Historia de
Carúpano de Tavera Acosta Capítulos 13- 15
CAPITULO XIII
1840-1846
— Los partidos políticos de Carúpano — Cuándo empezaron — Quiénes formaron
entre los que compusieron el partido de oposición — Notas Biográficas — Los
Colorados y los Amarillos — Calificativos con que se motejaban — Asuntos
electorales — El incidente de un judas.
Los
partidos políticos de Carúpano empezaron en 1840, siguiendo la propaganda
cívica iniciada en Caracas por Antonio Leocadio Guzmán y otros más, desde las
columnas de El Vene-zolano, importante periódico de la metrópoli; y así los que
en la localidad sustentaban los principios de la Oposición constitu¬cional con
la denominación de Partido Liberal, eran conocidos desde 1842 con el apelativo
de Los Colorados, en tanto que a los del Gobierno o sea a quienes formaban la
Oligarquía, se les conocía con el apodo de Los Amarillos.
A
los que iniciaron el liberalismo regional se les motejó de colorados, aludiendo
al rojo emblema que comenzaron a usar como divisa, siguiendo en esto el ejemplo
de los demócratas y liberales de Europa, siendo también de advertirse que en el
transcurso de esos primeros años de organización, también fueron motejados de
anarquistas, lambistas, oposicionistas, etc. En cambio, éstos calificaban a sus
contrarios de amarillos, minis¬teriales, oligarcas, serviles, etc. •
A
los Colorados pertenecieron desde 1840 hasta 1844, los siguientes individuos:
A
— Antonio y Juan José Acosta Jiménez (I), Agapito Alvarado Bruzual (II),
Francisco Javier Agorrea, Lázaro Al¬bornoz, Ramón Arcia.
B
— Ramón y Justo Benítez (III), José Nicolás, Juan Manuel y José Leonardo Brito
Cova (IV), Juan Manuel Brito Gómez (V), Agustín Barrios, Máximo Blanco, Antonio
y Fran¬cisco Mateo Benítez, Fernando Brito.
C
— Alejo Caraballo (VI), Francisco Antonio Carrera Fuentes, José del Carmen
Campos, Florentino Cedeño, José Leonardo Centeno, Pablo Coy.
D
— José Julián y José Toribio Díaz.
F
— Ramón y José Miguel Font (VII), José Antonio y Juan Bautista Farías, Vicente
Fernández, Juan José Fermín, José Farías, Cosme Font.
G
— José del Carmen García, José Rafael Guevara Mar¬cano, José del Carmen Guevara
Marcano (VIII), Mateo Guerra Olivier (IX), Andrés Guevara Olivier, José
González (X), Juan Bautista Goirand, José Francisco García, Miguel Guilarte,
Valentín Guerra, Lázaro García, Evaristo Gómez, Juan B. Gon¬zález, Jesús María
González, Pedro Celestino González, Juan Antonio González.
H
— Francisco y José Miguel Hernández, Juan Bautista Hernández Brusco (XI), José
Florencio Hernández, Bartolomé Hernández.
I
— Manuel Iglesias.
J
— Pablo Jiménez.
L
— Bernabé Lares, José Merced López, Fernando Lozada.
M
—Francisco y Cayetano Morandi (XII), José Antonio Marín, Eugenio Marcano,
Francisco Martínez de Gordon, Ma¬nuel Felipe Marcano, Juan de Moya, José Antonio
Morán, Fran¬cisco Mujica, Procer civil de la emancipación patria.
N
— José Manuel y Pascual Navarro Guevara, Pascual y Domingo Navarro Méndez, Juan
Antonio Núñez, todos cinco servidores de la Independencia nacional.
O
— José Olivier Marcano, Antonio Oletta.
P
— Leandro Pérez, Pbro. Máximo Pérez Matamoros, Ramón Placeres, Juan Bautista
Peña Hernández, Silvestre Peña González (XIII), José Rafael Pérez, Francisco
Antonio Pérez, Juan Angel Pérez, Cosme Pino, Hilario Paván.
Q
— Manuel Quintana (XIV), Anizeto e Isidro Quintana.
R
— Antonio Retamales, Oficial de la Independencia, José Raffetti Guevara, José
Manuel Ramírez, José Carmen Ri¬vera, Manuel Rodríguez, Luis Romero, José
Russián (XV), Cosme Rivera, José Antonio Rodríguez.
S
— José María Salazar, Justo y Ramón Silva (XVI), Francisco Salas, Emilio
Salazar, José Nicolás y José Felipe Soto, Cecilio Soillier, Juan Subero.
T
— Luis Torres.
V — Pedro Simón Valderrama, Juan Manuel
Vásquez, Luis Valdivieso, Pastor y José María Vargas, Pedro Villarroel.
Y
— José Yánez.
Por
supuesto, el número de estos individuos aumentó en el transcurso de los años,
si bien algunos de los de la lista que precede, formaron luego en las filas del
Gobierno Centra¬lista, que combatieron los federalistas años más tarde. En su
casi totalidad fueron Reformistas los individuos que constan en la mencionada
lista.
NOTAS
BIOGRAFICAS
I
— Antonio y Juan José Acosta Jiménez nacieron en Carúpano, el primero el 13 de
junio de 1792, el segundo el 12 de junio de 1798, hijos de Francisco Acosta
Campo y de Juana Antonia Jiménez y Orne Bravo, quienes habían contraído
matri¬monio allí el 6 de junio de 1789. Ambos se incorporaron al ejército
patriota en junio de 1816 y no fueron de los expedicio¬narios de Ocumari de la
Costa por haber quedado en Carúpano, en el piquete de observación que dejó el
Libertador al salir, con órdenes de replegar sobre Margarita, como lo hicieron,
al entrar a la población el brigadier Gires. En esa isla siguieron bajo el
general Arismendi, en el cuerpo comandado por el coronel Juan Bautista Cova.
Fueron de los combatientes en El Portachuelo y en Mata Siete, en 1817. En 1819
acompañaron al mismo Cova en la pelea de La Cantaura, ganada por Mariño el 12
de junio de ese año. De Angostura regresaron a Carúpano a fines de 1820, ya en
poder de los patriotas esa ciudad. El capitán Acosta pertenecía a la Orden de
Libertadores de Vene¬zuela. Casó en
Carúpano el 5 de marzo de 1822, con María Isidra Peña González, hija de Manuel
Peña Hernández y de Juana Jacinta González Cabrera. De su matrimonio nacieron:
José Eusebio, Saturio, Hortensia, Marcos, fallecidos estos dos últimos en
temprana edad, y Rosa, que fue la menor. Retirado del servicio militar en 1821,
continuó prestando sus actividades en cargos civiles a la Gran Colombia. Su despacho
de Teniente coronel de Infantería está firmado por el Libertador en el Cuartel
General de Caracas el 25 de abril de 1827 y refrendado por el Secretario
General José Rafael Revenga. En 1826 fue de los federalistas; en 1829, de los
separatistas fundadores de la Patria soberana; en 1835, de los Reformistas a la
par del sin número de los padres de la Patria que formaron en esa popular
revolución; en 1840-1846, de los fundadores del Partido de oposi¬ción que se
denominó Liberal; en 1848-1858, amigo de los Mona¬gas aunque no empleado en sus
Gobiernos; ni en los de Páez; y en 1859, federalista otra vez. Falleció en
Carúpano el 23 de junio de 1861. Su hermano Juan José era para 1821 teniente y
le precedió en la tumba el 10 de junio de 1845. Murió soltero.
Según
se lee en los Registros parroquiales de Carúpano la ascendencia de estos Acosta
hasta mediados del siglo XVIII, aunque incompleta, se remonta así: padres,
Francisco Acosta Campo y Juana Antonia Jiménez y Orne Bravo; abuelos paternos:
Francisco Domingo de Acosta y Rosa María del Campo y Navarro; abuelos maternos,
Manuel Isidro Jiménez y Orne y Margarita Bravo de la Rosa; bisabuelo paterno,
Manuel de Acosta y Espinosa; bisabuelo materno, Antonio Jiménez y Orne.
La
ascendencia de los Peña González es la siguiente: padres, Manuel Peña Hernández
y Juana Jacinta González Ca¬brera; abuelos paternos, Francisco Javier Peña e
Isabel Jacinta Hernández; abuelos maternos, Alférez José Cándido González y
Catalina de la Cabrera Alvarez; bisabuelos matemos, Manuel de la Cabrera y
Juana Alvarez de León.
Hermanos
de Antonio y de Juan José Acosta fueron: María, casada con Lino José González;
Mariana, con Domingo Rojas Hernández; Balbina, con José María Caraballo; y
Rufina, Francisco, Víctor, Juan Bautista y Dolores, muertos de cortos años.
II
— Ignacio y Agapito Alvarado fueron servidores de la Causa de la Independencia,
naturales de Barquisimeto. El primero pasó al oriente de la República y casó en
Cumaná con Concepción Bruzual. De su matrimonio nació Agapito Alvarado Bruzual,
quien contrajo nupcias en Carúpano con Carlota Pérez Mujica. Del matrimonio
Alvarado-Pérez pro¬vienen los siguientes hijos: Leandro, quien casó con Bárbara
Russián Navarro; Carlos Pío, con Candelaria Caballero, de Barcelona;
Buenaventura, con Olimpia Escovar, caraqueña; Francisco; Manuel; Agapito, con
Josefa Carvajal, de El Pilar; Ignacio, con Carmen Velásquez García, de
Ciudad-Bolívar; y Ramón Crisanto.
Ill
— Ramón y Justo Benítez, fueron también Proceres de la Emancipación, ambos
naturales de Margarita. Ramón empezó sus servicios en 1816 como subteniente en
el batallón Mariño. Casó en Río Caribe con su paisana Mariana Fermín y se vino
a residenciar a Carúpano. De su matrimonio tuvo los siguientes hijos;
Eustoquia, Rosa, Jorge, doctor en jurispru¬dencia, Baldomcro en medicina, y
Mariana de Jesús. Figuró entre los dirigentes del movimiento político en
1840-1846. Para 1852 era Comandante. Falleció en Río Caribe cuando la epide¬mia
del cólera, el 27 de enero de 1855. Eustoquia casó con José Eusebio Acosta y al
enviudar éste contrajo nuevo enlace con su cuñada Rosa; Baldomcro, casó con
Manuela Molinos Pérez, natural de Maturín; Jorge falleció soltero, y Mariana de
Jesús verificó sus bodas con Félix Palacio, nativo de Maturín.
En
memoria de ese Procer, uno de los Distritos del Estado Sucre lleva su nombre.
El Distrito Benitez fue creado en 1877, gracias al tesonero empeño patriótico
de Henrique Pérez, quien fue un honorable hombre público nativo de Margarita,
hijo de Rosa Pérez y de Manuel Felipe de Tovar.
IV
— Estos Brito Cova fueron servidores de la Gran Colombia, hijos del Procer José
Leonardo Brito Sánchez y de Nicolasa de la Cova Vetancourt, casados en Carúpano
en enero de 1801. José Nicolás Brito Cova, o sencillamente Nicolás Brito, como
se firmaba, fue una gran figura militar, que hizo sus servicios a la Patria en
1818, como aspirante en el ejército del general José Francisco Bermúdez, hasta
1821, año en que se retiró del servicio militar con el grado de teniente de
infantería, para volver a la actividad años después. En 1835 fue de los
reformistas de Carúpano y después, al servicio del Gobierno del general
Monagas, hizo las campañas de 1848 en las pobla¬ciones de Paria, ya con el
grado de Comandante, y en 1849 fue el jefe que defendió la plaza de Carúpano contra
la escuadra infidente de los revolucionarios, quienes bombardearon la ciudad.
Después de su brillante actuación en esos años, justamente resentido con los
Monagas, separáronse de éstos tanto su padre como todos sus hermanos, para
tornarse en adversarios. Tomó participación en la revolución federalista de
1853 y asimismo en la de 1858, que derrocó a los Monagas del poder. Desde
entonces formó en las filas centralistas, acreditando por todas partes su valor
a toda prueba y sus relevantes dotes de estra¬tega, al punto que Ezequiel
Zamora lo conceptuaba como la mejor espada del Centralismo, en cuyas filas
ascendió al grado de General de Brigada. Había nacido en Carúpano, cuna de
valerosos guerreros, el 18 de setiembre de 1801. Falleció el 8 de abril de 1860.
Hermanos suyos fueron: Juan Manuel, quien nació el 30 de julio de 1803; Isabel
Antonia, quien casó con el coronel José Loreto Arismendi, natural de Margarita;
Ascen¬sión; y José Leonardo, nacido el 13 de marzo de 1808. Este casó con
Dolores Marcano, y su hijo Juan Manuel Brito Marcano contrajo matrimonio en
Barcelona con Magdalena Dominicci, hermana del ilustre jurisconsulto y literato
doctor Aníbal Domi¬nicci, quien casó con Elina Otero, padres de los doctores
Santos Aníbal y Pedro César Dominicci.
V
— Primo hermano de los Brito Cova, fue Juan Ma¬nuel Brito Gómez, también
oficial de la Gran Colombia, hijo del Procer Juan Manuel de Brito Sánchez y de
Josefa Rita Gómez, nativa de Margarita, hija de Luis Gómez de Saa y Ber¬múdez
de Castro y de la cumanesa María Mónica de la Tornera Sota y Luna. Los Brito
Sánchez fueron hijos de Juan Manuel López de Brito y de Teresa Sánchez de
Torres, todos cumaneses. Juan Manuel Brito Gómez había nacido en Río Caribe, el
12 de noviembre de 1810, y residenciado en Carúpano, donde vivían sus padres,
contrajo matrimonio con Rafaela Navarro Olivier, hija del Procer Pascual
Navarro Guevara y de Rafaela Olivier Marcano. Sus despachos militares están
firmados por el Libertador, por Mariño, Páez, Urdaneta y Soublette. De su matrimonio
hubo los siguientes hijos: José María, Diego Ber¬nardo y Concepción, todos
carupaneros. El comandante Brito Gómez, después de sus servicios a la Gran
Colombia, fue de los separatistas en 1829, y de los fundadores del Liberalismo
venezolano, en 1840-1846. Roto con los Monagas después, fue de los federalistas
de 1853.
Víctima
del terremoto del 15 de julio de ese año, falleció en Cumaná.
María
Mónica de la Tornera Sota y Luna, su abuela materna, fue hija de Juan Francisco
de la Tornera y Luna y de Ana María López de Goitía y Valle. Juan Francisco de
la Tornera y Luna, era hijo del coronel Juan de la Tornera Sota, Gobernador de
la Nueva Andalucía, y de Rosa Teresa de Arios y Carvallo Luna. De Ana María
López de Goitía fueron padres José Nicolás López de Goitía y Micaela del
Rosario del Valle, y padres de Rosa Teresa de Arios, fueron el coronel Mi¬guel
de Arios y Sarasa y Juana María Carvallo Luna.
