domingo, 22 de junio de 2025

Historia de Carúpano de Tavera Acosta Capítulos 13- 15

 

Historia de Carúpano de Tavera Acosta Capítulos 13- 15

 

CAPITULO XIII

1840-1846 — Los partidos políticos de Carúpano — Cuándo empezaron — Quiénes formaron entre los que compusieron el partido de oposición — Notas Biográficas — Los Colorados y los Amarillos — Calificativos con que se motejaban — Asuntos electorales — El incidente de un judas.

Los partidos políticos de Carúpano empezaron en 1840, siguiendo la propaganda cívica iniciada en Caracas por Antonio Leocadio Guzmán y otros más, desde las columnas de El Vene-zolano, importante periódico de la metrópoli; y así los que en la localidad sustentaban los principios de la Oposición constitu¬cional con la denominación de Partido Liberal, eran conocidos desde 1842 con el apelativo de Los Colorados, en tanto que a los del Gobierno o sea a quienes formaban la Oligarquía, se les conocía con el apodo de Los Amarillos.

A los que iniciaron el liberalismo regional se les motejó de colorados, aludiendo al rojo emblema que comenzaron a usar como divisa, siguiendo en esto el ejemplo de los demócratas y liberales de Europa, siendo también de advertirse que en el transcurso de esos primeros años de organización, también fueron motejados de anarquistas, lambistas, oposicionistas, etc. En cambio, éstos calificaban a sus contrarios de amarillos, minis¬teriales, oligarcas, serviles, etc.            

A los Colorados pertenecieron desde 1840 hasta 1844, los siguientes individuos:

A — Antonio y Juan José Acosta Jiménez (I), Agapito Alvarado Bruzual (II), Francisco Javier Agorrea, Lázaro Al¬bornoz, Ramón Arcia.

B — Ramón y Justo Benítez (III), José Nicolás, Juan Manuel y José Leonardo Brito Cova (IV), Juan Manuel Brito Gómez (V), Agustín Barrios, Máximo Blanco, Antonio y Fran¬cisco Mateo Benítez, Fernando Brito.

C — Alejo Caraballo (VI), Francisco Antonio Carrera Fuentes, José del Carmen Campos, Florentino Cedeño, José Leonardo Centeno, Pablo Coy.

D — José Julián y José Toribio Díaz.

F — Ramón y José Miguel Font (VII), José Antonio y Juan Bautista Farías, Vicente Fernández, Juan José Fermín, José Farías, Cosme Font.

G — José del Carmen García, José Rafael Guevara Mar¬cano, José del Carmen Guevara Marcano (VIII), Mateo Guerra Olivier (IX), Andrés Guevara Olivier, José González (X), Juan Bautista Goirand, José Francisco García, Miguel Guilarte, Valentín Guerra, Lázaro García, Evaristo Gómez, Juan B. Gon¬zález, Jesús María González, Pedro Celestino González, Juan Antonio González.

H — Francisco y José Miguel Hernández, Juan Bautista Hernández Brusco (XI), José Florencio Hernández, Bartolomé Hernández.

I — Manuel Iglesias.

J — Pablo Jiménez.

L — Bernabé Lares, José Merced López, Fernando Lozada.

M —Francisco y Cayetano Morandi (XII), José Antonio Marín, Eugenio Marcano, Francisco Martínez de Gordon, Ma¬nuel Felipe Marcano, Juan de Moya, José Antonio Morán, Fran¬cisco Mujica, Procer civil de la emancipación patria.

N — José Manuel y Pascual Navarro Guevara, Pascual y Domingo Navarro Méndez, Juan Antonio Núñez, todos cinco servidores de la Independencia nacional.

O — José Olivier Marcano, Antonio Oletta.

P — Leandro Pérez, Pbro. Máximo Pérez Matamoros, Ramón Placeres, Juan Bautista Peña Hernández, Silvestre Peña González (XIII), José Rafael Pérez, Francisco Antonio Pérez, Juan Angel Pérez, Cosme Pino, Hilario Paván.

Q — Manuel Quintana (XIV), Anizeto e Isidro Quintana.

R — Antonio Retamales, Oficial de la Independencia, José Raffetti Guevara, José Manuel Ramírez, José Carmen Ri¬vera, Manuel Rodríguez, Luis Romero, José Russián (XV), Cosme Rivera, José Antonio Rodríguez.

S — José María Salazar, Justo y Ramón Silva (XVI), Francisco Salas, Emilio Salazar, José Nicolás y José Felipe Soto, Cecilio Soillier, Juan Subero.

T — Luis Torres.

V         — Pedro Simón Valderrama, Juan Manuel Vásquez, Luis Valdivieso, Pastor y José María Vargas, Pedro Villarroel.

Y — José Yánez.

Por supuesto, el número de estos individuos aumentó en el transcurso de los años, si bien algunos de los de la lista que precede, formaron luego en las filas del Gobierno Centra¬lista, que combatieron los federalistas años más tarde. En su casi totalidad fueron Reformistas los individuos que constan en la mencionada lista.

NOTAS BIOGRAFICAS

I — Antonio y Juan José Acosta Jiménez nacieron en Carúpano, el primero el 13 de junio de 1792, el segundo el 12 de junio de 1798, hijos de Francisco Acosta Campo y de Juana Antonia Jiménez y Orne Bravo, quienes habían contraído matri¬monio allí el 6 de junio de 1789. Ambos se incorporaron al ejército patriota en junio de 1816 y no fueron de los expedicio¬narios de Ocumari de la Costa por haber quedado en Carúpano, en el piquete de observación que dejó el Libertador al salir, con órdenes de replegar sobre Margarita, como lo hicieron, al entrar a la población el brigadier Gires. En esa isla siguieron bajo el general Arismendi, en el cuerpo comandado por el coronel Juan Bautista Cova. Fueron de los combatientes en El Portachuelo y en Mata Siete, en 1817. En 1819 acompañaron al mismo Cova en la pelea de La Cantaura, ganada por Mariño el 12 de junio de ese año. De Angostura regresaron a Carúpano a fines de 1820, ya en poder de los patriotas esa ciudad. El capitán Acosta pertenecía a la Orden de Libertadores de Vene¬zuela.  Casó en Carúpano el 5 de marzo de 1822, con María Isidra Peña González, hija de Manuel Peña Hernández y de Juana Jacinta González Cabrera. De su matrimonio nacieron: José Eusebio, Saturio, Hortensia, Marcos, fallecidos estos dos últimos en temprana edad, y Rosa, que fue la menor. Retirado del servicio militar en 1821, continuó prestando sus actividades en cargos civiles a la Gran Colombia. Su despacho de Teniente coronel de Infantería está firmado por el Libertador en el Cuartel General de Caracas el 25 de abril de 1827 y refrendado por el Secretario General José Rafael Revenga. En 1826 fue de los federalistas; en 1829, de los separatistas fundadores de la Patria soberana; en 1835, de los Reformistas a la par del sin número de los padres de la Patria que formaron en esa popular revolución; en 1840-1846, de los fundadores del Partido de oposi¬ción que se denominó Liberal; en 1848-1858, amigo de los Mona¬gas aunque no empleado en sus Gobiernos; ni en los de Páez; y en 1859, federalista otra vez. Falleció en Carúpano el 23 de junio de 1861. Su hermano Juan José era para 1821 teniente y le precedió en la tumba el 10 de junio de 1845. Murió soltero.

Según se lee en los Registros parroquiales de Carúpano la ascendencia de estos Acosta hasta mediados del siglo XVIII, aunque incompleta, se remonta así: padres, Francisco Acosta Campo y Juana Antonia Jiménez y Orne Bravo; abuelos paternos: Francisco Domingo de Acosta y Rosa María del Campo y Navarro; abuelos maternos, Manuel Isidro Jiménez y Orne y Margarita Bravo de la Rosa; bisabuelo paterno, Manuel de Acosta y Espinosa; bisabuelo materno, Antonio Jiménez y Orne.

La ascendencia de los Peña González es la siguiente: padres, Manuel Peña Hernández y Juana Jacinta González Ca¬brera; abuelos paternos, Francisco Javier Peña e Isabel Jacinta Hernández; abuelos maternos, Alférez José Cándido González y Catalina de la Cabrera Alvarez; bisabuelos matemos, Manuel de la Cabrera y Juana Alvarez de León.

Hermanos de Antonio y de Juan José Acosta fueron: María, casada con Lino José González; Mariana, con Domingo Rojas Hernández; Balbina, con José María Caraballo; y Rufina, Francisco, Víctor, Juan Bautista y Dolores, muertos de cortos años.

II — Ignacio y Agapito Alvarado fueron servidores de la Causa de la Independencia, naturales de Barquisimeto. El primero pasó al oriente de la República y casó en Cumaná con Concepción Bruzual. De su matrimonio nació Agapito Alvarado Bruzual, quien contrajo nupcias en Carúpano con Carlota Pérez Mujica. Del matrimonio Alvarado-Pérez pro¬vienen los siguientes hijos: Leandro, quien casó con Bárbara Russián Navarro; Carlos Pío, con Candelaria Caballero, de Barcelona; Buenaventura, con Olimpia Escovar, caraqueña; Francisco; Manuel; Agapito, con Josefa Carvajal, de El Pilar; Ignacio, con Carmen Velásquez García, de Ciudad-Bolívar; y Ramón Crisanto.

Ill — Ramón y Justo Benítez, fueron también Proceres de la Emancipación, ambos naturales de Margarita. Ramón empezó sus servicios en 1816 como subteniente en el batallón Mariño. Casó en Río Caribe con su paisana Mariana Fermín y se vino a residenciar a Carúpano. De su matrimonio tuvo los siguientes hijos; Eustoquia, Rosa, Jorge, doctor en jurispru¬dencia, Baldomcro en medicina, y Mariana de Jesús. Figuró entre los dirigentes del movimiento político en 1840-1846. Para 1852 era Comandante. Falleció en Río Caribe cuando la epide¬mia del cólera, el 27 de enero de 1855. Eustoquia casó con José Eusebio Acosta y al enviudar éste contrajo nuevo enlace con su cuñada Rosa; Baldomcro, casó con Manuela Molinos Pérez, natural de Maturín; Jorge falleció soltero, y Mariana de Jesús verificó sus bodas con Félix Palacio, nativo de Maturín.

En memoria de ese Procer, uno de los Distritos del Estado Sucre lleva su nombre. El Distrito Benitez fue creado en 1877, gracias al tesonero empeño patriótico de Henrique Pérez, quien fue un honorable hombre público nativo de Margarita, hijo de Rosa Pérez y de Manuel Felipe de Tovar.

IV — Estos Brito Cova fueron servidores de la Gran Colombia, hijos del Procer José Leonardo Brito Sánchez y de Nicolasa de la Cova Vetancourt, casados en Carúpano en enero de 1801. José Nicolás Brito Cova, o sencillamente Nicolás Brito, como se firmaba, fue una gran figura militar, que hizo sus servicios a la Patria en 1818, como aspirante en el ejército del general José Francisco Bermúdez, hasta 1821, año en que se retiró del servicio militar con el grado de teniente de infantería, para volver a la actividad años después. En 1835 fue de los reformistas de Carúpano y después, al servicio del Gobierno del general Monagas, hizo las campañas de 1848 en las pobla¬ciones de Paria, ya con el grado de Comandante, y en 1849 fue el jefe que defendió la plaza de Carúpano contra la escuadra infidente de los revolucionarios, quienes bombardearon la ciudad. Después de su brillante actuación en esos años, justamente resentido con los Monagas, separáronse de éstos tanto su padre como todos sus hermanos, para tornarse en adversarios. Tomó participación en la revolución federalista de 1853 y asimismo en la de 1858, que derrocó a los Monagas del poder. Desde entonces formó en las filas centralistas, acreditando por todas partes su valor a toda prueba y sus relevantes dotes de estra¬tega, al punto que Ezequiel Zamora lo conceptuaba como la mejor espada del Centralismo, en cuyas filas ascendió al grado de General de Brigada. Había nacido en Carúpano, cuna de valerosos guerreros, el 18 de setiembre de 1801. Falleció el 8 de abril de 1860. Hermanos suyos fueron: Juan Manuel, quien nació el 30 de julio de 1803; Isabel Antonia, quien casó con el coronel José Loreto Arismendi, natural de Margarita; Ascen¬sión; y José Leonardo, nacido el 13 de marzo de 1808. Este casó con Dolores Marcano, y su hijo Juan Manuel Brito Marcano contrajo matrimonio en Barcelona con Magdalena Dominicci, hermana del ilustre jurisconsulto y literato doctor Aníbal Domi¬nicci, quien casó con Elina Otero, padres de los doctores Santos Aníbal y Pedro César Dominicci.

V — Primo hermano de los Brito Cova, fue Juan Ma¬nuel Brito Gómez, también oficial de la Gran Colombia, hijo del Procer Juan Manuel de Brito Sánchez y de Josefa Rita Gómez, nativa de Margarita, hija de Luis Gómez de Saa y Ber¬múdez de Castro y de la cumanesa María Mónica de la Tornera Sota y Luna. Los Brito Sánchez fueron hijos de Juan Manuel López de Brito y de Teresa Sánchez de Torres, todos cumaneses. Juan Manuel Brito Gómez había nacido en Río Caribe, el 12 de noviembre de 1810, y residenciado en Carúpano, donde vivían sus padres, contrajo matrimonio con Rafaela Navarro Olivier, hija del Procer Pascual Navarro Guevara y de Rafaela Olivier Marcano. Sus despachos militares están firmados por el Libertador, por Mariño, Páez, Urdaneta y Soublette. De su matrimonio hubo los siguientes hijos: José María, Diego Ber¬nardo y Concepción, todos carupaneros. El comandante Brito Gómez, después de sus servicios a la Gran Colombia, fue de los separatistas en 1829, y de los fundadores del Liberalismo venezolano, en 1840-1846. Roto con los Monagas después, fue de los federalistas de 1853.

Víctima del terremoto del 15 de julio de ese año, falleció en Cumaná.

María Mónica de la Tornera Sota y Luna, su abuela materna, fue hija de Juan Francisco de la Tornera y Luna y de Ana María López de Goitía y Valle. Juan Francisco de la Tornera y Luna, era hijo del coronel Juan de la Tornera Sota, Gobernador de la Nueva Andalucía, y de Rosa Teresa de Arios y Carvallo Luna. De Ana María López de Goitía fueron padres José Nicolás López de Goitía y Micaela del Rosario del Valle, y padres de Rosa Teresa de Arios, fueron el coronel Mi¬guel de Arios y Sarasa y Juana María Carvallo Luna.

