lunes, 9 de junio de 2025

Historia de Carúpano de Tavera Acosta 4

Historia de Carúpano de Tavera Acosta 4

 


H — El capitán Baltazar Hernández y Francisca Brusco, Juan Bautista Hernández y Teresa de Moya, Francisco Antonio Hernández e Inés María de Andrade, Manuel Hernández Rodríguez, Benito Hernández Jiménez.

I — Juan José Ibarreta y Rosa Lozano, Juan José Ibarreta Lozano y María Florencia de Urreste, Capitán Julián Izquierdo, jefe de la guarnición de la plaza y su primera autoridad política.

J — Manuel Nicolás Jiménez Bravo y María de Acosta Campo y Navarro, José Trinidad Jiménez Bravo y Juana Florencia Hernández, Manuel Isidro, Francisco Dionisio y Jacinto Jiménez Bravo, Juan Centeno Rivilla, Bernardo Jiménez Goite.

L — Juan Manuel López de Brito y Ana Teresa Sánchez de Torres, Fernando de Lista y Rojas y Margarita Tillero, Bernardo de León y Bárbara Montaño, Pedro López de Arjona, Pedro Juan de López, Juan José de León y Mariana de Salazar, Máxima Francisca de León, Juan Gregorio de León y Manuela de Rojas, Juan de León Jiménez y María Candelaria González, Bernardo y Manuel López, Pbro. Maestro Juan Francisco Lo¬zano, el sargento Diego Antonio Lamela, Pedro José de León Valderrama y Rosa Cándida Martínez, Baltazar de León, Agustín López Villavicencio.

M — Manuel Millán González, José de la Mota y Bibiana Lozano, Juan José Martínez y María Manuela Vargas, José Ni¬colás Marcano y Rosa Casilda Benítez de Salas, Luis Nicolás Marcano y Rosa Ignacia Quevedo, Juan Antonio Marcano Que¬vedo y María Jesús de la Plaza Acosta (hija de Juan de la Plaza y de Juana Clemencia de Acosta y Espinosa), Carlos Martínez de Miranda y Marcano y María Manuela Bravo, Beltrán de Mu- jica y Jerónima Marcano, Manuel Marcano y Ana Rafaela Na¬varro Vallenilla, Francisco Antonio Marcano Navarro, quien en 1782 era capitán de la compañía de caballería de blancos en la isla de Margarita, José Joaquín Marcano y Bárbara Navarro Vallenilla, Blas Martínez y Juana Antonia González, Felipe Antonio Millán y Juana Isidora Gómez, Bernardo del Monte de León y María Eugenia Brusco, Antonio Márquez de Brito, Luis Rumualdo Muñoz Pérez y Antonia Jacinta González Bravo, Ma¬nuel de Medera y Juana Josefa de Rivera Acosta (hija del Sar¬gento Mayor Félix de Rivera y de Juana Josefa de Acosta), Juan Antonio del Monte y Petronila de Urbina Villalba, Juan Luis de Mujica y Luisa Antonia Pérez Suárez, Pbro. Manuel Matamoros, Diego y Juan Pablo Martínez de la Fuente, Rafael Méndez, Pedro Miranda, Pedro Felipe y Juan Miranda Gonzá¬lez, Nicolás Martínez, Manuel Marañán y Juana Barradas y Martínez, hermana de Isidro Barradas y Martínez, Francisco Antonio Martínez Sedeño, Felipe y Juan de la Mata, Pbro. Diego Antonio Muñoz, Juan Nicolás Mujica, Lucas Millán.

N — Teniente coronel Carlos Navarro Gómez de Saa y su esposa Lucía Vallenilla Gómez de Saa, Jacinto Navarro Va¬llenilla y Juana Tomasa de la Cova, Domingo Navarro Vallenilla y Bárbara de Guevara, Carlos Navarro Vallenilla e Isidora Ga- lerí, José Rafael Navarro Vallenilla y Juana de Guevara, her¬mana de Bárbara, José Manuel Navarro Guevara, quien casó después con su prima Francisca Lucía Marcano Navarro, Pascual Navarro Guevara y Rafaela Olivier Marcano,18Francisco Na¬varro y María del Carmen Ruiz, Bartolomé Muñoz, Escribano Público y de Real Hacienda, y Josefa de Urbaneja, Juan de la Nao, Lorenzo de la Nao y María Prudencia González, Pedro de Nobriega, Melchor Núñez e Isabel García Pérez.

O — Nicolás de Oliva y Dominga Manuela de Arrioja, Pedro Celestino de Ocampo y Fernanda Lucía Centeno, Francisco Ortiz de la Peña e Isabel de Rixos, Bernardo Olivier y Rita Marcano Navarro, Bernardo y Manuel Olivier Marcano.19Diego Olivera, Juan Bautista Ordosgoiti Atuel e Isabel de la Plaza, Martín Ordosgoiti.

P — José Antonio de Peraza, Felipe de la Plaza y María Lucía de Peraza, Manuel Peña Hernández y Juana Jacinta Gon-zález Cabrera, Simón Pérez y María Asunción de Córdova, Pedro Palma y Bárbara de Rivera, Juan Antonio Pereira y María Mar¬tínez, Juan Antonio, Pedro y Matías de la Plaza, capitán Custo dio Pérez y Melchora Suárez, Juan Francisco del Pino, Bernardo y Francisco Placeres Rivera, Domingo García Paredes, Pbro. Tomás Jerónimo Peruena.