VI — Alejo Caraballo, hijo de José María
Caraballo y de Balbina Acosta Jiménez.
VII
— Ramón Font y Soler, nativo de Barcelona, Es¬paña, para 1812 contaba 25 años,
casó en Carúpano con Sabina Pérez Marín, en 1813. De su matrimonio nacieron:
María Josefa, casada con Pedro Coll Sánchez Vallenilla y Vallenilla Guerra, y
José Miguel, con Magdalena Russián Flex. José Miguel tuvo una larga actuación
en la política local, personaje conspicuo de firme decisión y de gran valor
cívico que no excusó derramar su sangre en aras del Liberalismo. Hijos suyos
fueron: Ramón, quien casó con Bárbara Otero; Carolina, con el doctor Bernardo
Bermúdez Graü, cumanés; Magdalena, con José Jesús Alcalá Cova; José Miguel, con
Luisa Marth, de Ciudad-Bolívar; Gertrudis, viuda del francés Angel Boagna,
muerto éste en la batalla del 2 de mayo de 1870, en Carúpano; María Josefa;
Sabina; Antonio José; Domingo, casado con Josefa María Carrera Mayz; Ana Teresa
con Ignacio Parías Flores; Tomás, Rafael y Carmen.
Hermano
de José Miguel, por parte de padre, fue Cosme Font, nativo de Cariaco, quien
contrajo matrimonio con Micaela Fouguet, nativa de Cataluña. Hijos de este
enlace fueron: Cosme, quien casó con Rosa Campos, margariteña; Ramón, con
Herminia Russián Navarro; Enriqueta, con Numa Espinal Alarcón, de Cariaco;
Rosa, con Antonio, hermano de Numa; y Concepción, con José Manuel Sánchez,
cumanés, padres del malogrado poeta campanero Rafael I. Sánchez, casado éste
con Leonor Fierro Goirand.
VIII
— Rafael de Guevara, José Carmen Guevara Mar¬cano y Andrés Guevara Olivier
fueron miembros de la distin¬guida familia procera que tantos servidores dio a
la Causa de la Independencia. Lo mismo el coronel Pedro Rafael de Guevara, que
también fue Procer, casado en Carúpano con María Josefa Olivier, hija de
Bernardo Olivier Marcano y de Rita Marcano Navarro. Rafael de Guevara, hijo de
Andrés de Gue¬vara y de Luisa Guerra de la Vega, fue General de Brigada en la
guerra de Independencia, miembro del Congreso de An¬gostura en 1819, como
diputado por Margarita, y uno de los Próceros más caracterizados de la
Emancipación. Nativo de Margarita, falleció en Carúpano el 25 de mayo de 1847.
José
Carmen Guevara Marcano, también natural de Mar¬garita y vecino de Carúpano, fue
hijo del general Guevara y de su legítima esposa Josefa Marcano. Empezó sus
servicios a la Patria a la edad de catorce años, saliendo con su padre en 1816
en la expedición de carupaneros sobre Ocumare en el batallón que allí se formó
con la denominación de “Sagrado”. Consumado el inexplicable desastre de esa
expedición, regresó con su padre a Barcelona y de allí pasaron ambos al
servicio de Mariño, quien sitiaba a Cumaná en enero de 1817. En la división de
Bermúdez volvió a Barcelona y siguió a la expedición sobre Guayana y así
continuó en servicio hasta 1821. En 1848-1849 sirvió en el gobierno de Monagas.
En 1853 Gobernador de la Provincia de Cumaná. Para esos años fue ascendido a
Comandante de Infantería. En 1859 prestó sus servicios a la causa Federalista y
cayó prisionero de los centralistas cuando éstos entraron victoriosos a
Carúpano el 14 de octubre de ese año. Había casado allí con su prima María
Josefa Marcano. Hijos de su matrimonio fueron: José Carmen, José Rafael, Pedro
y María Dolores Guevara Marcano (los mismos apellidos de los padres). El
comandante Guevara falleció en Carúpano el 5 de febrero de 1875, de setenta y
tres años de edad.
El
coronel José Rafael de Guevara, hermano del coman¬dante Guevara, casó con Juana
Josefa Barceló Cova, riocaribera, y fue también servidor de la Gran Colombia.
Andrés
Guevara Olivier, fue hijo de Pedro Rafael de Guevara y de María Josefa Olivier
Marcano.
Los
Guevara eran nativos de Margarita, descendientes de Francisco de Guevara
Soberanis, deudo del capitán conquis¬tador Juan Niño Ladrón de Guevara. Todos
ellos estaban emparentados con los Navarro, Guerra, Marcano, Herrera, Salazar,
etc.
IX
— Mateo Guerra Olivier fue uno de los tres Próceres militares más notables de
Carúpano. Empezó sus servicios muy joven cuando la expedición de Chacachacari,
en 1813. Hizo las campañas de ese año y las de 1814, a las órdenes de Mariño.
Se encontró en las batallas de Bocachica, La Puerta y Aragua de Barcelona.
Salvóse de la hecatombe consu¬mada en esa última jornada por Morales, y por la
vía de Barcelona se dirigió a Margarita, donde continuó a las órdenes de
Arismendi en las acciones allí libradas en 1815-1816. Venido el Libertador
cuando la expedición de Los Cayos, siguió con él a Carúpano y fue de los
expedicionarios de Ocumari y de la brillante retirada de Mac Gregor hasta
Barcelona. Con¬currió a los combates de Quebrada Honda y El Alacrán y a la
batalla de El Juncal, en 1816. Fue de los defensores de la Casa Fuerte el 7 de
abril de 1817, donde resultó herido. Junto con el coronel José Manuel Navarro
Guevara, su conterráneo, hizo la campaña sobre Guayana con el Libertador,
siendo se¬gundo jefe del batallón Restaurador.
Nació
en Carúpano el 3 de mayo de 1795, hijo de José María Guerra de la Vega Alcalá y
de Juana María Olivier, her¬mana de la esposa de Pedro Rafael de Guevara. Casó
con Carmen Marcano y de su matrimonio tuvo varios hijos, que mencionaremos más
adelante.
José
María Guerra de la Vega Alcalá fue hijo del antiguo Teniente Justicia de
Carúpano Francisco Mateo Guerra de la Vega y de María Josefa de Alcalá Rendón
Sarmiento, ambos cumaneses. Un deudo de Guerra de la Vega, de nombre Juan, hijo
de Nicolás de la Guerra Vega y de Isabel Marcano, casó en Carúpano el 27 de
julio de 1807, con María Josefa Navarro, hija de Jacinto Navarro Vallenilla y
de Juana Tomasa de la Cova.
Mateo
puerra Olivier, falleció en La Asunción, Marga¬rita, el 19 de abril de 1879.
Un
hermano de éste también Procer de la Independencia, llamado Gabriel, nacido en
Margarita, se incorporó al Liber¬tador en 1816. Combatió en El Aguacate,
Quebrada Honda y El Alacrán y a poco fue de los vencedores en la batalla de El
Juncal, ganada por Piar contra Morales el 27 de setiembre del mismo año.
Ayudante del general Freites, recibe dos heridas en el asalto y toma de la Casa
Fuerte de Barcelona, en 1817. El año siguiente acompaña a Bermúdez en la toma
de Güiria y en la campaña costanera. Concurre al sitio de Puerto Cabello en 1823
y en 1824 muere en Panamá, yendo en la División auxiliar que marchaba al Perú.
Había contraído matrimonio en Valencia con Francisca Ochoa Duarte.
Otro
hermano de esos Próceres, nacidos en Carúpano el 24 de marzo de 1808, fue José
María, quien empezó desde muy temprana edad sus servicios a la República.
X
— José González nació en Carúpano en 1798, y allí se incorporó al ejército
Libertador en junio de 1816, en el batallón Sagrado, compuesto de carupaneros
que se organizó en ese mes. Hizo la expedición sobre Ocumari de la Costa y fue
de los de la retirada de los seiscientos con Mac Gregor, batiéndose en La
Victoria, Chaguaramas, Quebrada Honda y El Alacrán. Asistió
a
la batalla de El Juncal, y después siguió a la campaña sobre Guayana. Fue de
los vencedores en la trascendental batalla de San Félix (Chirica) el 11 de
abril de 1817. Su hoja de ser¬vicios dice que fue soldado, cabo segundo,
sargento segundo, sargento primero, en 1816; subteniente en 1818; teniente en
1827; capitán en 1831; 29 Comandante en 1848; Primer Coman¬dante en 1851; y
coronel en 1852. En 1831 fue jefe de la guarnición de Carúpano; de los
Reformistas en 1835 y de los fundadores del Liberalismo regional en 1840-1846.
En 1848 jefe de la columna Taratara, que tanto se distinguió el 13 de mayo
cuando los revolucionarios atacaron la plaza de Carúpano. Des¬pués hizo las
campañas sobre las costas de Paria, a las órdenes de su paisano el comandante
Nicolás Brito. En 1849 Comandante militar de los cantones de Carúpano y Río
Caribe. Herido y prisionero después de las jomadas del 13 y 14 de octubre de
1859, fue conducido a las bóvedas de La Guaira, de donde en 1861 junto con
otros compañeros más, entre ellos el general Gabriel Guevara, se escapó; pero
alcanzado en Galipán por la fuerza del gobierno Central, fue sacrificado. Fue
hombre de extraordinario valor personal, que ascendió en la escala militar por
todo el rigor de los trámites. Había casado en Carúpano con María Josefa Gil y
tuvo los siguientes hijos: José María, Teresa, casada con Miguel Martén, de
Margarita, y Rosenda.
XI
— Juan Bautista Hernández Brusco fue Prócer civil de la Independencia, habiendo
empezado sus servicios entre los miembros del Ayuntamiento de Carúpano, cuando
en 1810 se reconoció la Junta Patriótica reunida en Cumaná el 27 de abril de
ese año.
XII
— Ambos Morandi eran naturales de Bastía, Cór¬cega, hijos de Agustín Morandi y
de Antonia María Fispé, también corsos. Francisco casó en Carúpano el 14 de
diciembre de 1824 con Luisa Pérez Marín, hija de Bernardo Pérez y de Josefa Marín.
Cayetano casó con Bárbara Martínez de Gordon. Hijos de Francisco Morandi y de
Luisa Pérez Marín, fueron: Antonia María, casada con Domingo Giordani, francés;
Sabina, con el francés Juan Luis Smitter; Agustín, con Julia Isabel Dautant;
Vicente: Francisco; Cayetano, quien casó con Celsa Arroyo Tovar, sobrina del
Illmo. Obispo señor doctor José Manuel Arroyo y Niño Ladrón de Guevara; Luisa
Antonia, con Marcos Silva Salazar; y Josefa Antonia, con José Miguel Alcalá
Cova.
Hijos
del matrimonio Giordani-Morandi fueron: Elvira, viuda de Agustín Belgodere;
Domingo; Carolina; Maria Luisa, viuda del abogado italiano doctor Lorenzo
Figallo; Antonio Tomás; Francisco; Cayetano; Antonio María; Brígida y Pedro
Antonio, con sucesión los casados.
Hijos
del matrimonio Smitter-Morandi-Morandi Roque; Juan Luis; Francisco, quien casó
con Rosario Sucre; Epifanía; Sabina, casada con Policarpo Gómez, de Río Caribe;
Ramón; Vicente; Antonio José, casado con Rosa Russián Alcalá; Juan María, con
Ana Teresa Battini; Pedro; Nuncia; casada con Agustín Morales, de Cariaco;
Mariana, con su primo Francisco Morandi Arroyo; y Luisa, con Felipe Lares
Saravia, con descendencia todos los casados.
Hijos
del matrimonio Morandi-Dautant: Agustín, quien casó con Elisa Sánchez; Julia,
con Manuel López Alcalá, cuma¬nés;
Herminia, con José Pablo Pérez, caraqueño; Lorenzo; Carmen; Vicente;
Josefa Antonia, casada con Roque Lucchesi, francés; Luisa, con José Luis
Sevillano Vallenilla, cumanés; Francisco, con María Jesús Prada García, natural
de Güiria; María, quien falleció soltera; y Pedro, dejando sucesión los
casados.
Del
matrimonio Morandi-Martinez de Gordon, nacieron: Beatriz, casada con el francés
Juan Bautista Lucca; Dolores, con Vicente Montes de Oca Silva; María Francisca
y Agustín.
Del
matrimonio Morandi-Arroyo son hijos: Francisco, casado con Mariana Smitter
Morandi; Cayetano; José Manuel y Ramón, ambos fallecidos siendo niños; Antonia
María, casada con el doctor Ramón Aveledo Urbaneja, caraqueño; Juan Luis,
doctor en medicina, casado con Julia Guastini, de El Pilar; Josefina, con el
doctor Agustín Aveledo Urbaneja, hermano de Ramón; y Mercedes.
XIII
— Juan Bautista Peña Hernández fue, como su sobrino Silvestre Peña González, de
los Próceres carupaneros que se señalaron desde los primeros días de la
Independencia.
Silvestre
nació el 14 de enero de 1775, hijo de Manuel Peña • Hernández y de Juana
Jacinta González Cabrera. Casó en Carúpano el 25 de setiembre de 1803 con Juana
Guilarte Rivera. En 1812 fue reducido a prisión de orden de Zerbériz y conducido
a las bóvedas de La Guaira. Juan Bautista fue de los expedi¬cionarios sobre
Guayana en 1811-1812, en la división comandada por el coronel Manuel Villapol
y, prisionero tras el desastre de Sorondo, fue remitido por el Gobernador
Militar de Angostura a las fortalezas de Puerto Rico, embarcándolo junto con
otros muchos más en la goleta Nieves. Después de varios años de prisión,
regresó a Carúpano.
Silvestre
Peña González fue uno de los primeros Regi¬dores que tuvo esa ciudad al quedar
definitivamente en poder de los patriotas. Hermanos suyos fueron: Antonio,
Bernardo, Verónica, casada con Manuel de Jesús González Hernández, su pariente;
Eulalia, Gabriel, Antonia María, casada con José Navarro, y Rosa, con José
Jesús Caraballo.
XIV
— Manuel Quintana, así como su hermano Vicente, fueron Próceres de la
Emancipación Nacional. En el transcurso de las campañas ascendió Manuel al
grado de Comandante de Infantería. Hijos suyos fueron: Anizeto e Isidro
Quintana, nativos de Carúpano y de humilde cuna. Todos ellos fueron hombres de
ecuánimes convicciones. Anizeto falleció allí defen¬diendo la plaza en las
sangrientas jomadas del 13 y 14 de octubre de 1859.
