundo. A esta postura había llegado la iglesia Laodicea. Nunca una persona o congregación se engaña más que con estas auto-jactancias y mantas de grandeza: 4:Yo soy rico, y me he enri-quecido, y de ninguna cosa tengo necesidad.» Pero el Señor dice a la iglesia de Laodicea: «Y no sa bes».... Con estas palabras él reveló la ignorancia de esa iglesia. La ignorancia viene cuando las personas u organi-zaciones no ven su verdadera situación. ¿Acaso puede suce-der que uno ignore su situación? Sucede esto cuando la perso-na o un grupo de personas miran las cosas desde un punto de vista equivocado. Esta iglesia, exteriormente, era dichosa. Estaba bien organizada, tenía a su obispo y grandioso templo-catedral. Pero Dios dice: «Tú eres un desventurado», esto es, desgraciado. ¿Por qué? Porque Dios mira la dicha del hombre desde el punto de vista de la eternidad y espiritualmente. Esta iglesia, exteriormente, era semejante a aquel rico del Evangelio, pero por dentro era como Lázaro. Por eso, mi-rándose desde el punto de vista exterior, esta iglesia fue completamente sincera al expresar: «Y de ninguna cosa ten-go necesidad», olvidando que aquello que la tranquilizaba y satisfacía, no satisfacía a Dios. De este modo esta iglesia delante de Dios, no sólo era «necesitada», sino también «miserable», o bien, «digna de

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misericordia». La palabra «miserable» significa digno de mi-sericordia. desamparado, malo. Evidentemente, este último significado hay que entenderlo en el presente caso. Esta iglesia de Laodicea exteriormente parecía complacida, esto es, no parecía ni necesitada ni miserable. Pero su alma era tal, que si fuera posible verla con los ojos humanes, toda persona se atemorizaría. De semejantes almas hay un gran número dentro del cristianismo contemporáneo; pues debemos subrayar que la iglesia en Laodicea que no veía su miserable imagen espiritual, era comparativamente mucho mejor que las iglesias oficiales actualmente. Más adelante, el Señor calificó a esta iglesia de «pobre». Ella, sin embargo, pensaba de si misma que era riéa. Y en efecto, ella era rica, pero no de esa riqueza que tiene impor-tancia para la eternidad. La iglesias de nuestros días tam-bién piensan que son ricas. Muchas veces inclusive se jac-tan diciendo: «Nosotros tenemos una alta cultura cristiana, tenemos las tradiciones de los siglos, tenemos rituales esplén-didos, maravillosos sitios religiosos, especialmente ricos en arquitectura, pintura y música. Tenernos una pretensiosa organización, gran jerarquía, extraordinarios reclusos ma-teriales y riquezas.» En una palabra, tenemos mucho de to-do, por eso somos ricos. Pero el Señor mira toda esa mez-colanza, y dice: «Tú eres pobres», y «el nombre de Dios es blasfemado entre los gentfies por causa de vosotros» (Roma-nos 2:24). Y, en efecto, muchos cristianos de nuestros días no tienen siquiera aquellos valores espirituales y morales que poseen los paganos. Aún más: los cristianos oficiales de nuestros días, bajo ciertos aspectos se han tornado peores que los paganos. Cierta vez un renombrado escritor eclesiástico visitó Ro-ma. El mismo Papa le mostró las riquezas del Vaticano, y en son de broma le dijo: «Ahora los simpatizantes de san Pedro no podrían decir: No tengo plata ni oro.» «Si, santo padre —contestó el escritor—, pero ellos tampoco pueden decir al paralítico o enfermo; Levántate y anda.» Hechos :6.)