VI        — Alejo Caraballo, hijo de José María Caraballo y de Balbina Acosta Jiménez.

VII — Ramón Font y Soler, nativo de Barcelona, Es¬paña, para 1812 contaba 25 años, casó en Carúpano con Sabina Pérez Marín, en 1813. De su matrimonio nacieron: María Josefa, casada con Pedro Coll Sánchez Vallenilla y Vallenilla Guerra, y José Miguel, con Magdalena Russián Flex. José Miguel tuvo una larga actuación en la política local, personaje conspicuo de firme decisión y de gran valor cívico que no excusó derramar su sangre en aras del Liberalismo. Hijos suyos fueron: Ramón, quien casó con Bárbara Otero; Carolina, con el doctor Bernardo Bermúdez Graü, cumanés; Magdalena, con José Jesús Alcalá Cova; José Miguel, con Luisa Marth, de Ciudad-Bolívar; Gertrudis, viuda del francés Angel Boagna, muerto éste en la batalla del 2 de mayo de 1870, en Carúpano; María Josefa; Sabina; Antonio José; Domingo, casado con Josefa María Carrera Mayz; Ana Teresa con Ignacio Parías Flores; Tomás, Rafael y Carmen.

Hermano de José Miguel, por parte de padre, fue Cosme Font, nativo de Cariaco, quien contrajo matrimonio con Micaela Fouguet, nativa de Cataluña. Hijos de este enlace fueron: Cosme, quien casó con Rosa Campos, margariteña; Ramón, con Herminia Russián Navarro; Enriqueta, con Numa Espinal Alarcón, de Cariaco; Rosa, con Antonio, hermano de Numa; y Concepción, con José Manuel Sánchez, cumanés, padres del malogrado poeta campanero Rafael I. Sánchez, casado éste con Leonor Fierro Goirand.

VIII — Rafael de Guevara, José Carmen Guevara Mar¬cano y Andrés Guevara Olivier fueron miembros de la distin¬guida familia procera que tantos servidores dio a la Causa de la Independencia. Lo mismo el coronel Pedro Rafael de Guevara, que también fue Procer, casado en Carúpano con María Josefa Olivier, hija de Bernardo Olivier Marcano y de Rita Marcano Navarro. Rafael de Guevara, hijo de Andrés de Gue¬vara y de Luisa Guerra de la Vega, fue General de Brigada en la guerra de Independencia, miembro del Congreso de An¬gostura en 1819, como diputado por Margarita, y uno de los Próceros más caracterizados de la Emancipación. Nativo de Margarita, falleció en Carúpano el 25 de mayo de 1847.

José Carmen Guevara Marcano, también natural de Mar¬garita y vecino de Carúpano, fue hijo del general Guevara y de su legítima esposa Josefa Marcano. Empezó sus servicios a la Patria a la edad de catorce años, saliendo con su padre en 1816 en la expedición de carupaneros sobre Ocumare en el batallón que allí se formó con la denominación de “Sagrado”. Consumado el inexplicable desastre de esa expedición, regresó con su padre a Barcelona y de allí pasaron ambos al servicio de Mariño, quien sitiaba a Cumaná en enero de 1817. En la división de Bermúdez volvió a Barcelona y siguió a la expedición sobre Guayana y así continuó en servicio hasta 1821. En 1848-1849 sirvió en el gobierno de Monagas. En 1853 Gobernador de la Provincia de Cumaná. Para esos años fue ascendido a Comandante de Infantería. En 1859 prestó sus servicios a la causa Federalista y cayó prisionero de los centralistas cuando éstos entraron victoriosos a Carúpano el 14 de octubre de ese año. Había casado allí con su prima María Josefa Marcano. Hijos de su matrimonio fueron: José Carmen, José Rafael, Pedro y María Dolores Guevara Marcano (los mismos apellidos de los padres). El comandante Guevara falleció en Carúpano el 5 de febrero de 1875, de setenta y tres años de edad.

El coronel José Rafael de Guevara, hermano del coman¬dante Guevara, casó con Juana Josefa Barceló Cova, riocaribera, y fue también servidor de la Gran Colombia.

Andrés Guevara Olivier, fue hijo de Pedro Rafael de Guevara y de María Josefa Olivier Marcano.

Los Guevara eran nativos de Margarita, descendientes de Francisco de Guevara Soberanis, deudo del capitán conquis¬tador Juan Niño Ladrón de Guevara. Todos ellos estaban emparentados con los Navarro, Guerra, Marcano, Herrera, Salazar, etc.

IX — Mateo Guerra Olivier fue uno de los tres Próceres militares más notables de Carúpano. Empezó sus servicios muy joven cuando la expedición de Chacachacari, en 1813. Hizo las campañas de ese año y las de 1814, a las órdenes de Mariño. Se encontró en las batallas de Bocachica, La Puerta y Aragua de Barcelona. Salvóse de la hecatombe consu¬mada en esa última jornada por Morales, y por la vía de Barcelona se dirigió a Margarita, donde continuó a las órdenes de Arismendi en las acciones allí libradas en 1815-1816. Venido el Libertador cuando la expedición de Los Cayos, siguió con él a Carúpano y fue de los expedicionarios de Ocumari y de la brillante retirada de Mac Gregor hasta Barcelona. Con¬currió a los combates de Quebrada Honda y El Alacrán y a la batalla de El Juncal, en 1816. Fue de los defensores de la Casa Fuerte el 7 de abril de 1817, donde resultó herido. Junto con el coronel José Manuel Navarro Guevara, su conterráneo, hizo la campaña sobre Guayana con el Libertador, siendo se¬gundo jefe del batallón Restaurador.

Nació en Carúpano el 3 de mayo de 1795, hijo de José María Guerra de la Vega Alcalá y de Juana María Olivier, her¬mana de la esposa de Pedro Rafael de Guevara. Casó con Carmen Marcano y de su matrimonio tuvo varios hijos, que mencionaremos más adelante.

José María Guerra de la Vega Alcalá fue hijo del antiguo Teniente Justicia de Carúpano Francisco Mateo Guerra de la Vega y de María Josefa de Alcalá Rendón Sarmiento, ambos cumaneses. Un deudo de Guerra de la Vega, de nombre Juan, hijo de Nicolás de la Guerra Vega y de Isabel Marcano, casó en Carúpano el 27 de julio de 1807, con María Josefa Navarro, hija de Jacinto Navarro Vallenilla y de Juana Tomasa de la Cova.

Mateo puerra Olivier, falleció en La Asunción, Marga¬rita, el 19 de abril de 1879.

Un hermano de éste también Procer de la Independencia, llamado Gabriel, nacido en Margarita, se incorporó al Liber¬tador en 1816. Combatió en El Aguacate, Quebrada Honda y El Alacrán y a poco fue de los vencedores en la batalla de El Juncal, ganada por Piar contra Morales el 27 de setiembre del mismo año. Ayudante del general Freites, recibe dos heridas en el asalto y toma de la Casa Fuerte de Barcelona, en 1817. El año siguiente acompaña a Bermúdez en la toma de Güiria y en la campaña costanera. Concurre al sitio de Puerto Cabello en 1823 y en 1824 muere en Panamá, yendo en la División auxiliar que marchaba al Perú. Había contraído matrimonio en Valencia con Francisca Ochoa Duarte.

Otro hermano de esos Próceres, nacidos en Carúpano el 24 de marzo de 1808, fue José María, quien empezó desde muy temprana edad sus servicios a la República.

X — José González nació en Carúpano en 1798, y allí se incorporó al ejército Libertador en junio de 1816, en el batallón Sagrado, compuesto de carupaneros que se organizó en ese mes. Hizo la expedición sobre Ocumari de la Costa y fue de los de la retirada de los seiscientos con Mac Gregor, batiéndose en La Victoria, Chaguaramas, Quebrada Honda y El Alacrán. Asistió 

a la batalla de El Juncal, y después siguió a la campaña sobre Guayana. Fue de los vencedores en la trascendental batalla de San Félix (Chirica) el 11 de abril de 1817. Su hoja de ser¬vicios dice que fue soldado, cabo segundo, sargento segundo, sargento primero, en 1816; subteniente en 1818; teniente en 1827; capitán en 1831; 29 Comandante en 1848; Primer Coman¬dante en 1851; y coronel en 1852. En 1831 fue jefe de la guarnición de Carúpano; de los Reformistas en 1835 y de los fundadores del Liberalismo regional en 1840-1846. En 1848 jefe de la columna Taratara, que tanto se distinguió el 13 de mayo cuando los revolucionarios atacaron la plaza de Carúpano. Des¬pués hizo las campañas sobre las costas de Paria, a las órdenes de su paisano el comandante Nicolás Brito. En 1849 Comandante militar de los cantones de Carúpano y Río Caribe. Herido y prisionero después de las jomadas del 13 y 14 de octubre de 1859, fue conducido a las bóvedas de La Guaira, de donde en 1861 junto con otros compañeros más, entre ellos el general Gabriel Guevara, se escapó; pero alcanzado en Galipán por la fuerza del gobierno Central, fue sacrificado. Fue hombre de extraordinario valor personal, que ascendió en la escala militar por todo el rigor de los trámites. Había casado en Carúpano con María Josefa Gil y tuvo los siguientes hijos: José María, Teresa, casada con Miguel Martén, de Margarita, y Rosenda.

XI — Juan Bautista Hernández Brusco fue Prócer civil de la Independencia, habiendo empezado sus servicios entre los miembros del Ayuntamiento de Carúpano, cuando en 1810 se reconoció la Junta Patriótica reunida en Cumaná el 27 de abril de ese año.

XII — Ambos Morandi eran naturales de Bastía, Cór¬cega, hijos de Agustín Morandi y de Antonia María Fispé, también corsos. Francisco casó en Carúpano el 14 de diciembre de 1824 con Luisa Pérez Marín, hija de Bernardo Pérez y de Josefa Marín. Cayetano casó con Bárbara Martínez de Gordon. Hijos de Francisco Morandi y de Luisa Pérez Marín, fueron: Antonia María, casada con Domingo Giordani, francés; Sabina, con el francés Juan Luis Smitter; Agustín, con Julia Isabel Dautant; Vicente: Francisco; Cayetano, quien casó con Celsa Arroyo Tovar, sobrina del Illmo. Obispo señor doctor José Manuel Arroyo y Niño Ladrón de Guevara; Luisa Antonia, con Marcos Silva Salazar; y Josefa Antonia, con José Miguel Alcalá Cova.

Hijos del matrimonio Giordani-Morandi fueron: Elvira, viuda de Agustín Belgodere; Domingo; Carolina; Maria Luisa, viuda del abogado italiano doctor Lorenzo Figallo; Antonio Tomás; Francisco; Cayetano; Antonio María; Brígida y Pedro Antonio, con sucesión los casados.

Hijos del matrimonio Smitter-Morandi-Morandi Roque; Juan Luis; Francisco, quien casó con Rosario Sucre; Epifanía; Sabina, casada con Policarpo Gómez, de Río Caribe; Ramón; Vicente; Antonio José, casado con Rosa Russián Alcalá; Juan María, con Ana Teresa Battini; Pedro; Nuncia; casada con Agustín Morales, de Cariaco; Mariana, con su primo Francisco Morandi Arroyo; y Luisa, con Felipe Lares Saravia, con descendencia todos los casados.

Hijos del matrimonio Morandi-Dautant: Agustín, quien casó con Elisa Sánchez; Julia, con Manuel López Alcalá, cuma¬nés;  Herminia, con José Pablo Pérez, caraqueño; Lorenzo; Carmen; Vicente; Josefa Antonia, casada con Roque Lucchesi, francés; Luisa, con José Luis Sevillano Vallenilla, cumanés; Francisco, con María Jesús Prada García, natural de Güiria; María, quien falleció soltera; y Pedro, dejando sucesión los casados.

Del matrimonio Morandi-Martinez de Gordon, nacieron: Beatriz, casada con el francés Juan Bautista Lucca; Dolores, con Vicente Montes de Oca Silva; María Francisca y Agustín.

Del matrimonio Morandi-Arroyo son hijos: Francisco, casado con Mariana Smitter Morandi; Cayetano; José Manuel y Ramón, ambos fallecidos siendo niños; Antonia María, casada con el doctor Ramón Aveledo Urbaneja, caraqueño; Juan Luis, doctor en medicina, casado con Julia Guastini, de El Pilar; Josefina, con el doctor Agustín Aveledo Urbaneja, hermano de Ramón; y Mercedes.

XIII — Juan Bautista Peña Hernández fue, como su sobrino Silvestre Peña González, de los Próceres carupaneros que se señalaron desde los primeros días de la Independencia.

Silvestre nació el 14 de enero de 1775, hijo de Manuel Peña • Hernández y de Juana Jacinta González Cabrera. Casó en Carúpano el 25 de setiembre de 1803 con Juana Guilarte Rivera. En 1812 fue reducido a prisión de orden de Zerbériz y conducido a las bóvedas de La Guaira. Juan Bautista fue de los expedi¬cionarios sobre Guayana en 1811-1812, en la división comandada por el coronel Manuel Villapol y, prisionero tras el desastre de Sorondo, fue remitido por el Gobernador Militar de Angostura a las fortalezas de Puerto Rico, embarcándolo junto con otros muchos más en la goleta Nieves. Después de varios años de prisión, regresó a Carúpano.

Silvestre Peña González fue uno de los primeros Regi¬dores que tuvo esa ciudad al quedar definitivamente en poder de los patriotas. Hermanos suyos fueron: Antonio, Bernardo, Verónica, casada con Manuel de Jesús González Hernández, su pariente; Eulalia, Gabriel, Antonia María, casada con José Navarro, y Rosa, con José Jesús Caraballo.

XIV — Manuel Quintana, así como su hermano Vicente, fueron Próceres de la Emancipación Nacional. En el transcurso de las campañas ascendió Manuel al grado de Comandante de Infantería. Hijos suyos fueron: Anizeto e Isidro Quintana, nativos de Carúpano y de humilde cuna. Todos ellos fueron hombres de ecuánimes convicciones. Anizeto falleció allí defen¬diendo la plaza en las sangrientas jomadas del 13 y 14 de octubre de 1859.