Q — Valerio de Quesada y Juana Santos.

R — Manuel de Rojas y Francisca Antonia Méndez, Juan Francisco Ruiz e Inés María Méndez, José Antonio Rengel y Francisca Antonia Casanova, hermana del Pbro. Pedro José de Casanova, Cura doctrinero del pueblo de Casanay, Juan Ro-dríguez de Sosa, Clemente de la Riva y Bárbara María Díaz, Pedro Mateo de Rivera Jiménez y Juana María Brazón, Juan de Rivera Jiménez y Ramona de Jesús Acosta Campo Lázaro Rivilla, Baltazar Rodríguez y Feliciana de Villalba, José Manuel de Rojas y María Jesús Salas, Juan Narciso Rodríguez, y Rufina de Nobriega, Pedro Tomás de Rojas y Rosa Centeno, Manuel de Rixos y Magdalena Guilarte, Pedro Antonio de Rivera Mar¬tínez y Petronila González, Francisco Rivera y Antonia María Fernández, Pedro Pablo Rivera Martínez, Miguel e Isidoro de Rivera, Pedro de la Rivera de la Carrera, Pedro de Rivas Díaz, Pedro Rivera Fernández, Juan Manuel y Francisco de Rojas, doctor José Gervasio Rodríguez de Astorga y Carrera, abogado.

S — Manuel Valerio de Sosa y Romualda González, Fray Luis José Suárez, Juana Josefa de Sosa, Capitán de Artillería Manuel Sánchez Ramírez de Arellano y María Isabel de Alcalá, José Antonio Sánchez Zabaleta y Margarita Valdivieso, Antonio Sánchez e Isabel Teresa Martín, José Nicolás Salazar Navarro y Rosa de Vetancourt Figueroa y Alcalá, Carlos José de Salazar Navarro y Francisca Brusco de Rojas, Luis y Manuel de Salazar Navarro,   José Antonio de Sotomayor, Félix Soto.

T — Manuel José de Torres y Juana Manuela Sánchez, Manuel José Torres de Sánchez y María de Goite, Martín Tineo y Luisa Navarro, Cruz Tineo Navarro e Isabel de León Rojas, José Maria Torres González, Antonio del Toro, Juan Paulino y José Tineo Navarro, Luis Tineo.

U — Luis Mauricio de Urbáez e Isabel Márquez de Brito, Félix de Urbáez y Juana Rivilla, Juan Antonio Urbáez y Maria González, Diego de Urbina y Petronila Martinez, Manuel Urbano del Rosal.

V — Capitán Silvestre Valdivieso y Narcisa Pereira, Matías Versal, quien fue Teniente Justicia en 1765, casado con Rosa Rúi Sotillo, Marcos J. Vásquez e Isabel María Marcano, Domingo Valderrama y Bibiana Brito, Pedro de Vallenilla, Juan de Valdivieso y Josefa Gabriela de Moya, Capitán Sebastián Velásquez y Candelaria Caraballo, Pascual de Villarruel y Juana Díaz, José Antonio Valdivieso y Margarita Gómez, Manuel José Vásquez y Juana de Rixos, Alonso Vásquez y Juana Mar- chán Lorenzo de Vargas y Luisa Josefa Brusco de Rojas, Nor¬berto Vargas Brusco, Juan Luis de Villagomez González y Cle¬mencia López de Arjona y Arismendi, José Antonio Verjel, Juan Francisco Valderrama González y Catalina González de Rojas, Alberto Valderrama, Francisco Vivó, Tomás Vásquez.

Y — Melchor y Andrés Yanes.

Z — Francisco de Zúñiga y Pumar y Ana Antonia García de Velásquez, Manuel de Zaza y Roque, Juan Bautista de Zúñiga y García, Carlos de Zúñiga y García y Antonia Jacinta Guilarte.

Por supuesto, fácilmente comprenderá el lector que en las listas que constan en este y en el precedente Capítulo, no están incluidos los indios, los morenos libres, los negros libres, ni los esclavos.

Cuarenta y dos años más tarde de haber sido fundado Carúpano en parroquia eclesiástica (1742) habilitóse su puerto (1784) para el comercio de cabotaje, y se creó el puesto de Administrador de la Real Hacienda. Este cargo fue desempeñado así:

Juan Francisco Ruiz    1784-1791

José Miguel Alcalá Sánchez    1791-1810

La tercera iglesia que se edificó en Carúpano, o sea la que actualmente existe, empezó a levantarse en 1803, en tiempos del Pbro. Maestro Juan Francisco Lozano, a consecuencia del estado ruinoso en  que había quedado cinco años atrás la que se construyó bajo la dirección del Pbro. Bachiller José Francisco García del Águila Alcalá.

En el transcurso de casi un siglo, es decir, desde 1773 hasta 1869, no visitó a Carúpano ningún otro Prelado. Debe recordarse que el Illmo. Obispo doctor Jiménez Pérez había estado allí en aquel año. Tocóle al Illmo. doctor Arroyo y Niño Ladrón de Guevara hacerlo por vez primera en 1869. El episcopado de este ilustre sacerdote venezolano duró desde 1856 hasta 1884, año en que falleció en la capital de la Repú blica. El visitó la parroquia de Santa Rosa de Carúpano cuatro veces, así: en 1869, 1875, 1880 y 1884.