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De modo que las iglesias contemporáneas tienen plata y oro, pero carecen de tesoros espirituales. Están necesitados, miserables y pobres. Pero aqui no termina la característica de la iglesia de Laodicea. Leemos que, además, es «ciega». Ser ciego es una gran desgracia. Pero la peor desgracia la vive aquel que no quiere ver su propia condición. Asi era la iglesia de Laodicea, y así, muy semejantes, son todas las iglesias de nuestros días. No es posible aclarar este hecho de otra ma-nera, ya que las iglesias de hoy están llenas y traspasadas del mal hasta la profundidad del alma, desmoralizadas hasta los limites extremos, y no ven todo esto, considerándose como iglesias santas.... Por lo contrario, a los verdaderos san-tos que aman a Dios y viven de acuerdo a su enseñanza, estas iglesias los persiguen y los deshonran, ¿No es acaso esto ceguera espiritual? Por último, el Señor dijo que esa iglesia era, además, «desnuda». Antes, los fariseos se vestían con un manto de hipocresía. Pero hoy los eclesiásticos andan como desnudos salvajes, y se han acostumbrado tanto a su desnudez espiritual que no alcanzan a descubrirla. Al contrario, cuando alguien procura vestirse de las «acciones justas de los santos» (Apo-calipsis 19:8), esto es, en la honradez cristiana (Colosenses 3:12-14), entonces se burlan de ellos, procuran por todos los medios despojarlos de estas vestimentas espirituales o cuan-do menos mancharla. Lo hacen porque ante tales personas cubiertas comienzan ellos a ver su desnudez y comienzan a avergonzarse, pero como no tienen con qué cubrirse procu-ran descubrir a los cubiertos. La iglesia de Laodicea no deja de ser un terrible cuadro. Con pensar solamente. Desventurada, miserable, pobre, ciega y desnuda. No obstante esta desgraciada, espiritualmente harnbienta, saqueada, enceguecida y despojada iglesia, es realmente ideal si se la compara con algunas iglesias con-temporáneas las que en realidad ya no son iglesias, como dijo el Señor: sino «sinagogas de Satanás» (Apocalipsis 3:9).

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EL CONSEJO DE CRISTO (Apocalipsis 3:18-19)

«Que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico.» Es una expresión simbólica y no signitica el oro corriente. El oro de Dios es la fe, que nos enriquece espiritual-mente (1.' Ped, 1:7). Solamente de Cristi) se puede comprar este oro espiritua2; ningún otro lo posee. Por eso, no se puede comprar ni en la iglesia ni de los padres. Aunque la iglesia lo tenga, será únicamente para sí. Ni la iglesia ni los padres pueden concederla a otros, especialmente cuando no lo quieren ceder. El Señor Jesús vende este oro de la fe úni-camente a cambio del arrepentimiento que proviene del oír o leer la Palabra de Dios (Romanos 10:17), por la oración (Lucas 17:5), por el recibimiento del Espíritu Santo (1.4 Co-rintios 12:9). Quien posee este oro de la fe, aunque material-mente sea pobre, es rico espiritualmente y heredero del reino de Dios (Santiago 2:5). Todos los dones espirituales y las bendiciones, nosotros las obtenemos de Dios por medio de la fe; por eso la fe nos enriquece. Más adelante, el Señor recomienda comprar de él «vesti-duras blancas» para cubrirse. Vestidura blanca es la justi-cia del Señor, o la justicia de los santos (Apocalipsis 19:8), Esto significa el perdón de nuestros pecados, purificación mediante la sangre de Cristo (Apocalipsis 7:14) y ]a regenera-ción de nuestro ser. Porque todo esto la persona obtiene de Cristo, cuando se viste de Cisto (Gálatas 3:26, 27). Huma-namente hablando, la vestidura blanca es la vida exterior, limpia, de acuerdo a la limpieza interior, «Vergüenza de tu desnudez- 1 Es la arruinada, pecadora y desvergonzada conducta de la persona> que muestra cuál es también su alma y su estado interior. «Por sus frutos los conoceréis.» Por último, el Señor recomienda: «Unge tus ojos con coli-rio para que veas.» Colirio para los ojos es el Espíritu Santo, que ilumina los ojos del corazón para que pueda ver las cosas espirituales (Efesios 1:17, 18). El apóstol Juan llama al Es-

