Historia de
Carúpano de Tavera Acosta 4
H
— El capitán Baltazar Hernández y Francisca Brusco, Juan Bautista Hernández y
Teresa de Moya, Francisco Antonio Hernández e Inés María de Andrade, Manuel
Hernández Rodríguez, Benito Hernández Jiménez.
I
— Juan José Ibarreta y Rosa Lozano, Juan José Ibarreta Lozano y María Florencia
de Urreste, Capitán Julián Izquierdo, jefe de la guarnición de la plaza y su
primera autoridad política.
J
— Manuel Nicolás Jiménez Bravo y María de Acosta Campo y Navarro, José Trinidad
Jiménez Bravo y Juana Florencia Hernández, Manuel Isidro, Francisco Dionisio y
Jacinto Jiménez Bravo, Juan Centeno Rivilla, Bernardo Jiménez Goite.
L
— Juan Manuel López de Brito y Ana Teresa Sánchez de Torres, Fernando de Lista
y Rojas y Margarita Tillero, Bernardo de León y Bárbara Montaño, Pedro López de
Arjona, Pedro Juan de López, Juan José de León y Mariana de Salazar, Máxima
Francisca de León, Juan Gregorio de León y Manuela de Rojas, Juan de León
Jiménez y María Candelaria González, Bernardo y Manuel López, Pbro. Maestro
Juan Francisco Lo¬zano, el sargento Diego Antonio Lamela, Pedro José de León
Valderrama y Rosa Cándida Martínez, Baltazar de León, Agustín López
Villavicencio.
M
— Manuel Millán González, José de la Mota y Bibiana Lozano, Juan José Martínez
y María Manuela Vargas, José Ni¬colás Marcano y Rosa Casilda Benítez de Salas,
Luis Nicolás Marcano y Rosa Ignacia Quevedo, Juan Antonio Marcano Que¬vedo y
María Jesús de la Plaza Acosta (hija de Juan de la Plaza y de Juana Clemencia
de Acosta y Espinosa), Carlos Martínez de Miranda y Marcano y María Manuela
Bravo, Beltrán de Mu- jica y Jerónima Marcano, Manuel Marcano y Ana Rafaela
Na¬varro Vallenilla, Francisco Antonio Marcano Navarro, quien en 1782 era
capitán de la compañía de caballería de blancos en la isla de Margarita, José
Joaquín Marcano y Bárbara Navarro Vallenilla, Blas Martínez y Juana Antonia
González, Felipe Antonio Millán y Juana Isidora Gómez, Bernardo del Monte de
León y María Eugenia Brusco, Antonio Márquez de Brito, Luis Rumualdo Muñoz
Pérez y Antonia Jacinta González Bravo, Ma¬nuel de Medera y Juana Josefa de
Rivera Acosta (hija del Sar¬gento Mayor Félix de Rivera y de Juana Josefa de
Acosta), Juan Antonio del Monte y Petronila de Urbina Villalba, Juan Luis de
Mujica y Luisa Antonia Pérez Suárez, Pbro. Manuel Matamoros, Diego y Juan Pablo
Martínez de la Fuente, Rafael Méndez, Pedro Miranda, Pedro Felipe y Juan
Miranda Gonzá¬lez, Nicolás Martínez, Manuel Marañán y Juana Barradas y
Martínez, hermana de Isidro Barradas y Martínez, Francisco Antonio Martínez
Sedeño, Felipe y Juan de la Mata, Pbro. Diego Antonio Muñoz, Juan Nicolás
Mujica, Lucas Millán.
N
— Teniente coronel Carlos Navarro Gómez de Saa y su esposa Lucía Vallenilla
Gómez de Saa, Jacinto Navarro Va¬llenilla y Juana Tomasa de la Cova, Domingo
Navarro Vallenilla y Bárbara de Guevara, Carlos Navarro Vallenilla e Isidora
Ga- lerí, José Rafael Navarro Vallenilla y Juana de Guevara, her¬mana de
Bárbara, José Manuel Navarro Guevara, quien casó después con su prima Francisca
Lucía Marcano Navarro, Pascual Navarro Guevara y Rafaela Olivier
Marcano,18Francisco Na¬varro y María del Carmen Ruiz, Bartolomé Muñoz,
Escribano Público y de Real Hacienda, y Josefa de Urbaneja, Juan de la Nao,
Lorenzo de la Nao y María Prudencia González, Pedro de Nobriega, Melchor Núñez
e Isabel García Pérez.
O
— Nicolás de Oliva y Dominga Manuela de Arrioja, Pedro Celestino de Ocampo y
Fernanda Lucía Centeno, Francisco Ortiz de la Peña e Isabel de Rixos, Bernardo
Olivier y Rita Marcano Navarro, Bernardo y Manuel Olivier Marcano.19Diego
Olivera, Juan Bautista Ordosgoiti Atuel e Isabel de la Plaza, Martín
Ordosgoiti.
P
— José Antonio de Peraza, Felipe de la Plaza y María Lucía de Peraza, Manuel
Peña Hernández y Juana Jacinta Gon-zález Cabrera, Simón Pérez y María Asunción
de Córdova, Pedro Palma y Bárbara de Rivera, Juan Antonio Pereira y María
Mar¬tínez, Juan Antonio, Pedro y Matías de la Plaza, capitán Custo dio Pérez y Melchora Suárez, Juan
Francisco del Pino, Bernardo y Francisco Placeres Rivera, Domingo García
Paredes, Pbro. Tomás Jerónimo Peruena.