XV
— José Russián, hijo de
Antonio Russián y de Mag-dalena Quartini, naturales de Génova, Italia,
todos tres. Empezó a servir a Venezuela en 1816, en la marina de guerra, cuando
aparecieron sobre las costas de Margarita las naves de la Expedición de Los
Cayos. Para 1818 era Teniente de fragata en la goleta Dos Amigos que comandaba
su paisano el Capitán de Fragata José Raffetty. La Dos Amigos pertenecía a la
División Amarilla de la cual era Jefe el Comandante de Navio Nicolás Joly.
Sirvió a la Independencia venezolana hasta 1821. Casó en Santa Ana de Margarita
el 30 de junio de 1819 con Ana Clotilde Flex, hija del español Juan Flex y de
María Aguasanta Tubores. Russián prestó después servicios a la República,
par¬ticularmente al Gobierno de los Monagas en 1847-1848, y falleció en
Carúpano el 12 de noviembre de este último año.
De
su matrimonio tuvo los siguientes hijos: Antonio, quien casó con Rosa Alcalá
Cova, cariaqueña; Magdalena, con ' José Miguel Font Pérez; Aguasanta, con Juan
Marcos Imery, hijo del médico inglés del mismo nombre; José, con Bárbara
Navarro Salcedo; Eloísa, con Félix Vallenilla Mayz; Ana María, con Próspero
Balán Pinaud; Pedro, con María Rosario Már¬quez, cumanesa; y Luisa, con Emilio
Bernardo Balán, hermano de Próspero.
Próspero
Balán, natural de Bayona, casó en Carúpano con Matilde Yánez, y después de
viudo, contrajo nuevo enlace con María Emilia Pinaud, hija de M. Pinaud y de
Aimé Signé. De este matrimonio nacieron dos hijos: León y María Emilia Pinaud
Signé. Muerto Pinaud, la viuda casó con Pedro D’Autant. De ese enlace
provinieron cuatro hijos, que fueron: Julia Isabel, Federico, Ignacio y Ana
Emilia.
Del
matrimonio de Próspero Balán con María Emilia Pinaud Signé, nacieron: Próspero,
casado con Ana Russián Flex; Emilio Bernardo, con Luisa Russián Flex, hermana
de Ana, Carmen, con Andrés Pietri, de Río Caribe; María Carolina, con el
general Angel Félix Barberi, el altísimo orador cumanés; Mercedes y José
Vicente.
Hijo
del matrimonio Próspero Balán-Pinaud-Ana Ru¬ssián Flex: Próspero Augusto,
casado con Eloísa Cabello Silva; Rafael, con Trinidad Alvarez; Carolina, con
Rómulo Sisco Flex; Carmen, con Antonio Vásquez Farías; y Ana María.
Hijos
del matrimonio Emilio Bernardo Balán-Luisa Ru¬ssián Flex: María Luisa, casada
con Carlos Alberto Imery Russián; Emilio José, José Ramón, María Emilia, con
José Eduardo Russián Márquez, su primo; José Jesús, doctor en Farmacia; María
Carolina, José Antonio, María Magdalena y José Miguel, casado en primeras
nupcias con Luisa María Lyon Paván y en segundas con María Carolina Lyon, su
cuñada.
Hijos
del matrimonio Barberi-Balán: Pascual, Angel y Carolina.
El
matrimonio Pietri-Balán no tuvo sucesión.
Ana
Clotilde y Margarita Flex fueron hermanas del Prócer capitán Bernardo Flex, y
todos tres sobrinos del patricio coronel José Celedonio Tubores, meritísimo
margariteño, servidor de la Independencia nacional. El capitán Flex falleció en
Para¬guachi el 3 de junio de 1852.
XVI
— Justo y Ramón Silva fueron hijos de Ramón Silva y Salgado y de Antonia María
de la Cova Ascanio Vetan¬court, campanera, hija de Nicolás de la Cova Ascanio y
de Ana María de Vetancourt y Figueroa, hermana del bravo coronel Juan Bautista
Co va y de Rosa, la heroica consorte de José Nicolás Salazar Navarro, patriarca
de los Próceres campaneros. Silva y Salgado había casado en Carúpano el 18 de
agosto de 1802 y regresado con su esposa a Margarita, donde hizo todos sus
servicios a la Causa de la Patria. A poco de haber vuelto a Carúpano en 1821,
falleció allí.
Justo
Silva, su hijo, fue de los servidores de la Gran Colombia. Casó en Carúpano el
15 de junio de 1827 con su prima Ana Rafaela Cova Ascanio Marcano, hija de José
Nicolás Cova Ascanio, y de Victoria Marcano Navarro. Fueron hijos suyos: Justo,
casado con Amalia Luigi, riocaribera; Carmen, con Tomás Massiani, francés;
Rafaela, Gaspar, Hercilia, Con¬cepción, casada con el francés Domingo Blassini;
Ramón, con Francisca Antonia Marcano; y Consolación, con Antonio Giu- dicelli,
francés.
Además
de Ana Rafaela fueron hijas de José Nicolás de la Cova Ascanio y de Victoria
Marcano Navarro, las siguien¬tes: Victoria, quien contrajo matrimonio con el
francés Santos Franceschi; Mercedes con Benito Massiani, francés; y Ana
Jacinta.
Hijos
del matrimonio Massiani-Silva Cova: Felipe, casado con Gertrudis González;
Antonio José, con Isabel Paván Silva; Ascención, con el norteamericano Gregorio
Phelán; Luis, con María González, hermana de Gertrudis; y Nuncia, con Agustín
Orisini Silva. Todos con sucesión.
Hijos
del matrimonio Blassini-Silva Cova: José, casado con Teresa Zabala, cumanesa;
Mercedes, con Juan Antonio Orsini Silva; Calixta, viuda de Enrique Paván Silva
y Antonio.
El
tronco de esta familia Silva, de Carúpano, así como de las de Margarita y
Cumaná, fue Francisco Ventura de Silva, natural de Lisboa, Portugal, casado en
Pampatar con Isabel de Balderrama, margariteña. De su matrimonio provinieron
José Cayetano, casado con Margarita Suinaga, y Luis Jerónimo, quien casó en
Cumaná con Antonia López, nativa de Araya. Del matrimonio Silva-Suinaga fueron
hijos: Marcos, Josefa, Rita, Francisca, Gabriel y Lucía de Silva y Suinaga,
margari- teños. Del enlace Silva-López; Pedro, Miguel, Rosalía y Rosa María
Silva López, cumaneses.
Marcos
de Silva Suinaga y Orbea casó en Pampatar con Rosa Noriega Barrionuevo, padres
de Marcos de Silva y Noriega, quien contrajo matrimonio con su parienta Rosa
Salgado Pérez Noriega. Hijos de estos últimos fueron: Marcos, Cayetano, Juan
Antonio, Ramón y Vicente de Silva y Salgado. Todos éstos así como Gabriel, José
Joaquín, José Antonio, Toribio, Francisco Antonio, Ignacio y Justo Silva,
individuos de la misma familia, fueron Próceres de la Independencia Nacional.
Vicente
de Silva y Salgado casó en Carúpano con Isabel Salazar Vetancourt y tuvo los
siguientes hijos: Dolores, casada con su primo Ramón Silva; Eduarda, con José
Montes de Oca; Isabel María; Rosa, casada con el francés Juan Orsini; José
Vicente, con María Belgodere; Juan Bautista, con Zoa Gentry Sapis; Marcos, con
Luisa Antonia Morandi Pérez; Zoila, y Mercedes, viuda de Henrique Paván
Totesau, con sucesión los casados.
Juan
Antonio de Silva y Salgado casó con Helena Totesau hija de Francisco Totesau y
de Helena Bonalde, y ésta a su vez de Angel Bonalde y de Teresa Ruiz. Fue hijo
del matrimonio Silva-Totesau, José Ramón, quien casó con María Josefa Verde y
éstos procrearon a Henrique y a José Ramón Silva Verde, todos margariteños.
Henrique casó con Francisca Montes de Oca Silva, y José Ramón, con Eduarda,
hermana de Francisca. Dos hermanas contrajeron matrimonio con dos hermanos,
todos con sucesión.
José
Montes de Oca, hijo de Agustín Montes de Oca, y de Francisca Meleán, todos
naturales de Tenerife, Canarias, casó en Carúpano con Eduarda Silva Salazar. De
su matrimonio nacieron: Eduarda,
Francisca, Vicente y Olimpia. Vicente con¬trajo enlace con Dolores Morandi
Martínez de Cordón, y viudo volvió a casarse con Victoria Rolingson, con
sucesión.
Padres
de los poetas Marco-Antonio y Pedro Vicente Silva Morandi, y abuelos de la
gentil cantora Luisa del Valle Silva, la dulce poetisa campanera, fueron Marcos
Silva Salazar y Luisa Antonia Morandi Pérez.
Del
matrimonio Orsini-Silva, nacieron: Vicente, muerto en la juventud, cuando
estudiaba en el colegio de Trinidad; Juan Antonio, casado con Mercedes Blassini
Silva; Juan Santos, con Mercedes Paván Silva; y Agustín, con Nuncia Massiani
Silva, todos con sucesión.
Del
matrimonio Silva Salazar-Bergodere, nacieron: Vi¬cente, Trinidad, Luis José,
farmacéutico, casado con Eduvigis Palmer; Calixto, Antonio José, médico
cirujano, casado con Nuncia Prosperi, Dolores, Julia María, Isabel y Rafaela,
casada con José Vicente Lucca.
Los
Silva Salazar no simpatizaron con la propaganda cívico-política iniciada en el
país, en 1840.
Preparábanse
los partidos políticos de la localidad al pro¬ceso de las elecciones de 1844.
Tanto los Colorados, que consti¬tuían la oposición liberal, cuanto los
Amarillos, que sostenían allí al Gobierno y estaban apoyados por las
autoridades del Cantón, allegaban prosélitos con que poder alcanzar el triunfo
de sus candidatos.
Evidentemente,
los Amarillos, por estar al lado del ele¬mento oficial, tenían
incuestionablemente ventajas que entra¬baban las diligencias de los contrarios;
pero aun así, los Colo¬rados, no cejaban, antes bien, se sentían como
estimulados por los procedimientos de aquellos y contiuaban impertérritos y
llenos de ardiente entusiasmo la propaganda en que se hallaban empeñados.
El
día 7 de abril de aquel año promovieron los Amarillos una reunión en
Campano-Arriba, a la cual concurrieron algunos de los dirigentes y muchos de
sus corifeos, con el pretexto de comerse una novilla, en expansiones
democráticas. Allí se expre¬saron conceptos deprimentes para los adversarios
motejándolos despectivamente. Llega a oidos de los Colorados el asunto, y
resuelven hacer y quemar ese mismo día un judas. Acto seguido ponen manos a la
obra y para las cinco de la tarde colgaba el pelele en plena calle de la
Independencia, que es la principal de la población, ante un extraordinario
concurso congregado, previa invitación.
Los
Amarillos, al corriente de lo que se trata y conside¬rándolo como una provocación,
vuelan desde Carúpano-Arriba, algunos a caballo, y, a sabiendas de las
autoridades, acometen con el propósito de arrebatar el judas e impedir que
fuese quemado, lo que sí constituía una verdadera provocación, que los otros
aceptaron. Al efecto se oponen, ármase la grita con¬siguiente, arrecia, alcanza
serias proporciones y termina en una refriega donde corre la sangre de ambos
bandos contendores.
Los
Colorados se defienden valientemente, y al fin se imponen, resultando heridos
entre otros Ramón Benítez, Ramón y Cosme Font y Anizeto Quintana, frente a cuya
casa de familia estaba colgado el muñeco; y de los Amarillos, cuyos principales
directores optaron por no concurrir a la asonada: Jacinto Ca¬rrera, Rufino
Figuera, Natividad Fermín, Nicolás Tovar y otros más.
Por
el incidente baladí de un judas, que sirvió de pretexto, corrió sangre de
carupaneros en la ciudad, ocasionando un escándalo que tuvo honda repercusión
en el seno de las familias y que definió aun más vigorosamente la divisoria de
los incipientes partidos políticos de la localidad.
Por
supuesto, demás está decir que los Colorados o libe¬rales, fueron derrotados en
las elecciones locales de ese año; pero los mismos procedimientos ilegales
contra el derecho de sufragio, que venían consumando los funcionarios públicos
en todo el país, desde diez años atrás, ayudaron grandemente a consolidar el
nuevo partido —representación de aspiraciones verdaderamente republicanas— que,
burlado otra vez, en 1846, vióse compelido a lanzarse a la guerra civil, para
ir luego a apoyar la autocracia de Monagas, contra la autocracia tradi¬cional
de Páez.
CAPITULO XIV
1846
— Trueque de colores en las divisas y banderas — Elecciones de 1846 — Atentados
contra la ley de eleccio¬nes — Procedimientos de los hombres del Gobierno —
Quejas y protestas — Alzamiento de Ezequiel Zamo¬ra — La bandera amarilla —
Primera vez que se alza sobre un campo de batalla — Eterna burla del proceso
electoral — Consideraciones críticas — Gobernantes de la provincia de Cumaná —
El puerto de Carúpano se abre a la importación del extranjero y a la
exportación para el mismo — Sacerdotes que ejercieron la parroquia hasta 1854.
Dos
años más tarde, o sea en 1846, habiendo los del Go-bierno enarbolado la bandera
roja como para señalarse ante el mundo extranjero como siendo ellos los
liberales, se vieron los otros obligados a usar en sus reuniones, de banderas
amarillas, para distinguirse de sus contrarios. Y así iban las cosas hasta que
en ese mismo año, debido a la violación de los sufragios consumada en distintos
puntos por los hombres del Gobierno, se fue a la guerra Ezequiel Zamora, cuyo
recuerdo vive en la memoria de todos los valientes de Venezuela.
Desde
entonces esa misma bandera amarilla, que se alzó por vez primera sobre ün campó
de batalla el 29 de setiembre de 1846, ha venido sirviendo de símbolo de
combate a los llamados liberales, dándose a menudo el caso de que en toda
Venezuela, al correr de los años, acaso por no escatimar sus servicios a la Patria,
vinieron muchos de los que más la combatieron a acogerse a su sombra y a
enriquecerse bajo el oro de sus pliegues.
Con
respecto a lo que se ha dicho sobre el escandaloso atentado de los hombres del
Poder, con relación al proceso electoral, juzgamos oportuno traer a estas
páginas lo que sobre el mismo asunto político el autor de esta historia en las
páginas 219-223 del tomo II de su obra Anales de Guayana, pues lo ocurrido en
Angostura para aquellos mismos años, fue análogo a lo acontecido en otros
Cantones de la República, especialmente en Carúpano:
“A
consecuencias del atentado electoral consumado por los hombres del Gobierno,
apagóse la voz de la mayoría popular, se precipitó el país en los horrores de
la guerra civil y quedó una vez más confirmado el precedente de la serie de
comedias que han venido sirviendo de irrisión al ideal republicano.