Después la visitaron también: el Illmo. Obispo doctor Manuel Felipe Rodríguez, en 1886, y el Illmo. Obispo doctor Antonio María Durán, todos Ordinarios de Santo Tomás de Guayana, cuya Diócesis fue creada el 20 de mayo de 1790 por su Santidad Pío VI, a petición del Rey de España.

El episcopado del Illmo. doctor Rodríguez duró apenas doce meses, pues falleció al año siguiente de haber sido consagrado. El del doctor Durán desde 1891 hasta 1917, año en que murió en Ciudad-Bolívar, asiento de la diócesis. Monseñor Durán visitó a Carúpano en varias ocasiones y fue eminentemente apreciado entre sus diocesanos.

Al Obispo Durán sucedió el Illmo. Obispo de Claudiópolis, doctor Sixto Sosa, quien gobernó como Vicario Apostólico primero, y luego como Obispo titular de Santo Tomás de Guayana. También visitó a Carúpano.

Véase una relación de los Obispos titulares y Gobernadores que ha tenido dicha Diócesis desde su fundación hasta el año de 1923:

Primer Obispo, doctor Francisco de Ibarra, desde 1792-1798

Segundo Obispo, José Antonio García Mohedano 1800-1804

Tercer Obispo, José Ventura y Cabello, quien no fue preconizado y ejerció como Gobernador .. .. 1804-1817

Sucedióle el doctor Remigio Pérez Hurtado, como Provisor y Gobernador   1817-1823

Maestro Martín de la Cova (Este gobernó desde Cumaná)     1823-1829

Doctor Mariano Talavera y Garcés, Obispo de

Trícala, como Vicario Apostólico       1830-1842

Cuarto Obispo, Mariano Fernández Fortique .. .. 1842-1847

José Leandro Aristeguieta, como Vicario Capitular    1847-1856

Quinto Obispo, doctor José Manuel Arroyo y Niño Ladrón de Guevara       1856-1884

Dr. J. A. Ramos Martínez, Provisor y Vicario

General            1866-1868

Doctor Juan Francisco Avis como Vicario Capitular  1884-1886

Sexto Obispo, doctor Manuel Felipe Rodriguez .. 1886-1887

Doctor Juan Francisco Avis como Vicario Ca¬pitular, gobernador   1887-1891

Séptimo Obispo, doctor Antonio María Durán .. .. 1891-1917

Doctor Sixto Sosa, Obispo de Claudiópolis, como Vicario Apostólico          1917-1918

Octavo Obispo, Dr. Sixto Sosa           1919-1923

Doctor Adrián María Gómez, Vicario Capitular, como Provisor        1923-1924

En 1922 fue creada la Diócesis de Cumaná, compuesta por los Estados Sucre (Cumaná) y Nueva Esparta (Margarita) y electo el Illmo. Doctor Sosa primer Obispo de ella. Fue consagrado en Caracas por el Arzobispo de Cálcido Illmo. Doctor Felipe Cortesi, Nuncio Apostólico de S. S. Pío XI, en 1923, entrando a ejercer sus funciones episcopales el l9 de noviembre de ese año. En sustitución del doctor Sixto Sosa, fue electo el doctor Miguel Antonio Mejias, noveno Obispo de Guayana, quien fue preconizado también en ese mismo año.

Los más dilatados episcopados que hasta ahora ha tenido la Diócesis guayanesa, fueron el del Obispo Arroyo y Niño, que duró 28 años, y el del Obispo Durán, veintisiete.

Muy descuidada anduvo la instrucción entre los moradores de Carúpano, de tal suerte que los que aprendían a leer y a escribir lo hacían en sus propias casas, sin recurrir a ninguna escuela porque no la había. La primera que de primeras letras se fundó, fue en 1783, bajo los auspicios particulares de Jacinto Navarro Vallenilla, y la regentó Luisa Brusco, hermana del Pbro. del mismo apellido, que era cura y vicario de la Parroquia.

 

CAPITULO IV

1797-1806 — Primeros movimientos de emancipación en Venezuela — Revolución de Gual y España — Carúpano estaba en el plan — Avanzado programa de Gobier¬no — Aborta la conspiración — Sacrificio de España y de otros — Ultimas palabras del Proto-mártir — Los complicados — Muerte de Gual — Otro intento de suble¬vación — Sus promotores — Se desbarata el proyecto — Sentencias — Ataques de naves inglesas al puerto de Carúpano — Francisco de Miranda — Sus dos expediciones — Combate naval en Ocumari — Fracaso — Nuevo ataque a Carúpano — Valiente defensa de las autoridades — Continúa el ideal revolucionario.

Cuando la conjuración de Manuel Gual y José María España, abortada en Caracas y La Guaira el 13 de julio de 1797, fue Carúpano, que se sepa, el único pueblo del resto del país, en donde algunos de sus moradores estaban en el secreto de la empresa, o por lo menos simpatizaban con ella y maquinaban sigilosamente en espera del mes de enero de 1798, fecha fijada para dar el grito de insurrección, y entonces proceder abiertamente.