Q
— Valerio de Quesada y Juana Santos.
R
— Manuel de Rojas y Francisca Antonia Méndez, Juan Francisco Ruiz e Inés María
Méndez, José Antonio Rengel y Francisca Antonia Casanova, hermana del Pbro.
Pedro José de Casanova, Cura doctrinero del pueblo de Casanay, Juan Ro-dríguez
de Sosa, Clemente de la Riva y Bárbara María Díaz, Pedro Mateo de Rivera
Jiménez y Juana María Brazón, Juan de Rivera Jiménez y Ramona de Jesús Acosta
Campo Lázaro Rivilla, Baltazar Rodríguez y Feliciana de Villalba, José Manuel
de Rojas y María Jesús Salas, Juan Narciso Rodríguez, y Rufina de Nobriega,
Pedro Tomás de Rojas y Rosa Centeno, Manuel de Rixos y Magdalena Guilarte,
Pedro Antonio de Rivera Mar¬tínez y Petronila González, Francisco Rivera y
Antonia María Fernández, Pedro Pablo Rivera Martínez, Miguel e Isidoro de
Rivera, Pedro de la Rivera de la Carrera, Pedro de Rivas Díaz, Pedro Rivera
Fernández, Juan Manuel y Francisco de Rojas, doctor José Gervasio Rodríguez de
Astorga y Carrera, abogado.
S
— Manuel Valerio de Sosa y Romualda González, Fray Luis José Suárez, Juana
Josefa de Sosa, Capitán de Artillería Manuel Sánchez Ramírez de Arellano y
María Isabel de Alcalá, José Antonio Sánchez Zabaleta y Margarita Valdivieso,
Antonio Sánchez e Isabel Teresa Martín, José Nicolás Salazar Navarro y Rosa de
Vetancourt Figueroa y Alcalá, Carlos José de Salazar Navarro y Francisca Brusco
de Rojas, Luis y Manuel de Salazar Navarro,
José Antonio de Sotomayor, Félix Soto.
T
— Manuel José de Torres y Juana Manuela Sánchez, Manuel José Torres de Sánchez
y María de Goite, Martín Tineo y Luisa Navarro, Cruz Tineo Navarro e Isabel de
León Rojas, José Maria Torres González, Antonio del Toro, Juan Paulino y José
Tineo Navarro, Luis Tineo.
U
— Luis Mauricio de Urbáez e Isabel Márquez de Brito, Félix de Urbáez y Juana
Rivilla, Juan Antonio Urbáez y Maria González, Diego de Urbina y Petronila
Martinez, Manuel Urbano del Rosal.
V
— Capitán Silvestre Valdivieso y Narcisa Pereira, Matías Versal, quien fue
Teniente Justicia en 1765, casado con Rosa Rúi Sotillo, Marcos J. Vásquez e
Isabel María Marcano, Domingo Valderrama y Bibiana Brito, Pedro de Vallenilla,
Juan de Valdivieso y Josefa Gabriela de Moya, Capitán Sebastián Velásquez y
Candelaria Caraballo, Pascual de Villarruel y Juana Díaz, José Antonio
Valdivieso y Margarita Gómez, Manuel José Vásquez y Juana de Rixos, Alonso
Vásquez y Juana Mar- chán Lorenzo de Vargas y Luisa Josefa Brusco de Rojas,
Nor¬berto Vargas Brusco, Juan Luis de Villagomez González y Cle¬mencia López de
Arjona y Arismendi, José Antonio Verjel, Juan Francisco Valderrama González y
Catalina González de Rojas, Alberto Valderrama, Francisco Vivó, Tomás Vásquez.
Y
— Melchor y Andrés Yanes.
Z
— Francisco de Zúñiga y Pumar y Ana Antonia García de Velásquez, Manuel de Zaza
y Roque, Juan Bautista de Zúñiga y García, Carlos de Zúñiga y García y Antonia
Jacinta Guilarte.
Por
supuesto, fácilmente comprenderá el lector que en las listas que constan en
este y en el precedente Capítulo, no están incluidos los indios, los morenos
libres, los negros libres, ni los esclavos.
Cuarenta
y dos años más tarde de haber sido fundado Carúpano en parroquia eclesiástica
(1742) habilitóse su puerto (1784) para el comercio de cabotaje, y se creó el puesto
de Administrador de la Real Hacienda. Este cargo fue desempeñado así:
Juan
Francisco Ruiz 1784-1791
José
Miguel Alcalá Sánchez 1791-1810
La
tercera iglesia que se edificó en Carúpano, o sea la que actualmente existe,
empezó a levantarse en 1803, en tiempos del Pbro. Maestro Juan Francisco
Lozano, a consecuencia del estado ruinoso en que había quedado cinco años atrás la que se
construyó bajo la dirección del Pbro. Bachiller José Francisco García del Águila
Alcalá.
En
el transcurso de casi un siglo, es decir, desde 1773 hasta 1869, no visitó a
Carúpano ningún otro Prelado. Debe recordarse que el Illmo. Obispo doctor
Jiménez Pérez había estado allí en aquel año. Tocóle al Illmo. doctor Arroyo y
Niño Ladrón de Guevara hacerlo por vez primera en 1869. El episcopado de este
ilustre sacerdote venezolano duró desde 1856 hasta 1884, año en que falleció en
la capital de la Repú blica.