“Permítasenos
un paréntesis.
“La
mayor parte de nuestros historiadores está acorde en afirmar que las coacciones
del Gobierno y el cohecho verificado por sus hombres en las Provincias, datan
desde entonces. Y así vése, por ejemplo, que el Marqués de Rojas dice: “Comenzó
en “1846 con la violación de los sufragios públicos nuestra deca- “dencia
literaria, política y moral, y la República vióse no muy “luego empapada otra
vez en sangre”. Pero esto no es rigu-rosamente exacto en cuanto a la fecha de
partida. Acaso desde 1842 si no fuera desde 1834.
“Dice
El Filántropo en su número 13: Luego que los “registros venían por esos mismos
años (El Filántropo escribía “en 1842) el Jefe Político abría el pliego, mandado
cerrar y “sellar con tanto más cuidado por la Ley; mas ¿cómo violar “el sigilo
que manda guardar la Constitución en sus artículos “28 y 29? No hay que
apurarse mucho, porque el Jefe Político
“abría
con la intención de volverlos a cerrar y sellar. Abiertos, “agregaban cuantos
votos les daba la gana en las hojas en “blanco, hasta tener los votos que
necesitaban, o aumentaban “o disminuían los guarismos de sus sumas...”.
“Y
en el número 14: “Sabido es que el Ministerio siempre “ha tenido una ingerencia
manifiesta en. las elecciones; ingeren- “cia a nuestro ver perniciosa, y algo
más si se quiere...
“Trece
años hace (1829-1842), continúa El Filántropo, “que unas mismas personas
alternan en los altos destinos; que “uno sale del Ministerio para encargarse
del Ejecutivo, y del “Ejecutivo para el Ministerio.. ! ¡Trece años! ¡Y
Venezuela “tolera! ..Ya Venezuela se la quiere hacer que consienta en “la
prórroga de cuatro años más... ¿Y quiénes son los de “tanto empeño
“—Los
que componen el Gabinete Venezolano y sus saté- “lites. Y éstos más que
aquellos, pues a no prestarse los últimos “dóciles instrumentos de la voluntad
que se les recaba, no serían “ni tan frecuentes ni tan fáciles las indebidas
solicitudes de los “primeros
“De
suerte que lo que había venido aconteciendo era que en el procedimiento
observado en 1842 y 1844, en algunos puntos del país, especialmente en Caracas,
para resguardar la autoridad moral del Gobierno, de manera que no apareciesen
ostensibles sus influencias, se hizo uso de las indicaciones pri¬vadas, y, con
el consiguiente sigilo, se guardaron las convenien¬cias. En tanto que en el
proceso de 1846, como las circunstancias eran decisivas, porque el Poder se les
iba de las manos, se pres¬cindió de tales componendas de la política oficial, y
los hechos asumieron en toda la República carácter asaz escandaloso e irritante
para el derecho ciudadano.
“No
hay cómo ver la prensa de aquellos años para com¬. prender que para 1846 ya el
procedimiento era muy socorrido.
“El
historiador Olavarría (Domingo A.) en su Décimo Estudio Histórico, página 63,
segunda edición, 1895, es el único que se ha atrevido a tratar de probar con
los registros levanta¬dos por los hombres del Gobierno, la corrección y
honradez con que se verificaron tales elecciones, ostentándose cándidamente
ignorante de cómo se realizó la farsa oficial de ese año, que llevó a la guerra
a algunos de los burlados. Perdonable ignorancia ésa, que más adelante, en la
página 188, le hace decir que había sido práctica tradicional desde 18^8(sic)
que el Gobierno hiciera las elecciones...” cuando la práctica venía
observándose desde muchos años atrás, como hemos dejado evidenciado.
“Por
fortuna, escritos están, hasta en la conciencia na¬cional, los hechos
cumplidos... al igual de otros realizados más tarde, en los que también las
influencias oficiales han continuado presentando con todas las apariencias
legales, atropellos de lesa Constitución y Leyes de la República, cuando no de
crímenes dolorosamente disfrazados con el manto de la virtud.
“Tomemos
de la Historia algunos paradigmas:
“En
1834 los candidatos que compartían la opinión pública para el desempeño de la
Presidencia de la Nación eran Mariño y Soublette; y sin embargo, resultó electo
Vargas, que ni fue candidato popular ni mucho menos, gracias a las
indi¬caciones del general José Antonio Páez, Presidente de la Re¬pública.
“En
1842 los candidatos del pueblo eran Urbaneja y Michelena; pero debido al mismo
Presidente, cuyas omnipo¬tentes influencias se hacían sentir en todo el país,
fue impuesto Soublette.7
“En
1846 el candidato de las mayorías pobladoras de Venezuela fue
incuestionablemente Antonio Leocadio Guzmán; y, no obstante, impuesto fue el
general José Tadeo Monagas por Páez y por Soublette, Presidente para entonces.8
“En
1850 fue Guzmán una vez más candidato a la Pre-sidencia; pero su candidatura se
evaporó ante la del general José Gregorio Monagas, impuesto por su hermano
Tadeo, Presidente de la República. 9
“Y
es de advertir que en todos esos procesos se llenaron a cabalidad —por supuesto
en la escritura únicamente— todos los requisitos establecidos por la Ley. Y
cuando tales farsas se hacían en las altas esferas oficiales, calcúlese cuáles
no se con¬sumarían en las Provincias y en los cantones, a fin de vestir los
respectivos expedientes.
“Y
adrede habíamos dejado en silencio los sucesos de 1838, cuando una vez más
asumió la Presidencia el general Páez, porque en ese año no hubo propiamente
lucha eleccionaria: al nombre del Ciudadano Esclarecido no se le dio contendor
y los hombres del Gobierno tuvieron en sus manos todos los registros que
quisieron. Fue una de las primeras insólitas manifestaciones que señalan las
anales políticos de Venezuela.
“Y
volviendo a las elecciones de 1846, no hay sino ver cómo los elementos
oficiales cometieron cuantos atropellos se les ocurrió contra la libertad
electoral, no sólo en Caracas y en sus alrededores (La Vega, Macarao, Chacao y
Los Altos), sino también en Ocumari del Tuy, en Uatire y en Sandiego; en los
Valles de Barlovento; en Uarenas; y en Sanjuán de los Morros; en Magdaleno, en
Maracay y en Turmero; en Sanfran- cisco de Yari y en Sanjosé de Tiznados; y en
Choroni; y en Villa de Cura, etc., etc., para observar que no fue en 1848, como
ha dicho Olavarría, cuando empezaron en Venezuela los atropellos a la
ciudadanía o sea al derecho de los ciudadanos. Y cuando todos esos
procedimientos escandalosos de los hombres del Gobierno de 1846 ocurrían en la
capital de la República y en sus inmediaciones ¿cómo y de qué magnitud serían
las que se consumaron en el Oriente y Occidente de Venezuela y espe¬cialmente
en Guayana?
“Nada
de extrañar, pues, tuvo la mascarada oficial de 1846, cuando no fue sino una
repetición ampliada y corregida de lo que había venido practicándose. Y así, en
1843, decía El Filántropo, en su número 29: Son tantas y tan crueles las
heridas que se han dado a la Ley de Elecciones vigentes, que se puede decir que
no existe, más bien que vive para befa y escarnio”
Gobernaron
la provincia en el transcurso de 1835 a 1854, los siguientes individuos:
1835 — Manuel Millán, Manuel Valdés, José María
Otero
Guerra, Antonio José Sotillo.
1835-1837
— José María Rodríguez.
1837-1841
— Francisco Avendaño.
1841-1845
— Pascual Navarro.
1846-1848
— Ramón Pérez.
1848 — José Ramón Fernández.
1848-1850
— José del Carmen Vetancourt.
1850-1851
— José María Otero Guerra.
1851-1853
— José del Carmen Guevara Marcano.
1853 — José del Carmen Guevara, Estanislao Ren¬
den,
Pedro Lucas Mayz, Dr. Miguel López Umérez, José María Otero Guerra, Manuel
Escalante.
1853-1854
— Valentín Machado.
Para
esos años, o mejor dicho en el mismo año de 1846, abrió el Gobierno de la
Nación el puerto de Carúpano para la importación y exportación del y para el
extranjero.
Cerramos
este Capítulo con una nómina de los sacerdotes que ejercieron en la iglesia de
Carúpano desde 1817 hasta 1854:
1817-1819
— Juan Manuel Alvarez Ejido.
1819-1821
— Santiago Respaldiza.
1821-1853
— Juan Bautista Molinar.
1853 — Pedro Magne.
1853-1854
— Juan de Figueras.
CAPITULO XV
1847-1848
— Surge el general José Tadeo Monagas en la Presidencia de la República — No se
aviene a ser mane¬jado por Páez y sus elementos — El Congreso de 1848 — Sucesos
del 24 de enero — Causales — El General Páez toma los hechos cumplidos por
bandera de guerra — Revolución del general Páez — Simpatías que tuvo en los
cantones de Carúpano, Río Caribe y Güiria — El Go¬bierno toma medidas militares
— Comienza la revolu¬ción en el oriente del país — Los comandantes Brito,
Re¬tamales y Aguilera — Combates en la costa sur de Paria — Los comandantes
Joaquín Peña, Ruiz Méndez, Luis López y Jacinto Carrera — Combate en Carúpano —
Derrota de los revolucionarios — La escuadra paecista bombardea a Carúpano —
Estéril bombardeo — Ocupación de Río Caribe por los revolucionarios — Derrota
del Comandante Aguilera — Se embarcan los revolucionarios rumbo a Maracaibo —
Combate en Quisiro — Muerte del Coman-dante Luis López.
Impuesto
por el general Páez el general José Tadeo Mo-nagas en la Presidencia de la
República, el país sigue serenamente su marcha, hasta el 24 de enero de 1848,
en que ocurre la tragedia que provocan las pasiones ofuscadas por el ardor de
la política personalista.
Hállase
a la sazón reunido el Congreso y los amigos y partidarios del general Páez,
quienes ya ven de bulto que el Presidente Monagas no se presta a ser manejado a
sus deseos y aspiraciones, tratan de enjuiciarlo y deponerlo en consecuencia,
aprovechando los recursos que la ley les da, y al efecto, sirviendo de causal
un motivo baladí, cual es el de alegar que Monagas se ha ausentado de la
capital sin permiso del Congreso. Monagas realmente había ido hasta
Uaracarumbo, en el cerro del Avila, a recibir a su familia, que llega de
Oriente. Y hasta piensan algunos congresantes trasladar el asiento de la
Representación nacional a la ciudad de Valencia. Más por sobre estas
circuns¬tancias se trasluce el propósito capital: deponer al Presidente.
Ante
la efervescencia de los momentos, una parte del pueblo caraqueño se amotina y
se arma en el parque nacional y con parte de la guarnición se dirige a las
barras del Congreso, compuesto en su casi totalidad de elementos paecistas.
Estos agravan la situación deteniendo en su recinto al Ministro Sa¬nabria. El
pueblo grita y trata de entrar. La guardia que allí existe los rechaza y hace
los primeros tiros. La gente amotinada ataca, la guardia se defiende y resultan
muertos y heridos de ambas partes. Pero ya se ha escrito tanto sobre los
sucesos de ese día y los subsiguientes, que nos parece mejor saltar por sobre
los mil detalles y echar la responsabilidad de los hechos tanto a los unos como
a los otros.
El
Congreso tras un breve receso continúa sus sesiones. Pero al llegar a
conocimiento de Páez lo ocurrido, protesta y se alza en actitud revolucionaria
el 4 de febrero. Tal grito de guerra es suficiente para que su inmenso
prestigio aliente a todos sus partidarios, especialmente a los de Carúpano, Río
Caribe y Güiria, quienes se aprestan a secundarlo decididamente.
Como
fácilmente se comprenderá, la realidad de las cosas no es la de alzarse en
defensa de las instituciones, asesinadas, según Páez y sus amigos, por Monagas.
Es sencillamente el pretexto ostensible, para encubrir con ropaje de legalidad
el propósito de quitarse de encima al hombre a quien han colocado ellos mismos
en la Presidencia y que no está dispuesto a servir de instrumento a tremendas
pasiones que piden patíbulos y destierros, ni a ser maleable a los manejos de
sus intereses polí¬ticos. Y es de calcularse cual el despecho que tal actitud
del favorecido produce en el ánimo de Páez y de sus amigos. De suerte que así
como no lo fue Vargas, tampoco Monagas dócil a la disciplina incondicional se
presta, como lo fuera Soublette, primero bajo las órdenes del Libertador y
luego a las de Páez, a quien acompañó en la revolución de 1829.
Los
partidarios del Esclarecido Ciudadano en los Cantones que mencionamos,
comienzan a reunirse en Tunapuí y en otros puntos, especialmente en los pueblos
de Paria, sirviéndoles de centro el comandante Joaquín Peña, quien mantiene
correspon-dencia con el comandante Francisco Antonio Carrera, a la sazón en
Trinidad en abierta condición de revolucionario, como amigo de Páez desde
veinte años atrás.
En
atención a esas perturbaciones del orden, el Gobierno se apersona de los
asuntos y dicta seguidamente medidas ten¬dientes a frustrar los intentos de los
revolucionarios. Entre las providencias tomadas sobre las poblaciones de
Oriente, se cuenta el nombramiento del comandante Brito (José Nicolás Brito
Cova), para desempeñar la Jefatura de operaciones mili¬tares en los cantones de
Carúpano, Río Caribe y Güiria.
Brito
llega a Carúpano, organiza alguna tropa y sale sobre los pueblos de la
península de Paria, el 20 de marzo, llevando en su compañía a los comandantes
Antonio Retamales y Venancio Aguilera, como jefes de la fuerza. Marchan también
con Brito algunos jóvenes entre ellos José Eusebio y Saturio Acosta, Federico
Estay, José Rafael Gómez, Pedro Palau, José Loreto Arismendi, sobrino de Brito,
y José Antonio Marain. De paso deja en Irapa al teniente Estay, y en Yaguaraparo
al subteniente Gómez, mientras él establece su cuartel general en Güiria.
En
la noche del 7 de mayo estalla el movimiento revolucio-nario que se esperaba.
Lo encabeza en Irapa el comandante' Peña, como jefe principal, en unión de José
Cesáreo García, Juan Bau-tista Teriús, Santiago Sánchez y otros. La guarnición
ya en connivencia con éstos sacrifica al teniente Estay y se pronuncia por la
revolución. En seguida, mientras Teriús marcha sobre Yaguaraparo, que guarece
el subteniente Gómez, sale Peña a atacar al mismo Brito en Güiria. Gómez queda
vencido y Teriús se adueña de la plaza. No cabe igual suerte a Peña, a quien,
no obstante tener mayor número de hombres, derrota Brito en la madrugada del 9.