XV — José Russián, hijo de Antonio Russián y de Mag-dalena Quartini, naturales de Génova, Italia, todos tres. Empezó a servir a Venezuela en 1816, en la marina de guerra, cuando aparecieron sobre las costas de Margarita las naves de la Expedición de Los Cayos. Para 1818 era Teniente de fragata en la goleta Dos Amigos que comandaba su paisano el Capitán de Fragata José Raffetty. La Dos Amigos pertenecía a la División Amarilla de la cual era Jefe el Comandante de Navio Nicolás Joly. Sirvió a la Independencia venezolana hasta 1821. Casó en Santa Ana de Margarita el 30 de junio de 1819 con Ana Clotilde Flex, hija del español Juan Flex y de María Aguasanta Tubores. Russián prestó después servicios a la República, par¬ticularmente al Gobierno de los Monagas en 1847-1848, y falleció en Carúpano el 12 de noviembre de este último año.

De su matrimonio tuvo los siguientes hijos: Antonio, quien casó con Rosa Alcalá Cova, cariaqueña; Magdalena, con ' José Miguel Font Pérez; Aguasanta, con Juan Marcos Imery, hijo del médico inglés del mismo nombre; José, con Bárbara Navarro Salcedo; Eloísa, con Félix Vallenilla Mayz; Ana María, con Próspero Balán Pinaud; Pedro, con María Rosario Már¬quez, cumanesa; y Luisa, con Emilio Bernardo Balán, hermano de Próspero.

Próspero Balán, natural de Bayona, casó en Carúpano con Matilde Yánez, y después de viudo, contrajo nuevo enlace con María Emilia Pinaud, hija de M. Pinaud y de Aimé Signé. De este matrimonio nacieron dos hijos: León y María Emilia Pinaud Signé. Muerto Pinaud, la viuda casó con Pedro D’Autant. De ese enlace provinieron cuatro hijos, que fueron: Julia Isabel, Federico, Ignacio y Ana Emilia.

Del matrimonio de Próspero Balán con María Emilia Pinaud Signé, nacieron: Próspero, casado con Ana Russián Flex; Emilio Bernardo, con Luisa Russián Flex, hermana de Ana, Carmen, con Andrés Pietri, de Río Caribe; María Carolina, con el general Angel Félix Barberi, el altísimo orador cumanés; Mercedes y José Vicente.

Hijo del matrimonio Próspero Balán-Pinaud-Ana Ru¬ssián Flex: Próspero Augusto, casado con Eloísa Cabello Silva; Rafael, con Trinidad Alvarez; Carolina, con Rómulo Sisco Flex; Carmen, con Antonio Vásquez Farías; y Ana María.

Hijos del matrimonio Emilio Bernardo Balán-Luisa Ru¬ssián Flex: María Luisa, casada con Carlos Alberto Imery Russián; Emilio José, José Ramón, María Emilia, con José Eduardo Russián Márquez, su primo; José Jesús, doctor en Farmacia; María Carolina, José Antonio, María Magdalena y José Miguel, casado en primeras nupcias con Luisa María Lyon Paván y en segundas con María Carolina Lyon, su cuñada.

Hijos del matrimonio Barberi-Balán: Pascual, Angel y Carolina.

El matrimonio Pietri-Balán no tuvo sucesión.

Ana Clotilde y Margarita Flex fueron hermanas del Prócer capitán Bernardo Flex, y todos tres sobrinos del patricio coronel José Celedonio Tubores, meritísimo margariteño, servidor de la Independencia nacional. El capitán Flex falleció en Para¬guachi el 3 de junio de 1852.

XVI — Justo y Ramón Silva fueron hijos de Ramón Silva y Salgado y de Antonia María de la Cova Ascanio Vetan¬court, campanera, hija de Nicolás de la Cova Ascanio y de Ana María de Vetancourt y Figueroa, hermana del bravo coronel Juan Bautista Co va y de Rosa, la heroica consorte de José Nicolás Salazar Navarro, patriarca de los Próceres campaneros. Silva y Salgado había casado en Carúpano el 18 de agosto de 1802 y regresado con su esposa a Margarita, donde hizo todos sus servicios a la Causa de la Patria. A poco de haber vuelto a Carúpano en 1821, falleció allí.

Justo Silva, su hijo, fue de los servidores de la Gran Colombia. Casó en Carúpano el 15 de junio de 1827 con su prima Ana Rafaela Cova Ascanio Marcano, hija de José Nicolás Cova Ascanio, y de Victoria Marcano Navarro. Fueron hijos suyos: Justo, casado con Amalia Luigi, riocaribera; Carmen, con Tomás Massiani, francés; Rafaela, Gaspar, Hercilia, Con¬cepción, casada con el francés Domingo Blassini; Ramón, con Francisca Antonia Marcano; y Consolación, con Antonio Giu- dicelli, francés.

Además de Ana Rafaela fueron hijas de José Nicolás de la Cova Ascanio y de Victoria Marcano Navarro, las siguien¬tes: Victoria, quien contrajo matrimonio con el francés Santos Franceschi; Mercedes con Benito Massiani, francés; y Ana Jacinta.

Hijos del matrimonio Massiani-Silva Cova: Felipe, casado con Gertrudis González; Antonio José, con Isabel Paván Silva; Ascención, con el norteamericano Gregorio Phelán; Luis, con María González, hermana de Gertrudis; y Nuncia, con Agustín Orisini Silva. Todos con sucesión.

Hijos del matrimonio Blassini-Silva Cova: José, casado con Teresa Zabala, cumanesa; Mercedes, con Juan Antonio Orsini Silva; Calixta, viuda de Enrique Paván Silva y Antonio.

El tronco de esta familia Silva, de Carúpano, así como de las de Margarita y Cumaná, fue Francisco Ventura de Silva, natural de Lisboa, Portugal, casado en Pampatar con Isabel de Balderrama, margariteña. De su matrimonio provinieron José Cayetano, casado con Margarita Suinaga, y Luis Jerónimo, quien casó en Cumaná con Antonia López, nativa de Araya. Del matrimonio Silva-Suinaga fueron hijos: Marcos, Josefa, Rita, Francisca, Gabriel y Lucía de Silva y Suinaga, margari- teños. Del enlace Silva-López; Pedro, Miguel, Rosalía y Rosa María Silva López, cumaneses.

Marcos de Silva Suinaga y Orbea casó en Pampatar con Rosa Noriega Barrionuevo, padres de Marcos de Silva y Noriega, quien contrajo matrimonio con su parienta Rosa Salgado Pérez Noriega. Hijos de estos últimos fueron: Marcos, Cayetano, Juan Antonio, Ramón y Vicente de Silva y Salgado. Todos éstos así como Gabriel, José Joaquín, José Antonio, Toribio, Francisco Antonio, Ignacio y Justo Silva, individuos de la misma familia, fueron Próceres de la Independencia Nacional.

Vicente de Silva y Salgado casó en Carúpano con Isabel Salazar Vetancourt y tuvo los siguientes hijos: Dolores, casada con su primo Ramón Silva; Eduarda, con José Montes de Oca; Isabel María; Rosa, casada con el francés Juan Orsini; José Vicente, con María Belgodere; Juan Bautista, con Zoa Gentry Sapis; Marcos, con Luisa Antonia Morandi Pérez; Zoila, y Mercedes, viuda de Henrique Paván Totesau, con sucesión los casados.

Juan Antonio de Silva y Salgado casó con Helena Totesau hija de Francisco Totesau y de Helena Bonalde, y ésta a su vez de Angel Bonalde y de Teresa Ruiz. Fue hijo del matrimonio Silva-Totesau, José Ramón, quien casó con María Josefa Verde y éstos procrearon a Henrique y a José Ramón Silva Verde, todos margariteños. Henrique casó con Francisca Montes de Oca Silva, y José Ramón, con Eduarda, hermana de Francisca. Dos hermanas contrajeron matrimonio con dos hermanos, todos con sucesión.

José Montes de Oca, hijo de Agustín Montes de Oca, y de Francisca Meleán, todos naturales de Tenerife, Canarias, casó en Carúpano con Eduarda Silva Salazar. De su matrimonio  nacieron: Eduarda, Francisca, Vicente y Olimpia. Vicente con¬trajo enlace con Dolores Morandi Martínez de Cordón, y viudo volvió a casarse con Victoria Rolingson, con sucesión.

Padres de los poetas Marco-Antonio y Pedro Vicente Silva Morandi, y abuelos de la gentil cantora Luisa del Valle Silva, la dulce poetisa campanera, fueron Marcos Silva Salazar y Luisa Antonia Morandi Pérez.

Del matrimonio Orsini-Silva, nacieron: Vicente, muerto en la juventud, cuando estudiaba en el colegio de Trinidad; Juan Antonio, casado con Mercedes Blassini Silva; Juan Santos, con Mercedes Paván Silva; y Agustín, con Nuncia Massiani Silva, todos con sucesión.

Del matrimonio Silva Salazar-Bergodere, nacieron: Vi¬cente, Trinidad, Luis José, farmacéutico, casado con Eduvigis Palmer; Calixto, Antonio José, médico cirujano, casado con Nuncia Prosperi, Dolores, Julia María, Isabel y Rafaela, casada con José Vicente Lucca.

Los Silva Salazar no simpatizaron con la propaganda cívico-política iniciada en el país, en 1840.

Preparábanse los partidos políticos de la localidad al pro¬ceso de las elecciones de 1844. Tanto los Colorados, que consti¬tuían la oposición liberal, cuanto los Amarillos, que sostenían allí al Gobierno y estaban apoyados por las autoridades del Cantón, allegaban prosélitos con que poder alcanzar el triunfo de sus candidatos.

Evidentemente, los Amarillos, por estar al lado del ele¬mento oficial, tenían incuestionablemente ventajas que entra¬baban las diligencias de los contrarios; pero aun así, los Colo¬rados, no cejaban, antes bien, se sentían como estimulados por los procedimientos de aquellos y contiuaban impertérritos y llenos de ardiente entusiasmo la propaganda en que se hallaban empeñados.

El día 7 de abril de aquel año promovieron los Amarillos una reunión en Campano-Arriba, a la cual concurrieron algunos de los dirigentes y muchos de sus corifeos, con el pretexto de comerse una novilla, en expansiones democráticas. Allí se expre¬saron conceptos deprimentes para los adversarios motejándolos despectivamente. Llega a oidos de los Colorados el asunto, y resuelven hacer y quemar ese mismo día un judas. Acto seguido ponen manos a la obra y para las cinco de la tarde colgaba el pelele en plena calle de la Independencia, que es la principal de la población, ante un extraordinario concurso congregado, previa invitación.

Los Amarillos, al corriente de lo que se trata y conside¬rándolo como una provocación, vuelan desde Carúpano-Arriba, algunos a caballo, y, a sabiendas de las autoridades, acometen con el propósito de arrebatar el judas e impedir que fuese quemado, lo que sí constituía una verdadera provocación, que los otros aceptaron. Al efecto se oponen, ármase la grita con¬siguiente, arrecia, alcanza serias proporciones y termina en una refriega donde corre la sangre de ambos bandos contendores.

Los Colorados se defienden valientemente, y al fin se imponen, resultando heridos entre otros Ramón Benítez, Ramón y Cosme Font y Anizeto Quintana, frente a cuya casa de familia estaba colgado el muñeco; y de los Amarillos, cuyos principales directores optaron por no concurrir a la asonada: Jacinto Ca¬rrera, Rufino Figuera, Natividad Fermín, Nicolás Tovar y otros más.

Por el incidente baladí de un judas, que sirvió de pretexto, corrió sangre de carupaneros en la ciudad, ocasionando un escándalo que tuvo honda repercusión en el seno de las familias y que definió aun más vigorosamente la divisoria de los incipientes partidos políticos de la localidad.

Por supuesto, demás está decir que los Colorados o libe¬rales, fueron derrotados en las elecciones locales de ese año; pero los mismos procedimientos ilegales contra el derecho de sufragio, que venían consumando los funcionarios públicos en todo el país, desde diez años atrás, ayudaron grandemente a consolidar el nuevo partido —representación de aspiraciones verdaderamente republicanas— que, burlado otra vez, en 1846, vióse compelido a lanzarse a la guerra civil, para ir luego a apoyar la autocracia de Monagas, contra la autocracia tradi¬cional de Páez.

 

CAPITULO XIV

1846 — Trueque de colores en las divisas y banderas — Elecciones de 1846 — Atentados contra la ley de eleccio¬nes — Procedimientos de los hombres del Gobierno — Quejas y protestas — Alzamiento de Ezequiel Zamo¬ra — La bandera amarilla — Primera vez que se alza sobre un campo de batalla — Eterna burla del proceso electoral — Consideraciones críticas — Gobernantes de la provincia de Cumaná — El puerto de Carúpano se abre a la importación del extranjero y a la exportación para el mismo — Sacerdotes que ejercieron la parroquia hasta 1854.

Dos años más tarde, o sea en 1846, habiendo los del Go-bierno enarbolado la bandera roja como para señalarse ante el mundo extranjero como siendo ellos los liberales, se vieron los otros obligados a usar en sus reuniones, de banderas amarillas, para distinguirse de sus contrarios. Y así iban las cosas hasta que en ese mismo año, debido a la violación de los sufragios consumada en distintos puntos por los hombres del Gobierno, se fue a la guerra Ezequiel Zamora, cuyo recuerdo vive en la memoria de todos los valientes de Venezuela.

Desde entonces esa misma bandera amarilla, que se alzó por vez primera sobre ün campó de batalla el 29 de setiembre de 1846, ha venido sirviendo de símbolo de combate a los llamados liberales, dándose a menudo el caso de que en toda Venezuela, al correr de los años, acaso por no escatimar sus servicios a la Patria, vinieron muchos de los que más la combatieron a acogerse a su sombra y a enriquecerse bajo el oro de sus pliegues.

Con respecto a lo que se ha dicho sobre el escandaloso atentado de los hombres del Poder, con relación al proceso electoral, juzgamos oportuno traer a estas páginas lo que sobre el mismo asunto político el autor de esta historia en las páginas 219-223 del tomo II de su obra Anales de Guayana, pues lo ocurrido en Angostura para aquellos mismos años, fue análogo a lo acontecido en otros Cantones de la República, especialmente en Carúpano:

“A consecuencias del atentado electoral consumado por los hombres del Gobierno, apagóse la voz de la mayoría popular, se precipitó el país en los horrores de la guerra civil y quedó una vez más confirmado el precedente de la serie de comedias que han venido sirviendo de irrisión al ideal republicano.