El visitó la parroquia de Santa Rosa de Carúpano cuatro veces, así: en 1869,
1875, 1880 y 1884.
Después
la visitaron también: el Illmo. Obispo doctor Manuel Felipe Rodríguez, en 1886,
y el Illmo. Obispo doctor Antonio María Durán, todos Ordinarios de Santo Tomás
de Guayana, cuya Diócesis fue creada el 20 de mayo de 1790 por su Santidad Pío
VI, a petición del Rey de España.
El
episcopado del Illmo. doctor Rodríguez duró apenas doce meses, pues falleció al
año siguiente de haber sido consagrado. El del doctor Durán desde 1891 hasta
1917, año en que murió en Ciudad-Bolívar, asiento de la diócesis. Monseñor
Durán visitó a Carúpano en varias ocasiones y fue eminentemente apreciado entre
sus diocesanos.
Al
Obispo Durán sucedió el Illmo. Obispo de Claudiópolis, doctor Sixto Sosa, quien
gobernó como Vicario Apostólico primero, y luego como Obispo titular de Santo
Tomás de Guayana. También visitó a Carúpano.
Véase
una relación de los Obispos titulares y Gobernadores que ha tenido dicha
Diócesis desde su fundación hasta el año de 1923:
Primer
Obispo, doctor Francisco de Ibarra, desde 1792-1798
Segundo
Obispo, José Antonio García Mohedano 1800-1804
Tercer
Obispo, José Ventura y Cabello, quien no fue preconizado y ejerció como
Gobernador .. .. 1804-1817
Sucedióle
el doctor Remigio Pérez Hurtado, como Provisor y Gobernador 1817-1823
Maestro
Martín de la Cova (Este gobernó desde Cumaná) 1823-1829
Doctor
Mariano Talavera y Garcés, Obispo de
Trícala,
como Vicario Apostólico 1830-1842
Cuarto
Obispo, Mariano Fernández Fortique .. .. 1842-1847
José
Leandro Aristeguieta, como Vicario Capitular 1847-1856
Quinto
Obispo, doctor José Manuel Arroyo y Niño Ladrón de Guevara 1856-1884
Dr.
J. A. Ramos Martínez, Provisor y Vicario
General
1866-1868
Doctor
Juan Francisco Avis como Vicario Capitular
1884-1886
Sexto
Obispo, doctor Manuel Felipe Rodriguez .. 1886-1887
Doctor
Juan Francisco Avis como Vicario Ca¬pitular, gobernador 1887-1891
Séptimo
Obispo, doctor Antonio María Durán .. .. 1891-1917
Doctor
Sixto Sosa, Obispo de Claudiópolis, como Vicario Apostólico 1917-1918
Octavo
Obispo, Dr. Sixto Sosa
1919-1923
Doctor
Adrián María Gómez, Vicario Capitular, como Provisor 1923-1924
En
1922 fue creada la Diócesis de Cumaná, compuesta por los Estados Sucre (Cumaná)
y Nueva Esparta (Margarita) y electo el Illmo. Doctor Sosa primer Obispo de
ella. Fue consagrado en Caracas por el Arzobispo de Cálcido Illmo. Doctor
Felipe Cortesi, Nuncio Apostólico de S. S. Pío XI, en 1923, entrando a ejercer
sus funciones episcopales el l9 de noviembre de ese año. En sustitución del
doctor Sixto Sosa, fue electo el doctor Miguel Antonio Mejias, noveno Obispo de
Guayana, quien fue preconizado también en ese mismo año.
Los
más dilatados episcopados que hasta ahora ha tenido la Diócesis guayanesa,
fueron el del Obispo Arroyo y Niño, que duró 28 años, y el del Obispo Durán, veintisiete.
Muy
descuidada anduvo la instrucción entre los moradores de Carúpano, de tal suerte
que los que aprendían a leer y a escribir lo hacían en sus propias casas, sin
recurrir a ninguna escuela porque no la había. La primera que de primeras
letras se fundó, fue en 1783, bajo los auspicios particulares de Jacinto Navarro Vallenilla,
y la regentó Luisa Brusco, hermana del Pbro. del mismo apellido, que era cura y
vicario de la Parroquia.
CAPITULO IV
1797-1806
— Primeros movimientos de emancipación en Venezuela — Revolución de Gual y
España — Carúpano estaba en el plan — Avanzado programa de Gobier¬no — Aborta
la conspiración — Sacrificio de España y de otros — Ultimas palabras del
Proto-mártir — Los complicados — Muerte de Gual — Otro intento de suble¬vación
— Sus promotores — Se desbarata el proyecto — Sentencias — Ataques de naves
inglesas al puerto de Carúpano — Francisco de Miranda — Sus dos expediciones —
Combate naval en Ocumari — Fracaso — Nuevo ataque a Carúpano — Valiente defensa
de las autoridades — Continúa el ideal revolucionario.
Cuando
la conjuración de Manuel Gual y José María España, abortada en Caracas y La
Guaira el 13 de julio de 1797, fue Carúpano, que se sepa, el único pueblo del
resto del país, en donde algunos de sus moradores estaban en el secreto de la
empresa, o por lo menos simpatizaban con ella y maquinaban sigilosamente en
espera del mes de enero de 1798, fecha fijada para dar el grito de
insurrección, y entonces proceder abiertamente.