En esa acción acompañan a Brito sus ayudan¬tes, Acosta y Arismendi. Brito, sin
tener en cuenta que las compañías de Retamales y de Aguilera han salido a
practicar sendas operaciones, continúa casi solo la persecución del derro¬tado
Peña, y sin detenerse en Irapa sigue tras él hasta Yaguara¬paro. Pero Peña lo
aguarda ya reforzado con la gente de Teriús. Brito confiado en su estupendo
valor, embiste rudamente. Mas se encuentra con una firme resistencia y después
de combatir en las jornadas del 20 y 21 del mismo mayo, sufre seria derrota que
le obliga a regresar, perdiendo gente, fusiles y municiones, y llega de nuevo a
su cuartel general.
Peña,
grandemente debilitado, no lo persigue y da tiempo a Brito a reponerse.
Aprovecha el regreso de Retamales y de Aguilera, y les ordena caer sobre Peña,
quien se encuentra con sus compañeros en el sitio denominado Río Seco. Los
veteranos de la Independencia atacan a Peña el 28. Este se retira a Yaguaraparo
y allí los espera. Retamales y Aguilera toman a fuego y sangre el pueblo,
dispersan a Peña, quien combate gallardamente, toman algunos prisioneros, entre
ellos a Teriús, y el resto de los facciosos se interna en las montañas de
Irapa. Peña logra salvarse.
Brito
cree destruida completamente la facción y em¬prende marcha de regreso a
Carúpano. Deja al comandante Aguilera con unos cuarenta hombres en Irapa; otra
escasa guarnición en Güiria, al mando de Marain; al teniente Acosta con treinta
hombres, entre ellos su hermano Saturio, lo sitúa en Yaguaraparo y él con el
Ayudante Arismendi y el coman¬dante Retamales van a caer sobre los
revolucionarios de Carú¬pano, quienes, después de su derrota del día 13, se
hallan acampados en los cerros de Cusma y'de Buena Vista. Pero veamos lo que
acontece en esa ciudad, mientras Brito combate en las poblaciones de Paria.
Obedeciendo
al mismo plan de Carrera y de Peña, los paecistas de Carúpano y los de las
poblaciones del interior de Carúpano, se alzan el mismo 7, en Carúpano-Arriba.
Las
autoridades
y amigos del Gobierno al saber en Carúpano la noticia, salen sobre ellos y en
la noche del mismo día y en la mañana del 8, sostienen ligeros tiroteos.
Retirados
los facciosos, los del Gobierno regresan a Carú-pano. Aquellos, que ya tienen
conocimiento de los primeros felices sucesos para ellos, ocurridos en
Yaguaraparo y en Irapa, aumentan en considerable número sus parciales. Son sus
prin¬cipales jefes los comandantes Simón Ruiz Méndez, Jacinto Ca¬rrera y Luis
López, todos tres servidores de la Independencia.
Envalentonados
por el número y las noticias recibidas, mandan el 13 de mayo un parlamentario
pidiendo la plaza a los de Carúpano; pero los defensores, ya reforzados con un
contingente de cincuenta hombres venidos de Cumaná, se atrin¬cheran, les
contestan que vengan a tomarla y los mandan para donde fue el Padre Padilla.
Los revolucionarios disponen su ataque: López, reconocido por Jefe superior,
entraría por Pueblo Nuevo; Carrera, haciendo de ala izquierda, atacaría por El
Mangle; y Ruiz Méndez, por la Sabaneta. López hace de centro.
En
la ciudad con José Raffetti Guevara, Jefe Político del Cantón, y José González,
Comandante militar de la plaza, se hallan Ramón Benítez, Justo Silva, José
Leonardo Brito Sánchez, padre del comandante Brito, José Carmen Guevara
Marcano, Antonio Acosta Jiménez, padre del teniente Acosta, José Silverio
González, jefe de la compañía que vino de Cumaná, los Navarro Guevara, Navarro
Olivier, los Brito Cova, hermanos del comandante Brito, Font, Russián, Morandi,
Anizeto Quin¬tana, Juan Antonio Núñez, Pérez, Parías, González Fuentes, Pérez
Mujica, los Cova, Gómez, Peña González, los Verde, Soto, Vargas y otros, que
constituyen el núcleo liberal de la población.
Los
asaltantes, puede decirse, son una montonera de cerca de mil hombres muy mal
armados, en tanto que los atrincherados, que no llegan a 130, sí lo están. Como
a la una de la tarde empieza el combate y dos horas más tarde, saliéndose de
las trincheras el bravo comandante José González, acaso recordando sus hazañas
en la Guerra de la Independencia, embiste sobre la gente de Carrera con tal
vigor y tan de improviso, que no sólo la rechaza y derrota, sino que también
toma prisionero al mismo Carrera junto con otros más. Ante este desbarate del
ala izquierda, declárase la rota general y, sálvese quien pueda. López y Ruiz
se refugian en las serranías de Cusma y Buena Vista, en los antiguos corredores
del famoso Macario Martínez, de donde a poco son espantados por el comandante
Brito, ya de regreso de sus operaciones militares en las locali¬dades pananas.
Con
tales hechos quedan pacificados los cantones de Carúpano, Río Caribe y Güiria.
Pero no paran allí los sucesos de 1848. En el mes de agosto se presenta en el
puerto la escuadra de los revolucionarios, compuesta de nueve buques, entre
ellos las goletas Constitución y Restauración, comandadas por el coronel José
Celis, quien siendo jefe del Gobierno de Monagas habíase pasado a la
revolución. Desde el 10 de dicho mes se sabía en Carúpano que ambas goletas
navegaban por aguas de Margarita; y el Jefe militar de Operaciones está
dispuesto a recibirlas a vivo fuego. En la mañana del 17 fondean las naves
aguas afuera del puerto. Celis pide la entrega de la plaza. Brito contesta con
su característica arrogancia: Carúpano no se entrega a los traidores. La
escuadra abre el fuego y bombardea la ciudad durante los días 17, 18 y 19.
En
este último día “víctima de implacables enemigos políticos”, cae asesinado en
las inmediaciones de Cariaco el general Francisco Carabaño, Comandante de Armas
de la Pro-vincia, quien se dirigía con una fuerza en auxilio de Carúpano. El
general Carabaño, distinguidísimo Procer de la Independencia Nacional, había
sido de los reformistas en 1835. La celada en que pierde la vida fue urdida en
Carúpano, no para él sino para el general José Gregorio Monagas. El victimario
Juan Antonio Salcedo, confundió a éste con Carabaño y disparó sobre él.
Después, en Cumaná el 2 de abril de 1850 Salcedo paga con su vida en un
patíbulo el delito cometido.2
A
poco se levanta otra facción en Punceres (Maturín) que se extiende a los
pueblos de Aguasay, Caicara y Areo. Pero el Comandante militar general Manuel
Isava Sucre la sofoca en el sitio de Las Piedras, el 29 del mismo agosto.
Pero
volvamos a la escuadra infidente.
2
F. González Guinán, Historia Contemporánea de Venezuela, tomo IV, página 559 —
Caracas, 1910.
Los
tres días de bombardeo resultan para Celis comple-tamente infructuosos. Brito
con su escasa guarnición y los amigos, se defienden valientemente y
corresponden al vivo fuego de la escuadra con los cañones de las baterías del
puerto. Y mientras allí se combate, los revolucionarios de tierra reunen un
buen número de sus parciales desarmados y marchan a Puerto Santo, donde se
reconcentran. Al fin Celis se persuade de la inutilidad de su bombardeo, leva
anclas y se dirige rumbo a Puerto Santo, después de haber recibido un expreso
que le envía el comandante López, avisándole tener listos en aquel punto más de
doscientos hombres.
Recoge
la escuadra el nuevo contingente, ármase a bordo y ese mismo día siguen a
sorprender la guarnición de Río Caribe. El siguiente día 20 atacan esa plaza.
El comandante Aguilera se defiende con bizarría, pero agobiado por el número,
la abandona y se retira a Carúpano. Los revolucionarios ocupan la población y
envían postas al comandante Peña, quien saliendo de las montañas de Irapa, se
incorpora cinco o seis días después trayendo otro contingente de luchadores.
Ante
el fracaso de ocupar a Carúpano, el resto de las naves, que ha quedado cruzando
frente al puerto, pone a su vez proa a Río Caribe, de la cual, finalmente,
salen todos rumbo a Maracaibo.
Los
comandantes Peña y López con todos los hombres que aportaron, siguen también en
la expedición. Los buques despliegan sus velas el l9 de setiembre y van a
desembarcar a los revolucionarios en jurisdicción del Zulia. Diez y seis días
más tarde (17 de setiembre) son destrozadas esas fuerzas por tropas del
Gobierno al mando del comandante Ezequiel Zamora. En esa acción conocida con el
nombre de Quisiro, queda en el campo de batalla el valeroso carupanero Luis
López, marido de Máxima Carrera, junto con otros conterráneos más, y salen
derrotados los coroneles José Escolástico Andrade, Pedro Mu- guerza y Agustín
Codazzi, jefes de las tropas facciosas.
Con
referencia a Peña, véanse los siguientes datos bio-gráficos: Nació en Popayán,
Nueva Granada, en 1806. Fueron sus padres Joaquín Peña y María Manuela Velasco.
Prestó sus servicios a la Causa de la Independencia en las campañas de Quito y
del Perú, desde 1820, y fue de los vencedores en la inmor tal batalla de Ayacucho. Después
siguió al Alto Perú, de donde regresó a su patria y pasó luego a Venezuela, en
1828. Llegó a la provincia de Cumaná en 1829, con el grado de Capitán de
Cazadores. Para la revolución de Las Reformas, siempre al servicio del gobierno
de Páez, fue ascendido a Comandante, concurriendo a las campañas de Río Chico y
Puerto Cabello. Desde 1837 hasta 1842 desempeñó la Jefatura de las Armas en el
cantón de Güiria. En 1848 fue de los más tenaces parti¬darios de la revolución
de su antiguo Jefe Páez. Contrajo matrimonio en Cumaná con Marcelina Codallo.
De su enlace nacieron: María Manuela, quien casó con Crispin Capdeviela Guerra,
y viudo éste contrajo nuevas nupcias con María Josefa, hermana de su primera
mujer; Joaquín, casado con Ascensión Salazar Manterola; Matilde; Carmen, casada
con Emilio León Sayol; Marcelina; Soledad, quien contrajo matrimonio con
Cris¬pin Marcano Betancourt; Luis, con Eloísa Méndez Bigott; y Francisca
Antonia. El comandante Peña fue ascendido a Coronel en 1858 y a General de
Brigada en 1861. Falleció en Carúpano el día 2 de abril de 1868.
Primo
de Joaquín Peña fue Pedro José Peña, también de Popayán, donde nació en 1803.
Empezó sus servicios a la Independencia americana en 1819. Se encontró en
Pichincha, Junín, Matará y Ayacucho. Llegó a Cumaná en el batallón Junín, en
1829. Allí contrajo matrimonio con Avelina Vallenilla, viuda de su pariente
Crispin Alcalá. Fueron hijos del matrimonio Peña- Vallenilla: Jerónimo, que
militó en las filas del Gobierno cuando la revolución Federalista; Belén, viuda
de Andrés Mar¬cano Alcalá; Inés, casada con José María Gómez; Avelina, con Juan
Lovera Simonovis; Pedro, con Pilar Bolet Peraza, y Ana. Pedro José Peña
ascendido al grado de Primer Comandante, murió en Margarita, en 1861.
Avelina
Vallenilla fue hija de Mateo Vallenilla Gual y de Inés Márquez Alcalá. Hermano
de Mateo, fue Luis Vallenilla Gual, quien casó con Josefa Guerra Bermúdez.
Hijos de este matrimonio fueron: Luis, Mateo y Pedro Vallenilla Guerra,
mili¬tares los dos últimos al servicio del Gobierno Central. Mateo murió en el
combate de Santa Rita, en 1859. Pedro llegó a General de los ejércitos de la
República y casó con Luz Lecuna Sucre, hija de Vicente Lecuna Párraga y de
Margarita Sucre Márquez Alcalá. Luis y Mateo Vallenilla Gual, fueron hijos de
Juan Bautista Vallenilla Salaverría y de Inés Gual, hija del Gobernador Mateo
Gual y Pueyo y de Inés Josefa Curbelo. Félix Vallenilla Salaverría, hermano de
Juan Bautista, había contraído matrimonio en Cumaná, en 1759, con Isabel María
Guerra de la Vega.
Santiago,
Donato y Crispin Capdeviela Guerra, fueron hijos de Donato Capdeviela Leruncet
y de María de la Concep¬ción Guerra de la Vega. Los Capdeviela Leruncet, fueron
des¬cendientes de Juan Capdeviela y de María Leruncet, catalanes.
CAPITULO XVI
1848-1854
— Medidas militares del Gobierno — Facción de las montañas parianas — Lo que
dice el historiador doctor Ramos Martínez sobre esa facción — Combate en
Yaguaraparo — Boletín del comandante Brito — Pri¬meros servicios militares de
José Eusebio Acosta — Idem, de su hermano Saturio — Id. de Loreto Arismendi —
Muerte del Comandante Retamales — Llegada del Coman¬dante Enrique Luzón — Fin
de la facción — Segunda revolución del general Páez — Su rápida destrucción —
Revolución federalista de 1853 — Sus principales jefes en Cumaná y Carúpano —
El terremoto del 15 de julio — Completo aplastamiento de la revolución —
Persecución de los comprometidos — Falta de generosidad del Gobier¬no —
Análogos procedimientos a los de 1836 — Nómina de algunos liberales de Carúpano
— Noticias biográficas.
Despejada
la situación de Carúpano, el comandante Brito dispone enviar de nuevo
guarniciones a Río Caribe, Yaguaraparo, Irapa y Güiria, encomendando la
dirección de las operaciones al denodado comandante Retamales, quien se sitúa
en Irapa, dejando de nuevo a Aguilera en Río Caribe y a Acosta en Yaguaraparo.
La vigilancia sobre Güiria la haría el mismo Retamales.
Estas
medidas obedecieron a que después de ida la escua¬dra revolucionaria, quedaron
algunas partidas alzadas en las montañas parianas, alentadas desde Trinidad por
el comandante Francisco Antonio Carrera.
Desde
entonces, 1848, el teatro de la guerra en la provin¬cia, dice el Pbro. Dr.
Ramos Martínez, en sus Hechos notables de Carúpano, se “limitó a la costa del
Golfo Triste, en donde sostuvo la lucha con encarnizamiento por parte de los
alzados, a cuya cabeza quedó José Cesáreo García luego que se embarcó Peña.