Reuníanse los que aspiraban a un cambio de instituciones, entre ellos Domingo Navarro Vallenilla, Juan Bautista de Alcalá Sánchez, José Nicolás Salazar Navarro y Juan de la Nao, ora en la morada del primero de los nombrados, ora en la del cura párroco Maestro Juan Francisco Lozano. Pero denunciado en Caracas el complot, el Mariscal de Campo Pedro Carbonell y Pinto Vigo, que era el Capitán General de Vene¬zuela, lo frustró completamente; habiendo llegado a poco las nuevas a Carúpano, los que simpatizaban con la trama se vieron precisados a asumir la actitud de prudente expectativa que tan graves circunstancias requerían. Es sensible que no hayamos podido obtener los nombres de todos los que se reunían como de tertulia en el hogar de Navarro y en la casa del Pbro. Lozano.

Para saber de la trascendencia de esas primeras mani-estaciones en pos de un Gobierno independiente de la Corona de Castilla, a las cuales prestó gran aliento la propaganda verbal de Juan Bautista Picornell, reo político quien se hallaba en La Guaira, desterrado por el Gobierno de la Península, baste decir que, además de que su bandera llevaría los colores blanco, azul, amarillo y rojo, traía el mencionado proyecto de revolución en los cuarenta y cuatro artículos que componían su programa, las siguientes declaraciones: independencia política de las Colonias; soberanía popular y no la de los reyes; igualdad legal de todos los ciudadanos; garantía de la vida y de la propiedad, no como una gracia sino como un derecho; la inviolabilidad del hogar; la abolición de la esclavitud y del fuero personal; la libertad de la prensa; y otras garantías más, que evidenciaban lo avanzado de las ideas que animaban a los promotores, influenciados por las de la gran Revolución Francesa.

José María España, que había logrado escapar, así como su compañero Manuel Gual, después de haber salido de Venezuela y peregrinado por Curazao, San Thomas, Santa Cruz, San Bartolomé, Guadalupe y Trinidad, regresó de oculto al país, en enero de 1799. Permaneció escondido en La Guaira, hasta que a principios de mayo cayó en manos del Gobierno, quien había ofrecido hasta doce mil pesos por su captura. A los pocos días (8 de mayo de ese año) pagaba con su vida el noble empeño. Atado a la cola de una bestia de albarda fue conducido al cadalso, que se levantó en la actual plaza Bolívar de Caracas. Allí se le ahorcó, y después de muerto fue decapitado su cadáver y descuartizado.

Así murió el primer mártir de la emancipación venezolana, condenado como reo de lesa majestad por la legislación de la época.

Al marchar al patíbulo dijo España: No pasará mucho tiempo sin que mis cenizas sean honradas. Y así aconteció. Al declararse la Independencia nacional, fueron honradas las cenizas del mártir, tocándoles a sus hijos José María y Pru¬dencio España, ir de abanderados en el gran día de la Patria, o mejor dicho, el 14 de julio de 1811.

Tras la ejecución de España, fueron asimismo ahorcados los siguientes comprometidos: José Rusiñol — Agustín Serrano José Manuel Pino — Narciso del Valle — Juan Moreno. 

En esa revolución hubo muchos complicados, como que pasaron de ciento, entre ellos 25 europeos, 49 criollos, 28 mili-cianos, 23 vecinos, 13 militares, 6 empleados fiscales, dos inge-nieros y dos sacerdotes.J

Véanse algunos de los principales comprometidos en Caracas y en La Guaira:

Manuel Gual y José María España, quienes fueron los promotores.

Los comerciantes Manuel y José Montesinos y Rico, Juan Javier de Arrambide, Vicente Estrada, Francisco Grana, Francisco González y Francisco Javier de Aranzamendi. El doctor Luis Tomás Peraza, abogado, el doctor Pedro Canibens, médico, casado en La Guaira con Joaquina España, hermana de José María, Domingo Sánchez, hermano de Joaquina Sánchez, la esposa de José María España, Nicolás Ascanio, los ingenieros Patricio Ronan y Juan Artigues de Condé, Manuel España, Martín Goenaga, José Francisco Oramas, Bonifacio Amezgaray, Martín Amador, Juan José Mendiri, Miguel de la Ruleta, los Pbros. doctor Juan Agustín González y Tomás Sandoval, Joaquín Sorondo, Pedro Romero y Vicente Diez de la Fuente.

Manuel Gual, después de pasar por Curazao y otras Antillas, se quedó residiendo en Trinidad, donde continuó alentando el ideal revolucionario, apoyado por su amigo el coronel Sir Thomas Picton, que era el Gobernador de la isla, y secundado por su compañero Juan Manzanares. Púsose en comunicación con el general Francisco de Miranda, a la sazón en Londres, y con algunos simpatizadores que existían en Carúpano. Dos meses después del cadalso de su compañero España, escribía el 12 de julio a Miranda, llamándole para que se pusiese al frente de la revolución y para que fuese el salvador de su patria. Al mismo tiempo se dirigía al Pbro. Lozano, en Carúpano, en correspondencia que, según unos, fue interceptada en Río Caribe por las autoridades, y, según otros, fue entregada por el mismo párroco a las de Carúpano.