Reuníanse
los que aspiraban a un cambio de instituciones, entre ellos Domingo Navarro
Vallenilla, Juan Bautista de Alcalá Sánchez, José Nicolás Salazar Navarro y
Juan de la Nao, ora en la morada del primero de los nombrados, ora en la del
cura párroco Maestro Juan Francisco Lozano. Pero denunciado en Caracas el
complot, el Mariscal de Campo Pedro Carbonell y Pinto Vigo, que era el Capitán
General de Vene¬zuela, lo frustró completamente; habiendo llegado a poco las
nuevas a Carúpano, los que simpatizaban con la trama se vieron precisados a
asumir la actitud de prudente expectativa que tan graves circunstancias
requerían. Es sensible que no hayamos podido obtener los nombres de todos los
que se reunían como de tertulia en el hogar de Navarro y en la casa del Pbro.
Lozano.
Para
saber de la trascendencia de esas primeras mani-estaciones en pos de un
Gobierno independiente de la Corona de Castilla, a las cuales prestó gran
aliento la propaganda verbal de Juan Bautista Picornell, reo político quien se
hallaba en La Guaira, desterrado por el Gobierno de la Península, baste decir
que, además de que su bandera llevaría los colores blanco, azul, amarillo y
rojo, traía el mencionado proyecto de revolución en los cuarenta y cuatro
artículos que componían su programa, las siguientes declaraciones:
independencia política de las Colonias; soberanía popular y no la de los reyes;
igualdad legal de todos los ciudadanos; garantía de la vida y de la propiedad,
no como una gracia sino como un derecho; la inviolabilidad del hogar; la
abolición de la esclavitud y del fuero personal; la libertad de la prensa; y
otras garantías más, que evidenciaban lo avanzado de las ideas que animaban a
los promotores, influenciados por las de la gran Revolución Francesa.
José
María España, que había logrado escapar, así como su compañero Manuel Gual,
después de haber salido de Venezuela y peregrinado por Curazao, San Thomas,
Santa Cruz, San Bartolomé, Guadalupe y Trinidad, regresó de oculto al país, en
enero de 1799. Permaneció escondido en La Guaira, hasta que a principios de
mayo cayó en manos del Gobierno, quien había ofrecido hasta doce mil pesos por
su captura. A los pocos días (8 de mayo de ese año) pagaba con su vida el noble
empeño. Atado a la cola de una bestia de albarda fue conducido al cadalso, que
se levantó en la actual plaza Bolívar de Caracas. Allí se le ahorcó, y después
de muerto fue decapitado su cadáver y descuartizado.
Así
murió el primer mártir de la emancipación venezolana, condenado como reo de
lesa majestad por la legislación de la época.
Al
marchar al patíbulo dijo España: No
pasará mucho tiempo sin que mis cenizas sean honradas. Y así aconteció. Al declararse la Independencia
nacional, fueron honradas las cenizas del mártir, tocándoles a sus hijos José
María y Pru¬dencio España, ir de abanderados en el gran día de la Patria, o
mejor dicho, el 14 de julio de 1811.
Tras
la ejecución de España, fueron asimismo ahorcados los siguientes comprometidos:
José Rusiñol — Agustín Serrano José Manuel Pino — Narciso del Valle — Juan
Moreno.
En
esa revolución hubo muchos complicados, como que pasaron de ciento, entre ellos
25 europeos, 49 criollos, 28 mili-cianos, 23 vecinos, 13 militares, 6 empleados
fiscales, dos inge-nieros y dos sacerdotes.J
Véanse
algunos de los principales comprometidos en Caracas y en La Guaira:
Manuel
Gual y José María España, quienes fueron los promotores.
Los
comerciantes Manuel y José Montesinos y Rico, Juan Javier de Arrambide, Vicente
Estrada, Francisco Grana, Francisco González y Francisco Javier de Aranzamendi.
El doctor Luis Tomás Peraza, abogado, el doctor Pedro Canibens, médico, casado
en La Guaira con Joaquina España, hermana de José María, Domingo Sánchez,
hermano de Joaquina Sánchez, la esposa de José María España, Nicolás Ascanio,
los ingenieros Patricio Ronan y Juan Artigues de Condé, Manuel España, Martín Goenaga,
José Francisco Oramas, Bonifacio Amezgaray, Martín Amador, Juan José Mendiri,
Miguel de la Ruleta, los Pbros. doctor Juan Agustín González y Tomás Sandoval,
Joaquín Sorondo, Pedro Romero y Vicente Diez de la Fuente.
Manuel
Gual, después de pasar por Curazao y otras Antillas, se quedó residiendo en
Trinidad, donde continuó alentando el ideal revolucionario, apoyado por su
amigo el coronel Sir Thomas Picton, que era el Gobernador de la isla, y
secundado por su compañero Juan Manzanares. Púsose en comunicación con el
general Francisco de Miranda, a la sazón en Londres, y con algunos
simpatizadores que existían en Carúpano. Dos meses después del cadalso de su
compañero España, escribía el 12 de julio a Miranda, llamándole para que se
pusiese al frente de la revolución y para que fuese el salvador de su patria.
Al mismo tiempo se dirigía al Pbro. Lozano, en Carúpano, en correspondencia
que, según unos, fue interceptada en Río Caribe por las autoridades, y, según
otros, fue entregada por el mismo párroco a las de Carúpano.