“Permítasenos un paréntesis.

“La mayor parte de nuestros historiadores está acorde en afirmar que las coacciones del Gobierno y el cohecho verificado por sus hombres en las Provincias, datan desde entonces. Y así vése, por ejemplo, que el Marqués de Rojas dice: “Comenzó en “1846 con la violación de los sufragios públicos nuestra deca- “dencia literaria, política y moral, y la República vióse no muy “luego empapada otra vez en sangre”. Pero esto no es rigu-rosamente exacto en cuanto a la fecha de partida. Acaso desde 1842 si no fuera desde 1834.

“Dice El Filántropo en su número 13: Luego que los “registros venían por esos mismos años (El Filántropo escribía “en 1842) el Jefe Político abría el pliego, mandado cerrar y “sellar con tanto más cuidado por la Ley; mas ¿cómo violar “el sigilo que manda guardar la Constitución en sus artículos “28 y 29? No hay que apurarse mucho, porque el Jefe Político

“abría con la intención de volverlos a cerrar y sellar. Abiertos, “agregaban cuantos votos les daba la gana en las hojas en “blanco, hasta tener los votos que necesitaban, o aumentaban “o disminuían los guarismos de sus sumas...”.

“Y en el número 14: “Sabido es que el Ministerio siempre “ha tenido una ingerencia manifiesta en. las elecciones; ingeren- “cia a nuestro ver perniciosa, y algo más si se quiere...  

“Trece años hace (1829-1842), continúa El Filántropo, “que unas mismas personas alternan en los altos destinos; que “uno sale del Ministerio para encargarse del Ejecutivo, y del “Ejecutivo para el Ministerio.. ! ¡Trece años! ¡Y Venezuela “tolera! ..Ya Venezuela se la quiere hacer que consienta en “la prórroga de cuatro años más... ¿Y quiénes son los de “tanto empeño

“—Los que componen el Gabinete Venezolano y sus saté- “lites. Y éstos más que aquellos, pues a no prestarse los últimos “dóciles instrumentos de la voluntad que se les recaba, no serían “ni tan frecuentes ni tan fáciles las indebidas solicitudes de los “primeros

“De suerte que lo que había venido aconteciendo era que en el procedimiento observado en 1842 y 1844, en algunos puntos del país, especialmente en Caracas, para resguardar la autoridad moral del Gobierno, de manera que no apareciesen ostensibles sus influencias, se hizo uso de las indicaciones pri¬vadas, y, con el consiguiente sigilo, se guardaron las convenien¬cias. En tanto que en el proceso de 1846, como las circunstancias eran decisivas, porque el Poder se les iba de las manos, se pres¬cindió de tales componendas de la política oficial, y los hechos asumieron en toda la República carácter asaz escandaloso e irritante para el derecho ciudadano.

“No hay cómo ver la prensa de aquellos años para com¬. prender que para 1846 ya el procedimiento era muy socorrido.

“El historiador Olavarría (Domingo A.) en su Décimo Estudio Histórico, página 63, segunda edición, 1895, es el único que se ha atrevido a tratar de probar con los registros levanta¬dos por los hombres del Gobierno, la corrección y honradez con que se verificaron tales elecciones, ostentándose cándidamente ignorante de cómo se realizó la farsa oficial de ese año, que llevó a la guerra a algunos de los burlados. Perdonable ignorancia ésa, que más adelante, en la página 188, le hace decir que había sido práctica tradicional desde 18^8(sic) que el Gobierno hiciera las elecciones...” cuando la práctica venía observándose desde muchos años atrás, como hemos dejado evidenciado.

“Por fortuna, escritos están, hasta en la conciencia na¬cional, los hechos cumplidos... al igual de otros realizados más tarde, en los que también las influencias oficiales han continuado presentando con todas las apariencias legales, atropellos de lesa Constitución y Leyes de la República, cuando no de crímenes dolorosamente disfrazados con el manto de la virtud.

“Tomemos de la Historia algunos paradigmas:

“En 1834 los candidatos que compartían la opinión pública para el desempeño de la Presidencia de la Nación eran Mariño y Soublette; y sin embargo, resultó electo Vargas, que ni fue candidato popular ni mucho menos, gracias a las indi¬caciones del general José Antonio Páez, Presidente de la Re¬pública. 

“En 1842 los candidatos del pueblo eran Urbaneja y Michelena; pero debido al mismo Presidente, cuyas omnipo¬tentes influencias se hacían sentir en todo el país, fue impuesto Soublette.7

“En 1846 el candidato de las mayorías pobladoras de Venezuela fue incuestionablemente Antonio Leocadio Guzmán; y, no obstante, impuesto fue el general José Tadeo Monagas por Páez y por Soublette, Presidente para entonces.8

“En 1850 fue Guzmán una vez más candidato a la Pre-sidencia; pero su candidatura se evaporó ante la del general José Gregorio Monagas, impuesto por su hermano Tadeo, Presidente de la República. 9

“Y es de advertir que en todos esos procesos se llenaron a cabalidad —por supuesto en la escritura únicamente— todos los requisitos establecidos por la Ley. Y cuando tales farsas se hacían en las altas esferas oficiales, calcúlese cuáles no se con¬sumarían en las Provincias y en los cantones, a fin de vestir los respectivos expedientes.

“Y adrede habíamos dejado en silencio los sucesos de 1838, cuando una vez más asumió la Presidencia el general Páez, porque en ese año no hubo propiamente lucha eleccionaria: al nombre del Ciudadano Esclarecido no se le dio contendor y los hombres del Gobierno tuvieron en sus manos todos los registros que quisieron. Fue una de las primeras insólitas manifestaciones que señalan las anales políticos de Venezuela.

“Y volviendo a las elecciones de 1846, no hay sino ver cómo los elementos oficiales cometieron cuantos atropellos se les ocurrió contra la libertad electoral, no sólo en Caracas y en sus alrededores (La Vega, Macarao, Chacao y Los Altos), sino también en Ocumari del Tuy, en Uatire y en Sandiego; en los Valles de Barlovento; en Uarenas; y en Sanjuán de los Morros; en Magdaleno, en Maracay y en Turmero; en Sanfran- cisco de Yari y en Sanjosé de Tiznados; y en Choroni; y en Villa de Cura, etc., etc., para observar que no fue en 1848, como ha dicho Olavarría, cuando empezaron en Venezuela los atropellos a la ciudadanía o sea al derecho de los ciudadanos. Y cuando todos esos procedimientos escandalosos de los hombres del Gobierno de 1846 ocurrían en la capital de la República y en sus inmediaciones ¿cómo y de qué magnitud serían las que se consumaron en el Oriente y Occidente de Venezuela y espe¬cialmente en Guayana?

“Nada de extrañar, pues, tuvo la mascarada oficial de 1846, cuando no fue sino una repetición ampliada y corregida de lo que había venido practicándose. Y así, en 1843, decía El Filántropo, en su número 29: Son tantas y tan crueles las heridas que se han dado a la Ley de Elecciones vigentes, que se puede decir que no existe, más bien que vive para befa y escarnio”     

Gobernaron la provincia en el transcurso de 1835 a 1854, los siguientes individuos:

1835    — Manuel Millán, Manuel Valdés, José María

Otero Guerra, Antonio José Sotillo.

1835-1837 — José María Rodríguez.

1837-1841 — Francisco Avendaño.

1841-1845 — Pascual Navarro.

1846-1848 — Ramón Pérez.

1848    — José Ramón Fernández.

1848-1850 — José del Carmen Vetancourt.

1850-1851 — José María Otero Guerra.

1851-1853 — José del Carmen Guevara Marcano.

1853    — José del Carmen Guevara, Estanislao Ren¬

den, Pedro Lucas Mayz, Dr. Miguel López Umérez, José María Otero Guerra, Manuel Escalante.

1853-1854 — Valentín Machado.

Para esos años, o mejor dicho en el mismo año de 1846, abrió el Gobierno de la Nación el puerto de Carúpano para la importación y exportación del y para el extranjero.

Cerramos este Capítulo con una nómina de los sacerdotes que ejercieron en la iglesia de Carúpano desde 1817 hasta 1854:

1817-1819 — Juan Manuel Alvarez Ejido.

1819-1821 — Santiago Respaldiza.

1821-1853 — Juan Bautista Molinar.

1853    — Pedro Magne.

1853-1854 — Juan de Figueras.

 

CAPITULO XV

1847-1848 — Surge el general José Tadeo Monagas en la Presidencia de la República — No se aviene a ser mane¬jado por Páez y sus elementos — El Congreso de 1848 — Sucesos del 24 de enero — Causales — El General Páez toma los hechos cumplidos por bandera de guerra — Revolución del general Páez — Simpatías que tuvo en los cantones de Carúpano, Río Caribe y Güiria — El Go¬bierno toma medidas militares — Comienza la revolu¬ción en el oriente del país — Los comandantes Brito, Re¬tamales y Aguilera — Combates en la costa sur de Paria — Los comandantes Joaquín Peña, Ruiz Méndez, Luis López y Jacinto Carrera — Combate en Carúpano — Derrota de los revolucionarios — La escuadra paecista bombardea a Carúpano — Estéril bombardeo — Ocupación de Río Caribe por los revolucionarios — Derrota del Comandante Aguilera — Se embarcan los revolucionarios rumbo a Maracaibo — Combate en Quisiro — Muerte del Coman-dante Luis López.

Impuesto por el general Páez el general José Tadeo Mo-nagas en la Presidencia de la República, el país sigue serenamente su marcha, hasta el 24 de enero de 1848, en que ocurre la tragedia que provocan las pasiones ofuscadas por el ardor de la política personalista.

Hállase a la sazón reunido el Congreso y los amigos y partidarios del general Páez, quienes ya ven de bulto que el Presidente Monagas no se presta a ser manejado a sus deseos y aspiraciones, tratan de enjuiciarlo y deponerlo en consecuencia, aprovechando los recursos que la ley les da, y al efecto, sirviendo de causal un motivo baladí, cual es el de alegar que Monagas se ha ausentado de la capital sin permiso del Congreso. Monagas realmente había ido hasta Uaracarumbo, en el cerro del Avila, a recibir a su familia, que llega de Oriente. Y hasta piensan algunos congresantes trasladar el asiento de la Representación nacional a la ciudad de Valencia. Más por sobre estas circuns¬tancias se trasluce el propósito capital: deponer al Presidente.

Ante la efervescencia de los momentos, una parte del pueblo caraqueño se amotina y se arma en el parque nacional y con parte de la guarnición se dirige a las barras del Congreso, compuesto en su casi totalidad de elementos paecistas. Estos agravan la situación deteniendo en su recinto al Ministro Sa¬nabria. El pueblo grita y trata de entrar. La guardia que allí existe los rechaza y hace los primeros tiros. La gente amotinada ataca, la guardia se defiende y resultan muertos y heridos de ambas partes. Pero ya se ha escrito tanto sobre los sucesos de ese día y los subsiguientes, que nos parece mejor saltar por sobre los mil detalles y echar la responsabilidad de los hechos tanto a los unos como a los otros.

El Congreso tras un breve receso continúa sus sesiones. Pero al llegar a conocimiento de Páez lo ocurrido, protesta y se alza en actitud revolucionaria el 4 de febrero. Tal grito de guerra es suficiente para que su inmenso prestigio aliente a todos sus partidarios, especialmente a los de Carúpano, Río Caribe y Güiria, quienes se aprestan a secundarlo decididamente.

Como fácilmente se comprenderá, la realidad de las cosas no es la de alzarse en defensa de las instituciones, asesinadas, según Páez y sus amigos, por Monagas. Es sencillamente el pretexto ostensible, para encubrir con ropaje de legalidad el propósito de quitarse de encima al hombre a quien han colocado ellos mismos en la Presidencia y que no está dispuesto a servir de instrumento a tremendas pasiones que piden patíbulos y destierros, ni a ser maleable a los manejos de sus intereses polí¬ticos. Y es de calcularse cual el despecho que tal actitud del favorecido produce en el ánimo de Páez y de sus amigos. De suerte que así como no lo fue Vargas, tampoco Monagas dócil a la disciplina incondicional se presta, como lo fuera Soublette, primero bajo las órdenes del Libertador y luego a las de Páez, a quien acompañó en la revolución de 1829.

Los partidarios del Esclarecido Ciudadano en los Cantones que mencionamos, comienzan a reunirse en Tunapuí y en otros puntos, especialmente en los pueblos de Paria, sirviéndoles de centro el comandante Joaquín Peña, quien mantiene correspon-dencia con el comandante Francisco Antonio Carrera, a la sazón en Trinidad en abierta condición de revolucionario, como amigo de Páez desde veinte años atrás.

En atención a esas perturbaciones del orden, el Gobierno se apersona de los asuntos y dicta seguidamente medidas ten¬dientes a frustrar los intentos de los revolucionarios. Entre las providencias tomadas sobre las poblaciones de Oriente, se cuenta el nombramiento del comandante Brito (José Nicolás Brito Cova), para desempeñar la Jefatura de operaciones mili¬tares en los cantones de Carúpano, Río Caribe y Güiria.

Brito llega a Carúpano, organiza alguna tropa y sale sobre los pueblos de la península de Paria, el 20 de marzo, llevando en su compañía a los comandantes Antonio Retamales y Venancio Aguilera, como jefes de la fuerza. Marchan también con Brito algunos jóvenes entre ellos José Eusebio y Saturio Acosta, Federico Estay, José Rafael Gómez, Pedro Palau, José Loreto Arismendi, sobrino de Brito, y José Antonio Marain. De paso deja en Irapa al teniente Estay, y en Yaguaraparo al subteniente Gómez, mientras él establece su cuartel general en Güiria.

En la noche del 7 de mayo estalla el movimiento revolucio-nario que se esperaba. Lo encabeza en Irapa el comandante' Peña, como jefe principal, en unión de José Cesáreo García, Juan Bau-tista Teriús, Santiago Sánchez y otros. La guarnición ya en connivencia con éstos sacrifica al teniente Estay y se pronuncia por la revolución. En seguida, mientras Teriús marcha sobre Yaguaraparo, que guarece el subteniente Gómez, sale Peña a atacar al mismo Brito en Güiria. Gómez queda vencido y Teriús se adueña de la plaza. No cabe igual suerte a Peña, a quien, no obstante tener mayor número de hombres, derrota Brito en la madrugada del 9. En esa acción acompañan a Brito sus ayudan¬tes, Acosta y Arismendi. Brito, sin tener en cuenta que las compañías de Retamales y de Aguilera han salido a practicar sendas operaciones, continúa casi solo la persecución del derro¬tado Peña, y sin detenerse en Irapa sigue tras él hasta Yaguara¬paro. Pero Peña lo aguarda ya reforzado con la gente de Teriús. Brito confiado en su estupendo valor, embiste rudamente. Mas se encuentra con una firme resistencia y después de combatir en las jornadas del 20 y 21 del mismo mayo, sufre seria derrota que le obliga a regresar, perdiendo gente, fusiles y municiones, y llega de nuevo a su cuartel general.