Esa correspondencia consistía en un Diálogo entre un patriota y un miliciano de Costa Firme, un Apólogo del aldeano y el borrico, una Exhortación de Gual a los americanos, una carta y una esquela para el Pbro. Lozano, más un diseño de la bandera de la Revolución. Fue portador de tales documentos el joven Manuel España, quien fue aprehendido en Río Caribe y enviado a Cumaná, de donde fue remitido por el Gobernador de la Provincia, Vicente de Emparan y Orbe, al Capitán General de Caracas, Guevara Vasconcelos. Manuel era hermano de Andrés España, ambos nativos de Angostura (Guayana) e hijos de José María España, Teniente de Gobernador de la Provincia orinoqueña, y de su esposa Bárbara Bonalde y Robles, hermana de Sebastián y de Cristóbal Bonalde y Robles ; pero ignoramos si tendría algún parentesco con el protomártir España.

Gual pensaba desembarcar por Carúpano y, según sus palabras, el día de su arribo a ese puerto, “cantarían el Te-Deum, habría sermón y empezaría la emancipación de toda la América”.

Fue Manuel Gual hijo de Mateo Gual y Pueyo, Gobernador que había sido dos veces de la Provincia de Cumaná. Este coronel Gual y Pueyo fue el fundador en Venezuela, de la familia que lleva su apellido. Inés, una de sus hijas, contrajo matrimonio en Cumaná con Juan Bautista Vallenilla Salaverría. Viudo el Gobernador Gual, casó en segundas nupcias con Teresa Sucre Urbaneja, hermana del padre del que fue más tarde el Gran Mariscal de Ayacucho. Para los sucesos de 1799, era su hijo Manuel, Capitán retirado del Batallón veterano, en el cual había servido por más de treinta años, empezando desde la clase de Cadete. Vivía Manuel Gual con su familia en Santa- lucía, de cuyos valles era una de los más importantes hacendados. Según las señales fisonómicas publicadas por el Gobierno de la época, cuando se hallaba proscrito y pregonada su cabeza, era de estatura regular, bien formado y de completo aire militar. Ojos pardos y vivos, color trigueño, boca grande, poblado de barba, frente espaciosa y con entradas, y piernas bien formadas. Era persona de modales cultos y hablaba bien y con mucha propiedad. Su edad para 1799: cuarenta años, antes más que menos.

En su constante propaganda revolucionaria, falleció en San José de Oruña (Trinidad), el 26 de octubre de 1800, envenenado, según se dijo, por orden de las autoridades de Tierra Firme, quienes dieron encargo a un tal Vallecilla, sujeto adecuado al infame cometido.

Tal era, seguramente, la importancia que esas autori¬dades asignaban al carácter resuelto y a la inteligencia de Gual, que si en realidad resolvieron arrebatarle la vida, fue para extinguir con ella el foco permanente que caldeaba el ambiente  emancipador en las costas orientales de Venezuela, proveniente de la vecina Antilla, donde él residía.

Fueron compañeros de Gual en la propaganda, además de Picornell: Cortés Campomanes, Juan Manzanares y el ciru¬jano e ingeniero español Francisco Iznardi, quien so color de hacer plantaciones de algodón, se había trasladado a Güiria, donde levantó un mapa de la Provincia de Cumaná.

Como se verá, el fracaso de la intentona de 1797, no fue óbice para que se continuara con tesón en los propósitos revo-lucionarios. Así, en efecto, a raíz del suplicio de José María España, el 8 de mayo de 1799, trataron algunos individuos de proclamar en Maracaibo las formas de un Gobierno repu¬blicano, el 19 del mismo mes de mayo. Para la noche de ese día contaban los promotores del movimiento subversivo con la cooperación del sub-teniente Francisco Javier Pirela, nativo de la ciudad y en servicio de la guarnición de la plaza.

He aquí el historial de esa tan poco conocida página de nuestra vida nacional.

Hacía pocos días que habían arribado al puerto de Maracaibo, tres naves llamadas Bruto, Patrulla y Arlequín. Esta última era una goleta inglesa que habían apresado las dos primeras, que eran corsarios franceses. Todas entraron a la bahía enarbolando el pabellón de Francia, a la sazón en guerra con Inglaterra.

Era capitán de la Patrulla, Agustín Gaspar Bocé, de la Bruto lo era su hermano Juan Gaspar Bocé, naturales de Santo Domingo, de donde habían salido en recorrida. Capitán de la Arlequín había sido nombrado José Romain, también francés.

Quizás los hermanos Bocé presenciaron los últimos instan-tes de España, y horrorizados se darían por consigna promover cualquier demostración en el primer puerto a donde arribaran después de su salida de La Guaira.

El caso fue que se pusieron de acuerdo con el referido Pirela, para dar el grito de rebelión en la noche de aquel día 19. Al efecto, debían poner fuego a una casa de la ciudad, a fin de aprovechar la confusión y el que los moradores tuvieran fija la atención en el incendio, para adueñarse del cuartel. Mas parece que a Pirela le entró temor y dejándose de ruidos, denunció la confabulación al Gobierno, pocas horas antes de la señalada para estallar.

En consecuencia, las autoridades procedieron con toda actividad, y a poco no sólo se hallaban presos Pirela y los her-manos Bocé, sino también otros muchos, más cincuenta y seis individuos de la tripulación de las tres naves.