Esa
correspondencia consistía en un Diálogo entre un patriota y un miliciano de
Costa Firme, un Apólogo del aldeano y el borrico, una Exhortación de Gual a los
americanos, una carta y una esquela para el Pbro. Lozano, más un diseño de la
bandera de la Revolución. Fue portador de tales documentos el joven Manuel
España, quien fue aprehendido en Río Caribe y enviado a Cumaná, de donde fue
remitido por el Gobernador de la Provincia, Vicente de Emparan y Orbe, al
Capitán General de Caracas, Guevara Vasconcelos. Manuel era hermano de Andrés
España, ambos nativos de Angostura (Guayana) e hijos de José María España,
Teniente de Gobernador de la Provincia orinoqueña, y de su esposa Bárbara
Bonalde y Robles, hermana de Sebastián y de Cristóbal Bonalde y Robles ; pero
ignoramos si tendría algún parentesco con el protomártir España.
Gual
pensaba desembarcar por Carúpano y, según sus palabras, el día de su arribo a
ese puerto, “cantarían el Te-Deum, habría sermón y empezaría la emancipación de
toda la América”.
Fue
Manuel Gual hijo de Mateo Gual y Pueyo, Gobernador que había sido dos veces de
la Provincia de Cumaná. Este coronel Gual y Pueyo fue el fundador en Venezuela,
de la familia que lleva su apellido. Inés, una de sus hijas, contrajo matrimonio
en Cumaná con Juan Bautista Vallenilla Salaverría. Viudo el Gobernador Gual,
casó en segundas nupcias con Teresa Sucre Urbaneja, hermana del padre del que
fue más tarde el Gran Mariscal de Ayacucho. Para los sucesos de 1799, era su
hijo Manuel, Capitán retirado del Batallón veterano, en el cual había servido
por más de treinta años, empezando desde la clase de Cadete. Vivía Manuel Gual
con su familia en Santa- lucía, de cuyos valles era una de los más importantes
hacendados. Según las señales fisonómicas publicadas por el Gobierno de la
época, cuando se hallaba proscrito y pregonada su cabeza, era de estatura
regular, bien formado y de completo aire militar. Ojos pardos y vivos, color
trigueño, boca grande, poblado de barba, frente espaciosa y con entradas, y
piernas bien formadas. Era persona de modales cultos y hablaba bien y con mucha
propiedad. Su edad para 1799: cuarenta años, antes más que menos.
En
su constante propaganda revolucionaria, falleció en San José de Oruña
(Trinidad), el 26 de octubre de 1800, envenenado, según se dijo, por orden de
las autoridades de Tierra Firme, quienes dieron encargo a un tal Vallecilla,
sujeto adecuado al infame cometido.
Tal
era, seguramente, la importancia que esas autori¬dades asignaban al carácter
resuelto y a la inteligencia de Gual, que si en realidad resolvieron
arrebatarle la vida, fue para extinguir con ella el foco permanente que
caldeaba el ambiente emancipador en las
costas orientales de Venezuela, proveniente de la vecina Antilla, donde él
residía.
Fueron
compañeros de Gual en la propaganda, además de Picornell: Cortés Campomanes,
Juan Manzanares y el ciru¬jano e ingeniero español Francisco Iznardi, quien so
color de hacer plantaciones de algodón, se había trasladado a Güiria, donde
levantó un mapa de la Provincia de Cumaná.
Como
se verá, el fracaso de la intentona de 1797, no fue óbice para que se
continuara con tesón en los propósitos revo-lucionarios. Así, en efecto, a raíz
del suplicio de José María España, el 8 de mayo de 1799, trataron algunos
individuos de proclamar en Maracaibo las formas de un Gobierno repu¬blicano, el
19 del mismo mes de mayo. Para la noche de ese día contaban los promotores del
movimiento subversivo con la cooperación del sub-teniente Francisco Javier
Pirela, nativo de la ciudad y en servicio de la guarnición de la plaza.
He
aquí el historial de esa tan poco conocida página de nuestra vida nacional.
Hacía
pocos días que habían arribado al puerto de Maracaibo, tres naves llamadas
Bruto, Patrulla y Arlequín. Esta última era una goleta inglesa que habían
apresado las dos primeras, que eran corsarios franceses. Todas entraron a la
bahía enarbolando el pabellón de Francia, a la sazón en guerra con Inglaterra.
Era
capitán de la Patrulla, Agustín Gaspar Bocé, de la Bruto lo era su hermano Juan
Gaspar Bocé, naturales de Santo Domingo, de donde habían salido en recorrida.
Capitán de la Arlequín había sido nombrado José Romain, también francés.
Quizás
los hermanos Bocé presenciaron los últimos instan-tes de España, y horrorizados
se darían por consigna promover cualquier demostración en el primer puerto a
donde arribaran después de su salida de La Guaira.
El
caso fue que se pusieron de acuerdo con el referido Pirela, para dar el grito
de rebelión en la noche de aquel día 19. Al efecto, debían poner fuego a una
casa de la ciudad, a fin de aprovechar la confusión y el que los moradores
tuvieran fija la atención en el incendio, para adueñarse del cuartel. Mas
parece que a Pirela le entró temor y dejándose de ruidos, denunció la
confabulación al Gobierno, pocas horas antes de la señalada para estallar.
En
consecuencia, las autoridades procedieron con toda actividad, y a poco no sólo
se hallaban presos Pirela y los her-manos Bocé, sino también otros muchos, más
cincuenta y seis individuos de la tripulación de las tres naves.