Peña, grandemente debilitado, no lo persigue y da tiempo a Brito a reponerse. Aprovecha el regreso de Retamales y de Aguilera, y les ordena caer sobre Peña, quien se encuentra con sus compañeros en el sitio denominado Río Seco. Los veteranos de la Independencia atacan a Peña el 28. Este se retira a Yaguaraparo y allí los espera. Retamales y Aguilera toman a fuego y sangre el pueblo, dispersan a Peña, quien combate gallardamente, toman algunos prisioneros, entre ellos a Teriús, y el resto de los facciosos se interna en las montañas de Irapa. Peña logra salvarse.

Brito cree destruida completamente la facción y em¬prende marcha de regreso a Carúpano. Deja al comandante Aguilera con unos cuarenta hombres en Irapa; otra escasa guarnición en Güiria, al mando de Marain; al teniente Acosta con treinta hombres, entre ellos su hermano Saturio, lo sitúa en Yaguaraparo y él con el Ayudante Arismendi y el coman¬dante Retamales van a caer sobre los revolucionarios de Carú¬pano, quienes, después de su derrota del día 13, se hallan acampados en los cerros de Cusma y'de Buena Vista. Pero veamos lo que acontece en esa ciudad, mientras Brito combate en las poblaciones de Paria.

Obedeciendo al mismo plan de Carrera y de Peña, los paecistas de Carúpano y los de las poblaciones del interior de Carúpano, se alzan el mismo 7, en Carúpano-Arriba. Las 

autoridades y amigos del Gobierno al saber en Carúpano la noticia, salen sobre ellos y en la noche del mismo día y en la mañana del 8, sostienen ligeros tiroteos.

Retirados los facciosos, los del Gobierno regresan a Carú-pano. Aquellos, que ya tienen conocimiento de los primeros felices sucesos para ellos, ocurridos en Yaguaraparo y en Irapa, aumentan en considerable número sus parciales. Son sus prin¬cipales jefes los comandantes Simón Ruiz Méndez, Jacinto Ca¬rrera y Luis López, todos tres servidores de la Independencia.

Envalentonados por el número y las noticias recibidas, mandan el 13 de mayo un parlamentario pidiendo la plaza a los de Carúpano; pero los defensores, ya reforzados con un contingente de cincuenta hombres venidos de Cumaná, se atrin¬cheran, les contestan que vengan a tomarla y los mandan para donde fue el Padre Padilla. Los revolucionarios disponen su ataque: López, reconocido por Jefe superior, entraría por Pueblo Nuevo; Carrera, haciendo de ala izquierda, atacaría por El Mangle; y Ruiz Méndez, por la Sabaneta. López hace de centro.

En la ciudad con José Raffetti Guevara, Jefe Político del Cantón, y José González, Comandante militar de la plaza, se hallan Ramón Benítez, Justo Silva, José Leonardo Brito Sánchez, padre del comandante Brito, José Carmen Guevara Marcano, Antonio Acosta Jiménez, padre del teniente Acosta, José Silverio González, jefe de la compañía que vino de Cumaná, los Navarro Guevara, Navarro Olivier, los Brito Cova, hermanos del comandante Brito, Font, Russián, Morandi, Anizeto Quin¬tana, Juan Antonio Núñez, Pérez, Parías, González Fuentes, Pérez Mujica, los Cova, Gómez, Peña González, los Verde, Soto, Vargas y otros, que constituyen el núcleo liberal de la población.

Los asaltantes, puede decirse, son una montonera de cerca de mil hombres muy mal armados, en tanto que los atrincherados, que no llegan a 130, sí lo están. Como a la una de la tarde empieza el combate y dos horas más tarde, saliéndose de las trincheras el bravo comandante José González, acaso recordando sus hazañas en la Guerra de la Independencia, embiste sobre la gente de Carrera con tal vigor y tan de improviso, que no sólo la rechaza y derrota, sino que también toma prisionero al mismo Carrera junto con otros más. Ante este desbarate del ala izquierda, declárase la rota general y, sálvese quien pueda. López y Ruiz se refugian en las serranías de Cusma y Buena Vista, en los antiguos corredores del famoso Macario Martínez, de donde a poco son espantados por el comandante Brito, ya de regreso de sus operaciones militares en las locali¬dades pananas.

Con tales hechos quedan pacificados los cantones de Carúpano, Río Caribe y Güiria. Pero no paran allí los sucesos de 1848. En el mes de agosto se presenta en el puerto la escuadra de los revolucionarios, compuesta de nueve buques, entre ellos las goletas Constitución y Restauración, comandadas por el coronel José Celis, quien siendo jefe del Gobierno de Monagas habíase pasado a la revolución. Desde el 10 de dicho mes se sabía en Carúpano que ambas goletas navegaban por aguas de Margarita; y el Jefe militar de Operaciones está dispuesto a recibirlas a vivo fuego. En la mañana del 17 fondean las naves aguas afuera del puerto. Celis pide la entrega de la plaza. Brito contesta con su característica arrogancia: Carúpano no se entrega a los traidores. La escuadra abre el fuego y bombardea la ciudad durante los días 17, 18 y 19.

En este último día “víctima de implacables enemigos políticos”, cae asesinado en las inmediaciones de Cariaco el general Francisco Carabaño, Comandante de Armas de la Pro-vincia, quien se dirigía con una fuerza en auxilio de Carúpano. El general Carabaño, distinguidísimo Procer de la Independencia Nacional, había sido de los reformistas en 1835. La celada en que pierde la vida fue urdida en Carúpano, no para él sino para el general José Gregorio Monagas. El victimario Juan Antonio Salcedo, confundió a éste con Carabaño y disparó sobre él. Después, en Cumaná el 2 de abril de 1850 Salcedo paga con su vida en un patíbulo el delito cometido.2

A poco se levanta otra facción en Punceres (Maturín) que se extiende a los pueblos de Aguasay, Caicara y Areo. Pero el Comandante militar general Manuel Isava Sucre la sofoca en el sitio de Las Piedras, el 29 del mismo agosto.

Pero volvamos a la escuadra infidente.

2 F. González Guinán, Historia Contemporánea de Venezuela, tomo IV, página 559 — Caracas, 1910.

Los tres días de bombardeo resultan para Celis comple-tamente infructuosos. Brito con su escasa guarnición y los amigos, se defienden valientemente y corresponden al vivo fuego de la escuadra con los cañones de las baterías del puerto. Y mientras allí se combate, los revolucionarios de tierra reunen un buen número de sus parciales desarmados y marchan a Puerto Santo, donde se reconcentran. Al fin Celis se persuade de la inutilidad de su bombardeo, leva anclas y se dirige rumbo a Puerto Santo, después de haber recibido un expreso que le envía el comandante López, avisándole tener listos en aquel punto más de doscientos hombres.

Recoge la escuadra el nuevo contingente, ármase a bordo y ese mismo día siguen a sorprender la guarnición de Río Caribe. El siguiente día 20 atacan esa plaza. El comandante Aguilera se defiende con bizarría, pero agobiado por el número, la abandona y se retira a Carúpano. Los revolucionarios ocupan la población y envían postas al comandante Peña, quien saliendo de las montañas de Irapa, se incorpora cinco o seis días después trayendo otro contingente de luchadores.

Ante el fracaso de ocupar a Carúpano, el resto de las naves, que ha quedado cruzando frente al puerto, pone a su vez proa a Río Caribe, de la cual, finalmente, salen todos rumbo a Maracaibo.

Los comandantes Peña y López con todos los hombres que aportaron, siguen también en la expedición. Los buques despliegan sus velas el l9 de setiembre y van a desembarcar a los revolucionarios en jurisdicción del Zulia. Diez y seis días más tarde (17 de setiembre) son destrozadas esas fuerzas por tropas del Gobierno al mando del comandante Ezequiel Zamora. En esa acción conocida con el nombre de Quisiro, queda en el campo de batalla el valeroso carupanero Luis López, marido de Máxima Carrera, junto con otros conterráneos más, y salen derrotados los coroneles José Escolástico Andrade, Pedro Mu- guerza y Agustín Codazzi, jefes de las tropas facciosas.

Con referencia a Peña, véanse los siguientes datos bio-gráficos: Nació en Popayán, Nueva Granada, en 1806. Fueron sus padres Joaquín Peña y María Manuela Velasco. Prestó sus servicios a la Causa de la Independencia en las campañas de Quito y del Perú, desde 1820, y fue de los vencedores en la inmor tal batalla de Ayacucho. Después siguió al Alto Perú, de donde regresó a su patria y pasó luego a Venezuela, en 1828. Llegó a la provincia de Cumaná en 1829, con el grado de Capitán de Cazadores. Para la revolución de Las Reformas, siempre al servicio del gobierno de Páez, fue ascendido a Comandante, concurriendo a las campañas de Río Chico y Puerto Cabello. Desde 1837 hasta 1842 desempeñó la Jefatura de las Armas en el cantón de Güiria. En 1848 fue de los más tenaces parti¬darios de la revolución de su antiguo Jefe Páez. Contrajo matrimonio en Cumaná con Marcelina Codallo. De su enlace nacieron: María Manuela, quien casó con Crispin Capdeviela Guerra, y viudo éste contrajo nuevas nupcias con María Josefa, hermana de su primera mujer; Joaquín, casado con Ascensión Salazar Manterola; Matilde; Carmen, casada con Emilio León Sayol; Marcelina; Soledad, quien contrajo matrimonio con Cris¬pin Marcano Betancourt; Luis, con Eloísa Méndez Bigott; y Francisca Antonia. El comandante Peña fue ascendido a Coronel en 1858 y a General de Brigada en 1861. Falleció en Carúpano el día 2 de abril de 1868.

Primo de Joaquín Peña fue Pedro José Peña, también de Popayán, donde nació en 1803. Empezó sus servicios a la Independencia americana en 1819. Se encontró en Pichincha, Junín, Matará y Ayacucho. Llegó a Cumaná en el batallón Junín, en 1829. Allí contrajo matrimonio con Avelina Vallenilla, viuda de su pariente Crispin Alcalá. Fueron hijos del matrimonio Peña- Vallenilla: Jerónimo, que militó en las filas del Gobierno cuando la revolución Federalista; Belén, viuda de Andrés Mar¬cano Alcalá; Inés, casada con José María Gómez; Avelina, con Juan Lovera Simonovis; Pedro, con Pilar Bolet Peraza, y Ana. Pedro José Peña ascendido al grado de Primer Comandante, murió en Margarita, en 1861.

Avelina Vallenilla fue hija de Mateo Vallenilla Gual y de Inés Márquez Alcalá. Hermano de Mateo, fue Luis Vallenilla Gual, quien casó con Josefa Guerra Bermúdez. Hijos de este matrimonio fueron: Luis, Mateo y Pedro Vallenilla Guerra, mili¬tares los dos últimos al servicio del Gobierno Central. Mateo murió en el combate de Santa Rita, en 1859. Pedro llegó a General de los ejércitos de la República y casó con Luz Lecuna Sucre, hija de Vicente Lecuna Párraga y de Margarita Sucre Márquez Alcalá. Luis y Mateo Vallenilla Gual, fueron hijos de Juan Bautista Vallenilla Salaverría y de Inés Gual, hija del Gobernador Mateo Gual y Pueyo y de Inés Josefa Curbelo. Félix Vallenilla Salaverría, hermano de Juan Bautista, había contraído matrimonio en Cumaná, en 1759, con Isabel María Guerra de la Vega.

Santiago, Donato y Crispin Capdeviela Guerra, fueron hijos de Donato Capdeviela Leruncet y de María de la Concep¬ción Guerra de la Vega. Los Capdeviela Leruncet, fueron des¬cendientes de Juan Capdeviela y de María Leruncet, catalanes.

 

CAPITULO XVI

1848-1854 — Medidas militares del Gobierno — Facción de las montañas parianas — Lo que dice el historiador doctor Ramos Martínez sobre esa facción — Combate en Yaguaraparo — Boletín del comandante Brito — Pri¬meros servicios militares de José Eusebio Acosta — Idem, de su hermano Saturio — Id. de Loreto Arismendi — Muerte del Comandante Retamales — Llegada del Coman¬dante Enrique Luzón — Fin de la facción — Segunda revolución del general Páez — Su rápida destrucción — Revolución federalista de 1853 — Sus principales jefes en Cumaná y Carúpano — El terremoto del 15 de julio — Completo aplastamiento de la revolución — Persecución de los comprometidos — Falta de generosidad del Gobier¬no — Análogos procedimientos a los de 1836 — Nómina de algunos liberales de Carúpano — Noticias biográficas.

Despejada la situación de Carúpano, el comandante Brito dispone enviar de nuevo guarniciones a Río Caribe, Yaguaraparo, Irapa y Güiria, encomendando la dirección de las operaciones al denodado comandante Retamales, quien se sitúa en Irapa, dejando de nuevo a Aguilera en Río Caribe y a Acosta en Yaguaraparo. La vigilancia sobre Güiria la haría el mismo Retamales.

Estas medidas obedecieron a que después de ida la escua¬dra revolucionaria, quedaron algunas partidas alzadas en las montañas parianas, alentadas desde Trinidad por el comandante Francisco Antonio Carrera.

Desde entonces, 1848, el teatro de la guerra en la provin¬cia, dice el Pbro. Dr. Ramos Martínez, en sus Hechos notables de Carúpano, se “limitó a la costa del Golfo Triste, en donde sostuvo la lucha con encarnizamiento por parte de los alzados, a cuya cabeza quedó José Cesáreo García luego que se embarcó Peña. Atisbando éstos la oportunidad de poder sorprender las guarniciones de los pueblos, las atacaron tal cual vez, aunque en vano, como sucedió en la mañana del 13 de noviembre con la de Yaguaraparo al mando del teniente José Eusebio Acosta, sobre el cual no lograron triunfar, a pesar de la deserción de los soldados cariaqueños ocurrida tres días antes, y de las bajas sufridas a causa de las fiebres; pero en las montañas era suyo siempre el triunfo, de ordinario a favor de las ventajas que les ofrecían las terribles posiciones que ocupaban”. (Página 26).