Atisbando éstos la oportunidad de poder sorprender las guarniciones de los
pueblos, las atacaron tal cual vez, aunque en vano, como sucedió en la mañana
del 13 de noviembre con la de Yaguaraparo al mando del teniente José Eusebio
Acosta, sobre el cual no lograron triunfar, a pesar de la deserción de los
soldados cariaqueños ocurrida tres días antes, y de las bajas sufridas a causa
de las fiebres; pero en las montañas era suyo siempre el triunfo, de ordinario
a favor de las ventajas que les ofrecían las terribles posiciones que
ocupaban”. (Página 26).
Hablando
de esa acción en Yaguaraparo, hizo circular el Comandante Nicolás Brito, el siguiente
boletín oficial:
NICOLAS
BRITO
primer
Comandante de Ejército, Jefe encargado de las Opera¬ciones de esta Cordillera,
a los habitantes de ella impone de la comunicación que original es como sigue:
El
bravo José Eusebio Acosta, a la cabeza de treinta valientes compañeros,
resistió con denuedo y valor dos horas y media de fuego, con que los malvados e
ingratos descarriados en las montañas de Yaguaraparo pretendieron apoderarse
del punto que aquel Jefe guarnece; pero la Divina Providencia, siempre alerta
para protejer la causa de la libertad, se antepuso, e inspirándoles valor y
constancia a aquellos guerreros, repe¬lieron al enemigo poniéndolo en una
derrota completa.
El
caracterizado teniente Acosta con sus valientes com-pañeros ha dado hoy con el
triunfo obtenido sobre el enemigo, un día más de gloria a la República, y a mí
me ha dejado colmado de satisfacción; y a nombre del Gobierno doy al sostenido
Acosta y a sus fieles compañeros mil parabienes.
Viva
el Gobierno! Viva el triunfo de aquellos guerreros! Viva el teniente y bravo
José Eusebio Acosta! N. Brito.
No
obstante el fracaso de la revolución de Páez y de los descalabros sufridos por
la facción de las costas sur de Paria, los alzados se sostienen en las montañas
de Yaguaraparo e Irapa, con García a su frente, hasta casi mediados de 1849.
En
uno de los oscuros y repetidos combates allí librados muere en una carga el
jefe expedicionario comandante Reta¬males, en el sitio denominado El Algarrobo.
Al saberse esta noticia en Carúpano, marcha el comandante Enrique Lutzow, quien
había llegado en marzo con una columna procedente de Río Chico. Luzón procede
activamente y con toda decisión acosa a los facciosos, al extremo de hacerlos
dispersar totalmente y que García abandone sus guaridas y furtivamente se
embarque para Trinidad, a fines del mes de mayo de ese año.
En
junio siguiente empieza la segunda revolución del general Páez contra el Gobierno
de Monagas. Páez quien se halla en St-Thomas, después que logró escapar tras su
desastre en Los Araguatos (treinta y cuatro días después de su primer
alzamiento) invade por la Vela de Coro el 2 de julio, para a poco caer vencido
en Macapo el 15 de agosto siguiente. Indudable¬mente, la estrella militar del
glorioso caudillo de la Guerra de la Independencia apagaba sus brillantes
resplandores.
Con
todo, entre los entusiastas admiradores de Páez, que aun quedan por las
regiones de Paria, siempre alentados por el tesonero comandante Carrera, hubo
algunos movimientos que fueron inmediatamente debelados por las tropas de
Gobierno. Simplificó el trabajo de éstas la circunstancia decisiva de haber
caido prisionero el jefe invasor.
Pacificado
todo el litoral, Luzón regresa a Carúpano, de donde sigue para Cumaná y
Caracas.
Brito,
siempre en su carácter de jefe de operaciones, fija entonces su cuartel general
en Güiria, para estar cerca y atender a las maniobras de los revolucionarios
que se hallan en Trinidad asilados; y disponiendo de mayores recursos de
hombres y de elementos de guerra, guarece Irapa con un desta¬camento al mando
del teniente José Eusebio Acosta; al subte¬niente Saturio Acosta, hermano de
éste, lo destina para el caño de Agíes; nombra y despacha al capitán Domingo
Navarro Olivier de jefe de la guarnición de Carúpano y al comandante José
González se le reconoce con el carácter de Jefe superior de operaciones de los
cantones Carúpano y Río Caribe, en tanto que es jefe político de Carúpano José
Miguel Font.
Al
fin se aquietan los revolucionarios; pero el país con¬tinúa en una angustiosa
expectativa con los persistentes rumores de próxima alteración del orden
público. De pronto, en la noche del 24 al 25 de mayo de 1853, estalla una
revolución en Valencia contra el Gobierno de Monagas. Cunde la idea y se alzan
en varias localidades partidas que son prontamente sofocadas.
La
revolución tiene eco simpático en Oriente; y así, Mar-garita se subleva el l9
de junio siguiente y el 4 dase el grito de rebelión en Cumaná. El día 5 se
repite allí la tendencia de 1822, 1826 y 1835, pronunciándose por el sistema
federalista. Los pueblos del interior corresponden a ese movimiento el 8.
Carúpano lo sigue también. La bandera que enarbolan los revolucionarios es de dos
colores: amarilla con una faja azul en el centro. En la capital de la provincia
se constituye un gobierno provisorio compuesto por el Gobernador José Carmen
Guevara, Estanislao Rendón y Pedro Lucas Mayz, teniendo como suplentes a
Lorenzo Prado, Bartolomé Milá de La Roca y José Gervasio Sotillo, designándose,
además, para la jefatura de las fuerzas al coronel Ramón Pérez.
Monagas,
nombra a su hermano el general José Tadeo Monagas, primer jefe del ejército
constitucional y marcha éste sobre Maturín. Esta ciudad había también
correspondido al movimiento bajo la dirección del general Manuel Isava Sucre.
Pero
a poco ocurre el 15 de julio un espantoso terremoto que arruina a Cumaná, y
mata a gran parte de las tropas que se encuentran acuarteladas, inclusive a su
jefe el coronel Pérez. Ante tal cataclismo los revolucionarios deponen su
bélica actitud, y el 17 ocupa la ciudad mártir, la primera autoridad civil del
Gobierno, Manuel Escalante, y el coronel José González el comando de las
fuerzas nacionales.
Los
jefes principales del movimiento federativo en Carú-pano, son Justo Silva y el
comandante José Leonardo Brito Cova, quienes figuran afiliados al elemento
liberal de la localidad, pues la revolución de ese año es fusionista, es decir,
está compuesta de liberales rotos ya con los Monagas y de paecistas u
oligarcas.
Isava
Sucre, quien ya tiene reunido un numeroso contin-gente en Maturín, se entrega
también al general José Tadeo Monagas; y así termina aquella revolución que con
tanto pres¬tigio comenzó en Oriente.
El
terremoto del 15 de julio se sintió también en Carú¬pano y en todas las
poblaciones del litoral; pero no con las tremendas proporciones que en las
riberas del Manzanares, donde hasta el mar se alejó muchos metros para tornar
inundando la sabana de El Salado, con insólita potencia.
Rencorosos
y mezquinos se ostentaron los hombres del Gobierno, después que las fuerzas de
la naturaleza y no las de ellos aniquilaron la revolución. Algo análogo ocurre
entonces a lo de 1836. No sólo se aprisiona a muchísimos de los com¬prometidos
y se dictan contra ellos sentencias de proscripción y de confinamiento,
declarándoles traidores, sino que también se libran sendos decretos disponiendo
que los tribunales de jus¬ticia funcionen en Barcelona, que la ciudad capital
de la pro¬vincia sea Maturín y que se elimine la aduana de Cumaná.
En
Carúpano son perseguidos Silva y su deudo Brito Cova, así como también otras
personalidades de allí. Entre éstas son dignas de mencionarse los liberales
Nicolás Brito, el famoso militar campanero, José Miguel Font, José Raffetti
Guevara, Manuel Iglesias y Agapito Alvarado; y entre los llamados oligarcas el
comandante Francisco Antonio Carrera (I), José Nicolás Salazar (II), Luis
Marcano Alcalá (III), Vicente Silva, Carlos M. López y José y Domingo Manterola
(IV), todos comprometidos en el movimiento federalista de ese año.
A
continuación publicamos una nómina —aunque incom-pleta— de quienes en Carúpano
siguieron la propaganda liberal:
A
— José Eusebio y Saturio Acosta (V), Manuel María Alonzo, José Loreto y Diego
Bernardo Arismendi (VI), Manuel Aguilar, Valentín Acevedo, José R. Alcalá,
Francisco Alvarez.
B
— Santiago y Francisco Bastardo, Francisco Vellorín, Pedro Bello, José
Francisco Barbás, Pedro Barradas, Juan Bautista Beaumont, Diego Bernardo y José
María Brito Navarro (VII).
C
— Eusebio y Bonifacio Cova (VIII), Francisco Campo, Justo Cameiro.
D
— José Domínguez, José Antonio y Francisco Dona.
F
— Anizeto y Felipe Figuera, Enrique Figueroa, José Miguel Font y su hijo Ramón.
G
— Ruperto Gómez Bravo (IX), Mateo Guerra Mar¬cano (X), Juan M. Gómez, José
Patricio García, Pantaleón Gar¬cía, Lino González, Juan Baldomcro González
(XI), José Gon¬zález, Francisco Esteban Guerra, Pedro y José Carmen Guevara
Marcano, Juan Antonio González, Jesús González.
H
— José María Herrera.
J
— José Nicolás Jiménez.
L
— Martín Larrañaga, Cecilio Lugo, José María Lugo.
M
— Manuel y Jesús Morales (XII), Agustín, Francisco y Cayetano Morandi (XIII),
Miguel Martén, José B. Martínez, Juan José Márquez, José Antonio Marín, hijo,
Cecilio Martínez, José Mata, Pbro. Pedro Magne (XIV), Manuel González.
N
— Pascual y Domingo Navarro Olivier, José M. Navarro (XV).
P
— Francisco y Leandro Pérez Mujica, Juan Bautista Pasalacqua, Antonio Pérez,
Ramón, Silvestre y Juan Bautista Peña (XVI), Pedro Manuel Pérez, Francisco
María Pérez, Manuel Piñerúa, Pablo María Pietri, Enrique Pérez.
Q
— Anizeto Quintana.
R
— Antonio y Pedro Russián Flex (XVII), Rafael y Fernando Raffetti (XVIII), Pío
Rojas, Teodoro Retamales, Pedro Romero.
S
— Manuel Santiesteban, Ambrosio y Antonio Sis¬eo (XIX), Santiago Sánchez, José
del Pilar Sánchez, Manuel Salazar, Ramón Sánchez, José María Sartín, Juan
Bautista San Vicente, Sotero Salazar.
T
— José Manuel Totesau.
V
— Víctor, Francisco, Antonio y Pedro Verde (XX), Pedro Villarroel, Francisco
Manuel Villarroel, Francisco Manuel Valdivieso, Manuel J. Visso.
W
— Wenceslao Widen.
Y
— Juan Marcos Imery (XXI), Ezequiel y Fabricio Yanes.
A
continuación van algunas notas biográficas correspon-dientes a quienes quedan
numerados del I al XXI.
I
— El comandante Carrera casó con Bárbara Mayz Brito, en Cumaná. De su
matrimonio nacieron: José Joaquín, que fue médico, casado en primeras nupcias
con Petronila Mayz, su parienta, y en segundas con Concepción Sucre Sucre,
ambas cumanesas; Francisco Antonio, con su prima Guadalupe Mayz; Josefa
Margarita, con Domingo Mayz: y Rosalía, con Pedro Federico Dautant.
El
tronco de la numerosa familia Mayz, fue el guipuz- coano Antonio Mayz, casado
en Cumaná con Petronila de Candía, hija de José de Candía y de Catalina del
Prado. José Antonio Mayz y Candía, hijo de Antonio, casó en primeras con
Bárbara Díaz de Astudillo. Sus hijos fueron: José Antonio, casado con Ascensión
López de Brito, viuda de Baltazar de Salaverría, y Domingo, quien contrajo
enlace con Josefa Margarita López de Brito, hermana de Ascensión. Viudo José
Antonio Mayz y Candía, casó en segundas con Josefa Márquez de Valenzuela.
Fueron hijos de este matrimonio: Francisco Javier, casado con Ana Jacinta Mejía
Márquez; Jaime, con Ignacia de Alcalá; Lucas, con María Aguasanta Sánchez;
María de la Luz, con José Sánchez Alcalá; Josefa Joaquina, con el Ledo. Juan
Cri- sóstomo Bermúdez de Castro; Inés Catalina, con Diego Fermín de Alegría;
Dolores, con Mauricio Berrizbeitia; Rafael, An¬tonio y Rosario.
Hijos
del doctor José Joaquín Carrera y de Concepción Sucre, fueron: José Joaquín,
Ana Trinidad, Ana Isabel, casada con Domingo Manterola Mayz, Ana de Jesús,
Rafael y Ana María.
Hijos
de Francisco Antonio Carrera Mayz y de Guada¬lupe Mayz: Francisco Antonio,
quien casó con Sofía Marth, de Ciudad-Bolívar; Luis, con Carmen Mayz Sucre, de
Cumaná; José Joaquín, con Josefa Marth, hermana de Sofía; Josefa María, con
Domingo Font Russián; Mercedes, con Pedro Fede¬rico Dautant; y Luisa.
II
— José Nicolás Salazar, hijo del Procer mártir José Nicolás Salazar Navarro y
de Rosa de Vetancourt, nació en Carúpano el 18 de marzo de 1803. Fueron sus
hermanos: Jeró-nimo; Rafaela, casada con el coronel Juan Bautista Cova
Betan-court, su primo; Isabel, con Vicente Silva Salgado, padres de los Silva
Salazar; y Marcos, quien contrajo matrimonio con Ascensión Manterola Mayz.
Hijos del matrimonio de estos últimos fueron: José Nicolás, Ventura, Marcos,
Bárbara, Josefa Joaquina, casada con José María Brito Navarro; Jerónimo, que
fue médico, casado con Narcisa Betancourt Sucre, cumanesa, sobrina del Gran
Mariscal de Ayacucho; Ascensión, con Joaquín Núñez Codallo; y José.
Los
troncos de estos Salazar son Pedro Tomás de Salazar e Isabel María Navarro
Gómez de Saa, ambos margariteños. Los Salazar Vetancourt fueron servidores de
la Independencia patria, señaladamente Jerónimo, quien nacido en Carúpano en
1792, había empezado sus servicios en 1811. En 1812 salió de Carúpano en el
batallón formado allí, sobre Cumaná y fue de los expedicionarios marítimos
sobre Píritu, al mando del coronel Vicente de Sucre. En 1813 se hallaba en
Carúpano siendo jefe de la batería de La Muerte, frente al puerto, cuando fue
atacada esa batería en una de las distintas veces que el oficial realista
Quijada y el incansable indio Macario Martínez acometieron sobre la plaza.