Abierto
el juicio de conspiración contra ellos, la Real Audiencia de Caracas dictó
sentencia con fecha 30 de julio del siguiente año. En ese fallo dispuso aquel
alto Cuerpo, lo siguiente: que Pirela fuese ejecutado, logrando, no obstante,
salvar la vida, en mérito de su delación antes de consumarse el movimiento; que
los hermanos Gaspar Bocé fuesen conducidos a los presidios de Puerto Rico,
encadenados y con grillete al pie, por el tiempo que quisiera el Rey; que José
Romain y Fran¬cisco Mequiant sufrieran igual condena; que Antonio Duplesis,
Miguel Labat, Juan Bautista Aimet y José María Gautier, fuesen remitidos a los
mismos presidios por ocho años y con cadena al pie; que José Francisco Suárez y
Juan Chualpá, sufriesen idéntica pena; que la tripulación fuese expulsada para
Curazao; y que las tres embarcaciones quedasen confiscadas por el Gobierno.
Mientras
ocurrían tales sucesos, la guerra entre España e Inglaterra continuaba; y el
señor Capitán General Guevara Vasconcelos, quien había sustituido al Mariscal
de Campo Carbonell, decía al Ministro de la Guerra, refiriéndose a
Carúpano y a los ataques de corsarios
ingleses a ese puerto que era “el punto que había sido más atacado por los
enemigos”, al igual de lo que hacía más de medio siglo había ya ocurrido.
En
efecto, en 1801 sufrió Carúpano cuatro ataques por parte de naves de guerra
inglesas. En el mes de enero de ese año se presentó a la vista del puerto el
bergantín Elizabeth, el cual conducía oficiales, tropa y equipajes de un
regimiento inglés, y fue apresado por las autoridades militares, cuya
comandancia desempeñaba allí el capitán Julián Izquierdo, quien tenía bajo su
mando, además de la guarnición veterana, al jefe de las milicias blancas
capitán Baltazar Hernández, y al capitán margariteño Jerónimo Vásquez, jefe de
la compañía de pardos.
En
mayo siguiente el bergantín Scorpión y una goleta de la misma nacionalidad que
el Elizabeth,que hacían el crucero de las costas venezolanas, llegaron hasta el
puerto dando caza al bergantín-correo Cupido, cuyo capitán Jacobo Auli, huyendo
a toda vela lo varó en la misma playa, mientras el capitán Izquierdo y la
guarnición abrían el fuego desde tierra sobre los corsarios, quienes al fin
poniendo proa a la mar se retiraron sin haber logrado su propósito.
Semanas
más tarde, en el mes de agosto, hicieron una nueva tentativa, que también fue
rechazada; y, finalmente, el 13 de octubre siguiente volvió a presentarse el
Scorpión acom¬pañado de dos goletas. Mas como quiera que desde el 10 se habían
visto cruzar las aguas del puerto dichas naves, Izquierdo se encontraba alerta
y preparado. En la playa se hallaba situado el sargento veterano Diego Antonio
Lamela con once soldados; el capitán Vásquez con catorce en la boca del río
(Tío Pedro) y el cadete José Antonio de la Plaza, con otros diez de retén en la
loma divisoria entre el puerto y la boca del río, mientras él quedaba con diez
soldados en el cuartel, situado cerca de la plaza de la iglesia. El 13, antes
de amanecer, desembarcaron los ingleses por donde estaba Vásquez y atacaron. Al
oir el fuego Izquierdo salió en refuerzo; pero cuando se acercaba donde estaba
Plaza, ya los ingleses habían rechazado a Vásquez y al mismo Plaza y tenían
ocupadas algunas casas del poblado. Obraban activamente los invasores. Entonces
Izquierdo repliega, forma un solo cuerpo y ataca con denuedo.
Los
ingleses se defienden a pie firme, contraatacan y logran desorganizar a los
contrarios, pero no persiguen. Izquierdo resulta herido; mas se hace montar en
una muía y sigue com¬batiendo. Ocupa el cerro donde hoy está el faro y asimismo
el de La Vigía. Los corsarios acometen sobre ambos puntos y se apoderan de
ellos. Izquierdo se retira hacia la plaza de la iglesia.
Allí
se encuentran ya reunidos muchos vecinos. Dispone el Capitán que Hernández
marche por el camino de la Sabaneta a tomar el Faro, y que Vásquez se sitúe en
la Laguna, para hacer frente a los de La Vigía. Los ingleses cargan y empujan a
Vásquez y a Hernández y vuelven a sus posiciones. Interin las naves pasan de
Tío Pedro y fondean en el puerto. Como a las diez de la mañana cesa el fuego y
los invasores enarbolan bandera blanca. Izquierdo envía a Juan Manuel de Brito
Sánchez a saber lo que quieren. El oficial inglés que hace de jefe, pide que le
entreguen las armas en el término de una hora y que de no hacerlo así, pasará a
cuchillo a todo el pueblo. Izquierdo y sus compañeros rechazan la petición y se
aprestan a seguir de nuevo la lucha.
Como
medida de previsión, desde el 10 en que se vieron las naves, Izquierdo había
pedido apoyo de hombres al cura párroco de San José, Fray José de Mallén, y
enviado postas a avisar la ocurrencia al comandante militar de Cariaco y al
Gobernador de Cumaná Vicente de Emparan y Orbe.