Abierto el juicio de conspiración contra ellos, la Real Audiencia de Caracas dictó sentencia con fecha 30 de julio del siguiente año. En ese fallo dispuso aquel alto Cuerpo, lo siguiente: que Pirela fuese ejecutado, logrando, no obstante, salvar la vida, en mérito de su delación antes de consumarse el movimiento; que los hermanos Gaspar Bocé fuesen conducidos a los presidios de Puerto Rico, encadenados y con grillete al pie, por el tiempo que quisiera el Rey; que José Romain y Fran¬cisco Mequiant sufrieran igual condena; que Antonio Duplesis, Miguel Labat, Juan Bautista Aimet y José María Gautier, fuesen remitidos a los mismos presidios por ocho años y con cadena al pie; que José Francisco Suárez y Juan Chualpá, sufriesen idéntica pena; que la tripulación fuese expulsada para Curazao; y que las tres embarcaciones quedasen confiscadas por el Gobierno.

Mientras ocurrían tales sucesos, la guerra entre España e Inglaterra continuaba; y el señor Capitán General Guevara Vasconcelos, quien había sustituido al Mariscal de Campo Carbonell, decía al Ministro de la Guerra, refiriéndose a Carúpano  y a los ataques de corsarios ingleses a ese puerto que era “el punto que había sido más atacado por los enemigos”, al igual de lo que hacía más de medio siglo había ya ocurrido.

En efecto, en 1801 sufrió Carúpano cuatro ataques por parte de naves de guerra inglesas. En el mes de enero de ese año se presentó a la vista del puerto el bergantín Elizabeth, el cual conducía oficiales, tropa y equipajes de un regimiento inglés, y fue apresado por las autoridades militares, cuya comandancia desempeñaba allí el capitán Julián Izquierdo, quien tenía bajo su mando, además de la guarnición veterana, al jefe de las milicias blancas capitán Baltazar Hernández, y al capitán margariteño Jerónimo Vásquez, jefe de la compañía de pardos.

En mayo siguiente el bergantín Scorpión y una goleta de la misma nacionalidad que el Elizabeth,que hacían el crucero de las costas venezolanas, llegaron hasta el puerto dando caza al bergantín-correo Cupido, cuyo capitán Jacobo Auli, huyendo a toda vela lo varó en la misma playa, mientras el capitán Izquierdo y la guarnición abrían el fuego desde tierra sobre los corsarios, quienes al fin poniendo proa a la mar se retiraron sin haber logrado su propósito.

Semanas más tarde, en el mes de agosto, hicieron una nueva tentativa, que también fue rechazada; y, finalmente, el 13 de octubre siguiente volvió a presentarse el Scorpión acom¬pañado de dos goletas. Mas como quiera que desde el 10 se habían visto cruzar las aguas del puerto dichas naves, Izquierdo se encontraba alerta y preparado. En la playa se hallaba situado el sargento veterano Diego Antonio Lamela con once soldados; el capitán Vásquez con catorce en la boca del río (Tío Pedro) y el cadete José Antonio de la Plaza, con otros diez de retén en la loma divisoria entre el puerto y la boca del río, mientras él quedaba con diez soldados en el cuartel, situado cerca de la plaza de la iglesia. El 13, antes de amanecer, desembarcaron los ingleses por donde estaba Vásquez y atacaron. Al oir el fuego Izquierdo salió en refuerzo; pero cuando se acercaba donde estaba Plaza, ya los ingleses habían rechazado a Vásquez y al mismo Plaza y tenían ocupadas algunas casas del poblado. Obraban activamente los invasores. Entonces Izquierdo repliega, forma un solo cuerpo y ataca con denuedo.

Los ingleses se defienden a pie firme, contraatacan y logran desorganizar a los contrarios, pero no persiguen. Izquierdo resulta herido; mas se hace montar en una muía y sigue com¬batiendo. Ocupa el cerro donde hoy está el faro y asimismo el de La Vigía. Los corsarios acometen sobre ambos puntos y se apoderan de ellos. Izquierdo se retira hacia la plaza de la iglesia.

Allí se encuentran ya reunidos muchos vecinos. Dispone el Capitán que Hernández marche por el camino de la Sabaneta a tomar el Faro, y que Vásquez se sitúe en la Laguna, para hacer frente a los de La Vigía. Los ingleses cargan y empujan a Vásquez y a Hernández y vuelven a sus posiciones. Interin las naves pasan de Tío Pedro y fondean en el puerto. Como a las diez de la mañana cesa el fuego y los invasores enarbolan bandera blanca. Izquierdo envía a Juan Manuel de Brito Sánchez a saber lo que quieren. El oficial inglés que hace de jefe, pide que le entreguen las armas en el término de una hora y que de no hacerlo así, pasará a cuchillo a todo el pueblo. Izquierdo y sus compañeros rechazan la petición y se aprestan a seguir de nuevo la lucha.

Como medida de previsión, desde el 10 en que se vieron las naves, Izquierdo había pedido apoyo de hombres al cura párroco de San José, Fray José de Mallén, y enviado postas a avisar la ocurrencia al comandante militar de Cariaco y al Gobernador de Cumaná Vicente de Emparan y Orbe.