Salazar quedó herido y prisionero, y recuperada su libertad continuó sus
servicios a la Causa de la República. En 1814 es derrotado en Aragua de
Barcelona y sigue con Bermúdez para Maturín. Combate allí dos veces y en Urica;
y en 1815 en Irapa y en Güiria donde sale herido nuevamente. Perdida la
revolución, se asila en Margarita y acompaña al general Arismendi en el resto
de 1815 y en 1816, con el grado de capitán. Llega el Libertador con su
expedición de Los Cayos y a él se incorpora y con él sale sobre Carúpano.
Organizado allí el famoso batallón de carupaneros con que el Libertador hizo su
expedición sobre Ocumare de la Costa, es Salazar uno de los valientes que van a
combatir heroicamente después de abandonados en las playas de ese puerto, en
Maracay, Quebrada Honda y El Alacrán, a las órdenes de Mac Gregor, a entrar
triunfadores en Barcelona y vencer gloriosamente en El Juncal, al mando de
Piar, quedando en esa batalla herido por tercera vez. En 1817 se incorpora a
Mariño y pelea en Cariaco y luego en Güiria, a las órdenes del coronel Hermoso.
Marcha a Angos¬tura y de allí sale en 1818 con Bermúdez a la toma de Güiria
hecha brillantemente, y después a la desgraciada expedición sobre Río Caribe y
Carúpano. Concluida la guerra
en el Oriente de la República y ascendido ya a Teniente coronel, se retira del
servicio militar, regresa al solar nativo y termina allí su existencia. El
padre de los Salazar Vetancourt murió en 1815, de 66 años, degollado en La
Sabaneta, de orden de Morales.
III
— Luis Marcano Alcalá, hijo de Ignacio Marcano Navarro y de Catalina de Alcalá
Sánchez Ramírez de Arellano, era hermano de Ignacio Pío, Bárbara, Juan Antonio,
Dolores, Catalina, José Joaquín, Andrés y Manuel. Ignacio Marcano Navarro, hijo
de Manuel Marcano Guevara y Ana Rafaela Na¬varro Vallenilla; Catalina de
Alcalá, hija de José Miguel de Alcalá Sánchez Ramírez de Arellano y de María
Manuela Mejía de la Cova Ascanio. Ignacio Marcano Navarro y Catalina de Alcalá
contrajeron matrimonio en Carúpano el 12 de febrero de 1805.
Ignacio
Pío Marcano Alcalá casó con Lorenza Betancourt Vetancourt, y de su matrimonio
nacieron: Pedro, Ignacio, casado con María Josefa Betancourt Sucre, hija de
José María Betan¬court Machado y de María Magdalena Sucre Márquez, media
hermana del Mariscal de Ayacucho; Pío; Crispin, casado con Soledad Peña
Codallo; José María, Bárbara y Lorenza.
Hijos
de Bárbara Marcano Alcalá y de Mateo Marcano, fueron: Francisco Antonio, Faustino,
María, Mateo, casado con Natalia Raffetty Guevara; Catalina, con José María
Vallenilla Mayz, cumanés, padre del poeta José Vallenilla Marcano; Fran¬cisca
Antonia, casada con Ramón Silva Cova; Luis y Bárbara. Hijos del matrimonio
Marcano-Raffetty fueron: Rafael Octavio, casado con Bárbara Manterola Mayz;
Mateo; José Joaquín, casa¬do con Rosa Tavera-Acosta; María; Jesús, con Belén
Brito Dondnicci, de Barcelona; Francisco Antonio, con Sofia San¬derson; y Juan
Bautista con Dolores Marcano Betancourt.
Del
matrimonio de Juan Antonio Marcano Alcalá y de Concepción Guevara, nacieron:
Juan Antonio, casado en Barcelona con Celsa Espino; Concepción, con Juan Gual;
Ale¬jandro, Carmen y Juana Jacinta.
Hijos
de Dolores Marcano Alcalá y de José Leonardo Brito Cova: Juan Manuel, casado
con Magdalena Dondnicci, de Barcelona, hermana del literato barcelonés doctor
Aníbal Dondnicci. De este enlace provienen: Belén, casada con Jesús Marcano
Raffetty; Dolores, con el doctor Francisco Antonio Guzmán Alfaro; María Chiquinquirá;
José Leonardo, casado con María Marcano Peña, y Juan Manuel, muerto de pocos
años. Del matrimonio de Catalina Marcano Alcalá con Ramón Betancourt, nacieron:
Ramón; Andrés, casado con Petronila Manterola Mayz; José María, Antonio José;
Micaela; Carmen; Belén y Manuela.
Hijos
de Manuel Marcano Alcalá y de Carmen Navarro: Rafael, Manuel José, Ignacio y
Chiquinquirá. Hijos de José Joaquín Marcano Alcalá y de Casimira Vallenilla:
Catalina, casada con Francisco Ibarra; Alberto y Josefa Manuela.
Andrés
Marcano Alcalá casó con Belén Peña Vallenilla, quienes tuvieron los siguientes
hijos: Celestino, José Joaquín, Jerónimo; Belén, casada con el general Nicolás
Rolando; Andrés Avelino, con María Guzmán Saluzzo; Trinidad; María, casada con
José Leonardo Brito Dondnicci; Ignacio Pío, con Emely Morón Lander; Avelina y
José Joaquín, para reponer al anterior del mismo nombre. Todos nativos de
Barcelona.
Los
Marcano Navarro y los Marcano Alcalá fueron caru-paneros. Los primeros fueron
proceres de la Independencia.
Del
matrimonio de Ignacio Marcano Betancourt y de María Josefa Betancourt Sucre,
vinieron al mundo los siguientes hijos: Luisa Magdalena, casada con el doctor
Juan Lavié, de Barcelona, hijo de Juan Lavié y de Alejandrina Caballero; Luisa
Carolina, con el abogado doctor Mateo Guerra Gómez; Pedro, con Luisa Amelia
Capdeviela Peña; Luis, con Josefa María Guerra Lairet; Ignacio, con Isabel
Lairet Arismendi, de Río Caribe; Mercedes María, Antonio José y Dolores.
IV
— Estos Manterolas fueron hijos del vizcaíno José de la Cruz Manterola y de
Bárbara Mayz Brito, quien después que enviudó, contrajo nuevo enlace con el
comandante Carrera. Hermana de José y de Domingo fue Ascensión Manterola Mayz,
casada con Marcos Salazar Vetancourt, el 19 de mayo de 1827. José falleció
soltero, y Domingo casó con su parienta Josefa Mayz, viuda de su primo Luis
Mayz. Hijos de Domingo Mante¬rola y de Josefa Mayz, fueron:
Ascensión,
casada con Ignacio Mayz; Bárbara, con Rafael Octavio Marcano Raffetty;
Joaquina; Petronila, quien contrajo matrimonio con Andrés Betancourt Marcano, y
Domingo, con Ana Isabel Carrera Sucre.
V
— Fueron estos Acosta nativos de Carúpano, hijos del Procer Antonio Acosta
Jiménez y de María Isidra Peña González. José Eusebio nació el 14 de agosto de
1824 y fueron sus padrinos de bautismo el coronel José Manuel Navarro Gue¬vara,
Procer de la Independencia nacional, y María Jesús Gonzá¬lez Cabrera. Empezó
sus servicios militares en 1848, a las órdenes del valentísimo comandante
Nicolás Brito Cova, con el grado de Subteniente. Para fines de ese mismo año,
era teniente; en 1853, Capitán; en 1855, Comandante. Para el comienzo de la
guerra federalista ejerció de Coronel; en 1860, General de Brigada; en 1861,
General de División; y para 1863, General en Jefe. Al correr de los años se
destacó Acosta como el Jefe político más caracterizado de las regiones
orientales de Venezuela y como la figura militar más notable que ha tenido
Carúpano en el siglo XIX. Fue Presidente de Estado, Coman¬dante en Jefe de los
ejércitos de Oriente, Jefe de E. M. G. de los ejércitos de la República,
candidato a la Presidencia de Venezuela, Ministro de Guerra, etc. Contrajo
matrimonio en Carúpano con Eustoquia Benítez, y después que enviudó, casó con
Rosa, hermana de su primera mujer. Hijas suyas fueron: Eustoquia Corina, casada
con Jaime Mayz Vigas, y viuda, con el General en Jefe Julio Sarria Hurtado;
María, casada con José Antonio Ponte; Rosa, muerta en la primavera de la vida;
y Josefina, quien casó en primeras con Alberto Falcón, natural del Perú, y en
segundas nupcias con E. Montgomery Berry, norteamericano. El ilustre literato y
eminente jurisconsulto doctor Aníbal Dondnicci, discurriendo sobre la vida de
Acosta, escribió que, “después de Sucre y de Bermúdez, fue la persona¬lidad más
descollante del oriente de Venezuela”; y José Con¬cepción Cova, en documento
público: “la figura de Acosta representa las glorias épicas de la Federación en
Oriente”. Fueron Jefes de Estado Mayor suyos las siguientes prominentes
personalidades políticas venezolanas: coronel José María Otero Padilla, en
1861; general Saturio Acosta, en 1862-1863; general José Victorio Guevara, en
1869; general José Loreto Arismendi, en 1870; en el mismo año, el general
Víctor Rodríguez; general José Victorio Guevara, en 1871-1872; general Pedro
Vallenilla, en 1879. Y para dar una parca idea de sus brillantes condiciones
militares, baste decir que en el transcurso de su vida de gue¬rrero, fue
vencedor de José Miguel Barreto, Manuel Narvarte, Jorge Southerland, Andrés Avelino Pinto, Pedro Elias Rojas,
Facundo Camero y Adolfo Antonio Olivo, flor y nata de valientes de los
ejércitos contrarios, José Eusebio Acosta falleció en Cumaná el 25 de abril de
1882. El Congreso Nacional decretó los honores del Panteón para sus restos; pero
la sociedad y pueblo cumaneses lograron que quedasen reposando en el templo de
Santa Inés, donde aún permanecen.
Saturio,
su hermano, nació en Carúpano el l de
octubre de 1827. Fue en Caracas alumno de la Academia de Matemática y empezó a
prestar sus servicios en 1847. El año siguiente hizo su bautizo de sangre en la
acción de Yaguaraparo, donde salió herido, combatiendo al lado del teniente
José Eusebio Acosta. Fue después, de los grandes jefes que hicieron las
campañas federalistas, ora en Barcelona con el general Julio Monagas, ora en
Cumaná a las órdenes de su citado hermano. Casó en Caracas en 1858 con
Encarnación Morales Brito, hija de Ignacio Morales Arguíndegui y de Encarnación
Brito, todos tres caraqueños. De su matrimonio tuvo un hijo llamado Saturio,
quien falleció soltero. En veinte años de servicios ascendió al grado de
General de División y murió en Güiria el 26 de mayo de 1867.
Rosa,
hermana menor de estos Acosta, casó en Cumaná el 3 de enero de 1862, con Juan
Bautista Tavera, nativo de Ajaccio, Córcega, hijo de Bartolomé Tavera d’Ornano
y de María Josefina Carboni Forcioli. Juan Bautista Tavera fue Oficial de
Acosta en la guerra de la Federación y años después del triunfo de esa
revolución, vinieron a nacer sus hijos, así Bar¬tolomé, el mayor, en Carúpano;
Juan Bautista y Rosa Josefina, en Maturín; Mercedes, en Carúpano, y María
Antonieta en Sainthomas. Bartolomé casó en Ciudad-Bolívar con la guayanesa
Isabel María La Grave, hija del capitán de Marina Magín La Grave Calderón Heres
y de Isabel García Millán Burgos; Juan Bautista con Jacinta Ricoveri Bello;
Rosa Josefina, con José Joaquín Marcano Raffetty y Mercedes, con el doctor
Manuel Antonio Martínez Parra, de Cumaná. Estos tres últimos Tavera, casaron en
Carúpano.
VI
— Fueron hijos del coronel José Loreto Arismendi, Procer de la Independencia, y
de Isabel Antonia Brito Cova, hija del Procer José Leonardo Brito Sánchez y de
Nicolasa de la Cova Vetancourt.
José
Loreto Arismendi nació en Carúpano el 10 de febrero de 1825. Empezó sus
servicios militares en la costa de Paria, en 1848, como teniente miliciano, y
en el transcurso de los años corridos desde entonces hasta 1863, ascendió a
General en Jefe de los ejércitos de la República. Adscrito siempre a la Causa
Liberal fue uno de los militares más batalladores que ha tenido Venezuela en
ese largo período y uno de los más ilustres guerreros carupaneros. Hizo
numerosas campañas, hallándose en innumerables acciones de guerra. Su
personalidad militar se destacó en alto relieve durante la lucha por la
Fede¬ración, en las campañas realizadas por él en los llanos de Barcelona,
Guárico, Zamora, Apure, Cojedes y Portuguesa, se¬llándolas con su brillante
triunfo en Las Palomeras, el 5 de mayo de 1863. Fue Jefe de cuerpos de
ejército, Comandante en Jefe de Ejércitos, Presidente de Estado, Comandante de
Armas, Ministro de Guerra en 1868, y, finalmente Jefe de Estado Mayor General
del grande ejército de Oriente, comandado por José Eusebio Acosta. El general
Arismendi, murió vilmente sacri¬ficado en las mismas regiones, en donde había
empezado su hermosa vida de guerrero, en Irapa, el 21 de setiembre de 1870, a
la entrada de los Azules comandados por el general Pedro Dúchame. En la
sangrienta jomada de ese día Arismendi había salido herido y junto con él
fueron asimismo sacrificados otros Jefes y oficiales distinguidos.
Hermanos
suyos fueron Diego Bernardo que fue el mayor, y Pedro. Este también fue militar
pero al servicio del Centra¬lismo. Nació en Carúpano en 1832. Casó en Caracas
con Merce¬des Ravelo y falleció allí el 1’ de febrero de 1914. Fue además,
escritor, literato y académico de nota. Murió como su hermano José Loreto, sin
sucesión.
Diego
Bernardo nació el 5 de febrero de 1823 en el mismo Carúpano; pero fundó hogar
en Río Caribe contrayendo matrimonio con Delfina Rauseo Vallesilla. De su
enlace vinieron al mundo los siguientes hijos: Pedro María, casado con
Casi¬mira Lairet Luigi; Diego Bernardo con Rita Sánchez Gómez; Francisca
Antonia, con Benigno Luigi Flores; Carmen, con Juan María Paván Ruiz, campanero;
Isabel Antonia, con Santos Lairet Luigi; Delfina, con el francés Santos Erminy
d’Artieri, padres de los Erminy Arismendi, distinguidos periodistas
caru¬paneros; y José Loreto, abogado, quien casó en Caracas con su parienta Ana
Teresa Arismendi Plaza. Diego Bernardo Arismendi Brito falleció en Carúpano el
17 de junio de 1895.