Con
el refuerzo de los vecinos aumenta el número de los defensores a unos
doscientos. Izquierdo envía a Lamela en auxilio de Vásquez, con más hombres y con
orden de no atacar hasta que él no lo hiciera sobre los del Faro, hacia donde
salió por La Sabaneta, llevando a Plaza y al Capitán Hernández. En esto vuelven
los ingleses a levantar bandera de parlamento. Vuelve el mismo comisionado a
saber lo que pretenden. Regresa a poco con la nueva de que los invasores se
retirarán después de hacer algunas provisiones. Más parecía aquello una
jugarreta de desocupados que un combate a muerte. Ignoramos cómo hubieron
provisiones. El documento de donde extractamos estas notas no lo dice; pero sí
asegura, que en efecto, después que los ingleses hicieron algunas provisiones,
se embarcaron en sus botes, los cuales habían venido como a buscarlos,
regresaron a bordo llevándose algunos heridos y dejando tres muertos enterrados.
Sin
contar los vecinos que se incorporaron, al decir del mismo Izquierdo, la
guarnición a sus órdenes constaba de sesenta y dos soldados de infantería, diez
y ocho de artillería, ocho de caballería, la partida del sargento Lamela
compuesta de once y en los destacamentos cuarenta y seis; pero para la primera
arremetida de los ingleses sólo pudo oponer cuarenta y cinco. Los invasores
desembarcaron de ochenta a noventa hombres de tropa y de marinería.
El
Capitán José de Torruellas, jefe militar de Cariaco, envió en apoyo de
Izquierdo doscientos diez hombres al mando del teniente José Serrano; pero al
llegar a Casanai supo éste el reembarco de los ingleses y regresaron a su
cuartel. De Cumaná pasaron a Carúpano, a donde llegaron por tierra dos días
después de la salida de los invasores, el capitán del cuerpo veterano de la Provincia
Francisco Sucre Urbaneja, el ayudante Manuel Villapol y el subteniente Pedro de
Flores.
Lo
desairado de la defensa hecha por Izquierdo, lo atribuye él a su herida y a lo
bisoño de sus hombres, quienes se desorganizaron a las primeras descargas. Además
de Iz¬quierdo, resultaron heridos Antonio Faustino, quien murió luego, Juan
Acevedo, José Malavé, Javier Velásquez y Martín Reyes. Se hallaron en esa
acción junto con Izquierdo, los siguientes individuos de la guarnición: Diego
Antonio Lamela, Pedro To¬más de Rivera, Lucas Millán, Juan Manuel de Rixos,
Francisco del Castillo, Pedro Morales, José Antonio de la Plaza, José Vielma,
Antonio Núñez, Pedro de Nobriega, Ignacio Navarro y Gabriel de Guevara. También
estaban allí, los paisanos José Nicolás Salazar Navarro, Juan Manuel de Brito
Sánchez y Francisco Antonio Marcano Navarro, los capitanes de pardos, Manuel
Reyes y Antonio Jerónimo Vásquez y Manuel Figueras, Eugenio Ocampo y Marcos
García, distinguiéndose especialmente Hernández, Vásquez y Lamela, según se lee
en el parte detallado de la acción.16Tras esa función de guerra el capitán
Izquierdo sale para Caracas a dar cuenta al Capitán General Guevara y
Vasconcelos, dejando a Cayetano Speranza encargado del Gobierno, pues además de
ser Teniente Justicia Mayor y Subdelegado de la Real Hacienda, asume también la
jefatura militar de la plaza.
El
sacrificio de España y la muerte de Gual en nada aminoraron el ideal de
independencia política, acariciado por muy contados espíritus selectos. A poco
el venezolano Francisco de Miranda, quien en Europa venía desde 1785
17preconizando el mismo ideal, organizará sus expediciones militares tendientes
a la realización del objetivo. Así, en 1806, emprende la primera dirigiéndose a
las costas centrales de Venezuela. Pero esa primera expedición fracasa en el
combate naval librado frente a Ocumari de la Costa, el 28 de abril de ese año,
y no el 25 de marzo como erróneamente se ha publicado. Miranda llegaba con unos
ciento y tantos hombres en el bergantín Leandery en las goletas Bacchusy Bee.
Desde el 23 de ese mismo mes ya los gobiernos de Venezuela y Nueva Granada
estaban listos para rechazar la invasión. En aquel triste día de Ocumari no
sólo fue derrotado el Leander, sino que también cayeron en manos del Gobierno
de Caracas las dos goletas. Las naves vencedoras fueron el bergantín Argos, comandado
por Joaquín Blanco Maldonado y la goleta Celozo. Un completo desastre en el
cual resultaron prisioneros 58 de los invasores, o sea la tercera parte de los
expedicionarios. Después se supo que culpables fueron de la pérdida de hombres
y de barcos, las inoportunas órdenes de Thomas Lewis^ capitán del Leander,para
hacer fracasar la expedición de Miranda.
Demás
está decir que también se perdió todo el material de guerra, etc., que había a
bordo de la Bacchusy de la Bee.
Los
prisioneros fueron conducidos en el Argos a Puerto Cabello, a donde llegaron el
30 de abril y fueron encerrados en el castillo de San Felipe, hoy Libertador.
Diez de ellos fueron fusilados en la explanada de la fortaleza el 21 de julio
siguiente, quince condenados a diez años de presidio en las fortificaciones de
Omoa; catorce a igual condena en los presidios de Puerto Rico; y diez y nueve a
ocho años en las fortalezas de Cartagena de Indias.