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píritu Santo simplemente «unción», es decir, colirio (1, Juan 2:20, 27). Existe la tradición de que en Laodicea había una escuela de medicina, la que se hizo ampliamente conocida por el colirio que hacía para la vista. Si esto es realmente cierto, es muy probable que el Señor, refiriéndose a ese colirio, recomienda a la iglesia de Laodicea curar sus ojos espiri-tuales. En efecto, mientras el Espíritu Santo no abra los ojos espirituales a la persona, la misma nunca podrá alcanzar a ver lo divino y espiritual. Hay una palabra más que debemos recordar y que perte-nece a las recomendaciones del Señor. Es la palabra «¡Arre-piéntete!» Esta palabra es en realidad la «compra» de la que ya hemos hablado, de la gracia de Cristo. Sin el arrepen-timiento no es posible obtener ni el oro de la fe, la vestimenta espiritual, ni el colirio para los ojos: en una palabra, nada. Porque <Dios no oye a los pecadores» (Juan 9:31), y para no ser un pecador, es necesario el arrepentimiento. Podría pensar cualquiera que este es un precio bajo para estos te soros espirituales. Es cierto que es barato, pero nosotros no podemos dar nada más a Dios. Y aunque esto no es nada en comparación con lo que Dios nos da a cambio del arrepen-timiento, no deja de ser el precio más alto que estamos en condiciones de pagar. Porque el arrepentimiento incluye tam-bién el dolor por lo pasado, y una decisión categórica para romper con lo pasado; además, un sincero y completo re-greso a Dios, una absoluta entrega de uno mismo a Dios, etc. El arrepentimiento no es esa vana comedia con la que mu-cha gente se engaña a sí misma, al sacerdote y a Dios. Cuando una persona está ante el confesor, inconscientemente declara que se arrepiente en ese momento, cuando, en realidad, ni ha pensado en el arrepentimiento. Aún más: no sólo esa persona, trino el sacerdote que confiesa al penitente, tampoco piensa que esa persona realmente se arrepentirá. Si tal persona de veras se arrepintiera, el sacerdote se asombraría. Quizá co-menzaría a aconsejarle que dejase sus «manías) y comenzara

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nuevamente a vivir como todos, esto es, en sus pecados y de-litos. El arrepentimiento verdadero según el Evangelio es cosa muy grande, es un completo y absoluto cambio de vida; la regeneración de todo el ser humano. Por eso Dios perdona y recibe a la persona a cambio de este arrepentimiento. La recibe por criatura suya, le otorga su gracia aquí, y le hace heredero suyo para la eternidad.

CRISTO DELANTE DE LA PUERTA (Apocalipsis 3:20)

La iglesia de Laodicea da tal impresión como que si ya no fuera más iglesia. Tanto se parece a este mundo la que hipócritamente se llama iglesia. Aun a Cristo, al que aparen-temente sirve, no le da lugar en si; El está «a la puerta». El Señor ni siquiera contempla el hecho de que esa iglesia le abra la puerta y le reciba. No, él llama y dice: el «que abre la puerta, entraré a él.» No entraré a la iglesia, sino «a él»; a aquel que le abre. Significa esto que en la masa general de la iglesia, era necesario buscar como dicen «de día con la antorcha» miembros individuales, quienes aun daban lugar a Cristo en sus corazones y tenían co munión con El. Cuando pensamos en nuestro periodo, cuyo cuadro es la iglesia de Laodicea, hoy en la masa general de la iglesia mundial, es también necesario buscar grupos indi-viduales, y dentro de esos grupos a personas individuales quienes ,tienen su corazón abierto para el Señor. La masa misma, indiscutiblemente permanece sin Cristo, aunque viva en parte una vida religiosa. Porque los hombres aun dentro de la religión han procurado hacer sus propias obras y no las de Dios.