Con el refuerzo de los vecinos aumenta el número de los defensores a unos doscientos. Izquierdo envía a Lamela en auxilio de Vásquez, con más hombres y con orden de no atacar hasta que él no lo hiciera sobre los del Faro, hacia donde salió por La Sabaneta, llevando a Plaza y al Capitán Hernández. En esto vuelven los ingleses a levantar bandera de parlamento. Vuelve el mismo comisionado a saber lo que pretenden. Regresa a poco con la nueva de que los invasores se retirarán después de hacer algunas provisiones. Más parecía aquello una jugarreta de desocupados que un combate a muerte. Ignoramos cómo hubieron provisiones. El documento de donde extractamos estas notas no lo dice; pero sí asegura, que en efecto, después que los ingleses hicieron algunas provisiones, se embarcaron en sus botes, los cuales habían venido como a buscarlos, regresaron a bordo llevándose algunos heridos y dejando tres muertos enterrados.

Sin contar los vecinos que se incorporaron, al decir del mismo Izquierdo, la guarnición a sus órdenes constaba de sesenta y dos soldados de infantería, diez y ocho de artillería, ocho de caballería, la partida del sargento Lamela compuesta de once y en los destacamentos cuarenta y seis; pero para la primera arremetida de los ingleses sólo pudo oponer cuarenta y cinco. Los invasores desembarcaron de ochenta a noventa hombres de tropa y de marinería.

El Capitán José de Torruellas, jefe militar de Cariaco, envió en apoyo de Izquierdo doscientos diez hombres al mando del teniente José Serrano; pero al llegar a Casanai supo éste el reembarco de los ingleses y regresaron a su cuartel. De Cumaná pasaron a Carúpano, a donde llegaron por tierra dos días después de la salida de los invasores, el capitán del cuerpo veterano de la Provincia Francisco Sucre Urbaneja, el ayudante Manuel Villapol y el subteniente Pedro de Flores.

Lo desairado de la defensa hecha por Izquierdo, lo atribuye él a su herida y a lo bisoño de sus hombres, quienes se desorganizaron a las primeras descargas. Además de Iz¬quierdo, resultaron heridos Antonio Faustino, quien murió luego, Juan Acevedo, José Malavé, Javier Velásquez y Martín Reyes. Se hallaron en esa acción junto con Izquierdo, los siguientes individuos de la guarnición: Diego Antonio Lamela, Pedro To¬más de Rivera, Lucas Millán, Juan Manuel de Rixos, Francisco del Castillo, Pedro Morales, José Antonio de la Plaza, José Vielma, Antonio Núñez, Pedro de Nobriega, Ignacio Navarro y Gabriel de Guevara. También estaban allí, los paisanos José Nicolás Salazar Navarro, Juan Manuel de Brito Sánchez y Francisco Antonio Marcano Navarro, los capitanes de pardos, Manuel Reyes y Antonio Jerónimo Vásquez y Manuel Figueras, Eugenio Ocampo y Marcos García, distinguiéndose especialmente Hernández, Vásquez y Lamela, según se lee en el parte detallado de la acción.16Tras esa función de guerra el capitán Izquierdo sale para Caracas a dar cuenta al Capitán General Guevara y Vasconcelos, dejando a Cayetano Speranza encargado del Gobierno, pues además de ser Teniente Justicia Mayor y Subdelegado de la Real Hacienda, asume también la jefatura militar de la plaza.

El sacrificio de España y la muerte de Gual en nada aminoraron el ideal de independencia política, acariciado por muy contados espíritus selectos. A poco el venezolano Francisco de Miranda, quien en Europa venía desde 1785 17preconizando el mismo ideal, organizará sus expediciones militares tendientes a la realización del objetivo. Así, en 1806, emprende la primera dirigiéndose a las costas centrales de Venezuela. Pero esa primera expedición fracasa en el combate naval librado frente a Ocumari de la Costa, el 28 de abril de ese año, y no el 25 de marzo como erróneamente se ha publicado. Miranda llegaba con unos ciento y tantos hombres en el bergantín Leandery en las goletas Bacchusy Bee. Desde el 23 de ese mismo mes ya los gobiernos de Venezuela y Nueva Granada estaban listos para rechazar la invasión. En aquel triste día de Ocumari no sólo fue derrotado el Leander, sino que también cayeron en manos del Gobierno de Caracas las dos goletas. Las naves vencedoras fueron el bergantín Argos, comandado por Joaquín Blanco Maldonado y la goleta Celozo. Un completo desastre en el cual resultaron prisioneros 58 de los invasores, o sea la tercera parte de los expedicionarios. Después se supo que culpables fueron de la pérdida de hombres y de barcos, las inoportunas órdenes de Thomas Lewis^ capitán del Leander,para hacer fracasar la expedición de Miranda.

Demás está decir que también se perdió todo el material de guerra, etc., que había a bordo de la Bacchusy de la Bee.

Los prisioneros fueron conducidos en el Argos a Puerto Cabello, a donde llegaron el 30 de abril y fueron encerrados en el castillo de San Felipe, hoy Libertador. Diez de ellos fueron fusilados en la explanada de la fortaleza el 21 de julio siguiente, quince condenados a diez años de presidio en las fortificaciones de Omoa; catorce a igual condena en los presidios de Puerto Rico; y diez y nueve a ocho años en las fortalezas de Cartagena de Indias.