Los
nombres de los diez sacrificados son: Comandante Tomás Donahue; capitanes Jaime
B. Gardiner, Gustavo Adolfo Bergood, Tomás Billop y los tenientes Carlos
Johnson, Daniel Kemper, Juan Ferris, Miles L. Hall, Jorge Ferguson y Pablo
George. Todos ellos norteamericanos, a excepción del último, que era portugués,
y de Bergood, de nacionalidad polaca.
Dignas
por cierto serán de recordarse siempre las últimas palabras de este polaco
entusiasta de la libertad, cuando mar¬chaba al patíbulo a la vez que quemaban
la bandera amarilla, azul y roja, que había enarbolado Miranda:
—Nuestra
Causa no tardará en triunfar y esa bandera que hoy va a ser quemada, flotará
victoriosa en este mismo sitio.
Tres
años y medio más tarde decía Pedro Domingo Morillo, al expirar en el cadalso
levantado en La Paz, Bolivia:
—La
antorcha que dejo encendida nadie la podrá apagar.
Pedro
Domingo Morillo es el primer americano del Sur que después de Miranda, dio el
grito de independencia y libertad, el 16 de julio de 1808.
Al
día siguiente del combate en Ocumari de la Costa, amanece el Leanderfondeado en
Bonaire, (Buinari) de donde se dirige conduciendo a Miranda a la isla de
Granada, primero, y después a Barbadas y finalmente a Trinidad. Aquí aumenta el
número de sus buques de guerra, protegido por el Vice Almirante Cochrane,
adquiere mayor material de campaña y se le incorporan otros expedicionarios.
Tenaz en su empresa, sale Miranda a fines de julio de ese mismo año con cerca
de trescientos hombres, en las siguientes naves: Leander, Lily, Express,
Prevost, Attentive, Comodoro, Barry, Trimmer, Bac¬chant, Buldog, Dispatchy
Mastif.Desembarca en la Vela de Coro el 3 de agosto y llega hasta la ciudad
fundada por Juan de Ampies.
Pero
esta segunda expedición, compuesta en su mayoría de elementos extranjeros que
ningunas vinculaciones tenían en el país, a pesar de ser muy superior a la
anterior y estar al parecer apoyada por Inglaterra, también estaba condenada al
fracaso. Desgraciadamente, no preparados todavía los pueblos de Venezuela para
la emancipación, no correspondieron a los reclamos del Precursor. Acaso si
hubieran desembarcado por las costas orientales habrían podido hacer mayores
incursiones en el país.
Acompañaron
en esa expedición a Miranda, entre otros, los siguientes individuos:
Barent
Roorbach, el Conde Gastón de Rouvray, William Armstrong, Tomás Mollini, George
W. Kirkland, Jeremías Powell, Dr. J. Davie, Sam Scofield, cirujano, Abraham
Judale, cirujano, James F. Ledlie, William Lowdon, Daniel R. Durming, R.
Hudddley, William E. Smith, William Newton, John Oxford, William Gage Hall,
Robert Me Kull, David Burnet, William Horsack, Robert Clark, Thomas Lewwis,
Samuel Ogden, James Bigg, Charles Bevington, Peter Rose, Henry Sands, Joseph
Spalding, Robert Roscow, Isaac Robinson, Alex Bruce, Esteban Smith, Sam Price,
Benjamin Nicholson, Robert Rains, David Shenton, Hugo Smith, William Pride,
John J. O’Sullivan, Phineas Raymond, Robert Saunders, Moses Smith, John Scott,
John H. Sherman, John Pompey, John Parselies, Johen Stedman, Thom Morre, James
Adrien, Daniel Orme, Horace Hateway, Frederik Reggers, David Wington, William
Cart Wrigth, Benjamin Davis,
Abraham
Head, Joseph Heckle, Pompey Grant, Elery King, William Long, Bénnet B. Negus,
Daniel Newbury, William Lippincott, Henry Ingersol, David Heckle, Daniel Mac
Kay, John Edw Moor, Peter Naulty, James Grant, Thomas Gill, John Elliot, John
Hays, John Edsall, Marhew Buchanan, Stetphen Burtis, John Burk, Edward Yates,
Joseph Bennet, Eaton Burlinghan, William Burnside, Blakesley, Fitz William,
Allison, Downw, Bedingfield, Hestler, Belhay, Lepresier, Desson, Loppenhot,
Delaway, Spearing, Sopperihot, Shannon, etc.
En
la última expedición vinieron también Andrés España, Domingo Sánchez, J.
Casañas, José Montesinos y Rico, Carlos Manuel Piar, Carlos Cañero, el indio León
y Cayetano Farfán.
En
el interregno de esas dos expediciones volvió el Scorpional puerto de Carúpano
y trató de desembarcar fuerzas; pero la guarnición apoyada por los vecinos
ocuparon las alturas cercanas y rechazaron a tiros de cañón y de fusil a los
ingleses. En la refriega, que por parte de los de tierra sostuvo
principal¬mente el capitán Antonio Jerónimo Vásquez, quien se distinguió por su
arrojo, murió Jerónimo Valderrama y resultó herido José Rafael Navarro.
Nota: La idea es recuperar el
documento lo más que se pueda de manera digital, para que pueda ser aprovechado
por los estudiantes de carupaneros y personas interesadas.
Pedro Alcázares; con el uso de las nuevas tecnologías se puede hacer mucho. Todas las imágenes son de mi propiedad. Carúpano 09/06/2025. a las 05:47 a.m.
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