EL PERIODO DE LAODICEA

Es nuestro periodo. Damos esta conclusión debido a que todas las señales de ese período son claramente visibles. Co-

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menzó este período el año 1900, y durará hasta la segunda venida de Cristo. Se entiende que para hacer una demarca-ción específica del comienzo de este periodo es también difícil, al igual que resultó difícil demarcar el comienzo y fin periodo anterior. De todos modos, los teólogos toman por comienzo el año 1900 por dos razones. En primer lugar, en ese año, por pri-mera vez, se notó la decadencia de ese alto Espiritu y el en-friamiento del amor, cualidades que distinguían al periodo de Filadelfia. En segundo lugar, con ese atas comenzó el siglo xx, el que en la actualidad tiene todas las señales, que, de acuer-do a la carta, deben caracterizar este periodo. Tomemos, por ejemplo, la palabra <<Laodicea». Significa, como ya dijimos, «juicio de las naciones». Y, en efecto, nuestro periodo, como ningún otro, se distingue con estos «juicios de los pueblos». La ola de las revoluciones socialistas que se ex tendió por todo el inundo. Una constante lucha de los pueblos subyugados a voluntad del nacionalismo y socialismo; desór-denes, huelgas, guerras, no es otra cosa que el juicio de los pueblos contra los culpables que oprimían a los pueblos. Pero en este periodo se reveló también el juicio de los pueblos sobre el cristianismo muerto, Los pueblos no sólo lo están juzgando con el hecho de desligarse de él en masa, tornándose paganos, ateos, sino que lo destruyen en los lu-gares donde pueden. Así I ha ocurrido en Rusia, España, Alemania histieriana). Porque cuando el Señor prometió vo-mitar de su boca tal cristianismo, no es de extrañar que lo rechacen también los hombres. El cristianismo de hoy es semejante a esa sal que perdió su fuerza, por eso se la echa para ser pisoteada por los hombres (Mateo 5:13). El juicio de los pueblos de este periodo alcanzó también la materialización del judaísmo, el que pensaba que su oro lo protegería en todas las circunstancias. Pero la segunda guerra mundial demostré que el «becerro de oro» no puede salvar, cuando el verdadero Dios no socorre. Durante esa guerra más de un tercio de los hebreos murieron a manos del hitierismo.

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Tomando las iglesias actuales, aun de cimientos evangé-licos, ellos también en gran parte han perdido la fe y se han vuelto «modernistas». De otras iglesias ni hablemos; se han tornado paganas, y muchas veces aun peores que paganas. Hoy los «llamados» entran en la iglesia no en vestido de boda, sin la experiencia del nuevo nacimiento. En la actualidad aun los cristianos fundamentalistas portan lámparas sin aceite (Mat. 25:3). Aunque nominalmente evangélicos, han producido solamente formas externas de la iglesia, en la que de todos modos, no está el Señor de la iglesia, sino que permanece a la puerta. Están completamente satisfechos con su condición porque no buscan algo mejor. Y aun cuando a veces buscan, lo hacen únicamente en otros, no en si mismos. Ellos no ven su pobreza espiritual ni, su desnudez, porque no se averguen-zan ni se arrepienten. Resulta terrible con tan sólo pensar en la existencia de tales cosas. Sin embargo, este es el hecho, pues no pocos así llamados «cristianos evangélicos» son baila-rines, jugadores de cartas, miembros de clubs mundanos constantes en los teatros, fumadores, «moderados» bebedores, mezquinos, mentirosos, odiosos, estafadores, engañadores, etc. ¿Cómo puede estar Cristo en tales miembros? Claro que está a la puerta. Sucede esto porque el amor a este mundo y el amor a Cristo no pueden andar juntos, y por eso alguien debe quedar a la puerta: El mundo o Cristo. Algunos piensan que el mundo será guiado por la iglesia al camino de justicia; pero sucede al revés, la iglesia se desmoraliza con el mundo. Desafortunadamente, aun aquellos que advierten que sus lám-paras se apagan, no van a Cristo en busca de aceite (Apoca-lipsis 3:18), sino que van a los vendedores, es decir, a otras iglesias, y como consecuencia, el Señor nuevamente es dejado a la puerta. ¡Oh, Cristo despreciado! Te ha rechazado tu pueblo, te rechazaron los gentiles, por cuyas manos has sido crucifica-do, por último te ha rechazado también la iglesia. Pero a Dios gracias porque aun en este periodo hay grupos e indi-viduos, miembros que abren la puerta a Cristo y le dan en-trada en sus corazones.

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Recopilado por; Pedro Alcázares.

Digitalizado y cambio de formato; Pedro Alcázares

Canchunchú Viejo- Carúpano- Estado Sucre- Venezuela

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