Los nombres de los diez sacrificados son: Comandante Tomás Donahue; capitanes Jaime B. Gardiner, Gustavo Adolfo Bergood, Tomás Billop y los tenientes Carlos Johnson, Daniel Kemper, Juan Ferris, Miles L. Hall, Jorge Ferguson y Pablo George. Todos ellos norteamericanos, a excepción del último, que era portugués, y de Bergood, de nacionalidad polaca.

Dignas por cierto serán de recordarse siempre las últimas palabras de este polaco entusiasta de la libertad, cuando mar¬chaba al patíbulo a la vez que quemaban la bandera amarilla, azul y roja, que había enarbolado Miranda:

—Nuestra Causa no tardará en triunfar y esa bandera que hoy va a ser quemada, flotará victoriosa en este mismo sitio. 

Tres años y medio más tarde decía Pedro Domingo Morillo, al expirar en el cadalso levantado en La Paz, Bolivia:

—La antorcha que dejo encendida nadie la podrá apagar.

Pedro Domingo Morillo es el primer americano del Sur que después de Miranda, dio el grito de independencia y libertad, el 16 de julio de 1808.

Al día siguiente del combate en Ocumari de la Costa, amanece el Leanderfondeado en Bonaire, (Buinari) de donde se dirige conduciendo a Miranda a la isla de Granada, primero, y después a Barbadas y finalmente a Trinidad. Aquí aumenta el número de sus buques de guerra, protegido por el Vice Almirante Cochrane, adquiere mayor material de campaña y se le incorporan otros expedicionarios. Tenaz en su empresa, sale Miranda a fines de julio de ese mismo año con cerca de trescientos hombres, en las siguientes naves: Leander, Lily, Express, Prevost, Attentive, Comodoro, Barry, Trimmer, Bac¬chant, Buldog, Dispatchy Mastif.Desembarca en la Vela de Coro el 3 de agosto y llega hasta la ciudad fundada por Juan de Ampies.

Pero esta segunda expedición, compuesta en su mayoría de elementos extranjeros que ningunas vinculaciones tenían en el país, a pesar de ser muy superior a la anterior y estar al parecer apoyada por Inglaterra, también estaba condenada al fracaso. Desgraciadamente, no preparados todavía los pueblos de Venezuela para la emancipación, no correspondieron a los reclamos del Precursor. Acaso si hubieran desembarcado por las costas orientales habrían podido hacer mayores incursiones en el país.

Acompañaron en esa expedición a Miranda, entre otros, los siguientes individuos:

Barent Roorbach, el Conde Gastón de Rouvray, William Armstrong, Tomás Mollini, George W. Kirkland, Jeremías Powell, Dr. J. Davie, Sam Scofield, cirujano, Abraham Judale, cirujano, James F. Ledlie, William Lowdon, Daniel R. Durming, R. Hudddley, William E. Smith, William Newton, John Oxford, William Gage Hall, Robert Me Kull, David Burnet, William Horsack, Robert Clark, Thomas Lewwis, Samuel Ogden, James Bigg, Charles Bevington, Peter Rose, Henry Sands, Joseph Spalding, Robert Roscow, Isaac Robinson, Alex Bruce, Esteban Smith, Sam Price, Benjamin Nicholson, Robert Rains, David Shenton, Hugo Smith, William Pride, John J. O’Sullivan, Phineas Raymond, Robert Saunders, Moses Smith, John Scott, John H. Sherman, John Pompey, John Parselies, Johen Stedman, Thom Morre, James Adrien, Daniel Orme, Horace Hateway, Frederik Reggers, David Wington, William Cart Wrigth, Benjamin Davis, 

Abraham Head, Joseph Heckle, Pompey Grant, Elery King, William Long, Bénnet B. Negus, Daniel Newbury, William Lippincott, Henry Ingersol, David Heckle, Daniel Mac Kay, John Edw Moor, Peter Naulty, James Grant, Thomas Gill, John Elliot, John Hays, John Edsall, Marhew Buchanan, Stetphen Burtis, John Burk, Edward Yates, Joseph Bennet, Eaton Burlinghan, William Burnside, Blakesley, Fitz William, Allison, Downw, Bedingfield, Hestler, Belhay, Lepresier, Desson, Loppenhot, Delaway, Spearing, Sopperihot, Shannon, etc.

 

En la última expedición vinieron también Andrés España, Domingo Sánchez, J. Casañas, José Montesinos y Rico, Carlos Manuel Piar, Carlos Cañero, el indio León y Cayetano Farfán.

En el interregno de esas dos expediciones volvió el Scorpional puerto de Carúpano y trató de desembarcar fuerzas; pero la guarnición apoyada por los vecinos ocuparon las alturas cercanas y rechazaron a tiros de cañón y de fusil a los ingleses. En la refriega, que por parte de los de tierra sostuvo principal¬mente el capitán Antonio Jerónimo Vásquez, quien se distinguió por su arrojo, murió Jerónimo Valderrama y resultó herido José Rafael Navarro. 

Nota: La idea es recuperar el documento lo más que se pueda de manera digital, para que pueda ser aprovechado por los estudiantes de carupaneros y personas interesadas.

Pedro Alcázares; con el uso de las nuevas tecnologías se puede hacer mucho. Todas las imágenes son de mi propiedad. Carúpano 09/06/2025. a las 05:47 a.m.

  























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