Los
antecesores de estos Arismendi provienen de Fuente- rrabia, Vizcaya. Hacia 1740
el capitán Juan Bernardo de Aris¬mendi vino a Venezuela en servicio de la Real
Fuerza de Araya y pasó luego a desempeñar la comandancia del castillo de San
Antonio en Cumaná. Había casado en Araya con María Manuela Berruecos Rodríguez.
De su matrimonio nacieron los siguientes hijos: Juan Bernardo, Eugenio Martín,
casado con Luisa Mar¬cano; Inés María, casada con el alférez José Rodríguez;
Manuela, con Pedro López; Marta, con Andrés Subero de Eguía; y María Magdalena,
con Francisco José Marcano. Eugenio Martín fue el padre de Miguel de Arismendi
Marcano, quien casó con María Josefa Subero de Eguía Alfonzo; y éstos los
padres del general en Jefe Juan Bautista Arismendi, el adalid margariteño, de
José Loreto y de Pedro, también Proceres de la Independencia nacional, de
Cristóbal y de Margarita. El general Arismendi casó dos veces: la primera con
María Rosario Irala y la segunda con Luisa Cáceres. Hijos suyos fueron en la
Irala: Ignacio, Miguel, quien fue edecán del Libertador, y Basilio. Del segundo
enlace fueron: Carmen casada con el doctor Mariano de Briceño, quien enviudó y
casó de nuevo con Amalia, hermana de su pri¬mera mujer; María del Rosario, con
el Ledo. Francisco Aranda; Aurora; Juan Bautista, casado con Ana Teresa de la
Plaza Caballero; Miguel; Abelardo, quien contrajo matrimonio con Dolores Smith;
Dolores, con el doctor Cruz María de las Lla- mosas; Luisa, con Aristides Mora;
Ana Teresa, con John Boul¬ton; y Adela, con Juan de las Llamosas.
Para
1750 era todavía Juan Bernardo de Arismendi, castellano de la fortaleza de San
Antonio, en Cumaná. Ana Felipa Arismendi, de esta misma familia, casó en Margarita
con Lorenzo Bermúdez de Castro.
VII
— Los Brito Navarro, hijos del Comandante Juan Manuel de Brito Gómez, Oficial
de la Gran Colombia, y de Rafaela Navarro Olivier, fueron deudos de los Brito
Sánchez, Brito Cova y Brito Mejía, todos descendientes del capitán José
Leonardo López de Brito y Haro. Diego Bernardo, casó en Valencia con Magdalena
Espinosa; José María, en Carúpano con Josefa Joaquina Salazar Manterola; y
Concepción, con Lucio Celestino Torres, en La Guaira.
Hijos
del matrimonio Brito-Salazar: Ascención, casada en Carúpano con el doctor
Manuel Russián Alcalá; Juan Manuel, doctor en medicina; y José María, doctor en
Derecho, casado con Mercedes Lyon Paván.
Fueron
hijos del matrimonio Brito-Espinosa: Magdalena, viuda del doctor José Jesús Vallenilla
Lanz; María, casada con Modesto Clavier Sánchez; Eucaris, con el mismo Clavier
Sán¬chez, después que este enviudó de María; Rafaela, con Antonio Clavier
Sánchez, hermano de Modesto; y Diego, quien contrajo matrimonio con María de
Lourdes Adrián. Todos se casaron en la ciudad de Barcelona.
VIII
— De la misma familia del Procer coronel Juan Bautista Cova, todos nativos de
Carúpano.
IX
— Ruperto Gómez Bravo fue un valeroso carupanero, hijo del Procer José Antolino
Gómez y de Josefa Bravo, que llegó por sus dilatados servicios a la República
desde 1848 al grado de General en Jefe de sus ejércitos. Perteneció a la
pléyade de los grandes jefes que sirvieron en la guerra de la Federación, a las
órdenes de José Eusebio Acosta. Nació en 1827, casó en San Francisco de Maturín
con Rosalía Rengor y de su matrimonio tuvo diez hijos, que fueron: José,
Ruperto, Eulogio, Zacarías, Sabina, Lucrecia, Filomena, casada con el francés
Pablo Santoni; Amalia, Teresa y Fernanda. En uno de los combates ocurridos en
Barcelona en diciembre de 1902, murió luchando contra la revolución que se
denominó Liberta^ dora. No obstante la temeridad de su valor, nunca había sido
herido en ninguno de los cien combates a que asistió.
X
— Guerra Marcano nació en Carúpano el 21 de mayo de 1824, hijo del Procer Mateo
Guerra Olivier y de Carmen Marcano. Fue persona especiante en la política del
país, Ministro de Estado, orador parlamentario y de vasta erudición. Casó con
Belén Gómez de Saa, riocaribera, el 21 de noviembre de 1848 y fruto de su matrimonio
fueron: Alberto, médico, quien casó con Mercedes Sarria Lecuna, caraqueña;
Alfredo, con Dolores Lairet, de Río Caribe; Jesús María, con Eugenia Oli¬vieri
Puyol, padres del poeta carupanero Jesús Guerra Olivieri; Mateo, doctor en
jurisprudencia, casado con Carolina Marcano Betancourt.
Hermanos
de Mateo Guerra Marcano fueron: Gabriel, Lucía, Petronila, Consolación y
Carmen. Falleció en Carúpano el 7 de febrero de 1900.
XI
— Juan Baldomcro González fue hijo del Prócer Juan González y de Candelaria Arenas,
todos tres nativos de Margarita. Casó en Carúpano con Margarita Ramos y de su
matrimonio vino al mundo el laborioso pedagogo Bachiller en Ciencias
Filosóficas Juan González Ramos. Juan Baldomcro González murió victimado por
las tropas del Gobierno Centra¬lista, a raíz de la sangrienta jomada del 14 de
octubre de 1859, en Carúpano.
XII
— Ambos naturales de Cumaná. Manuel nació el 5 de junio de 1832 y perteneció,
como Gómez Bravo, etc., a la brillante nómina de grandes Jefes que militaron a
las órdenes de José Eusebio Acosta en la guerra por implantar la Federa¬ción en
Venezuela. Casó en Cumaná con Dolores Pérez, en 1864, y tuvo los siguientes
hijos, todos nativos de la ciudad del Manzanares:
Antonio,
que casó con Encarnación Núñez Ortiz, y enviudó; Juana Josefa, viuda de Pedro
Nolasco Sucre; Dolores, casada con Simón Núñez Ortiz; Manuela, Jesús y Petra,
que casó con Rafael Núñez Mayz.
Fue
Manuel Morales persona moderada y de grandísimo valor personal, que fundó un
partido político en Cumaná. Ascendió por sus propios esfuerzos y merecimientos
al grado de General en Jefe de los ejércitos de la República y falleció en la
misma tierra de su nacimiento, el 29 de junio de 1912.
XIII
— Los Morandi fueron hijos del francés Francisco Morandi y de Luisa Pérez
Marín, todos carupaneros. Constitu¬yeron en esa sociedad, de la que fueron
ornamento, un paradigma de noble consecuencia a los principios liberales. Ya
hemos hecho mención de ellos en páginas anteriores.
XIV
— El Pbro. Magne, de nacionalidad francesa, pagó con el sacrificio de la vida
su decisión por la causa federalista. Prisionero el 4 de julio de 1862, después
de la tercera acción de armas librada en el lugar denominado La Maestranza, fue
fusilado ese mismo día, junto con el coronel Carlos Acevedo y otros prisioneros
tomados al ejército de Acosta. Magne desempeñaba las funciones de Capellán en
dicho ejército.
XV
— Pertenecientes a la distinguida y procera familia Navarro, de la que se ha
tratado ya en Capítulos anteriores. Pascual Navarro Guevara fue de los Proceres
de la Indepen¬dencia, casó con Rafaela Olivier Marcano y tuvo los siguientes
hijos: Pascual, Domingo, que contrajo enlace matrimonial con Clotilde Figueras;
Rafaela, con Juan Manuel Brito Gómez, servidor de la Gran Colombia, padres de
los Brito Navarro; y Josefa María, casada con Bernardo Hernández Noya.
Pascual
Navarro Guevara, natural de Carúpano, empezó sus servicios a la Causa de la
Independencia en 1811 y perdida la revolución el año siguiente se asiló en
Margarita. Allí se hallaba a las órdenes de Arismendi cuando en 1816 arribó a
Juangriego el Libertador con su Expedición de Los Cayos. Incorporóse a Bolívar
y con él siguió a Carúpano. Formó en el batallón de hijos de ese pueblo que
salió en expedición sobre Ocumari de la Costa, mandando como capitán una
compañía. Hizo la brillante retirada conocida con el nombre de los
Seis¬cientos, a las órdenes de Mac Gregor. Más de la mitad de esos seiscientos
fueron campaneros. Combatió en Quebrada Honda y El Alacrán y entró vencedor a
Barcelona. Fue de los triun¬fadores en la batalla de El Juncal y después
regresó a Margarita, de donde salió a incorporarse a Marino, en Cariaco para
1817. Concluida la guerra volvió al solar nativo con la noble satisfac¬ción de
haber cumplido su deber para con la Patria, y sin pedir ascensos ni solicitar
recompensas; allí se quedó viviendo en el seno de su hogar. Había contraído
matrimonio con Rafaela Olivier Marcano en La Asunción, Margarita, en 1808.
Falleció en Río Caribe el 18 de octubre de 1846, y su esposa en Carúpano tres
años más tarde.
Deudos
de estos Navarro fueron también los Navarro Méndez, entre ellos Domingo, casado
con María Josefa Salcedo. De este enlace nacieron: Francisco, quien contrajo
matrimonio con Rosa Quintana; Simón, con Ascensión Barrios; Ricardo, con
Ricarda Méndez, de Margarita; Bárbara, con José Russián Flex; Amalia, con
Francisco Esteban Rivas; Josefa, Manuela y Carmen. Del matrimonio de Ricardo
Navarro Salcedo con Ricarda Méndez, provienen: Rosa Isidra, casada con su primo
Eladio Russián Navarro; Pastora, con el francés Adolfo Roux; Domingo, José
Manuel y Ricarda.
XVI
— Estos Peña, todos carupaneros, eran descendien¬tes del Procer Silvestre Peña
González.
XVII
— Antonio y Pedro Russián, hijos de José Russián y de Ana Clotilde Flex.
Antonio fue figura importante política y militar y de la nómina de los ilustres
servidores de la Fede¬ración a las órdenes de José Eusebio Acosta. Fue General
de la República, Presidente de Estado, Comandante de Armas, etc. Nació en
Juangriego el 2 de mayo de 1825; casó con Rosa Alcalá Cova (hija de Manuel
Silvestre Alcalá Bermúdez y de Rosa Cova Salazar, hija ésta del glorioso Procer
coronel Juan Bautista Cova).
Fueron hijos del matrimonio del general Russián: José, quien casó con María
Manuela Cova; Manuel, distinguido médico y erudito escritor, casado con
Ascensión Brito Salazar; Antonio, con Amalia Paván Ruiz; Magdalena, con su
primo Heriberto Imery Russián; Miguel, con Amalia Rejón, de Yaguaraparo;
Pedro, con Julia Wietzstruck, de El Pilar; Alberto, José Jesús, doctor en
jurisprudencia, casado con Consuelo Paván Arismendi, riocaribera; Rosa, con
Antonio José Smitter Morandi; y Luis, con Rosario Lyon Paván.
Hijos
de Pedro Russián Flex y de María Rosario Már¬quez, casados en Cumaná en 1867:
José Eduardo, casado con su prima María Emilia Balán Russián; Pedro, Ventura,
Do¬mingo y Carmen.
Hijos
de José Russián Flex y de Bárbara Navarro Sal¬cedo: Ramón, Narciso, Adolfo,
Bárbara, casada con Leandro Alvarado Pérez; Domingo, con Ana Urbáez, de Santa
Rosa, Barcelona; Eladio, con Rosa Isidra Navarro; Petra, con Esteban Garriga,
nativo de Puerto Rico; y Herminia, con Ramón Font Fouguet.
XVIII
— Estos Raffetty fueron hijos del genovés José Raffetty y de Josefa María
Guevara. El viejo Raffetty había sido de los servidores de la Patria
venezolana, en la marina de guerra, y uno de los primeros extranjeros que se
residenciaron en Carúpano después de ocupada la ciudad por los indepen¬dientes.
De su matrimonio nacieron: José, Rafael, Femando, quien casó con Ana Antonia
Herrera, y Natalia, con Mateo Marcano Marcano. El Capitán Raffetty fue de los
Reformistas en 1835 y vencida esa revolución, acompañó a Mariño en el ostracismo.
Falleció en Cartagena a poco de haber llegado, en 1836.
XIX
— Ambrosio y Antonio Siseo, hijos del francés Ambrosio Siseo y de Margarita
Flex. Una hermana de ellos, llamada también Margarita, contrajo enlace
matrimonial con el francés León Santelli y fueron éstos los padres del escritor
y poeta campanero Ramón Santelli.
XX
— Los Verde eran naturales del pueblo de Sanjosé de Areocuar, todos ellos muy
valerosos y de los primeros que se alzaron en armas en el Oriente de Venezuela
proclamando la Federación. El 18 de mayo de 1858 atacó a aquel pueblo Víctor
Verde y lo ocupó. Luego y hasta el año siguiente continuó en los aledaños de
dicho pueblo teniendo en jaque al gobierno de Carúpano. El comandante Jorge
Southerland, jefe militar de la plaza embistió en una ocasión en que Verde
había vuelto a tomar la población josefina, triunfó sobre él el 8 de julio de
1859, quedando en el campo el heroico cabecilla. Fueron compañeros de los
Verde: Juan Bautista Beaumont, Domingo Ji¬ménez, Anizeto Figuera y otros,
quienes concurrieron con su columna denominada Campiares, a la defensa de
Carúpano hecha por los coroneles José Jesús Vallenilla Cova y Saturio Acosta,
el 13 y 14 de octubre de ese mismo año.
XXI
— Juan Marcos Imery, campanero, hijo del doctor Juan Marcos Imery y de Rosa
Caraballo, casado con Aguasanta Rusián Flex. De su matrimonio tuvo los
siguientes hijos: Juan Marcos, médico y escritor, casado con Trinidad Paván
Ruiz; Aguasanta; Heriberto, quien casó con su prima Magdalena Russián Alcalá;
Marco-Antonio, Trinidad, Manuel Octavio, Car¬los Alberto, Ana Amelia, casada
con el bachiller Carlos Martínez Vallenilla, nativo de Pampatar.5Leonor, Miguel
Angel, Cruz María, otro Carlos Alberto, casado con María Luisa Balán, y
Horacio, quien contrajo matrimonio con Ignacia Mayz Manterola, hija de Ignacio
Mayz y de Ascensión Manterola Mayz, sobrina ésta de Ascensión Manterola Mayz,
esposa de Marcos Salazar Vetancourt.
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