Hablando de esa acción en Yaguaraparo, hizo circular el Comandante Nicolás Brito, el siguiente boletín oficial:

NICOLAS BRITO

primer Comandante de Ejército, Jefe encargado de las Opera¬ciones de esta Cordillera, a los habitantes de ella impone de la comunicación que original es como sigue:

El bravo José Eusebio Acosta, a la cabeza de treinta valientes compañeros, resistió con denuedo y valor dos horas y media de fuego, con que los malvados e ingratos descarriados en las montañas de Yaguaraparo pretendieron apoderarse del punto que aquel Jefe guarnece; pero la Divina Providencia, siempre alerta para protejer la causa de la libertad, se antepuso, e inspirándoles valor y constancia a aquellos guerreros, repe¬lieron al enemigo poniéndolo en una derrota completa.

El caracterizado teniente Acosta con sus valientes com-pañeros ha dado hoy con el triunfo obtenido sobre el enemigo, un día más de gloria a la República, y a mí me ha dejado colmado de satisfacción; y a nombre del Gobierno doy al sostenido Acosta y a sus fieles compañeros mil parabienes.

Viva el Gobierno! Viva el triunfo de aquellos guerreros! Viva el teniente y bravo José Eusebio Acosta! N. Brito.

No obstante el fracaso de la revolución de Páez y de los descalabros sufridos por la facción de las costas sur de Paria, los alzados se sostienen en las montañas de Yaguaraparo e Irapa, con García a su frente, hasta casi mediados de 1849.

En uno de los oscuros y repetidos combates allí librados muere en una carga el jefe expedicionario comandante Reta¬males, en el sitio denominado El Algarrobo. Al saberse esta noticia en Carúpano, marcha el comandante Enrique Lutzow, quien había llegado en marzo con una columna procedente de Río Chico. Luzón procede activamente y con toda decisión acosa a los facciosos, al extremo de hacerlos dispersar totalmente y que García abandone sus guaridas y furtivamente se embarque para Trinidad, a fines del mes de mayo de ese año.

En junio siguiente empieza la segunda revolución del general Páez contra el Gobierno de Monagas. Páez quien se halla en St-Thomas, después que logró escapar tras su desastre en Los Araguatos (treinta y cuatro días después de su primer alzamiento) invade por la Vela de Coro el 2 de julio, para a poco caer vencido en Macapo el 15 de agosto siguiente. Indudable¬mente, la estrella militar del glorioso caudillo de la Guerra de la Independencia apagaba sus brillantes resplandores.

Con todo, entre los entusiastas admiradores de Páez, que aun quedan por las regiones de Paria, siempre alentados por el tesonero comandante Carrera, hubo algunos movimientos que fueron inmediatamente debelados por las tropas de Gobierno. Simplificó el trabajo de éstas la circunstancia decisiva de haber caido prisionero el jefe invasor.

Pacificado todo el litoral, Luzón regresa a Carúpano, de donde sigue para Cumaná y Caracas.

Brito, siempre en su carácter de jefe de operaciones, fija entonces su cuartel general en Güiria, para estar cerca y atender a las maniobras de los revolucionarios que se hallan en Trinidad asilados; y disponiendo de mayores recursos de hombres y de elementos de guerra, guarece Irapa con un desta¬camento al mando del teniente José Eusebio Acosta; al subte¬niente Saturio Acosta, hermano de éste, lo destina para el caño de Agíes; nombra y despacha al capitán Domingo Navarro Olivier de jefe de la guarnición de Carúpano y al comandante José González se le reconoce con el carácter de Jefe superior de operaciones de los cantones Carúpano y Río Caribe, en tanto que es jefe político de Carúpano José Miguel Font.

Al fin se aquietan los revolucionarios; pero el país con¬tinúa en una angustiosa expectativa con los persistentes rumores de próxima alteración del orden público. De pronto, en la noche del 24 al 25 de mayo de 1853, estalla una revolución en Valencia contra el Gobierno de Monagas. Cunde la idea y se alzan en varias localidades partidas que son prontamente sofocadas.

La revolución tiene eco simpático en Oriente; y así, Mar-garita se subleva el l9 de junio siguiente y el 4 dase el grito de rebelión en Cumaná. El día 5 se repite allí la tendencia de 1822, 1826 y 1835, pronunciándose por el sistema federalista. Los pueblos del interior corresponden a ese movimiento el 8. Carúpano lo sigue también. La bandera que enarbolan los revolucionarios es de dos colores: amarilla con una faja azul en el centro. En la capital de la provincia se constituye un gobierno provisorio compuesto por el Gobernador José Carmen Guevara, Estanislao Rendón y Pedro Lucas Mayz, teniendo como suplentes a Lorenzo Prado, Bartolomé Milá de La Roca y José Gervasio Sotillo, designándose, además, para la jefatura de las fuerzas al coronel Ramón Pérez.

Monagas, nombra a su hermano el general José Tadeo Monagas, primer jefe del ejército constitucional y marcha éste sobre Maturín. Esta ciudad había también correspondido al movimiento bajo la dirección del general Manuel Isava Sucre.

Pero a poco ocurre el 15 de julio un espantoso terremoto que arruina a Cumaná, y mata a gran parte de las tropas que se encuentran acuarteladas, inclusive a su jefe el coronel Pérez. Ante tal cataclismo los revolucionarios deponen su bélica actitud, y el 17 ocupa la ciudad mártir, la primera autoridad civil del Gobierno, Manuel Escalante, y el coronel José González el comando de las fuerzas nacionales.

Los jefes principales del movimiento federativo en Carú-pano, son Justo Silva y el comandante José Leonardo Brito Cova, quienes figuran afiliados al elemento liberal de la localidad, pues la revolución de ese año es fusionista, es decir, está compuesta de liberales rotos ya con los Monagas y de paecistas u oligarcas.

Isava Sucre, quien ya tiene reunido un numeroso contin-gente en Maturín, se entrega también al general José Tadeo Monagas; y así termina aquella revolución que con tanto pres¬tigio comenzó en Oriente.

El terremoto del 15 de julio se sintió también en Carú¬pano y en todas las poblaciones del litoral; pero no con las tremendas proporciones que en las riberas del Manzanares, donde hasta el mar se alejó muchos metros para tornar inundando la sabana de El Salado, con insólita potencia.

Rencorosos y mezquinos se ostentaron los hombres del Gobierno, después que las fuerzas de la naturaleza y no las de ellos aniquilaron la revolución. Algo análogo ocurre entonces a lo de 1836. No sólo se aprisiona a muchísimos de los com¬prometidos y se dictan contra ellos sentencias de proscripción y de confinamiento, declarándoles traidores, sino que también se libran sendos decretos disponiendo que los tribunales de jus¬ticia funcionen en Barcelona, que la ciudad capital de la pro¬vincia sea Maturín y que se elimine la aduana de Cumaná.

En Carúpano son perseguidos Silva y su deudo Brito Cova, así como también otras personalidades de allí. Entre éstas son dignas de mencionarse los liberales Nicolás Brito, el famoso militar campanero, José Miguel Font, José Raffetti Guevara, Manuel Iglesias y Agapito Alvarado; y entre los llamados oligarcas el comandante Francisco Antonio Carrera (I), José Nicolás Salazar (II), Luis Marcano Alcalá (III), Vicente Silva, Carlos M. López y José y Domingo Manterola (IV), todos comprometidos en el movimiento federalista de ese año.

A continuación publicamos una nómina —aunque incom-pleta— de quienes en Carúpano siguieron la propaganda liberal:

A — José Eusebio y Saturio Acosta (V), Manuel María Alonzo, José Loreto y Diego Bernardo Arismendi (VI), Manuel Aguilar, Valentín Acevedo, José R. Alcalá, Francisco Alvarez.

B — Santiago y Francisco Bastardo, Francisco Vellorín, Pedro Bello, José Francisco Barbás, Pedro Barradas, Juan Bautista Beaumont, Diego Bernardo y José María Brito Navarro (VII).

C — Eusebio y Bonifacio Cova (VIII), Francisco Campo, Justo Cameiro.

D — José Domínguez, José Antonio y Francisco Dona.

F — Anizeto y Felipe Figuera, Enrique Figueroa, José Miguel Font y su hijo Ramón.

G — Ruperto Gómez Bravo (IX), Mateo Guerra Mar¬cano (X), Juan M. Gómez, José Patricio García, Pantaleón Gar¬cía, Lino González, Juan Baldomcro González (XI), José Gon¬zález, Francisco Esteban Guerra, Pedro y José Carmen Guevara Marcano, Juan Antonio González, Jesús González.

H — José María Herrera.

J — José Nicolás Jiménez.

L — Martín Larrañaga, Cecilio Lugo, José María Lugo.

M — Manuel y Jesús Morales (XII), Agustín, Francisco y Cayetano Morandi (XIII), Miguel Martén, José B. Martínez, Juan José Márquez, José Antonio Marín, hijo, Cecilio Martínez, José Mata, Pbro. Pedro Magne (XIV), Manuel González.

N — Pascual y Domingo Navarro Olivier, José M. Navarro (XV).

P — Francisco y Leandro Pérez Mujica, Juan Bautista Pasalacqua, Antonio Pérez, Ramón, Silvestre y Juan Bautista Peña (XVI), Pedro Manuel Pérez, Francisco María Pérez, Manuel Piñerúa, Pablo María Pietri, Enrique Pérez.

Q — Anizeto Quintana.

R — Antonio y Pedro Russián Flex (XVII), Rafael y Fernando Raffetti (XVIII), Pío Rojas, Teodoro Retamales, Pedro Romero.

S — Manuel Santiesteban, Ambrosio y Antonio Sis¬eo (XIX), Santiago Sánchez, José del Pilar Sánchez, Manuel Salazar, Ramón Sánchez, José María Sartín, Juan Bautista San Vicente, Sotero Salazar.

T — José Manuel Totesau.

V — Víctor, Francisco, Antonio y Pedro Verde (XX), Pedro Villarroel, Francisco Manuel Villarroel, Francisco Manuel Valdivieso, Manuel J. Visso.

W — Wenceslao Widen.

Y — Juan Marcos Imery (XXI), Ezequiel y Fabricio Yanes.

A continuación van algunas notas biográficas correspon-dientes a quienes quedan numerados del I al XXI.

I — El comandante Carrera casó con Bárbara Mayz Brito, en Cumaná. De su matrimonio nacieron: José Joaquín, que fue médico, casado en primeras nupcias con Petronila Mayz, su parienta, y en segundas con Concepción Sucre Sucre, ambas cumanesas; Francisco Antonio, con su prima Guadalupe Mayz; Josefa Margarita, con Domingo Mayz: y Rosalía, con Pedro Federico Dautant.

El tronco de la numerosa familia Mayz, fue el guipuz- coano Antonio Mayz, casado en Cumaná con Petronila de Candía, hija de José de Candía y de Catalina del Prado. José Antonio Mayz y Candía, hijo de Antonio, casó en primeras con Bárbara Díaz de Astudillo. Sus hijos fueron: José Antonio, casado con Ascensión López de Brito, viuda de Baltazar de Salaverría, y Domingo, quien contrajo enlace con Josefa Margarita López de Brito, hermana de Ascensión. Viudo José Antonio Mayz y Candía, casó en segundas con Josefa Márquez de Valenzuela. Fueron hijos de este matrimonio: Francisco Javier, casado con Ana Jacinta Mejía Márquez; Jaime, con Ignacia de Alcalá; Lucas, con María Aguasanta Sánchez; María de la Luz, con José Sánchez Alcalá; Josefa Joaquina, con el Ledo. Juan Cri- sóstomo Bermúdez de Castro; Inés Catalina, con Diego Fermín de Alegría; Dolores, con Mauricio Berrizbeitia; Rafael, An¬tonio y Rosario.

Hijos del doctor José Joaquín Carrera y de Concepción Sucre, fueron: José Joaquín, Ana Trinidad, Ana Isabel, casada con Domingo Manterola Mayz, Ana de Jesús, Rafael y Ana María.

Hijos de Francisco Antonio Carrera Mayz y de Guada¬lupe Mayz: Francisco Antonio, quien casó con Sofía Marth, de Ciudad-Bolívar; Luis, con Carmen Mayz Sucre, de Cumaná; José Joaquín, con Josefa Marth, hermana de Sofía; Josefa María, con Domingo Font Russián; Mercedes, con Pedro Fede¬rico Dautant; y Luisa.

II — José Nicolás Salazar, hijo del Procer mártir José Nicolás Salazar Navarro y de Rosa de Vetancourt, nació en Carúpano el 18 de marzo de 1803. Fueron sus hermanos: Jeró-nimo; Rafaela, casada con el coronel Juan Bautista Cova Betan-court, su primo; Isabel, con Vicente Silva Salgado, padres de los Silva Salazar; y Marcos, quien contrajo matrimonio con Ascensión Manterola Mayz. Hijos del matrimonio de estos últimos fueron: José Nicolás, Ventura, Marcos, Bárbara, Josefa Joaquina, casada con José María Brito Navarro; Jerónimo, que fue médico, casado con Narcisa Betancourt Sucre, cumanesa, sobrina del Gran Mariscal de Ayacucho; Ascensión, con Joaquín Núñez Codallo; y José.

Los troncos de estos Salazar son Pedro Tomás de Salazar e Isabel María Navarro Gómez de Saa, ambos margariteños. Los Salazar Vetancourt fueron servidores de la Independencia patria, señaladamente Jerónimo, quien nacido en Carúpano en 1792, había empezado sus servicios en 1811. En 1812 salió de Carúpano en el batallón formado allí, sobre Cumaná y fue de los expedicionarios marítimos sobre Píritu, al mando del coronel Vicente de Sucre. En 1813 se hallaba en Carúpano siendo jefe de la batería de La Muerte, frente al puerto, cuando fue atacada esa batería en una de las distintas veces que el oficial realista Quijada y el incansable indio Macario Martínez acometieron sobre la plaza. Salazar quedó herido y prisionero, y recuperada su libertad continuó sus servicios a la Causa de la República. En 1814 es derrotado en Aragua de Barcelona y sigue con Bermúdez para Maturín. Combate allí dos veces y en Urica; y en 1815 en Irapa y en Güiria donde sale herido nuevamente. Perdida la revolución, se asila en Margarita y acompaña al general Arismendi en el resto de 1815 y en 1816, con el grado de capitán. Llega el Libertador con su expedición de Los Cayos y a él se incorpora y con él sale sobre Carúpano. Organizado allí el famoso batallón de carupaneros con que el Libertador hizo su expedición sobre Ocumare de la Costa, es Salazar uno de los valientes que van a combatir heroicamente después de abandonados en las playas de ese puerto, en Maracay, Quebrada Honda y El Alacrán, a las órdenes de Mac Gregor, a entrar triunfadores en Barcelona y vencer gloriosamente en El Juncal, al mando de Piar, quedando en esa batalla herido por tercera vez. En 1817 se incorpora a Mariño y pelea en Cariaco y luego en Güiria, a las órdenes del coronel Hermoso. Marcha a Angos¬tura y de allí sale en 1818 con Bermúdez a la toma de Güiria hecha brillantemente, y después a la desgraciada expedición sobre Río Caribe y Carúpano. Concluida la guerra en el Oriente de la República y ascendido ya a Teniente coronel, se retira del servicio militar, regresa al solar nativo y termina allí su existencia. El padre de los Salazar Vetancourt murió en 1815, de 66 años, degollado en La Sabaneta, de orden de Morales.

III — Luis Marcano Alcalá, hijo de Ignacio Marcano Navarro y de Catalina de Alcalá Sánchez Ramírez de Arellano, era hermano de Ignacio Pío, Bárbara, Juan Antonio, Dolores, Catalina, José Joaquín, Andrés y Manuel. Ignacio Marcano Navarro, hijo de Manuel Marcano Guevara y Ana Rafaela Na¬varro Vallenilla; Catalina de Alcalá, hija de José Miguel de Alcalá Sánchez Ramírez de Arellano y de María Manuela Mejía de la Cova Ascanio. Ignacio Marcano Navarro y Catalina de Alcalá contrajeron matrimonio en Carúpano el 12 de febrero de 1805.

Ignacio Pío Marcano Alcalá casó con Lorenza Betancourt Vetancourt, y de su matrimonio nacieron: Pedro, Ignacio, casado con María Josefa Betancourt Sucre, hija de José María Betan¬court Machado y de María Magdalena Sucre Márquez, media hermana del Mariscal de Ayacucho; Pío; Crispin, casado con Soledad Peña Codallo; José María, Bárbara y Lorenza.

Hijos de Bárbara Marcano Alcalá y de Mateo Marcano, fueron: Francisco Antonio, Faustino, María, Mateo, casado con Natalia Raffetty Guevara; Catalina, con José María Vallenilla Mayz, cumanés, padre del poeta José Vallenilla Marcano; Fran¬cisca Antonia, casada con Ramón Silva Cova; Luis y Bárbara. Hijos del matrimonio Marcano-Raffetty fueron: Rafael Octavio, casado con Bárbara Manterola Mayz; Mateo; José Joaquín, casa¬do con Rosa Tavera-Acosta; María; Jesús, con Belén Brito Dondnicci, de Barcelona; Francisco Antonio, con Sofia San¬derson; y Juan Bautista con Dolores Marcano Betancourt.

Del matrimonio de Juan Antonio Marcano Alcalá y de Concepción Guevara, nacieron: Juan Antonio, casado en Barcelona con Celsa Espino; Concepción, con Juan Gual; Ale¬jandro, Carmen y Juana Jacinta.

Hijos de Dolores Marcano Alcalá y de José Leonardo Brito Cova: Juan Manuel, casado con Magdalena Dondnicci, de Barcelona, hermana del literato barcelonés doctor Aníbal Dondnicci. De este enlace provienen: Belén, casada con Jesús Marcano Raffetty; Dolores, con el doctor Francisco Antonio Guzmán Alfaro; María Chiquinquirá; José Leonardo, casado con María Marcano Peña, y Juan Manuel, muerto de pocos años. Del matrimonio de Catalina Marcano Alcalá con Ramón Betancourt, nacieron: Ramón; Andrés, casado con Petronila Manterola Mayz; José María, Antonio José; Micaela; Carmen; Belén y Manuela.

Hijos de Manuel Marcano Alcalá y de Carmen Navarro: Rafael, Manuel José, Ignacio y Chiquinquirá. Hijos de José Joaquín Marcano Alcalá y de Casimira Vallenilla: Catalina, casada con Francisco Ibarra; Alberto y Josefa Manuela.

Andrés Marcano Alcalá casó con Belén Peña Vallenilla, quienes tuvieron los siguientes hijos: Celestino, José Joaquín, Jerónimo; Belén, casada con el general Nicolás Rolando; Andrés Avelino, con María Guzmán Saluzzo; Trinidad; María, casada con José Leonardo Brito Dondnicci; Ignacio Pío, con Emely Morón Lander; Avelina y José Joaquín, para reponer al anterior del mismo nombre. Todos nativos de Barcelona.

Los Marcano Navarro y los Marcano Alcalá fueron caru-paneros. Los primeros fueron proceres de la Independencia.

Del matrimonio de Ignacio Marcano Betancourt y de María Josefa Betancourt Sucre, vinieron al mundo los siguientes hijos: Luisa Magdalena, casada con el doctor Juan Lavié, de Barcelona, hijo de Juan Lavié y de Alejandrina Caballero; Luisa Carolina, con el abogado doctor Mateo Guerra Gómez; Pedro, con Luisa Amelia Capdeviela Peña; Luis, con Josefa María Guerra Lairet; Ignacio, con Isabel Lairet Arismendi, de Río Caribe; Mercedes María, Antonio José y Dolores.

IV — Estos Manterolas fueron hijos del vizcaíno José de la Cruz Manterola y de Bárbara Mayz Brito, quien después que enviudó, contrajo nuevo enlace con el comandante Carrera. Hermana de José y de Domingo fue Ascensión Manterola Mayz, casada con Marcos Salazar Vetancourt, el 19 de mayo de 1827. José falleció soltero, y Domingo casó con su parienta Josefa Mayz, viuda de su primo Luis Mayz. Hijos de Domingo Mante¬rola y de Josefa Mayz, fueron:

Ascensión, casada con Ignacio Mayz; Bárbara, con Rafael Octavio Marcano Raffetty; Joaquina; Petronila, quien contrajo matrimonio con Andrés Betancourt Marcano, y Domingo, con Ana Isabel Carrera Sucre.

V — Fueron estos Acosta nativos de Carúpano, hijos del Procer Antonio Acosta Jiménez y de María Isidra Peña González. José Eusebio nació el 14 de agosto de 1824 y fueron sus padrinos de bautismo el coronel José Manuel Navarro Gue¬vara, Procer de la Independencia nacional, y María Jesús Gonzá¬lez Cabrera. Empezó sus servicios militares en 1848, a las órdenes del valentísimo comandante Nicolás Brito Cova, con el grado de Subteniente. Para fines de ese mismo año, era teniente; en 1853, Capitán; en 1855, Comandante. Para el comienzo de la guerra federalista ejerció de Coronel; en 1860, General de Brigada; en 1861, General de División; y para 1863, General en Jefe. Al correr de los años se destacó Acosta como el Jefe político más caracterizado de las regiones orientales de Venezuela y como la figura militar más notable que ha tenido Carúpano en el siglo XIX. Fue Presidente de Estado, Coman¬dante en Jefe de los ejércitos de Oriente, Jefe de E. M. G. de los ejércitos de la República, candidato a la Presidencia de Venezuela, Ministro de Guerra, etc. Contrajo matrimonio en Carúpano con Eustoquia Benítez, y después que enviudó, casó con Rosa, hermana de su primera mujer. Hijas suyas fueron: Eustoquia Corina, casada con Jaime Mayz Vigas, y viuda, con el General en Jefe Julio Sarria Hurtado; María, casada con José Antonio Ponte; Rosa, muerta en la primavera de la vida; y Josefina, quien casó en primeras con Alberto Falcón, natural del Perú, y en segundas nupcias con E. Montgomery Berry, norteamericano. El ilustre literato y eminente jurisconsulto doctor Aníbal Dondnicci, discurriendo sobre la vida de Acosta, escribió que, “después de Sucre y de Bermúdez, fue la persona¬lidad más descollante del oriente de Venezuela”; y José Con¬cepción Cova, en documento público: “la figura de Acosta representa las glorias épicas de la Federación en Oriente”. Fueron Jefes de Estado Mayor suyos las siguientes prominentes personalidades políticas venezolanas: coronel José María Otero Padilla, en 1861; general Saturio Acosta, en 1862-1863; general José Victorio Guevara, en 1869; general José Loreto Arismendi, en 1870; en el mismo año, el general Víctor Rodríguez; general José Victorio Guevara, en 1871-1872; general Pedro Vallenilla, en 1879. Y para dar una parca idea de sus brillantes condiciones militares, baste decir que en el transcurso de su vida de gue¬rrero, fue vencedor de José Miguel Barreto, Manuel Narvarte, Jorge Southerland,     Andrés Avelino Pinto, Pedro Elias Rojas, Facundo Camero y Adolfo Antonio Olivo, flor y nata de valientes de los ejércitos contrarios, José Eusebio Acosta falleció en Cumaná el 25 de abril de 1882. El Congreso Nacional decretó los honores del Panteón para sus restos; pero la sociedad y pueblo cumaneses lograron que quedasen reposando en el templo de Santa Inés, donde aún permanecen.

Saturio, su hermano, nació en Carúpano el l  de octubre de 1827. Fue en Caracas alumno de la Academia de Matemática y empezó a prestar sus servicios en 1847. El año siguiente hizo su bautizo de sangre en la acción de Yaguaraparo, donde salió herido, combatiendo al lado del teniente José Eusebio Acosta. Fue después, de los grandes jefes que hicieron las campañas federalistas, ora en Barcelona con el general Julio Monagas, ora en Cumaná a las órdenes de su citado hermano. Casó en Caracas en 1858 con Encarnación Morales Brito, hija de Ignacio Morales Arguíndegui y de Encarnación Brito, todos tres caraqueños. De su matrimonio tuvo un hijo llamado Saturio, quien falleció soltero. En veinte años de servicios ascendió al grado de General de División y murió en Güiria el 26 de mayo de 1867.

Rosa, hermana menor de estos Acosta, casó en Cumaná el 3 de enero de 1862, con Juan Bautista Tavera, nativo de Ajaccio, Córcega, hijo de Bartolomé Tavera d’Ornano y de María Josefina Carboni Forcioli. Juan Bautista Tavera fue Oficial de Acosta en la guerra de la Federación y años después del triunfo de esa revolución, vinieron a nacer sus hijos, así Bar¬tolomé, el mayor, en Carúpano; Juan Bautista y Rosa Josefina, en Maturín; Mercedes, en Carúpano, y María Antonieta en Sainthomas. Bartolomé casó en Ciudad-Bolívar con la guayanesa Isabel María La Grave, hija del capitán de Marina Magín La Grave Calderón Heres y de Isabel García Millán Burgos; Juan Bautista con Jacinta Ricoveri Bello; Rosa Josefina, con José Joaquín Marcano Raffetty y Mercedes, con el doctor Manuel Antonio Martínez Parra, de Cumaná. Estos tres últimos Tavera, casaron en Carúpano.

VI — Fueron hijos del coronel José Loreto Arismendi, Procer de la Independencia, y de Isabel Antonia Brito Cova, hija del Procer José Leonardo Brito Sánchez y de Nicolasa de la Cova Vetancourt.

José Loreto Arismendi nació en Carúpano el 10 de febrero de 1825. Empezó sus servicios militares en la costa de Paria, en 1848, como teniente miliciano, y en el transcurso de los años corridos desde entonces hasta 1863, ascendió a General en Jefe de los ejércitos de la República. Adscrito siempre a la Causa Liberal fue uno de los militares más batalladores que ha tenido Venezuela en ese largo período y uno de los más ilustres guerreros carupaneros. Hizo numerosas campañas, hallándose en innumerables acciones de guerra. Su personalidad militar se destacó en alto relieve durante la lucha por la Fede¬ración, en las campañas realizadas por él en los llanos de Barcelona, Guárico, Zamora, Apure, Cojedes y Portuguesa, se¬llándolas con su brillante triunfo en Las Palomeras, el 5 de mayo de 1863. Fue Jefe de cuerpos de ejército, Comandante en Jefe de Ejércitos, Presidente de Estado, Comandante de Armas, Ministro de Guerra en 1868, y, finalmente Jefe de Estado Mayor General del grande ejército de Oriente, comandado por José Eusebio Acosta. El general Arismendi, murió vilmente sacri¬ficado en las mismas regiones, en donde había empezado su hermosa vida de guerrero, en Irapa, el 21 de setiembre de 1870, a la entrada de los Azules comandados por el general Pedro Dúchame. En la sangrienta jomada de ese día Arismendi había salido herido y junto con él fueron asimismo sacrificados otros Jefes y oficiales distinguidos.

Hermanos suyos fueron Diego Bernardo que fue el mayor, y Pedro. Este también fue militar pero al servicio del Centra¬lismo. Nació en Carúpano en 1832. Casó en Caracas con Merce¬des Ravelo y falleció allí el 1’ de febrero de 1914. Fue además, escritor, literato y académico de nota. Murió como su hermano José Loreto, sin sucesión.

Diego Bernardo nació el 5 de febrero de 1823 en el mismo Carúpano; pero fundó hogar en Río Caribe contrayendo matrimonio con Delfina Rauseo Vallesilla. De su enlace vinieron al mundo los siguientes hijos: Pedro María, casado con Casi¬mira Lairet Luigi; Diego Bernardo con Rita Sánchez Gómez; Francisca Antonia, con Benigno Luigi Flores; Carmen, con Juan María Paván Ruiz, campanero; Isabel Antonia, con Santos Lairet Luigi; Delfina, con el francés Santos Erminy d’Artieri, padres de los Erminy Arismendi, distinguidos periodistas caru¬paneros; y José Loreto, abogado, quien casó en Caracas con su parienta Ana Teresa Arismendi Plaza. Diego Bernardo Arismendi Brito falleció en Carúpano el 17 de junio de 1895.

Los antecesores de estos Arismendi provienen de Fuente- rrabia, Vizcaya. Hacia 1740 el capitán Juan Bernardo de Aris¬mendi vino a Venezuela en servicio de la Real Fuerza de Araya y pasó luego a desempeñar la comandancia del castillo de San Antonio en Cumaná. Había casado en Araya con María Manuela Berruecos Rodríguez. De su matrimonio nacieron los siguientes hijos: Juan Bernardo, Eugenio Martín, casado con Luisa Mar¬cano; Inés María, casada con el alférez José Rodríguez; Manuela, con Pedro López; Marta, con Andrés Subero de Eguía; y María Magdalena, con Francisco José Marcano. Eugenio Martín fue el padre de Miguel de Arismendi Marcano, quien casó con María Josefa Subero de Eguía Alfonzo; y éstos los padres del general en Jefe Juan Bautista Arismendi, el adalid margariteño, de José Loreto y de Pedro, también Proceres de la Independencia nacional, de Cristóbal y de Margarita. El general Arismendi casó dos veces: la primera con María Rosario Irala y la segunda con Luisa Cáceres. Hijos suyos fueron en la Irala: Ignacio, Miguel, quien fue edecán del Libertador, y Basilio. Del segundo enlace fueron: Carmen casada con el doctor Mariano de Briceño, quien enviudó y casó de nuevo con Amalia, hermana de su pri¬mera mujer; María del Rosario, con el Ledo. Francisco Aranda; Aurora; Juan Bautista, casado con Ana Teresa de la Plaza Caballero; Miguel; Abelardo, quien contrajo matrimonio con Dolores Smith; Dolores, con el doctor Cruz María de las Lla- mosas; Luisa, con Aristides Mora; Ana Teresa, con John Boul¬ton; y Adela, con Juan de las Llamosas.

Para 1750 era todavía Juan Bernardo de Arismendi, castellano de la fortaleza de San Antonio, en Cumaná. Ana Felipa Arismendi, de esta misma familia, casó en Margarita con Lorenzo Bermúdez de Castro.

VII — Los Brito Navarro, hijos del Comandante Juan Manuel de Brito Gómez, Oficial de la Gran Colombia, y de Rafaela Navarro Olivier, fueron deudos de los Brito Sánchez, Brito Cova y Brito Mejía, todos descendientes del capitán José Leonardo López de Brito y Haro. Diego Bernardo, casó en Valencia con Magdalena Espinosa; José María, en Carúpano con Josefa Joaquina Salazar Manterola; y Concepción, con Lucio Celestino Torres, en La Guaira.

Hijos del matrimonio Brito-Salazar: Ascención, casada en Carúpano con el doctor Manuel Russián Alcalá; Juan Manuel, doctor en medicina; y José María, doctor en Derecho, casado con Mercedes Lyon Paván.

Fueron hijos del matrimonio Brito-Espinosa: Magdalena, viuda del doctor José Jesús Vallenilla Lanz; María, casada con Modesto Clavier Sánchez; Eucaris, con el mismo Clavier Sán¬chez, después que este enviudó de María; Rafaela, con Antonio Clavier Sánchez, hermano de Modesto; y Diego, quien contrajo matrimonio con María de Lourdes Adrián. Todos se casaron en la ciudad de Barcelona.

VIII — De la misma familia del Procer coronel Juan Bautista Cova, todos nativos de Carúpano.

IX — Ruperto Gómez Bravo fue un valeroso carupanero, hijo del Procer José Antolino Gómez y de Josefa Bravo, que llegó por sus dilatados servicios a la República desde 1848 al grado de General en Jefe de sus ejércitos. Perteneció a la pléyade de los grandes jefes que sirvieron en la guerra de la Federación, a las órdenes de José Eusebio Acosta. Nació en 1827, casó en San Francisco de Maturín con Rosalía Rengor y de su matrimonio tuvo diez hijos, que fueron: José, Ruperto, Eulogio, Zacarías, Sabina, Lucrecia, Filomena, casada con el francés Pablo Santoni; Amalia, Teresa y Fernanda. En uno de los combates ocurridos en Barcelona en diciembre de 1902, murió luchando contra la revolución que se denominó Liberta^ dora. No obstante la temeridad de su valor, nunca había sido herido en ninguno de los cien combates a que asistió.

X — Guerra Marcano nació en Carúpano el 21 de mayo de 1824, hijo del Procer Mateo Guerra Olivier y de Carmen Marcano. Fue persona especiante en la política del país, Ministro de Estado, orador parlamentario y de vasta erudición. Casó con Belén Gómez de Saa, riocaribera, el 21 de noviembre de 1848 y fruto de su matrimonio fueron: Alberto, médico, quien casó con Mercedes Sarria Lecuna, caraqueña; Alfredo, con Dolores Lairet, de Río Caribe; Jesús María, con Eugenia Oli¬vieri Puyol, padres del poeta carupanero Jesús Guerra Olivieri; Mateo, doctor en jurisprudencia, casado con Carolina Marcano Betancourt.

Hermanos de Mateo Guerra Marcano fueron: Gabriel, Lucía, Petronila, Consolación y Carmen. Falleció en Carúpano el 7 de febrero de 1900.

XI — Juan Baldomcro González fue hijo del Prócer Juan González y de Candelaria Arenas, todos tres nativos de Margarita. Casó en Carúpano con Margarita Ramos y de su matrimonio vino al mundo el laborioso pedagogo Bachiller en Ciencias Filosóficas Juan González Ramos. Juan Baldomcro González murió victimado por las tropas del Gobierno Centra¬lista, a raíz de la sangrienta jomada del 14 de octubre de 1859, en Carúpano.

XII — Ambos naturales de Cumaná. Manuel nació el 5 de junio de 1832 y perteneció, como Gómez Bravo, etc., a la brillante nómina de grandes Jefes que militaron a las órdenes de José Eusebio Acosta en la guerra por implantar la Federa¬ción en Venezuela. Casó en Cumaná con Dolores Pérez, en 1864, y tuvo los siguientes hijos, todos nativos de la ciudad del Manzanares:

Antonio, que casó con Encarnación Núñez Ortiz, y enviudó; Juana Josefa, viuda de Pedro Nolasco Sucre; Dolores, casada con Simón Núñez Ortiz; Manuela, Jesús y Petra, que casó con Rafael Núñez Mayz.

Fue Manuel Morales persona moderada y de grandísimo valor personal, que fundó un partido político en Cumaná. Ascendió por sus propios esfuerzos y merecimientos al grado de General en Jefe de los ejércitos de la República y falleció en la misma tierra de su nacimiento, el 29 de junio de 1912.

XIII — Los Morandi fueron hijos del francés Francisco Morandi y de Luisa Pérez Marín, todos carupaneros. Constitu¬yeron en esa sociedad, de la que fueron ornamento, un paradigma de noble consecuencia a los principios liberales. Ya hemos hecho mención de ellos en páginas anteriores.

XIV — El Pbro. Magne, de nacionalidad francesa, pagó con el sacrificio de la vida su decisión por la causa federalista. Prisionero el 4 de julio de 1862, después de la tercera acción de armas librada en el lugar denominado La Maestranza, fue fusilado ese mismo día, junto con el coronel Carlos Acevedo y otros prisioneros tomados al ejército de Acosta. Magne desempeñaba las funciones de Capellán en dicho ejército.

XV — Pertenecientes a la distinguida y procera familia Navarro, de la que se ha tratado ya en Capítulos anteriores. Pascual Navarro Guevara fue de los Proceres de la Indepen¬dencia, casó con Rafaela Olivier Marcano y tuvo los siguientes hijos: Pascual, Domingo, que contrajo enlace matrimonial con Clotilde Figueras; Rafaela, con Juan Manuel Brito Gómez, servidor de la Gran Colombia, padres de los Brito Navarro; y Josefa María, casada con Bernardo Hernández Noya.

Pascual Navarro Guevara, natural de Carúpano, empezó sus servicios a la Causa de la Independencia en 1811 y perdida la revolución el año siguiente se asiló en Margarita. Allí se hallaba a las órdenes de Arismendi cuando en 1816 arribó a Juangriego el Libertador con su Expedición de Los Cayos. Incorporóse a Bolívar y con él siguió a Carúpano. Formó en el batallón de hijos de ese pueblo que salió en expedición sobre Ocumari de la Costa, mandando como capitán una compañía. Hizo la brillante retirada conocida con el nombre de los Seis¬cientos, a las órdenes de Mac Gregor. Más de la mitad de esos seiscientos fueron campaneros. Combatió en Quebrada Honda y El Alacrán y entró vencedor a Barcelona. Fue de los triun¬fadores en la batalla de El Juncal y después regresó a Margarita, de donde salió a incorporarse a Marino, en Cariaco para 1817. Concluida la guerra volvió al solar nativo con la noble satisfac¬ción de haber cumplido su deber para con la Patria, y sin pedir ascensos ni solicitar recompensas; allí se quedó viviendo en el seno de su hogar. Había contraído matrimonio con Rafaela Olivier Marcano en La Asunción, Margarita, en 1808. Falleció en Río Caribe el 18 de octubre de 1846, y su esposa en Carúpano tres años más tarde.

Deudos de estos Navarro fueron también los Navarro Méndez, entre ellos Domingo, casado con María Josefa Salcedo. De este enlace nacieron: Francisco, quien contrajo matrimonio con Rosa Quintana; Simón, con Ascensión Barrios; Ricardo, con Ricarda Méndez, de Margarita; Bárbara, con José Russián Flex; Amalia, con Francisco Esteban Rivas; Josefa, Manuela y Carmen. Del matrimonio de Ricardo Navarro Salcedo con Ricarda Méndez, provienen: Rosa Isidra, casada con su primo Eladio Russián Navarro; Pastora, con el francés Adolfo Roux; Domingo, José Manuel y Ricarda.

XVI — Estos Peña, todos carupaneros, eran descendien¬tes del Procer Silvestre Peña González.

XVII — Antonio y Pedro Russián, hijos de José Russián y de Ana Clotilde Flex. Antonio fue figura importante política y militar y de la nómina de los ilustres servidores de la Fede¬ración a las órdenes de José Eusebio Acosta. Fue General de la República, Presidente de Estado, Comandante de Armas, etc. Nació en Juangriego el 2 de mayo de 1825; casó con Rosa Alcalá Cova (hija de Manuel Silvestre Alcalá Bermúdez y de Rosa Cova Salazar, hija ésta del glorioso Procer coronel Juan Bautista Cova). Fueron hijos del matrimonio del general Russián: José, quien casó con María Manuela Cova; Manuel, distinguido médico y erudito escritor, casado con Ascensión Brito Salazar; Antonio, con Amalia Paván Ruiz; Magdalena, con su primo Heriberto Imery Russián; Miguel, con Amalia Rejón, de Yaguaraparo; Pedro, con Julia Wietzstruck, de El Pilar; Alberto, José Jesús, doctor en jurisprudencia, casado con Consuelo Paván Arismendi, riocaribera; Rosa, con Antonio José Smitter Morandi; y Luis, con Rosario Lyon Paván.

Hijos de Pedro Russián Flex y de María Rosario Már¬quez, casados en Cumaná en 1867: José Eduardo, casado con su prima María Emilia Balán Russián; Pedro, Ventura, Do¬mingo y Carmen.

Hijos de José Russián Flex y de Bárbara Navarro Sal¬cedo: Ramón, Narciso, Adolfo, Bárbara, casada con Leandro Alvarado Pérez; Domingo, con Ana Urbáez, de Santa Rosa, Barcelona; Eladio, con Rosa Isidra Navarro; Petra, con Esteban Garriga, nativo de Puerto Rico; y Herminia, con Ramón Font Fouguet.

XVIII — Estos Raffetty fueron hijos del genovés José Raffetty y de Josefa María Guevara. El viejo Raffetty había sido de los servidores de la Patria venezolana, en la marina de guerra, y uno de los primeros extranjeros que se residenciaron en Carúpano después de ocupada la ciudad por los indepen¬dientes. De su matrimonio nacieron: José, Rafael, Femando, quien casó con Ana Antonia Herrera, y Natalia, con Mateo Marcano Marcano. El Capitán Raffetty fue de los Reformistas en 1835 y vencida esa revolución, acompañó a Mariño en el ostracismo. Falleció en Cartagena a poco de haber llegado, en 1836.

XIX — Ambrosio y Antonio Siseo, hijos del francés Ambrosio Siseo y de Margarita Flex. Una hermana de ellos, llamada también Margarita, contrajo enlace matrimonial con el francés León Santelli y fueron éstos los padres del escritor y poeta campanero Ramón Santelli.

XX — Los Verde eran naturales del pueblo de Sanjosé de Areocuar, todos ellos muy valerosos y de los primeros que se alzaron en armas en el Oriente de Venezuela proclamando la Federación. El 18 de mayo de 1858 atacó a aquel pueblo Víctor Verde y lo ocupó. Luego y hasta el año siguiente continuó en los aledaños de dicho pueblo teniendo en jaque al gobierno de Carúpano. El comandante Jorge Southerland, jefe militar de la plaza embistió en una ocasión en que Verde había vuelto a tomar la población josefina, triunfó sobre él el 8 de julio de 1859, quedando en el campo el heroico cabecilla. Fueron compañeros de los Verde: Juan Bautista Beaumont, Domingo Ji¬ménez, Anizeto Figuera y otros, quienes concurrieron con su columna denominada Campiares, a la defensa de Carúpano hecha por los coroneles José Jesús Vallenilla Cova y Saturio Acosta, el 13 y 14 de octubre de ese mismo año.

XXI — Juan Marcos Imery, campanero, hijo del doctor Juan Marcos Imery y de Rosa Caraballo, casado con Aguasanta Rusián Flex. De su matrimonio tuvo los siguientes hijos: Juan Marcos, médico y escritor, casado con Trinidad Paván Ruiz; Aguasanta; Heriberto, quien casó con su prima Magdalena Russián Alcalá; Marco-Antonio, Trinidad, Manuel Octavio, Car¬los Alberto, Ana Amelia, casada con el bachiller Carlos Martínez Vallenilla, nativo de Pampatar.5Leonor, Miguel Angel, Cruz María, otro Carlos Alberto, casado con María Luisa Balán, y Horacio, quien contrajo matrimonio con Ignacia Mayz Manterola, hija de Ignacio Mayz y de Ascensión Manterola Mayz, sobrina ésta de Ascensión Manterola Mayz, esposa de Marcos Salazar Vetancourt.

 

 







Imágenes de Pedro Alcázares

Libro digitalizado por Pedro Alcázares

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario